Jesuitas

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Compañía de Jesús
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S.J.
Nombre latinoSocietas Jesu o Societas Iesu
SiglasS.J. o S.I.
Nombre comúnJesuitas
FundadorSan Ignacio de Loyola
Fundación1534
Lugar de fundaciónRoma, Italia
Aprobación27 de septiembre de 1540 por el Papa Paulo III
Superior GeneralPadre Adolfo Nicolás Pachón
Religiosos18.516 (2009)
Desaparición1773 (supresión)
CuriaBorgo Santo Spirito 4, CP 6139 Roma
ActividadesEducación, Misiones, Trabajo intelectual,
Personas destacadasSan Ignacio de Loyola,San Francisco de Javier, B. Pedro Fabro, Diego Laínez, Pedro Fabro, San Francisco de Borja, San Pedro Canisio, San Pedro Claver, San Alberto Hurtado, San Claudio de la Colombière,Matteo Ricci, Jerónimo Nadal, Juan de Mariana, Cristóbal Clavio, Baltasar Gracián, José María Rubio, San Pedro Canisio, Gaspar Astete, San Roberto Belarmino, Athanasius Kircher, Baltasar Gracián, Claudio Aquaviva, Lorenzo Ricci, Tadeo Brzozowski, Wlodimir Ledochowski, Pedro Arrupe, Francisco de Toledo, Luis de Molina, Francisco Suárez, Ignacio Ellacuría, Juan de Mariana, Miguel Agustín Pro, Jerónimo Martínez de Ripalda , Antonio Ruiz de Montoya, Dionisio Petavio, Joseph Knabenbauer, Joseph Maréchal, Pierre Teilhard de Chardin, Henri de Lubac, Jean Daniélou, Hugo Rahner, Karl Rahner, Bernard Lonergan, Michel de Certeau, Rutilio Grande.
Sitio webwww.sjweb.info

Compañía de Jesús (tambien llamados "Jesuitas" o "Los Jesuitas"). La Compañía de Jesús es una Orden Religiosa de la Iglesia Católica. Sus miembros son popularmente conocidos como jesuitas. Fundada en Paris por Ignacio de Loyola, en 1540.

Antecedentes históricos

La Compañía de Jesús es una Orden Religiosa de la Iglesia Católica fundada por San Ignacio de Loyola en 1540 (aprobada por el Papa Paulo III). San Ignacio fundó este instituto en París, junto con otros compañeros, y legó a la Iglesia una herramienta fundamental: los Ejercicios Espirituales. En 1922, el Papa Pío XI nombró a San Ignacio de Loyola patrono oficial de los Ejercicios Espirituales.

A lo largo de su vida, la Compañía de Jesús ha sufrido muchos avatares, entre otros, fue suprimida por el Papa Clemente XIV en 1773 y más tarde restituida por el Papa Pío VII en 1814. En el año 2006 celebraron el Jubileo de la Compañía de Jesús, en donde se aunaron tres conmemoraciones: los 500 años del nacimiento de San Francisco Javier y del Beato Pedro Fabro; y los 450 años de la muerte de San Ignacio de Loyola, los primeros tres fundadores la Compañía.

La formación en la Compañía de Jesús es una etapa muy larga (de 10 ó 12 años) que empieza con el noviciado (dos años) y continúa con un proceso de formación intelectual sólida en todos los casos e incluye los estudios filosóficos y teológicos necesarios para la ordenación en el caso de los jesuitas sacerdotes. Muchos jesuitas aparte de licenciados en Teología, han cursado otra Licenciatura (en los más diversos campos de estudio).

Sello de la Orden Religiosa

Sello de la Compañia de Jesús.

Una de las primeras versiones del sello de la Compañía de Jesús (Iglesia del Gesù, Roma). El trigrama "IHS", comprendido por las tres primeras letras griegas de "IHSOYS" (Jesús), posteriormente interpretado como "Iesus Hominum Salvator", Jesús, Salvador de la Humanidad, "Habemus Iesum Socium", Tenemos a Jesús como compañero o como "Societas Iesu humilis", Compañía del humilde Jesús.

Distribución

Los jesuitas se extienden hoy por 127 países de los cinco continentes. Se dividen territorialmente en provincias (91) que se agrupan a su vez por Asistencias o unidades territoriales (10).

