Un justo entre las naciones

Justos de las Naciones
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Reconocimiento otorgado por el Estado de Israel a aquellos no judíos que ayudaron a múltiples personas a escapar de la persecución nazi
Otorgada por Yad Vashem
ElegibilidadAquellos que ayudaron significativamente al pueblo judío
PaísIsrael
Estadísticas
Fecha de instituida1963
Primera otorgada1963
Última otorgada1 de enero de 2019
EstadoActiva
Otorgadas totales27.362

Justos de las Naciones. Es una expresión del judaísmo[1] que se usa para hacer referencia al conjunto de aquellas personas no judías o extranjeros, a los que también se les denomina gentiles o noájidas (descendientes de Noé) y que merecen consideración y respeto por haber mantenido una conducta moral acorde con los Siete preceptos de las naciones y a los que, según esta creencia, les espera una recompensa Divina.

Tras la constitución del Estado de Israel[2], esta expresión también designa de manera oficial a un programa de reconocimiento y distinción aprobado mediante una ley de 1953 por el Knéset o Parlamento israelí. Desarrollado a partir de 1963 por Yad Vashem, Institución creada para honrar a las víctimas y los héroes del Holocausto[3] o Shoá, con el objeto de rendir homenaje a quienes sin ser judíos, prestaron ayuda de manera altruista y singular a las víctimas, por su condición de judíos, de la persecución emprendida por el régimen nazi y otros afines en Europa con anterioridad y durante la Segunda Guerra Mundial[4].

A éste grupo selecto de personas se les otorga el título de "Justo de las Naciones" o "Justo" que les facilita, junto con otros privilegios, en nombre del Estado de Israel y del "pueblo judío", en forma de un diploma certificado y de la denominada "Medalla de los Justos" Hasta el 1 de enero de 2019, un total de 27.362 personas de 51 países distintos habían sido declaradas "Justas de las Naciones"​ siendo cada uno de sus nombres registrado por el Yad Vashem e inscrito en el "Muro de Honor del Jardín de los Justos" en Jerusalén.

"Yo les daré en mi Casa y dentro de mis muros un monumento (Yad) y un nombre (Shem) más valioso que los hijos y las hijas: les daré un nombre perpetuo, que no se borrará..." (Torah, Isaías, 56:5)

Historia

En el contexto de la II Guerra Mundial, en un mundo de debacle moral generalizada, sobresale una pequeña minoría de personas no judías, que supo desplegar un extraordinario coraje para mantener los valores humanos en pie. A ellos se les denomina Justos de las Naciones ya que remaron contra la corriente general de indiferencia y hostilidad que prevaleció durante el Holocausto. Contrariamente a la tendencia generalizada, estos salvadores veían a los judíos como seres humanos comunes y corrientes, incluidos en los confines de su universo de responsabilidades.

Observadores pasivos

Casi todas estas personas, inicialmente eran observadores pasivos. En muchos casos el cambio ocurría cuando eran confrontados con la deportación o la matanza de judíos. Algunos habían permanecido indiferentes en las etapas tempranas de la persecución, cuando los derechos de los judíos eran restringidos y sus propiedades confiscadas, pero llegó un punto en el que decidieron actuar, una barrera que no estaban dispuestos a cruzar. A diferencia de otros, ya no pudieron consentir con las crecientes medidas que afectaban a los judíos.

En muchos ocasiones eran los perseguidos hebreos los que se dirigían a los gentiles en busca de ayuda. No sólo los salvadores manifestaron ingenio y coraje, sino también los judíos luchaban por su supervivencia. Wolfgang Benz, quien realizara una exhaustiva investigación sobre el rescate de judíos durante el Holocausto, sostiene que:

cuando escuchamos las historias de salvación, las personas rescatadas pueden ser vistas como meros objetos de cuidado y caridad. Sin embargo, el intento de sobrevivir en la clandestinidad era, antes que nada, un acto de autoafirmación y un acto de resistencia judía contra el régimen nazi. Sólo unos pocos tuvieron éxito en dicha resistencia.

Decisiones que cambiaron sus vidas

En estas situaciones que se volvieron cotidianas, el encuentro con judíos llamando a sus puertas, llevó a estos observadores pasivos a tomar una decisiones inmediatas. Éstas eran a menudo un simple gesto humano instintivo, un impulso irreflexivo, seguido sólo después por una elección moral.

