La Seo

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La Seo La mezquita musulmana fue transformada, después de la conquista de Zaragoza por el rey Alfonso el Batallador, en catedral, consagrándose por don Pedro de Librana en 1119..

Datos biográficos

La mezquita musulmana fue transformada, después de la conquista de Zaragoza por el rey Alfonso el Batallador, en catedral, consagrándose por don Pedro de Librana en 1119. Se hizo esto en la mezquita, pero pronto se pensó en hacer sobre su solar una catedral de tono europeo y, en consecuencia, dada la época, de estilo románico. De ella nos queda el exterior de un ábside lateral, así como el del mayor con elegantísimos y finos ventanales, exquisitamente decorados y moldurados; en el interior de ese mismo ábside hay todavía parte de la hermosa decoración escultórica, de un tono que denota bien a las claras el momento final del románico.

Más tarde, ya en el siglo XIV, la catedral se transforma decididamente en obra gótica, en su vertiente y orientación mudéjar, tanto en lo decorativo como en el empleo del ladrillo usado como material fundamental. Esta nueva catedral tenía tres naves, más cortas que las actuales y que pueden diferenciarse del resto de la construcción por la simplicidad de la crucería de sus bóvedas. En 1432 se añaden dos naves más laterales por el maestro Muza y en 1447 Alí Rami hace una nueva capilla mayor. Ya en 1370 se había iniciado el cimborrio, que se completó en 1412, por encargo de don Pedro de Luna, construyéndose entonces también el gran ábside mudéjar decorado con tracerías y en el que abren grandes ventanales góticos. En 1490, don Alonso de Aragón y posteriormente con don Hernando de Aragón se agregaron dos naves transversales, a los pies de las subsistentes, para transformar el templo en un cuadrilátero casi perfecto y hacer su interior más armonioso, pues antes resultaba demasiado ancho en relación con su longitud. Todas esas vicisitudes se reflejan claramente en la variedad de las bóvedas y de su decoración.

Arruinado el cimborrio se edificó otro nuevo, terminado en 1520 por Juan Botero o Sisuar y constructores cristianos y moriscos, fundiendo el gótico, el mudéjar y el plateresco. Tiene planta rectangular, con trompas que conducen al octógono del cimborrio propiamente dicho. Al hacerse la ampliación del templo se construyó también su gran entrada principal, axial con el altar mayor, que abre en la calle de la Pabostria. La torre originaria era octogonal, de estilo mudéjar, sustituida ahora por la esbeltísima proyectada por Contini y fechada en 1685.

La construcción del edificio —salvando las partes de la cabecera románica—se hizo en ladrillo, según la costumbre aragonesa, y es muy interesante ver la estructura exterior del edificio, con sus grandes contrafuertes entre las capillas, sustitución del habitual esquema gótico arbotante-contrafuerte, que aquí se transforman, los dos fundidos en una maciza y robusta pieza única. El interior debió de estar decorado antaño con un alto zócalo de cerámica, del cual queda parte, y el resto del muro iría encalado y decorado a lo mudéjar con pinturas y engrifados.

La capilla mayor forma cabecera exenta, sin girola, y allí está el gran retablo, comenzado en 1445 por Pere Johan, que labró la finísima predela con escenas de la vida de San Valero en sus relieves, dejando entre medio huecos enriquecidos con follajes ornamentales, para cobijar en ellos los bustos-relicario de plata. Más tarde, sobre ese basamento, se monumentalizó el retablo con las tres grandes escenas de la Epifanía, Transfiguración y Ascensión del Señor, obra del maestro Hans, de estilo muy germánico y dentro ya del último tercio del siglo XV, alzando sobre esos conjuntos una nutrida decoración de finos y múltiples doseletes aflechados, cuajados de ornamentación y figurillas. Luego se añadió, en el centro, un óculo para el camarín que guarda el Santísimo Sacramento en reserva, haciendo la obra Morlanes, con formas y ornamentación ya renacentistas.

El coro, colocado en el centro de la nave mayor según hispánica costumbre, se hizo por Juan Navarro y los hermanos Gomar; el facistol se montaba en 1413; la sillería con sencilla elegancia de tracerías, muy variadas, característicamente góticas. Ese coro fue rodeado más tarde por un muro muy decorado, hecho en yeso endurecido, tallado en estilo plateresco con gran cantidad de esculturas, relieves y ornamentación, en que se incluyen características columnas de candelabro; en esa obra debieron de intervenir varios autores, desarrollándose a lo largo de muchos años; en un lateral aparece inscrita la fecha de 1560. En el centro de ese trascoro esta la capilla del Santo Cristo, obra de Juan Zabalo en el siglo XVIII, aun cuando cobije un grupo de Cristo, la Virgen y San Juan, de época anterior y carácter manierista.

La capilla más interesante de la catedral fue encargada por don Lope Fernández de Luna hacia 1360 y su situación junto a la cabecera se revela al exterior muy notoriamente, ya que constituye el famoso muro mudéjar, cubierto con tracerías y arcos mixtilíneos de ladrillo y ornamentación de finos alicatados cerámicos y en cuya elaboración intervinieron artistas andaluces, según testimonios documentales conservados, colaborando con los ladrilleros y ceramistas aragoneses. También en el interior está palpable la colaboración, pues sobre el presbiterio hay una cúpula de madera tallada, dorada y policromada, mudéjar, que de la planta cuadrada pasa al octógono, adornándose con lacerías y mocárabes. Allí también plantó don Lope su tumba, de alabastro y labra finísima, con estatua yacente y llorones en el arca y, más arriba, un friso de figurillas con representación de la ceremonia fúnebre, realizado todo ello con arte muy exquisito y paternidad atribuida —a partir de Bertaux— al escultor y platero barcelonés Pere Moragues.

