Sarah Baartman
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Sarah Baartman
Conocida por sus enormes nalgas, las cuales fueron una auténtica maldición; nació en la región del Cabo en 1789; la joven fue vendida como esclava a una familia holandesa que la empleaba en el servicio doméstico. Ahí la vió Hendrick Cezar, el hermano de su entonces propietario, que la convenció para viajar a Londres prometiéndole que ganaría una fortuna solo por exhibir su trasero.
Sumario
La Venus Hotentote
En Londres cayó en manos de Alexander Dunlop, un médico militar, que la rebautizó como La Venus Hotentote y que comenzó a exhibirla en clubes y teatros de baja estofa. “La Venus Hotentote acaba de llegar… desde los arenales del río Gamboos, en las fronteras de Kaffaria, en el interior de Sudáfrica el más correcto y perfecto espécimen de esa raza de gente”, rezaba el anuncio en los diarios de la época.
Cáscaras de huevo en los pezones
En el escenario, Sarah aparecía vestida con pieles, con dos cáscaras de huevo tapándole los pezones y fumando en pipa. Ante el público, la mujer debía mostrar y mover el trasero ante la fascinación de las multitudes. La entrada se pagaba a dos chelines, un precio considerablemente alto en aquella época. En algunas ocasiones, hubo espectadores que subieron al escenario y llegaron a pinchar el trasero de Sarah pues estaban convencidos de que había truco. Los aristócratas, que no acudían a los tugurios en que ‘actuaba’ Sarah, pagaban por tener exhiciones privadas en sus mansiones.
El movimiento abolicionista trató de ayudarla
El espectáculo despertó las iras del movimiento abolicionista, que llegó a denunciarlo ante la justicia. La propia Sarah hubo de comparecer ante el juez, al que explicó que se exhibía de forma voluntaria y que recibía la mitad de la recaudación. El juez le ofreció la posibilidad de ser trasladada a su país, pero ella la rechazó.
Estudiada en vida por naturalistas
En 1815, Sarah se instaló en París donde, además de las exhibiciones, se prestaba a ser examinada e investigada por científicos y médicos. A fuerza de aparecer en los escenarios, acabó perdiendo tirón entre el público y terminó deambulando por burdeles de la capital francesa. Sola, enferma y alcohólica, falleció el 29 de diciembre de 1815 a la edad de 25 años. Cinco años después de haber salido de su natal África. No hay un acuerdo claro sobre si la causa de su muerte fue la pulmonía, la sifilis o la viruela. El naturalista Georges Cuvier se apropió del cadáver y lo disecó. Además se hizo un molde de su cuerpo. Todo ello quedó en el Museo Nacional de Historia Natural, que las exhibió hasta 1914.
La tribu Joisa reclama sus restos
Tras la caída del apartheid en Sudáfrica, la tribu joisa pidió a Nelson Mandela que reclamara la devolución de los restos de la mujer. Su caso se convirtió entonces en un asunto de Estado. En el 2002, el entonces presidente francés Jacques Chirac firmó el decreto para la devolución de los restos mortales, que fueron recibidos por el propio jefe de Estado, Thabo M’beki. Fue devuelta y sepultada el 9 de agosto de 2002, Día de la Mujer Sudafricana, en una región cercana al río Gamtoos en Cabo Este, donde actualmente existe el pueblo de Hankey (localidad de unos 8.000 habitantes fundado en 1826), en la confluencia del arroyo Klein con el río Gamtoos, en la municipalidad de Kouga, a unos 20 km al oeste de Port Elizabeth (Sudáfrica), capital del distrito de Cacadu en la Provincia Oriental del Cabo,3 lugar donde nació. Ahora en Sudáfrica es considerada un símbolo nacional.
El caso se volvió importante cuando Stephen Jay Gould escribió la novela The Hottentot Venus en los años ochenta.