Frecuentemente se trataba de un proceso gradual, en el que los salvadores se involucraban de modo creciente en la ayuda a los judíos perseguidos. El consentimiento a ocultar a alguien durante una redada –proveyendo refugio por un día o dos hasta encontrar otro lugar- podía convertirse en un rescate de meses e incluso años.

Justos a costo de sus propias vidas

El precio que los salvadores debían pagar por su acción difería de un país a otro. En Europa Oriental, los alemanes ejecutaban no sólo a las personas que ocultaban judíos, sino también a toda su familia. Los nazis colocaban por doquier avisos de advertencia contra la ayuda a judíos. En general, el castigo era menos severo en Europa Occidental, aunque también allí las consecuencias podían resultar terribles, y algunos de los Justos de las Naciones fueron encarcelados y asesinados en campos de concentración.

Además, a la luz del trato brutal dado a los judíos y la determinación de parte de los perpetradores de dar caza hasta al último de ellos, las personas debían temer grandes sufrimientos si intentaban ayudar a los perseguidos. En consecuencia, los salvadores y sus protegidos vivían en constante temor de ser apresados; existía también el continuo peligro de ser denunciados por vecinos o colaboracionistas. Esto incrementaba el riesgo y dificultaba a las personas comunes el desafiar las convenciones y las reglas.

Aquellos que decidían dar refugio a judíos debían sacrificar sus vidas normales y emprender una existencia clandestina -a menudo contra las normas aceptadas por la sociedad en que vivían, temiendo a sus vecinos y amigos- y aceptar una vida regida por el pavor a la denuncia y la captura.

Simplemente humanismo

La mayoría de los salvadores eran personas corrientes. Algunos actuaban por convicción política, ideológica o religiosa; otros no eran idealistas, sino meros seres humanos a los que les importaba la gente a su alrededor. En muchos casos nunca planearon convertirse en salvadores, y no estaban en absoluto preparados para el momento en el que debieron tomar una decisión de tan largo alcance.

Eran simplemente seres humanos comunes, y es precisamente su humanidad la que conmueve y la que debiera servir de modelo. Hasta ahora, Yad Vashem ha reconocido a Justos de 44 países y nacionalidades; hay entre ellos cristianos de todas las denominaciones e iglesias, musulmanes y agnósticos, hombres y mujeres de todas las edades; provenientes de todos los estilos de vida; altamente educados, así como campesinos analfabetos; figuras públicas y marginales; citadinos y granjeros de los más remotos rincones de Europa; profesores universitarios, maestros, médicos, clérigos, enfermeras, diplomáticos, trabajadores no calificados, sirvientes, miembros de la resistencia, policías, pescadores, un director de zoológico, el propietario de un circo, y muchos más.

Rastreando a los Justos por todo el mundo

Los investigadores han intentado rastrear las características que estos Justos comparten y de identificar quién sería aquel que se convertiría en salvador de judíos o de una persona perseguida. Algunos sostienen que los Justos son un grupo diverso y que el único común denominador es el humanismo que les caracteriza y el coraje que pusieran en juego en la defensa de sus principios morales.

Samuel P. Oliner y Pearl M. Oliner los han definido como de personalidad altruista. Al comparar y contrastar a los salvadores con los observadores pasivos durante el Holocausto, señalaron que aquellos que decidieron actuar compartían características tales como la empatía y un gran sentido de conexión con los demás. Nehama Tec, quien también estudiara diversos casos de Justos, halló un conjunto de características y condiciones comunes, relativas a su aislamiento, individualismo y marginalidad. Su independencia les permitía actuar contra las convenciones y creencias aceptadas.

Ser observador pasivo era la regla; rescatar era la excepción. Por más difícil y atemorizador que fuese, el hecho de que algunos hubieran hallado el coraje para convertirse en salvadores demuestra la existencia de cierta libertad de elección y que la salvación de judíos no estaba fuera de la capacidad de las personas comunes a lo largo de la Europa ocupada. Los Justos de las Naciones nos enseñan que cada persona puede marcar la diferencia.