  • La Asistencia más numerosa es la de Asia Meridional con 4.018 jesuitas que representan el 20,9% del total.
  • Estados Unidos de América (2.952 jesuitas ó 15,4%).
  • Europa Meridional (Donde se ubica España) (2.448 ó 12,7%).
  • Europa Occidental (1.958 ó 10,2%).
  • Asia Oriental-Oceanía (1.672 ó 8,7%).
  • América Latina Meridional (1.513 ó 7,9%).
  • África (1.430 ó 7,4%).
  • América Latina Septentrional (1.374 ó 7,2%).
  • Europa Oriental (1.119 ó 5,8%).
  • Europa Central (732 ó 3,8%).

De las 91 provincias de la Compañía, las más numerosas son las de Italia (667 jesuitas) y la de Castilla (España, con 638). Por países, son Estados Unidos y la India los que cuentan con mayor número de jesuitas.

Aunque la Compañía entera está empeñada en las misiones que le confía el Papa, algunos jesuitas son llamados a un servicio más directo de la Santa Sede. Por ejemplo, en la Radio Vaticana o en el Observatorio Astrónomico Vaticano, dos instituciones que desde sus comienzos han sido encomendadas por el papado a la Compañía de Jesús. Además, existen jesuitas obispos, cardenales.

Expulsión

Los gobiernos ilustrados de la Europa del siglo XVIII se propusieron acabar con la Compañía de Jesús por su defensa incondicional del Papado, su actividad intelectual, su poder financiero y su influjo político. Ciertamente se habían ganado poderosos enemigos: los partidarios del absolutismo, los jansenistas y los filósofos franceses (Voltaire, Montesquieu, Diderot). No faltaron tampoco las intrigas de ciertos grupos en la misma Roma. El contexto político europeo se caracterizó en estos años por el advenimiento del llamado Despotismo Ilustrado y por un declive notorio del prestigio político del Papado y la voluntad política de los Borbones y de la Corona Portuguesa de robustecerse en detrimento de la Iglesia.

El Padre General desde 1758 era el florentino Lorenzo Ricci. El primer país en expulsar a la Compañía de Jesús fue Portugal. El ministro Carvalho, marqués de Pombal, fue su principal adversario; encerró en el calabozo a 180 jesuitas en Lisboa y expulsó al resto en 1759. Con esta dura medida pretendía robustecer la autoridad real y dar una clara señal al Papa de que no toleraría intromisiones pontificias en los asuntos del Estado. Más de mil jesuitas de Portugal y sus colonias fueron deportados con destino a los Estados Pontificios. Clemente XIII protestó por la medida.

En 1763, Luis XV de Francia los acusó de malversación de fondos debido a la quiebra del P. Antoine Lavalette en Martinica. El Parlamento de París, que ya desde la fundación de la Orden había impugnado la presencia legal de la Orden en Francia, condenó las Constituciones y el Rey decretó la disolución de la orden en sus dominios, y el embargo de sus bienes.

Más tarde, los jesuitas fueron expulsados de los territorios de la Corona española a través de la Pragmática Sanción de 1767 dictada por Carlos III el 2 de abril de 1767 y cuyo dictamen fue obra de Pedro Rodríguez de Campomanes (futuro conde de Campomanes), regalista y por entonces Fiscal del Consejo de Castilla.2 Al mismo tiempo, se decretaba la incautación del patrimonio que la Compañía tenía en estos reinos (haciendas, edificios, bibliotecas), aunque no se encontró el supuesto «tesoro» en efectivo que se esperaba. Los hijos de San Ignacio tuvieron que dejar el trabajo que realizaban en sus obras educativas (lo que supuso un duro golpe para la formación de la juventud en la América Hispana) y sus misiones entre indígenas, como las famosas Reducciones guaraníes y las menos célebres, pero no menos esforzadas misiones en el noroeste de México (Baja California y Sierra Tarahumara) y a lo largo del Amazonas (Misiones del Marañón).

La supresión de los jesuitas fue llevada a cabo en 1773, cuando el nuevo Papa Clemente XIV enfrentó fuertes presiones de los reyes de Francia, España, Portugal y de las Dos Sicilias quienes, por razones políticas, le exigían la desaparición de la Compañía. El Papa cedió y mediante el breve Dominus ac Redemptor suprimió la Compañía de Jesús. Los sacerdotes jesuitas podían convertirse al clero secular; los escolares y hermanos coadjutores quedaron libres de sus votos. El P. General, Lorenzo Ricci, y su Consejo de Asistentes fueron apresados y encerrados en el Castillo Sant'Angelo (Roma) sin juicio alguno. Sin embargo, en Rusia -concretamente en Bielorrusia- y Prusia el edicto de supresión no fue promulgado por los monarcas. Jesuitas de toda Europa aceptaron la oferta de refugio hecha por la zarinaCatalina la Grande, quien esperaba continuar así, con el apoyo intelectual de la Compañía, la obra de modernización iniciada por Pedro el Grande.

