Tomás López de Vargas Machuca

Tomás
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NombreTomás López de Vargas Machuca
Nacimiento1730
Madrid, Bandera de España España
Fallecimiento1802
Madrid, Bandera de España España
NacionalidadEspañola
OcupaciónGeógrafo y cartógrafo español

Tomás López de Vargas Machuca Madrid, 1730 - 1802 fue un geógrafo y cartógrafo español del período ilustrado que escribió entre otras los Principios Geográficos aplicados al uso de mapas en 1775, y la Cosmografía abreviada. Uso del globo celeste y terrestre, en 1784.

Nacimiento

Nació en Madrid del año 1730.

Vida

Hijo de Bernardo López y María de Vargas Machuca, naturales de Toledo, Tomás López, después de realizar estudios de gramática, retórica y dibujo en la Academia de Bellas Artes, inició su carrera como geógrafo y cartógrafo en Madrid en 1752 cuando, todavía perteneciente a una época en que la Geografía no estaba disociada de las Matemáticas, recibió un curso sobre esta materia en el Colegio Imperial de la capital. En la España Ilustrada de ese momento, la formación de geógrafos y cartógrafos era una necesidad acuciante pues se carecía de una cartografía operacional por lo que los gobernantes pusieron un gran empeño en preparar especialistas geógrafos, cartógrafos y grabadores. Así T. López, después de su aprendizaje en Madrid y en ese mismo año de 1752, fue enviado a París por el Marqués de la Ensenada, a propuesta de los marinos Jorge Juan y Antonio Ulloa, "para estudiar geografía y levantar el mapa de España". Junto a él y con el mismo fin enviaron a Juan de la Cruz Cano y Olmedilla, mientras que para las técnicas del grabado fueron elegidos Manuel Salvador Carmona y Alonso Cruzado.

En los años que residió en París 1752 - 1760, asistió a clases en las instituciones más prestigiosas, como el colegio Mazari, y con los especialistas más reputados del momento: el abate La Caille y el geógrafo Juan Bautista Bourguignon d’Anville, famoso por sus trabajos sobre geografía histórica y sobre las medidas lineales de los antiguos. El resultado de esa formación no se hizo esperar pues ya en París, con el beneplácito del gobierno español y bajo los auspicios de Fernando VI, en la misma década de los cincuenta realizó sus primeras publicaciones: En 1755 con Cano y Olmedilla realizó un mapa náutico del golfo de México y de las Antillas, y en 1757, un mapa de América septentrional. Después publicaría otras obras en solitario: un Atlas de España, otro de América, mapas y planos de ciudades como el que editó de Madrid, en 1757, en la Guía de Forasteros.

De vuelta en España fue nombrado por Carlos III geógrafo de los dominios de Su Magestad y le puso al frente de su Gabinete de Geografía recién creado. El proyecto por el que había apostado el gobierno era la elaboración del mapa de toda las provincias de España. Cumpliendo con ello Tomás López publicó algunos mapas provinciales, como los de Jaén, Granada y Córdoba y otros los añadió a algunas obras como a la Descripción de la provincia de Madrid Madrid 1763, ed. facs. 1998, que dedicó al marqués de Grimaldi. Junto a la obra el mapa contenía todos los pueblos, las ventas, los arroyos y hasta los molinos, pormenores que hasta este momento no aparecían en la cartografía al uso. Además, como buen discípulo de la escuela de D’Anville incorporó datos de geografía histórica demostrando así que conocía bien los autores que habían escrito sobre la historia antigua de Madrid, entre otros, Gil González Dávila oJerónimo de la Quintana.

En esta obra también se ocupó brevemente de otras localidades de la región de Madrid, entre ellas Alcalá de Henares. Además de ubicar a la antigua Complutum según la Historia de Miguel Portilla, aporta otras noticias sobre Alcalá: ermitas, edificios, calles y plazas más señaladas, los productos, los habitantes, los conventos, colegios, las ferias, la iglesia Magistral, y la Universidad y hace un breve recorrido por la historia de la ciudad hasta el siglo XIV, cuya fundación considera anterior a Trajano.

Pero la obtención de informaciones para la elaboración de los mapas de otros lugares no siempre era tarea fácil. Por ello y con el respaldo de la Corona decidió dirigir un cuestionario a las autoridades eclesiásticas solicitando datos relativos a sus diócesis y parroquias -entre ellos los referentes a toponimia y vestigios de antigüedad-, que servirían para la confección de un Diccionario Histórico-Geográfico de España, el cual debía servir de complemento a los mapas. En esta empresa no partía de cero: además de la información que le proporcionaron mapas anteriores, había habido un precedente similar en época de Felipe II, las Relaciones Topográficas que ya habían incluido unas preguntas dirigidas a las autoridades de los pueblos a las que Tomás López. También académico tuvo acceso gracias a su colaboración en el Diccionario Geográfico - Histórico de España, proyecto iniciado por la Academia de la Historia en 1766 y para el cual se habían enviado a la Academia las Relaciones para ser copiadas.