Diversas formas de ayudar a los judíos

Existían distintos grados de ayuda que las personas no judías implementaban para ayudar a los perseguidos sin arriesgar mucho sus vidas: algunos facilitaban alimentos, deslizando una manzana en sus bolsillos o dejando comida donde los judíos estaban por pasar de camino a su trabajo. Otros llevaban a los judíos a personas que los pudieran ayudar; algunos les daban refugio por una noche y luego les decían que tendrían que partir por la mañana.

Sólo unos pocos asumían la total responsabilidad por la supervivencia de los judíos sin reparos. Son los miembros de este último grupo, en particular, los que cumplen los requisitos para el título de Justo de las Naciones.

Ocultamiento de judíos en los hogares de los rescatadores o en sus propiedades

En las áreas rurales de Europa Oriental eran cavados guaridas o “búnkeres“, como se los llamaba, debajo de casas, vaquerías o establos, en los cuales los judíos podían ocultarse. Además de la amenaza de muerte que pendía sobre las cabezas de los judíos, las condiciones físicas en lugares tan oscuros, fríos, faltos de aire y hacinados durante largos períodos de tiempo eran difíciles de soportar.

Los salvadores, también ellos aterrorizados, tomaban a su cargo las tareas de proveerles alimentos –una hazaña nada fácil para familias pobres en tiempos de guerra- retirar los excrementos y atender todas sus necesidades. Los judíos eran escondidos también en áticos, en los bosques y en cualquier lugar que les pudiera ofrecer refugio, tales como cementerios, cloacas, jaulas de animales en zoológicos, etc.

A veces, los judíos ocultos eran presentados como no judíos, como parientes o niños adoptados. También se ocultaban en apartamentos en las ciudades; niños eran ubicados en conventos, donde las monjas ocultaban su verdadera identidad. En Europa Occidental, los judíos eran ocultados mayormente en hogares, granjas o conventos.

Falsificación de documentos e identidades

Con el fin de asumir la identidad de no judíos, los prófugos necesitaban documentos falsos y asistencia para establecer una existencia bajo una nueva identidad. Los salvadores en este caso eran falsificadores, o funcionarios que emitían documentos falsificados, clérigos que fraguaban certificados de bautismo y algunos diplomáticos extranjeros que emitían visados o pasaportes, contrariando las instrucciones y la política de sus países.

A fines de 1944 diplomáticos en Budapest emitieron salvoconductos e izaron sus banderas sobre edificios enteros, para poner a los judíos bajo la protección de la inmunidad diplomática de sus países. Algunos salvadores alemanes, como Oskar Schindler, utilizaron falsos pretextos para protejer a sus trabajadores de la deportación, argumentando que los judíos en cuestión eran requeridos por el ejército para el esfuerzo de guerra.

Traslado clandestino y asistencia para la fuga

Algunos salvadores ayudaron a los judíos a salir de una zona de especial peligro hacia un lugar menos riesgoso. Sacaban a los judíos de guetos y prisiones, los ayudaban a cruzar fronteras hacia países no ocupados o a lugares donde la persecución era menos intensa, por ejemplo a la Suiza neutral, a zonas controladas por los italianos desde las cuales no se producían deportaciones, o a Hungría antes de la ocupación alemana en marzo de 1944.

El rescate de niños

Los padres enfrentaban desgarradores dilemas a la hora de separarse de sus hijos y entregarlos a manos ajenas, con la esperanza de aumentar sus posibilidades de supervivencia. A veces, los niños abandonados luego de que sus padres fueran asesinados, eran amparados por familias o conventos.

En muchos casos eran individuos particulares los que decidían amparar a un niño; en otros, y en algunos países, en especial en Polonia, Bélgica, Holanda y Francia, existían organizaciones clandestinas dedicadas a hallar hogares para los niños, proveían fondos, alimentos y atención médica, y se aseguraban de que fueran bien atendidos.

Brevísimo listado de notables Justos entre las naciones

  • Coronel José Álvaro Castellanos

Aprovechó su puesto como Cónsul General de El Salvador en Ginebra para salvar la vida de más de 40,000 judíos.

  • Arístides de Sousa Mendes

Cónsul General portugués en Francia durante la ocupación alemana, otorgó miles de visas de tránsito para que los que escapaban la ocupación alemana pudiesen entrar a Portugal y desde ahí viajar hacia América. Se estima que salvo 30,000 vidas, 10,000 de ellas judías.

