Pupitre

El pupitre
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Mueble que utilizan los niños durante su estancia en el colegio y sobre la que realizan los estudios y trabajos encargados por el maestro.

Pupitre . Mesa con cajón que utilizan los educandos durante su estancia en la escuela y sobre la que realizan los estudios y trabajos encargados por el maestro.

Historia

El mobiliario escolar no gozó de un diseño como tal hasta finales del siglo XIX, por ello, en cada escuela había bancos o mesas de distinto tipo fabricados por los carpinteros bajo sus propios criterios. No obstante, en determinados lugares si se dictaban normas sobre el diseño del mobiliario escolar por algunos inspectores pedagogos, incluso a principios del siglo XVIII.

Los primeros pupitres fueron, por lo general, bancos móviles de dos o más plazas, similares a los utilizados en las iglesias. No solo era parecido su formato, sino la finalidad de su uso: lograr una adecuada disposición de los cuerpos en el espacio y posibilitar así el desarrollo de un ritual y el logro de una transmisión. De hecho, pupitre proviene del latín pulpitum, es decir: púlpito, lugar utilizado en las iglesias para leer las Sagradas Escrituras y llevar a cabo la prédica. Uno de los principales testimonios y referentes de la arqueología de la escuela.

El pupitre escolar, en sus múltiples variantes existentes a lo largo del tiempo, constituye el elemento más representativo del mismo. En la España de las últimas décadas del siglo XIX se inició, al igual que ya había venido sucediendo con anterioridad en países como Estados Unidos, Alemania o Suiza, un profundo proceso de renovación del mobiliario escolar. Los antiguos, antipedagógicos y antihigiénicos cuerpos de carpintería serían sustituidos lentamente por nuevos modelos de pupitres escolares.

Las resistencias a la progresiva renovación del pupitre escolar para la enseñanza se ponían de manifiesto, por ejemplo, en la pervivencia en las novedosas mesas-banco de algunos elementos característicos de los antiguos cuerpos de carpintería, como eran el asiento corrido o la falta de respaldo. Así se constataba en algunas mesas-bancos bipersonales publicitadas a finales del siglo XIX por la casa comercial Bastinos (1897) e incluso, en algún caso tardíamente, en plena Segunda República, por la casa Dalmáu Carles Pla (1935).

“Habrá en todas las clases lugares asignados para todos los escolares de todas las lecciones, de suerte que todos los de la misma lección estén colocados en un mismo lugar y siempre fijo. Los escolares de las lecciones más adelantadas estarán sentados en los bancos más cercanos al muro y los otros a continuación, según el orden de las lecciones.

"Los bancos se harán con tres pies de tirantes enteros y torneados, en longitud iguales a las mesas, de ocho pulgadas de latitud, su grueso igual al indicado y su altura de diez y ocho".

En el Museo Pedagógico Nacional de España se pueden ver uno de los pocos modelos de banco escolar que se extendió por toda España a finales del siglo XIX y primera mitad del siglo XX, que era con doble abatible, rejilla de madera para apoyar los pies y tablero inclinado con cajón para guardar los libros y orificios para los tinteros.

Muchos son los detalles de una escuela. Que reclaman la enérgica atención del higienista de nuestra tierra. Pero ninguno más importante que el pupitre, por lo que directamente interesa al niño. Estando el niño con el cuerpo inclinado hacia delante, tiene la cabeza y los ojos junto al libro. Posición que congestiona el cerebro y constituye a determinar la miopía. Además un hombro levantado constantemente por el defecto de la mesa, se hace más alto que el otro, el pecho se hunde y las funciones de la respiración y la circulación sufren por la posición viciosa y prolongada.

Cambios

A finales del siglo XIX comenzaron a introducirse cambios significativos en la modernización del pupitre escolar. Inicialmente, probablemente a partir de 1882, con la recepción en España del modelo proyectado por Cardot para las escuelas de París ofertado, por ejemplo, por la librería de la viuda de Hernando en 1892. Sin embargo, los avances más reseñables en este campo se debieron al Museo Pedagógico Nacional el cual, partiendo del diseño de Cardot, convertiría el modelo resultante, desde 1913, en sus modalidades tanto bipersonal como unipersonal, en el modelo de mesa-banco oficial de las escuelas españolas.

De la mesa-banco del Museo Pedagógico, que perduraría en las aulas españolas hasta comienzos de la segunda mitad del siglo XX, se comercializarían a lo largo del tiempo múltiples versiones como, por ejemplo, con asiento corrido, cajones, tablero abatible de uno, dos y tres asientos estante corredizo o aquellas con almohadilla para los trabajos de costura de las niñas.

