José López Piteira

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José López Piteira
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personaje religioso del municipio Jatibonico
NombreJosé López Piteira
Nacimiento2 de febrero de 1912
Jatibonico, Sancti Spíritus, Cuba
Fallecimiento30 de noviembre de 1936
Paracuellos de Jarama, Madrid, España
Causa de la muertesacrificio religioso
Residenciacubana
Nacionalidadcubana
Otros nombresMonje Agustino
Ciudadaníacubana
EducaciónEnseñanza General, y Teología
OcupaciónMonje
Conocido porMonje Agustino
PadresD. Emilio López Vilelo, y Da. Lucinda Piteira Romero

José López Piteira. Religioso de Jatibonico, Provincia Sancti Spíritus.

Síntesis biográfica

Quinto hijo de D. Emilio López Vilelo y Da. Lucinda Piteira Romero nació el viernes 2 de febrero de 1912 en Jatibonico. Su nacimiento fue asentado en el Registro del Estado Civil de la localidad (Tomo 2 Folio 37) el 26 de febrero del propio año, debido a la manifestación personal del padre. Recibió el sacramento del bautismo el 11 de noviembre de 1913, juntamente con su hermana Purificación, en la parroquia de San José de Arroyo Blanco (en esta fecha aún no existía la Parroquia de Jatibonico), perteneciente por aquel entonces a la Diócesis de Camagüey hoy Diócesis de Ciego de Ávila. El sacramento, recogido en el libro 11, Folio 88, No 150, fue administrado por el Presbítero Valeriano Cano y Cano, Cura Vicario de Morón. Fueron padrinos Antonio Fernández y Caridad Fleita, natural de Canarias.

En España

La familia decidió volver a España en el año 1916, cuando su hijo José era todavía muy pequeño. Tras su vuelta a la natal Galicia , la familia decide radicarse en Partovia, Orense, donde nacerían en los años subsiguientes los restantes hijos de la pareja: Agustín (1918), Inocencio (1821), Julia (1924), José Benito (1926) y Caridad (1930). De Fray José López, como él afirma en su profesión como Monje Agustino cuentan sus contemporáneos que era de carácter bondadoso y tratable, entusiasta y observador.

Estudios religiosos

A los 12 años de edad ya estudiaba la Enseñanza General bajo régimen interno en el Monasterio Benedicto de Santa María de San Clodio, en el también municipio orensano de Leiro. En este Monasterio realizó varios cursos de latín y humanidades y estudios de enseñanza media. Tras la finalización de su capítulo de estudio con los benedictos y contando con los 16 años, José comenzó el noviciado en el convento de Agustinos, aunque sí la familia López Piteira se encontraba establecida en Partovia. Profesó sus votos simples el 20 de agosto de 1929 y recibió luego su profesión religiosa del prior del convento, P.Natalio Herrero. En el convento de Leganés estudió tres años de Teología (1933-36). Profesó sus votos solemnes en este Monasterio de San Lorenzo el 16 de julio de 1934, recibidos del prior Padre Juan Monedero, quien será uno de sus compañeros de martirio en 1936.

Sacerdocio

Antes de los votos solemnes recibió la tonsura el 20 de diciembre de 1934, las órdenes menores de ostiario y lector el 21, y las de Exorcista y acólito el 22, en la capilla del palacio episcopal de Madrid, conferidas por Mons. Leopoldo Eijo Garay. El mismo Obispo le ordenó de subdiácono el 6 de abril de 1935, en la capilla del Seminario Diocesano de San Buenaventura de Madrid. El 8 de septiembre del mismo año, en el altar de la Sagrada Forma de la sacristía del Real Monasterio de San Lorenzo del Escorial, fue ordenado de diácono por Mons. Francisco Gómez de Santiago. Obispo Misionero dominicano, Vicario Apostólico de Haiphong, en Vietnam. No es mucho lo que se conoce de su estancia entre los agustinos debido al poco tiempo que transcurrió desde su profesión de fe. El Padre Camblor escribe que era buen estudiante y aficionado a la música. Unos de sus compañeros dice textualmente: Puedo dar testimonio de que manifestó una vocación muy decidida desde el primer momento, a la que correspondió con una vida de piedad muy intensa. Otro añade que fue un religioso ejemplar. Debido a los acontecimientos del 18 de julio de 1936 se desencadenó una gran persecución antirreligiosa en gran parte de España. La numerosa comunidad de Agustino del Real Monasterio de San Lorenzo de El Escorial, donde vivía Fray José López Piteira, quedó prisionera en el propio Monasterio.

En prisión

El 6 de agosto dos policías nacionales, ejecutando órdenes del ministro de la gobernación, condujeron en tres camiones a los 107 religiosos de la comunidad a la Dirección General de Seguridad de Madrid. Se les tomó declaración. Todos confesaron ser Religiosos agustinos. Por eso se les envió a los calabozos donde pasaron el día. A última hora de la tarde fueron encarcelados en el colegio de San Antón, de los padres escolapios, en la céntrica calle de Hortaleza de la capital madrileña, convertido en prisión por el ministro Galarza. Cuando Fray José estaba preso en San Antón, la familia realizó gestiones ante funcionarios consulares cubanos y del Ministerio de Asuntos Exteriores de la República para seguir su libertad por ser ciudadano cubano. Ante esta situación él manifiesta, sin lugar a dudas, su temple de religioso y de amor fraterno para con los demás hermanos agustinos, compañeros de prisión. Es el padre Natalio Herrero, que como prior le conocía desde el año del noviciado, quien nos trasmite el detalle: Es digno de notarse la respuesta del diácono José López Piteira, nacido en Cuba, quien al decirle que podía hacer valer esa circunstancia para conseguir la libertad, contestó: “Están aquí todos ustedes que han sido mis educadores, mis maestros y mis superiores, ¿qué voy a hacer yo en la ciudad? Prefiero seguir la suerte de todos, y sea la que Dios quiera…” Pasaron casi cuatro meses de privaciones y de sufrimientos. Tras ser juzgados sumariamente, fueron condenados por su simple condición de religiosos. El nombre de Fray José fue incluido en una saca de la muerte, y llamado a primeras horas de la mañana del último día de noviembre, festividad de San Andrés Apóstol y mártir.

Muerte

Después de haberse despojado de todo, le ataron las manos atrás y le condujeron, con otros 50 Agustinos, a Paracuellos de Jarama, a las fuerzas de Madrid, donde fueron sacrificados el 30 de noviembre de 1936, dando verdaderas muestras y fe ante las propios verdugos que le mataron, tanto es así que estos quedaban admirados de su valor y fortaleza cristiana. Tan solo le quedaba un año para terminar sus estudios y poder realizar su sueño de ser ordenado sacerdote. Murió como todos los demás, perdonando a sus propios verdugos a imitación del Maestro desde la Cruz y con el grito de ¡Viva Cristo Rey!.

Fuentes