Rebelión de los bóxers

La Rebelión de los Boxers
Información sobre la plantilla
La Rebelión de los Boxers 01.jpg
Combate entre boxers y tropas extranjeras
Fecha:2 de noviembre de 1899-7 de septiembre de 1901
Lugar:China
Descripción:
En mayo de 1900 estalló la rebelión en Pekín, con numerosos soldados rusos, alemanes, estadounidenses, franceses entre otros. El fin de esta rebelión se produjo el 7 de septiembre de 1901 cuando la Dinastía Qing aceptó la firma del tratado de Xinchou.
Resultado:
Victoria de la Alianza de las ocho naciones
Consecuencias:
El prestigio de China llegó a su punto más bajo, marcó el inicio del fin de la Dinastía Qing. La indemnización consumía la mitad del producto nacional.
País(es) involucrado(s)
Bandera de Japón Japón, Bandera de Alemania Alemania, Bandera de Rusia Rusia, Bandera del Reino Unido Reino Unido, Bandera de Italia Italia, Bandera de Francia Francia, Bandera de Hungría Hungría, Bandera de los Estados Unidos de América Estados Unidos, Bandera de la República Popular China China
Líderes:
Sir Edward Seymour, Alfred von Waldersee, Ci Xi, Yuan Shikai

La rebelión de los bóxers. Fue la expresión del descontento chino frente a las injerencias económicas y políticas de las potencias europeas, evidenciadas a través de las "guerras del opio" contra Gran Bretaña (1839-1842 y 1856-1860) y contra Japón (1894-1895).

Los bóxers ("boxeador", "púgil") constituían una sociedad secreta con connotaciones políticas, practicantes de artes marciales. Su objetivo era expulsar a los extranjeros de China. En 1899 emprendieron una campaña de terror por el norte del país que, inicialmente, se dirigió contra misioneros cristianos.

Antecedentes

Las disputas entre Gran Bretaña y China, comenzaron con la Primera Guerra del Opio, por la que el Gobierno chino quería ilegalizar el negocio con dicha droga. Por el contrario, el gobierno británico se negaba a abandonar el tráfico y la producción de opio, ya que para ellos representaba una gran fuente de ingresos, por lo que tras varios enfrentamientos, el Ejército chino fue derrotado, y además Gran Bretaña exigió varias condiciones de victoria: cesión perpetua de la isla de Hong Kong a los británicos y permiso de comercialización del opio. Pero éste no fue el último golpe que sufrió el pueblo chino en su orgullo, ya que tanto rusos, como franceses y japoneses (contra éstos últimos perdió otra guerra, en 1895), fueron aumentando su influencia y presencia en suelo chino.

Esta serie de sucesos, fueron vistos por el pueblo chino como una auténtica ofensa, en especial, debido a la pérdida continua de territorios que eran propios y que paulatinamente, pasaban a estar en manos de los extranjeros a los que tanto despreciaban.

Bóxers

Los bóxers formaban parte de una sociedad secreta de chinos, que se hacían llamar los Yi–he–Tuan (Puños honrados y armoniosos). Los occidentales los conocían como bóxers debido a sus rituales de artes marciales boxeo y esgrima, que según ellos mismos creían, les hacían invulnerables a las balas. Se trataba de una organización xenófoba.

Pretenciones

Pretendían expulsar de China a los misioneros cristianos y a los extranjeros que controlaban el país. Los misioneros erigían templos sin respeto por las creencias tradicionales. En aquella época, Gran Bretaña, Francia, Estados Unidos, Japón, Alemania y Rusia imponían sus leyes, ocupaban puertos y enclaves y se repartían el país en zonas de influencia. La larga historia de intervenciones extranjeras y la decadencia de las condiciones económico–sociales en China, fueron causas de su resentimiento. Todo esto unido a una hambruna que mató a más de 6 000 000 de personas —el 20% de la población china de entonces— a los elevados impuestos de guerra tras la invasión japonesa de 1894, a la ocupación germana de 1897 llevaron a vastos sectores de su población a desarrollar una virulenta xenofobia. En este contexto, la sociedad secreta de los bóxers, que se extendió por el norte desde Shandong, reforzaba sus campañas jurando que mataría y expulsaría a todos los extranjeros del país.