A partir de mediados de la segunda década del siglo XX también comenzaron a comercializarse mesas-bancos que incorporaban en su construcción elementos metálicos, con diseños más o menos novedosos, con frecuencia, de importación.

Pero los cambios más importantes en el mobiliario escolar no se derivaron del uso para su fabricación de materiales más resistentes y perdurables, sino de la introducción de nuevos modelos y diseños inspirados en concepciones pedagógicas e higiénicas propias de la escuela nueva, propugnadas por Dewey, Montessori o Ferrière, bien distintas de las que habían sustentado la escuela intelectualista de la segunda mitad del siglo XIX. Se refieren a las mesas planas con sillas independientes no sólo para párvulos sino también para escolares que, junto al mobiliario tradicional, comenzaron a promover casas comerciales tan importantes como Magisterio Español (1930) o Dalmáu Carles (1935). Diseñados para una, dos o más plazas y diferentes edades. Una modalidad que alcanzó, en un primer momento, a las escuelas de párvulos e inició su introducción en los nuevos grandes grupos escolares de ciudades importantes a partir de mediados de los veinte y que, desde la década de los setenta del pasado siglo XX, se convirtió en el modelo imperante.

Se decía que los de tipo móvil beneficiarían la libertad de movimiento, aunque podían dar lugar a desplazamientos y comunicaciones "no deseados", que quedarían fuera de la mirada del maestro. Algo parecido se sostenía cuando se comparaba el banco individual y el de varias plazas; planteando que el primero facilitaba la vigilancia, aislaba al alumno del resto de sus compañeros y permitía al maestro pasar por los pasillos fijados entre cada emplazamiento. Si se utilizaba fundición de hierro para su construcción, se obtenía como producto un mueble liviano, fácil de trasladar, aunque se ponía en duda su resistencia frente a choques violentos y el paso de los años. La inclusión del tintero y de las pizarras en la mesa también fue objeto de análisis de las producciones higienistas, en tanto posible foco de infección debido a la costumbre de borrar con saliva o llevar la pluma a la boca antes de escribir.

Así, el pupitre formó parte de la "normalización" que intentó sujetar todo a un supuesto parámetro común. El "lenguaje de los objetos exteriores" tendió a individualizar y a corregir los desarrollos físicos y los hábitos de limpieza que no se ajustaban al patrón normal, así como los comportamientos dentro del aula que no evidenciaban "el gusto por el orden que se deseaba inspirar con el cuidado puesto en la instalación material de las escuelas".

Evolución actual

Una de las innovaciones pedagógicas más revolucionarias del siglo pasado fue, sin duda, el diseño integrado y modular de un pupitre y banco de madera para cada alumno, con su tintero incorporado, ranuras para depositar plumas y lápices, asiento rebatible y apoyo para los libros y cuadernos. Esta tecnología se puede considerar como precursora de la moderna "estación de trabajo" (Workstation) que ha sido concebida para la computadora de mesa "desktop computer"). La comparación entre las dos tecnologías no deja de ser interesante.

Pero este diseño estaba ligado a la función didáctica tradicional de un maestro al frente de la clase. Los bancos/pupitres formaban filas paralelas frente al pizarrón y a la tarima del profesor pero no servían para armar un círculo de discusión. Los alumnos recibían una enseñanza magistral pero se daban la espalda entre sí, con lo que se reforzaba una conducta de subordinación. Se pasaba "al frente" para dar la lección como en el teatro "se sube" al escenario.

Cuando los métodos pedagógicos comenzaron a cambiar a través de movimientos como la "escuela activa" esta rígida configuración espacial, de tipo "frontal", también fue alterada y con ella los propios muebles. Las nuevas funciones didácticas reclamaban nuevas estructuras espaciales en el aula. En el período de transición hacia configuraciones más flexibles se ensayaron nuevos e interesantes diseños: mesas poligonales que se ensamblan con facilidad y sillas apilables.

Importancia

El banco/pupitre escolar tuvo una enorme aceptación en el mundo entero y se convirtió en el primer mueble diseñado expresamente para la educación. El diseño inicial se fue perfeccionando con el tiempo y llegó a incorporar algunos parámetros ergonómicos para mayor comodidad de una posición sentada prolongada, con curvaturas anatómicas para el respaldo y el asiento. Además se construyeron muebles de diferentes tamaños para diferentes edades. En suma, se creó una nueva tecnología que fue plenamente exitosa en su tiempo.

Fuentes