Aurelia Castillo de González

Aurelia Castillo de Gónzalez
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Patriota y periodista más destacadas del Siglo XIX. (Imagen tomada de Blog Amalias).
Nacimiento27 de enero de 1842
Santa María del Puerto del Príncipe
(actual ciudad de Camagüey),
provincia de Camagüey,
capitanía de Cuba,
Reino de España Bandera de España
Defunción6 de agosto de 1920
ciudad de Camagüey,
provincia de Camagüey,
República de Cuba Bandera de Cuba
OcupaciónEscritora y periodista
NacionalidadCubana
Lengua de producción literariaEspañol
Lengua maternaEspañol
Obras notablesLos Alpes
La hija de Yorio (traducción de esta obra de Gabriele D'Annunzio
CónyugeJosé Francisco González

Aurelia Castillo de González (Camagüey, 27 de enero de 1842 - Camagüey, 6 de agosto de 1920) fue la escritora y periodista patriota cubana más destacada del siglo XIX en Cuba, expulsada de su país por orden de Valeriano Weyler. Fundó la Academia Nacional de Artes y Letras de Cuba. Destaca entre su obra la traducción del libro La hija de Yorio (traducción de esta obra de Gabriele D'Annunzio).

Biografía

Infancia y juventud

Nació el 27 de enero de 1842 en la ciudad de Santa María del Puerto del Príncipe, hoy Camagüey. Fueron sus padres Ana Castillo y Don Pedro Castillo Betancourt. Desde muy temprano apareció en su vida una gran afición por las letras, conocida como una de las periodistas más destacadas del siglo XIX. Realizó sus estudios bajo la dirección de Don Fernando Betancourt,[1] quien le facilitó sus primeros conocimientos de literatura, escritura, gramática y aritmética en la propia casa de la joven, ya que los padres no tenían otras posibilidades. Por motivos políticos, en el año 1851 el profesor tuvo que salir de Cuba y la educación de ella, con solo nueve años, quedó confiada a sus propios esfuerzos.[2]

En 1874 contrajo matrimonio con Francisco González del Hoyo, teniente coronel del ejército español que simpatizaba con la causa mambisa. Al año de casada, González protesta contra el fusilamiento de los cubanos Antonio Luaces Iraola (doctor) y Miguel Acosta y es expulsado de Cuba, parte hacia España y Aurelia lo acompaña.

Otra etapa de su vida

En España colaboró en las revistas: Cádiz, Crónica Meridional y El Eco de Asturias. Ambos visitaron diversos países de Europa y América y ella preparó crónicas de viaje, que fueron muy celebradas por los lectores de la época. En 1884 realizó, en compañía de su esposo, un corto viaje a los Estados Unidos, y al regresar se establecieron en Guanabacoa, ciudad donde Aurelia participó en las Conversaciones Literarias auspiciadas por José María de Céspedes.

En 1887 comenzó a colaborar con la Revista Cubana. Regresa a España, donde pasó dos años sin poder escribir, a causa del mal estado de su salud. Ya restablecida en 1889, visitó la Exposición Universal de París y viajó por Italia y Suiza. En 1895, Aurelia enviudó y poco después tuvo que volver a salir de la Isla, en esa ocasión expulsada por el sanguinario Capitán General español Valeriano Weyler, acusada de simpatizar con la causa del separatismo. Residió en Barcelona hasta 1898. Al terminar la guerra necesaria volvió a Cuba y fundó el asilo Huérfanas de la Patria. Visitó de nuevo Europa en 1904. Cooperó con la erección de la estatua de Ignacio Agramonte. Murió el 6 de agosto de 1920, en Cuba

Obra

Se incorporó de lleno al trabajo literario y periodístico ya estando nuevamente en su país. Partició en diversas publicaciones como: El Fígaro, La Habana Elegante y El País, entre otras. En Camagüey comenzó a escribir para La Luz, La Familia, El Camagüey, El Pueblo y El Progreso.

Fue miembro de la directiva de la Sociedad de Labores Cubanas y cuando en 1910 se fundó la Academia Nacional de Artes y Letras en La Habana, cinco mujeres integraron sus filas, tres de ellas cubanas por nacimiento: Nieves Xenes, Dulce María Borrero y Aurelia Castillo. Las otras dos eran la pintora dominicana Adriana Billini Gautreau y la poetisa puertorriqueña Lola Rodríguez de Tió.

Con más de siete décadas de vida, Aurelia presidió la comisión que se encargó de los festejos para celebrar en Cuba el centenario de la destacada poetisa camagüeyana Gertrudis Gómez de Avellaneda. Tuvo a su cargo el cuidado de la poesía en la primera edición de las Obras de José Martí; colaboró además en las revistas Social y Cuba Contemporánea.

Su obra abarca un amplio espectro de géneros y temas: escribió poesías, fábulas, leyendas, crítica literaria, libros de viajes; realizó tareas de corresponsalía periodística, tradujo a grandes autores, participó de polémicas filosóficas; fue incansable en su correspondencia. Reunió sus obras en seis volúmenes que aparecieron con el título de Escritos de Aurelia Castillo, entre 1913 y 1918, en una edición limitada de sesenta ejemplares. No se han realizado nuevas ediciones de su obra, por lo que para poder consultarla es necesario recurrir a los fondos raros y valiosos de las más importantes bibliotecas del país.

Derechos de la mujer cubana

Aurelia redactó un conjunto de recomendaciones a través de las cuales las mujeres podrían desarrollarar su intelecto y discutir con los hombres cuestiones como sus derechos pero sobre la base de fuertes argumentos. Entre sus consejos se pudría mencionar:

huir de la ociosidad, leer buenos libros, sin dejarse arrendar por los que parezcan demasiado graves, que son siempre los mejores y escoger buenas amistades.[3]

La situación de la mujer negra y mulata era diferente; en sus artículos aborda por primera vez el problema. Las incluye como uno de los motivos de la belleza regional y ataca los juicios espurios que sobre las mismas se tejieron durante el período de la esclavitud en Cuba.

Enfatiza que el problema no estaba en que la mujer no tuviera derecho a los estudios universitarios, sino, que los resultados obtenidos en esos derechos eran insuficientes. Una de las razones que promovía esta situación, era el arraigo de los prejuicios que mantebían las mal llamadas obligaciones femeninas hasta ese momento conocidas.

El mismo hecho de considerar que la mujer no era capaz de elaborar ideas creativas hacía que esta se inhibiera. Según palabras de la escritora:

las mujeres deben leer, pero leer libros serios como los hombres lo han hecho. Es posible que al principio les cueste mucho trabajo, pero poco a poco podrán ir asimilando y entendiendo su contenido.[3]

Homenaje

En 1912 recibió un homenaje en su ciudad natal. Durante el Encuentro de escritores camagüeyanos (2015), se realisó una mesa redonda dedicada a los aniversarios 95 de muerte de Aurelia Castillo y de aprobación de la Asociación Femenina de Camagüey, en la Biblioteca Provincial de Camagüey Julio Antonio Mella.[4]

Fuentes