Miguel Jerónimo Ledesma

Miguel Jerónimo Ledesma
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NombreMiguel Jerónimo Ledesma
Nacimiento1510
Valencia, Bandera de España España
Fallecimiento1547
Valencia, Bandera de España España
Nacionalidadespañol
Ciudadaníaespañol
OcupaciónMédico

Miguel Jerónimo Ledesma. Médico y erudito español.

Trayectoria profesional

Estudió las lenguas, la filosofía, la poesía y la medicina en su ciudad natal, en la que luego fue profesor de griego y de medicina.

Nació en el seno de una familia de la oligarquía ciudadana de Valencia que destacó por su oposición a los agermanados, a manos de los cuales estuvo a punto de perecer su padre. En su juventud fue amanuense del humanista valenciano Juan Andrés Estrany, discípulo de Elio Antonio de Nebrija en Alcalá. El propio Ledesma declara también haber realizado estudios en dicha universidad castellana, aunque obtuvo en la de Valencia los títulos de bachiller en arte en 1531 y de bachiller en 1535 y doctor en medicina en 1536 . Fue titular de la cátedra de griego de la universidad valencia desde le curso académico 1531-1532 hasta su muerte.

Apoyado en los simpatizantes del humanismo dentro del claustro universitario y de la ciudad entre ellos, la virreina Mencia de Mendoza, duquesa de Calabria, consiguió imponerse a los llamados "bárbaros", es decir, los seguidores de la tradición arabizada bajomedieval. Explicó desde su cátedra contextos originales galénicos e hipocráticos, publicó una excelente gramática griega en 1545 y logró que el humanismo fuera la mentalidad dominante de la medicina valencia durante los años centrales del siglo.

Una de las publicaciones médicas de Ledesma, la titulada De pleuritide commentariolus (1546), corresponde a la famosa polémica en torno a la sangría en la "pleuritis" o "mal de costado". Se trata de uno de los más típicos y enconados entrenamientos entre los seguidores del galenismo arabizado y los partidarios del humanista. Estos últimos, encabezados por Pierre Brissot, defendían la "derivación directa" mediante la sangría en la vena más próxima al lugar afecto, mientras que los arabizantes preferían practicarla en el lado opuesto o en el pie. Vesalio aludió esta polémica en sus Tabulae sex (1538) y le dedicó después una monografía (1539).

Defendió, por supuesto, la postura humanista, pero intentando fundamentar sus argumentos en hechos anatómicos y concretamente en la disposición de las venas torácicas. En España, la disputa tuvo una repercusión muy viva, participando, entre otra figuras, Nicolás Monardes, que intentó adoptar una actitud conciliadora. La de Ledesma, por el contrario, fue terminante. No hace falta decir que pertenecía a la facción de Brissot. Lo interesante es que se sumó a la línea de su fundamentación anatómica. Por ello, su estudio, antes de exponer la patología y clínica de la afección y discutir el problema de la sangría, ofrece un breve resumen anatómico del tórax, que termina remitiendo al tratado galénico De anatomicis administrationibus, núcleo de la anatomía "humanista" frente a los enfoques bajomedievales. Al coparse en concreto de la localización de la sangría, insiste en la importancia fundamental de "la anatomía de las venas, cuya ignorancia ha confundido a muchos de los que opinan cosas distintas de las que debieran". Dedica por ello gran atención a la descripción del árbol venoso, incluyendo dos figuras, una de las cuales es un esquema inspirado en Vesalio, autor al que elogia sin reservas.

La muerte sorprendió a Ledesma cuando estaba trabajando en una tarea que significaba aplicar los supuestos del humanismo al texto que había servido de base principal al galenismo arabizado: el Canon de Avicena. Despreciaba, por supuesto, la versión que había hecho en el Toledo del siglo XII Gerardo de Cremona, como una "traducción bárbara", así como todas las interpretaciones medievales basadas en ella. Incluso le parecía contaminada de esta última la versión directa del árabe que había realizado Andrea Alpago y que acababa de publicarse. Ledesma se proponía traducir directamente el texto, a partir de un "antiquísimo códice manuscrito" en idioma árabe que poseía, con la misma técnica que se aplicaba a los clásicos antiguos y verificando las citas de textos hipocráticos o galénicos en sus originales griegos. Consideraba que Avicena había compendiado los escritos de Galeno "que estaban muy dispersos", con "un orden extraordinario y siempre como intérprete de Galeno", aunque no dudó en denunciar sus errores, atribuyéndolos a impurezas de los textos que había manejado. En su labor de traducción, afirma que le ayudaba "un colega tan experto en lengua árabe como en medicina". Hay que recordar que en Valencia de la época, aparte de médicos moriscos, no era excepcional el conocimiento de árabe entre los cristianos viejos que tenían que convivir con la numerosa población morisca.

Al morir Ledesma, la parte que había logrado terminar fue publicada con un epílogo de Luis Collado y otro, redactado en griego, de Pedro Jaime Esteve, ambos destacadas figuras del humanismo médico valenciano.

Sus obras más conocidas son Compendium grecarum institutionum y Depleuritide comentariolus, entre otras.

Fuente