  • Ángel Sanz Briz

Embajador español en Hungría. Junto con el embajador italiano Giorgio Perlasca, salvó a más de 5000 judíos de Budapest proporcionándoles pasaportes españoles.

  • Oskar Schindler

Empresario alemán cuyos esfuerzos salvaron a más de 1200 trabajadores judíos. Su vida dio lugar al libro “El Arca de Schindler” y la película “La Lista de Schindler”.

  • Chiune Sugihara

Fue un diplomático japonés que ejerció de vicecónsul del Imperio del Japón en Lituania durante la Segunda Guerra Mundial, ayudó a alrededor de 6000 judíos.

  • Andrée Geulen

Rescató en Bélgica a 4000 niños

  • Abdol-Hossein Sardari

Diplomático iraní en París. Salvó a muchos judíos iraníes y entregó más de 500 pasaportes en blanco para que fueran utilizados por judíos no iraníes de Francia.

  • Khaled Abdul-Wahab

Administrador de Mahdia, Túnez, durante la ocupación alemana. Primer árabe nominado para “Justo entre las Naciones”.​

  • Maria Gräfin von Maltzan

Noble alemana que escondió y salvó judíos en Berlín.

  • Maria Leenderts y Petrus Johannes Jacobus Kleiss

Comerciantes neerlandeses que con la colaboración de sus empleados y del club de fútbol y un pastor local proporcionaron alojamiento y escondrijos a muchas familias judías durante la guerra.

  • Albert Battel

Un oficial alemán de la Wehrmacht.

  • Albert Bedane

Proporcionó refugio a una mujer judía y a otros refugiados perseguidos por los ocupantes alemanas de las Islas del Canal.

  • Victor Bodson

Ayudó a los judíos a escapar de Alemania mediante una ruta de huida clandestina en Luxemburgo.

  • Corrie ten Boom

Rescató a muchos judíos de los Países Bajos y les dió alojamiento en su propia casa. Fue enviada al campo de Ravensbrück.

  • Irena Sendler[5]

Trabajadora social polaca, que salvó a 2500 niños judíos del gueto de Varsovia. Arriesgando su vida pasándolos por subterfugios.

  • Stefania Podgorska Burzminski y Helena Podgorska

Con 16 y 7 años respectivamente, se infiltraron en los guetos y ayudaron a escapar a 13 judíos de la destrucción de los barrios judíos.

  • Sgt.-Mayor Charles Coward

Fue un agente británico que sacó a más de 400 judíos del campo de trabajo de Monowitz.

  • Miep Gies, Jan Gies, Bep Voskuijl, Victor Kugler, y Johannes Kleiman

Ocultaron a Ana Frank y a otros siete judíos en Ámsterdam durante dos años.

  • Alexandre Glasberg

Sacerdote franco-ucraniano, que ayudó a cientos de judíos franceses a escapar a la deportación.

  • Friedrich Kellner

Inspector de justicia, que ayudó a Julius y Lucie Abt, y a su hijo John Peter, a escapar de Laubach.

  • Stanislaw Kielar

Ayudó a sobrevivir a dos niñas judías de la familia Reisenbach.

  • Janis Lipke

De Letonia, protegió y ocultó a unos 40 judíos de los nazis en Riga.

  • Heralda Luxin

Una joven que ocultó a varios niños judíos.

  • Józef y Stefania Macugowscy

Ocultaron a seis miembros de la familia Radza y a varios otros en Nowy Korczyn, Polonia.

  • Dorothea Neff

Actriz de teatro austriaca, que ocultó a su amiga judía, Lilli Schiff.

  • Algoth Niska

Contrabandista finlandés, que transportó a numerosos judíos a través del Báltico.

  • Irene Gut Opdyke

Mujer polaca, que ocultó a doce judíos en el sótano de un alemán.

  • Jaap Penraat

Arquitecto neerlandés que falsificó documentos de identidad para los judíos y ayudó a muchos a escapar a España.

  • Tim Pickert

Rescató a docenas de judíos de los guetos de Polonia y los ocultó en los molinos de su propiedad al noroeste de La Haya, en los Países Bajos.

  • Suzanne Spaak

Millonaria que salvo a muchos niños judíos de Francia.