En 1789 —el mismo año en que la Constitución de Estados Unidos entró en vigor y en el que se inició la Revolución francesa— fue fundada por el Obispo John Carroll -ex jesuita- la universidad católica más antigua de Estados Unidos, la Universidad de Georgetown, en Washington D.C.; en el siglo XIX, esta universidad sería integrada a la Compañía restaurada.

Restauración

Cuarenta años después, en medio de los efectos causados por la Revolución francesa, las guerras napoleónicas y las guerras de independencia en la América Hispánica, Pío VII decidió restaurar a la Compañía. De hecho, los jesuitas habían sobrevivido en Rusia —unos cuantos centenares— protegidos por Catalina II. La restauración universal era vista como una respuesta al desafío que representaban quienes eran vistos en ese entonces como los enemigos de la Iglesia: la masonería y los liberales, principalmente.

De 1814 hasta el Concilio Vaticano II3 de 1960, la Compañía es asociada con corrientes conservadoras y elitistas. La Orden es identificada con un incondicional apoyo hacia la autoridad del Papa. Poco tiempo después de la restauración, el Zar expulsa a los jesuitas de Rusia. Los Generales (Fortis, Roothaan y Beckx) vuelven a instalarse en Roma después de un paréntesis de 40 años. Durante el siglo XIX la SJ sufre las consecuencias de las revoluciones políticas de corte liberal y tiene que afrontar numerosos ataques. Acaba siendo nuevamente expulsada de Portugal, Italia, Francia, España, Nicaragua, Colombia, Ecuador, Alemania, etc.

Jesuitas en Cuba

La llegada de los jesuitas a La Habana fue en el siglo XVI, hacía 26 años que el papa Paulo III había confirmado la orden, y 10 que había muerto su fundador, cuando desembarcaron en La Habana, los tres jesuitas, eran los primeros que pisaban suelo americano.

La Habana contaba entonces con unos 300 habitantes, las dos terceras partes indios y negros esclavos, y no era mucho más que un caserío, casi todo de tabla y guano, alrededor de la Plaza de Armas.

En Madrid el rey le había pedido al general de la Compañía, Francisco de Borja, el futuro Santo, misioneros para catequizar a los indios de la Florida, eran los tres que llegaron a La Habana a mediados de agosto de 1566. Iba de superior el padre Pedro Martínez, de Valencia, y lo acompañaban otro padre y un hermano que habían llevado “vida disipada y rota” antes de su ordenación.

El capitán del barco belga en que viajaban no supo llegar a San Agustín de la Florida, y por eso se dirigió a La Habana, para que le indicaran el rumbo.

El tiempo que allí pasaron les sirvió a los jesuitas para instruir en doctrina cristiana a los habaneros, al tiempo que disfrutaban de la “continua asistencia y cuidado de lo más florido de la ciudad”.

En diciembre emprendieron viaje hacia su original destino, y el padre Martínez desembarcó con un grupo de marineros en cuanto avistaron las costas de la Florida y apresado por los indígenas, fue muerto en una playa convirtiéndose así en el primer mártir de la orden en este continente. Por este problema y forzada por un temporal, la nave en que quedaron sus compañeros volvió a La Habana y, con otros padres que llegaron de España, empezaron a enseñar en una iglesia de madera, donde luego estuvo el hospital de San Juan de Dios.

Actualidad

Entre 1965 y 2008 sus Superiores Generales fueron Pedro Arrupe (español, 1965-1983) y Peter Hans Kolvenbach (holandés, 1983-2008, año en que presentó su renuncia por motivos de edad). El 7 de enero de 2008 comenzó su Congregación General 35, para elegir nuevo Prepósito (superior mundial) y legislar sobre aspectos de la misión y carisma de la Orden. El 19 de enero fue electo (en el segundo escrutinio) como trigésimo General el Padre Adolfo Nicolás, español, perteneciente a la Asistencia de Asia Oriental y Oceanía que, como Arrupe, había sido Provincial de Japón.

Fuentes