Qusair Amra

Qusair Amra
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Nombre descrito en la Lista del Patrimonio de la Humanidad.
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Coordenadas31°48′16″N 36°35′08″E
TipoCultural
Criteriosi, iii, iv,
N.° identificación327
RegiónPaíses árabes
Año de inscripción1985 (IX sesión)

Qusayr Amra, conocido como el Castillo Rojo, se encuentra cerca de Qsar at-Tuba en Wadi Butm, a unos 85 kilómetros al este de Ammán en Jordania. Es uno de los más importantes del conjunto de castillos del desierto, especialmente por sus frescos interiores que, a pesar de haber sido deteriorados por el paso del tiempo, por el vandalismo y por los graffittis. Este castillo fue construido a principios del siglo VIII por el califa omeya Walid I. Fue declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO en 1985.

Construcción

Esta construcción se utilizó como lugar de veraneo por los príncipes y por el califa, a juzgar por su diseño como por los frescos de su interior que representan escenas de caza, frutos y mujeres. Dentro del palacio se ubica también una estructura termal que se divide en tres partes y son, testimonio de la influencia romana en la zona. La iconografía fue promovida por el Califa Yazid XI (720-724). Destaca sobretodo la cúpula del caldarium, con la representación más antigua de un cielo nocturno de las construcciones de la zona. La restauración de palacio y los frescos ha comenzado a realizarse recientemente.

Material de construcción

Piedra caliza rojiza y mortero; decoración pintada sobre enlucido de yeso, mosaicos en el suelo

Dimensiones

  • Sala principal: Largo: 13 m; ancho: 10,4 m
  • Sala fría y sala templada: Largo: 7 m; ancho: 3,67 m
  • Sala caliente: Largo: 5 m; ancho: 3 m
  • Sala de calefacción: Largo: 7,74 m; ancho: 5,16 m
  • Sistema hidráulico: Largo: 9,10 m; ancho: 4,4 m.

Arquitectura

Una sala de audiencias formada por tres naves con bóvedas de cañón conforma el espacio más amplio de este complejo; su planta basilical recuerda la arquitectura bizantina. En la nave central de esta sala, se distingue una alcoba; al sur de la sala, hay dos espacios laterales (probablemente, salas para audiencias privadas). Esta solemne sala servía de vestuario (apoditerium) y precedía, según un esquema que seguía los modelos de baños romanos antiguos, a la sala fría (frigidarium), la sala templada (tepidarium), con bóveda de arista y suelo sobreelevado para permitir la circulación de aire caliente, y, por último, a la sala caliente (caldarium), con cúpula sobre pechinas. Al final, se hallaban las salas de calefacción y un estanque.

La decoración prima la utilización de los modelos romanos antiguos. El suelo de los pequeños ábsides de la sala de audiencia está cubierto de mosaicos, de los que sólo han llegado hasta nosotros algunos vestigios. Las paredes, con láminas de mármol hasta 80 cm del suelo, como en la decoración arquitectónica bizantina, presentan en su parte superior una abundante decoración figurativa pintada al fresco.

La iconografía aborda gran variedad de temas tales como el entretenimiento teatral, que evoca las fiestas romanas dedicadas a Venus y Baco; escenas de caza, con clara influencia del Irán sasánida; escenas de baños; figuras aisladas (artesanos trabajando, alegorías, bailarinas, animales, rostros), todos los cuales corresponden a la función de este lugar, dedicado al esparcimiento del soberano. Por el contrario, el célebre fresco de la sala de audiencias conocido como «La familia de los reyes», tiene un programa decorativo con un registro diferente, ya que su finalidad es la afirmación del poder del soberano musulmán frente a sus rivales. Esta glorificación del poder se halla presente igualmente en la escena de la alcoba, frente a la entrada del edificio, aunque esta escena es ciertamente mucho más convencional, ya que representa al príncipe en el trono, rodeado de dos dignatarios.

La cúpula de la sala caliente está decorada con la primera representación de la constelación y los signos del zodíaco que se conoce en el mundo árabe.

El estilo adoptado para representar las figuras debe muchos a otros núcleos artísticos del mundo mediterráneo. Las opulentas mujeres desnudas, con el cuerpo realzado de marrón, recuerdan el arte copto; sus refinados peinados, las representaciones propias de Palmira; y sus pequeños rostros con grandes ojos, al arte parto, sasánida y también copto.

En definitiva, Qusayr Amra constituye un auténtico reflejo del nacimiento del arte islámico en la época omeya, por la confluencia de influencias romanas, coptas e iranias, y caracteriza a una nueva civilización en busca de legitimidad, que sienta las bases de una renovación estética y artística.

Programa decorativo de Qusayr Amra

Por su parte, el príncipe entronizado de la alcoba central de la sala de audiencias parece inspirarse directamente en el arte bizantino. El elaborado trono y los dos personajes laterales se asemejan a las representaciones de los manuscritos sirios. Además, sainetes dedicados a un personaje, aislados en marcos cuadrados como se ve en los manuscritos romanos, bizantinos y del Occidente medieval que tratan de los trabajos de los días, muestran diferentes oficios de la construcción.

También pueden reconocerse influencias egipcias. Las mujeres (bailarinas, músicas), ricamente ataviadas, de generosos cuerpos realzados por un color más oscuro y de grandes ojos, pueden relacionarse con los retratos coptos de Antinoé y con las diosas de la Siria antigua. En la sala caliente, las figuras femeninas desnudas están acompañadas por niños.

Las reminiscencias del arte romano son igualmente notables. Es el caso de las numerosas figuras aisladas en redes geométricas con motivos vegetales. Los temas son variados y evocan todas los divertimentos principescos. Es posible que algunas representaciones se hayan copiado directamente de modelos antiguos. Y así, el animal músico, tema que perdurará hasta el Renacimiento italiano, se encuentra ya en un mosaico romano de Sousse, conservado en el Museo del Louvre. Por su parte, las personificaciones de la Poesía, la Filosofía, la Historia o la Victoria han podido identificarse gracias a inscripciones griegas. Además, en el ábside de la sala de audiencias, un angelote y un eros observan a una figura tumbada sobre una sábana. Otra escena representa a luchadores de aspecto antiguo; a la izquierda de éstos, el combate entre un león y una gacela recuerda el de Khirbat al-Mafjar; este tema, originario de la Antigüedad oriental, suele simbolizar la fuerza que se asocia al poder.

En la misma sala, una cacería de onagros trae a la memoria ciertos mosaicos romanos, pero también la actividad favorita del monarca sasánida Bahram Gur.

La gran escena del lado sureste de la sala de audiencias presenta una figura femenina muy similar a la afrodita griega en una piscina rectangular; algunas mujeres la observan, escondiéndose, desde un balcón.

La postura de las bailarinas, casi giratoria, no escapa a la comparación con las bacantes antiguas.

Las constelaciones y los signos del zodíaco de la cúpula de la sala caliente se copiaron posiblemente de un globo celeste antiguo. Esta primera representación del cielo en el arte islámico refleja la inclinación de los científicos musulmanes por este tema, que constituyó uno de sus principales ámbitos de investigación y dio lugar a la creación de observatorios, manuales de astronomía, astrolabios, etc. Cabe relacionar este decorado con las ilustraciones del Tratado de las estrellas fijas. Las constelaciones están personificadas, como en los modelos antiguos.

Galería

Fuentes