Juana de la Torre Pupo

Juana de la Torre
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Juana de la Torre Pupo (Holguin, 1836-1868).jpg
NombreDe la Torre Pupo, Juana Isabel
Nacimiento1836
ciudad de Holguín,
provincia de Holguín,
capitanía general de Cuba,
Reino de España Bandera de España
Fallecimiento22 de noviembre de 1868 (31 o 32 años)[1]
cuartel de La Periquera,
ciudad de Holguín,
provincia de Holguín,
capitanía general de Cuba,
Reino de España Bandera de España
Causa de la muertefusilamiento[1]
ResidenciaHolguín
Nacionalidadcubana
Ciudadaníaespañola
Conocido porpor ser fusilada por los españoles para guardar la vida de su esposo combatiente, y la del resto de mambises holguineros en la Guerra de los Diez Años (1868-1878)
CónyugeManuel Hernández Perdomo
(1835-1871), convivientes desde 1863
Hijosno tuvo

Juana de la Torre Pupo (Holguín, 1836 - Holguín, 22 de noviembre de 1868) fue una revolucionaria cubana fusilada por los españoles.[1] Mujer humilde, buena esposa, valiente, decidida y luchadora por los ideales de la independencia.

Síntesis biográfica

Vivió en una sólida edificación en la calle Martí núm. 17, esquina Narciso López. Los padres, con buena posición en aquel entonces ―poseían varias propiedades y dos esclavos domésticos―, posibilitaron que Juana estudiara desde muy pequeña. Ella se caracterizó por las ideas independentistas, la capacidad creadora y la voluntad de luchar. En su juventud comenzó a frecuentar la casa de la familia Grave de Peralta, que en aquellos años era uno de los más importantes centros de propaganda y correspondencia en Holguín contra el dominio colonial en Cuba.

Allí conoció a Manuel Hernández Perdomo, maestro camagüeyano que se estableció en Holguín y participó directamente en las actividades conspirativas de la zona.

Alrededor del año 1863 la vida de Juana de la Torre (de 27 años) y Manuel Hernández Perdomo quedaron unidas por el amor y la lucha. Fueron criticados por la sociedad holguinera por no presentarse ante el altar. Esta pareja vivió las demandas de su tiempo, nunca se cansaron ni se desalentaron.

La casa de Juana pronto se convirtió en un centro de conspiración donde se guardaban armas y propagandas así como la celebración de reuniones, Juana se convierte en la más eficaz auxiliar de los conspiradores holguineros. Su vida y su obra soportaron la prueba del tiempo.

Trayectoria revolucionaria

El día 10 de octubre de 1868, en el ingenio La Demajagua, Carlos Manuel de Céspedes se levanta en armas frente a un grupo de revolucionarios, iniciándose así la Guerra de los Diez Años (1868-1878).

En la noche del 12 de octubre de 1868 recibe el jefe militar español de la plaza un telegrama que le comunicó el alzamiento en Manzanillo. Inmediatamente ordenó que se detuviera y fusilara a Manuel Hernández Perdomo (quien había sido nombrado coronel del Ejército Libertador).

Un grupo de soldados se dirigió a la casa de Juana de la Torre pero Manuel, enterado de la presencia enemiga, logró alcanzar el techo de la casa y salir a la calle. En el registro de la casa encontraron sables, varias libras de pólvora, un revólver, plomo, propaganda revolucionaria y otros objetos. Durante todo el resto de la noche, los soldados cubanos que trabajaban para el Ejército español sometieron a la valiente mujer a un cruel interrogatorio sin poder hacer que hablara.

Durante los siete días que le siguieron a su encarcelamiento, esta digna revolucionaria holguinera continuó siendo interrogada y vejada. Su respuesta fue siempre el silencio.

Mientras los acontecimientos se precipitan rápidamente los insurrectos se apoderan de los campos y pronto atacan a la ciudad. Los militares proespañoles se vieron obligados a refugiarse en la manzana donde está situada La Periquera, ubicada en la calle Frexes 198 entre Libertad y Maceo. Es allí donde condujeron a Juana que, en medio de su penosa situación, se habrá sentido feliz de ver a la ciudad en poder del Ejercito Libertador.

Fusilamiento

En la página 75 de la obra Huellas de la gloria, escrita por Emeterio Santovenia (presidente de la Academia de la Historia), aparece relacionando el hecho con el asedio de La Periquera:

Los defensores de La Periquera, necesitados de tiempo para obtener refuerzos y mejorar su atrincheramiento, utilizaron como subterfugio salvador las negociaciones entabladas para la rendición.
Así fue que resultaron baldías tanto la carta conminatoria que el 22 de noviembre de 1868 dirigió el general Julio Grave de Peralta al jefe español Camps Feliú, las nuevas entrevistas de españoles e insurrectos y las amenazas de Amadeo Manuit.
No abandonaron los sitiados la casa fuerte y hasta lograron posesionarse otra vez de la ciudad, gracias a la llegada de las tropas esperadas y a los sentimientos humanitarios fomentados por mambises por la presencia en La Periquera de mujeres y niños.
El alcance de aquel recurso desigual fue aquilatado por una heroína holguinera: Juana de la Torre, quien, capturada por los españoles, fue llevada a la La Periquera y compelida a exigir de los revolucionarios que se retiraran de Holguín, para salvar su vida.
La heroína pronunció estas palabras:
¡Si debo morir bajo los escombros de este edificio para que triunfe la santa causa de la libertad, que no detengan un instante el fuego del cañón!
Eloy Pérez Montejo:
Juana de la Torre, heroína holguinera[2]

Juana de la Torre fue fusilada posiblemente en la misma noche del 22 de noviembre de 1868.[1]

Un par de años después, el 9 de abril de 1871, su esposo, Manuel Hernández, fue ascendido a coronel. Murió en campaña ese mismo año.

Homenaje

Juana de la Torre Pupo

En su casa se reunían
valientes conspiradores
que luchaban diariamente
contra los enemigos españoles.
En silencio ella hizo
lo que el enemigo nunca supo
y con amor recordamos
a Juana de la Torre.
Autor anónimo
Una mambisa holguinera

Era valiente holguinera,
con valor siempre luchó,
ayudando a los mambises
que en su casa ella reunió:
en manos de los españoles
Juana de la Torre cayó,
y frente a La Periquera
con mucha fuerza gritó:
“Que no se detenga el fuego
que sale por el cañón:
prefiero morir mil veces
antes traicionar la nación.
Autor anónimo

Se haría patente una vez más la sentencia notable del héroe nacional José Martí (1853-1895) cuando expresó:

En los Andes puede estar el pedestal de nuestra libertad, pero el corazón de nuestra libertad está en nuestras mujeres.
José Martí

Fuentes