Apoyo del poder político

Aunque públicamente eran condenados, los bóxers estaban clandestinamente apoyados por miembros de la Corte Real entre los que se encontraba la emperatriz viuda Ci Xi. La emperatriz instigó la rebelión como una forma de fortalecer su poder interno y muchos gobernadores provinciales hicieron lo mismo. Fortalecidos de esta manera, los bóxers saquearon el campo, destruyeron líneas de telégrafos y estaciones de ferrocarril para finalmente matar a unos 231 extranjeros y a millares de chinos cristianos.

La situación tomó tintes trágicos tras los continuos asedios de los bóxers, que además contaban entre sus filas con algunos soldados imperiales, a las embajadas extranjeras en China. Tras el asesinato, el 20 de junio de 1900, del embajador alemán en China, el Barón Klemens von Ketteler, las potencias extranjeras declararon abiertamente la guerra a China.

Levantamiento

Rebelión de los bóxers

En mayo de 1900 estalló en China la rebelión de los bóxers. Ocuparon Tientsing, puerta de entrada a Pekín, blandiendo lanzas coronadas con las cabezas de misioneros asesinados.

Aunque centrada en Pekín, la rebelión se extendió a las provincias del sur. El Gobierno promulgó un edicto por el que se prohibían las actividades de los bóxers, pero los informes indican que las tropas imperiales solían mezclarse con ellos.

Llegaron a Pekín 340 soldados estadounidenses, rusos, franceses, italianos y japoneses.

A partir de junio, la revuelta estalló con fuerza, y los bóxers iniciaron un asedio de dos meses a las Embajadas en Pekín. Estados Unidos envíó dos regimientos de infantería para apoyar a algunas de las tropas británicas, francesas, alemanas, japonesas, austriacas, rusas e italianas; y para establecer una fuerte presencia militar en el centro del Imperio chino. Pero para entonces ya había sido asesinado el embajador alemán Ketteler. La amenaza bóxer se había extendido por todas partes. Las potencias subestimaron el tamaño de sus ejércitos. Se cree que solo en el área de Pekín contaban con más de 360.000 soldados.

Las naciones que sufrieron el ataque conformaron rápidamente un ejército de intervención de más de 20.000 hombres, que entró en Pekín el 14 de agosto, sofocando rápidamente el asedio de 56 días de las legaciones extranjeras. La resistencia china contra el ejército de aliados fue a veces obstinada. Los bóxers y los renegados del ejército tenían cañones modernos aunque no sabían utilizarlos. Los bóxers se dispersan. La emperatriz y el ejército regular huyeron a Xian. Las fuerzas de liberación se apoderan de la ciudad y, tras el saqueo, se dedicaron a castigar toda acción contra los extranjeros. Bajo el mando del mariscal prusiano Alfred von Waldersee, las tropas llevaron a cabo las “expediciones punitivas” en las que también se reprimió con brutalidad a la población civil china que nada tenía que ver con el movimiento bóxer.

Las fuerzas que dicha alianza desplegó en suelo chino en julio del año 1901, estaban bajo el mando del británico Gaselee, y no encontraron resistencia en su labor por liberar a los diplomáticos que habían sido tan castigados por los bóxers, e incluso tras lograr la liberación de éstos, saquearon y maltrataron a la sociedad china, para así evitar todo nuevo intento de insurrección.

Consecuencias

El final de esta rebelión se produjo el 7 de septiembre de 1901 cuando la Dinastía Qing aceptó la firma de un nuevo tratado, el Tratado de Xinchou o “Protocolo Bóxer” desfavorable a los intereses del pueblo chino, y que favorecía a las potencias extranjeras. Entre otras cosas contemplaba:

  • Indemnizaciones y penas de muerte por decapitación para los miembros de la “comunidad xenófoba”.
  • Las tropas extranjeras dejaron guarniciones militares desde Pekín hasta el mar.
  • Los exámenes del servicio civil fueron suspendidos durante cinco años
  • El Reino Unido y Alemania aumentaron respectivamente en cuatro y diez sus posesiones en China.

Internacionalmente, el prestigio de China llegó a su punto más bajo. La indemnización consumía la mitad del producto nacional, perjudicando su precaria soberanía y marcando el inicio del fin de la dinastía Qing. La derrota puso en tela de juicio el papel ejercido por la dinastía manchú y precipitó su caída en 1911, siendo proclamada la República China.

Fuentes