A través de los siglos se han ido ampliando y reformando las capillas dentro del renacimiento, el barroco y aun lo clasicista. A los pies de la iglesia, junto a la entrada de Pabostria, está la capilla de San Bernardo, fundada por don Hernando de Aragón para propio enterramiento y el de su madre doña Ana de Gurrea. Se estructura con un gran retablo central y tumbas a los costados, todo en alabastro bellamente trabajado por Pedro Moreto y Bernardo Pérez, siendo una de las obras más bellas de la escultura renacentista aragonesa; también la reja corresponde al estilo de la época y capilla.

Otra capilla importante es la de San Miguel, en la nave de la Epístola, mandada decorar (como ahora la vemos) por Gabriel Zaporta en 1570. Es muy elegante y bella la decoración de la portada, también notable es la reja, pinturas murales y sobre todo el retablo de mazonería de madera, pero con las esculturas de alabastro, obra singular de Juan de Ancheta.

No es posible enumerar los distintos retablos renacentistas o los baldaquinos barrocos, así como las ornamentaciones de portadas del resto de las capillas, pero sí es forzoso hablar de la Sacristía Mayor, de barroca portada, sobre un esquema y estructura románica y cerrándose con grandes batientes de madera de clara filiación decorativa mudéjar mezclada con elementos ya barrocos. En el interior el gran armario del tesoro guarda los espléndidos bustos relicarios, salidos de los talleres de Aviñón, adornados con esmaltes y de los cuales el más hermoso es el de San Valero, que, según la tradición, presenta los rasgos fisonómicos del Papa Luna, que fue quien los encargó. La gran custodia procesional de plata, en puro estilo plateresco, fue proyectada por Forment y realizada por el platero Lamaisón, que logra una de las piezas culminantes de la platería de la época. Singular es también el bien conservado «olifante» de Gastón de Bearn, cuya rudeza se contrapone a la exquisita navecilla de plata francesa, del siglo XV. La riqueza de los ternos bordados se une a la multiplicidad de las piezas de platería, a la riqueza del viril del Corpus y a un conjunto de tablas góticas y renacentistas.

Pero este tesoro se completa con la colección de tapices. Esta colección de tapicería es sin duda una de las más ricas de España y quizá en la que más abundan las piezas góticas.

Restauración

Iniciadas en 1980 las obras de restauración con el fin de consolidar el monumento en techumbres y columnas fueron interrumpidas en numerosas ocasiones por falta de recursos económicos, por diferencias de enfoque y criterio de los expertos y por los cambios de directores técnicos y empresas constructoras. Tantas interrupciones produjeron un serio deterioro en altares, retablos, cuadros, trascoro, órgano, y en el conjunto del rico mobiliario. Las obras recibieron un impulso determinante el 21-XI-1984, fecha en que el arzobispo de Zaragoza, Elías Yanes Álvarez, y el entonces consejero de Cultura de la D.G.A., José Bada Panillo, firmaron un convenio de colaboración que contaría también con la ayuda de las dos Cajas de Ahorro de Zaragoza. Aunque todos los gobiernos de Aragón, cualquiera que fuese el partido político que lo sustentase, decían colocar la restauración de La Seo como objetivo prioritario de su acción cultural. El hecho es que 16 años después de su comienzo las obras son dirigidas hasta su final por los arquitectos Mariano Pemán y Luis Franco, que han sucedido a Ángel Peropadre y a Ignacio Gracia.

En enero de 1988 hubo de cerrarse por completo la catedral al culto. En 1991 apareció, en medio de fuertes polémicas, pintada en blanco la fachada neoclásica. En 1992 terminó la restauración y limpieza del magnífico paño de azulejos de la fachada norte. En enero de 1994 cuando se llevaban invertidos más de mil millones de pesetas en los trabajos, se arbitran por la D.G.A. nuevos presupuestos para, una vez que ha concluido la consolidación de la fábrica, se emprendan tareas en el interior del templo: mobiliario, calefacción, pintura, sonorización, iluminación, etc.

El 4-X-1996, los Reyes de España inauguraban, con el arzobispo Yanes la parte restaurada que comprendía la parte norte correspondiente al crucero. A partir de esta fecha, se permitieron visitas guiadas al templo, y se decía una misa en domingos y días festivos. La primera obra de envergadura emprendida en junio de 1997, es la limpieza y restauración del magnífico retablo mayor gótico, y se continuará luego con el trascoro, las capillas, el órgano, etc. Paralelamente se están adaptando dependencias de la catedral para la instalación del Museo de Tapices. El 17-II-1997 se firmó un convenio de colaboración entre la D.G.A., el arzobispo de Zaragoza e IberCaja para la ejecución de las obras de restauración de la torre de La Seo.

Aunque quedan áreas por restaurar, la restauración de La Seo se terminó en noviembre de 1998, tras una inversión de 2.000 millones de pesetas. El 29 de septiembre de 1999, el jurado del Trofeo Ricardo Magdalena concedía éste a dicha restauración.

El 21 de enero de 2000 el Consejero de Cultura y Turismo del Gobierno de Aragón, Javier Callizo, confirmó el traspaso de las obras de restauración al Cabildo Metropolitano.

Fuentes