  • Marie Taquet-Martens y Major Emile Taquet

Ocultaron a 75 niños judíos en un hospicio para niños discapacitados en Jamoigne-sur-Semois, Bélgica.

  • Gabrielle Weidner y Johan Hendrik Weidner

Ayudaron a escapar a 800 judíos.

  • María Edwards Mac Clure

Activista chilena, miembro de la resistencia francesa, que salvó a numerosos judíos, en especial niños, durante el holocausto. El 21 de septiembre de 1953 fue condecorada con el grado de Caballero de la Legión de Honor de Francia

  • Bertha Marx y Eugen Marx

Ayudaron a salvar judíos con la Resistencia francesa.

  • Rudolf Štursa y Jan Martin Vochoc

Abogado y sacerdote católico de Praga que bautizaron y emitieron certificados falsos de bautismo a más de 1500 judíos.

  • Hans von Dohnanyi

Jurista cuñado del pastor Dietrich Bonhoeffer hizo posible el escape de las familias de Julius Fliess y Friedrich Arnold hacia Suiza en la llamada "Operación U-7".​

  • Amparo Otero Pappo

Cubana que se había casado con un hombre judío y vivía en París cuando el ejército alemán invadió Francia. Viuda y con un hijo, huyó al sur del país para escapar la ocupación y le abrió las puertas de su hogar a tres niños judíos que también huían: Jacqueline, Chaim, sobrinos de su difunto esposo, y Liliane, una niña judía.

Algunas comunidades que protegieron judíos

  • Yaruga, Ucrania​
  • Le Chambon-sur-Lignon, en el Alto Loira Francia, donde se salvaron unos 5000 judíos.
  • Markowa, Polonia, donde 17 judíos sobrevivieron a la guerra.
  • Tršice, República Checa, mucha gente de esta localidad ayudó a ocultar familias judías, y seis personas recibieron el título honorífico de Justos entre las Naciones.
  • Nieuwlande, Países Bajos: Durante la guerra esta pequeña aldea de 117 habitantes decidió por unanimidad en 1942 y 1943 dar refugio en cada casa a los judíos, haciendo imposible la traición.
  • Moissac, Francia: En esta localidad había una casa de acogida y un orfanato para los judíos.

Bibliografía

  • Pulgarin Bilvao, Lissette Paola (mayo-agosto de 2012). «Irena Sendler. Una enfermera ejemplo de amor a la libertad». Investigación y Educación en Enfermería (Medellín, Colombia: Universidad de Antioquía)
  • Martin Gilbert (2003). The Righteous: The Unsung Heroes of the Holocaust. Macmillan. ISBN 9781429900362.
  • Martin Gilbert (2003). Christian clergy as rescuers: a Holocaust imperative. Mohr Siebeck. ISBN 9783161482298
  • Gensburger, Sarah. La création du Titre de Juste parmi les Nations 1953-1963, Bulletin du centre de recherche français de Jérusalem, n°15, 2004 Ed. du CNRS
  • Tota, Anna Lisa; Hagen, Trever (2015). Routledge International Handbook of Memory Studies (en inglés). Routledge. p. 210.
  • Mieszkowska, Anna (2008). La madre de los niños del Holocausto. 253 páginas. Barcelona: Editorial Styria.
  • Mikla, Marzena (2008). «La paradoja de la memoria: reflexión sobre Irena Sendler». Enfermería Global 7 (13): 1-5. ISSN 1695-6141.
  • Tomaszewski, Irene; Werblowski, Tecia (1999). Zegota: The Council for Aid to Jews in Occupied Poland 1942-1945. Montreal: Price-Patterson. ISBN 1-896881-15-7.
  • Yukiko Sugihara, Visas pour 6000 vies, traduit par Karine Chesneau, Ed. Philippe Picquier, 1995.
  • Yukiko Sugihara, Passaporte para a Vida, São Paulo, Editorial Notícias, 1996 ; Jornal de Nikkey, 1997 ; Sociedade Brasileira de Cultura Japonesa, 2010.
  • Yutaka Taniuchi, The miraculous visas -- Chiune Sugihara and the story of the 6000 Jews, New York, Gefen Books, 2001. ISBN 978-48979856

Fuentes

Referencias