Además contó también con las Respuestas del Catastro del marqués de la Ensenada (1749). La obra de T. López ni se concluyó ni se publicó pero generó una enorme documentación preparatoria que se conserva manuscrita en varios legajos en la Biblioteca Nacional de Madrid. No mejor suerte tuvo el proyecto de la Academia del que sólo se publicarían el tomo de Navarra y del País Vasco en 1802, y el de La Rioja y algunas zonas de la provincia de Burgos en 1846.

Mientras que para otras zonas de España las respuestas a veces ofrecen datos muy valiosos para la epigrafía, apenas tienen interés las repuestas al cuestionario sobre vestigios arqueológicos de la provincia de Madrid: sólo se mencionan dos inscripciones de Arganda del Rey en el informe del párroco Francisco Antonio de Irigoyen fechado en dicha localidad el 2 de abril de 1787 B. N. ms. 7300; ya transmitidas desde el siglo XVI no aportan nada nuevo salvo que no es imposible que todavía a fines del siglo XVIII se conservaran pues Irigoyen parece haberlas visto.

Poco tiempo después, en 1789, Tomás López había concluido un extenso trabajo sobre Madrid que, sin embargo, se perdería para siempre. A pesar de que fue siempre protegido de todos los gobiernos ilustrados, el conde de Floridablanca no dudó en reprocharle la ínfima calidad que había detectado en esa obra. El ministro había visto sólo una muestra pero le había servido para sospechar que tuviera "mil defectos y que sea más una mala copia o traducción de lo que otros han hecho, que un libro original o mediano. Adopta seguir enunciativas mucha parte de las fábulas de nuestro origen ... antes de publicar la obra le conviene por su honor y el nuestro que alguna mano hábil y exacta lo purifique". La respuesta de Tomás López excusándose fue una despedida: "tampoco me ocuparé, de hoy en adelante, más que en mi Geografía exacta, esto es, en la composición y construcción de mapas, y si alguna vez escribo, no será de la Geografía histórica ni cronológica, pero sí de la que pertenece al ramo de Matemáticas. Ambos volúmenes fueron destruidos y abandonó "oficialmente" la Geografía Histórica a pesar de que estaba convencido de su gran utilidad para la formación de los jóvenes, como defendiera su maestro D’Anville.

Muestra de ello fue la ayuda que prestó a su hijo Juan en la traducción del tercer libro de la Geografía de Estrabón así como a la confección de un Atlas antiguo elemental en el que la cronología desempeñaba una función importante; en él introdujo un índice de 2.800 nombres latinos de accidentes geográficos y localidades con su identificación moderna. Tras su muerte sus dos hijos, también geógrafos, publicaron en 1810 un Atlas que reunía los mapas más importantes de su padre.

El intento en temas científicos

Su único intento de afrontar temas científicos, para los que no estaba preparado, tropezó con una censura durísima del conde de Floridablanca, que López asumió humildemente, asegurando que en adelante sólo se ocuparía de mi Geografía exacta y si alguna vez escribo, no será de la geografía histórica ni cronológica, pero si de la que pertenece al ramo de las matemáticas.

Preparación en Cartografía

Aunque sabía que el mejor modo de hacer un mapa es andando y midiendo la tierra, reconocía no emplearlo, porque este método no es adaptable a las facultades de un particular, si bien estaba convencido de tener una elevada preparación cartográfica, basada en el arte de la recopilación y la habilidad en la resolución de dudas. En su obra Principios Geográficos manifiesta sin embargo su menosprecio por la obtención de datos directos, que consideraba obra de gente que no necesitan mayor instrucción que la de llegar a saber Geometría rectilínea, declarando implícitamente su desconocimiento de la existencia de la Geodesia, la Topografía y la Cartografía, a pesar de que reconoce que las observaciones astronómicas han ayudado mucho a la exactitud de los mapas, pero son en número corto y tan escaso en alguna regiones, que es preciso que el geógrafo sea muy hábil para que supla por algún medio éste preciso documento de las observaciones.

Su ignorancia en materia de proyecciones queda también de manifiesto en la misma obra, en la que sólo alude a la estereográfica y no llega a entender la diferencia entre las cartas náuticas y los mapas topográficos.

Obra

  • Atlas elemental moderno, o colección de mapas para enseñar a los niños geografía 1792
  • Carta de Tierra Santa 1774
  • Mapa de África 1771
  • Mapa de los Reinos de Marruecos, Fez, Argel y Túnez 1775
  • Mapa de la Luisiana 1762
  • Itinerario de D. Quijote 1774
  • Mapa de la Tierra de Promisión 1774
  • El Mapa de la Parte de Chile, donde pasaron los famosos hechos entre españoles y araucanos 1777
  • Principios Geográficos aplicados al uso de mapas 1775
  • Cosmografía abreviada. Uso del globo celeste y terrestre 1784
  • Mapa geográfico del Reyno de Galicia 1784


Fuentes