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Revisión del 19:49 21 ago 2025

Institución Hispanocubana de Cultura
Información sobre la plantilla
Institución
IHC logo.jpg
Siglas o Acrónimo:IHC
Fundación:1926
Disolución:1948
Tipo de unidad:Institución cultural
Presidente:Fernando Ortiz
Sede:Manzana de Gómez, La Habana

Institución Hispanocubana de Cultura Conocida también por sus siglas IHC. Fundada en 1926. Se creó con el objetivo de profundizar en las relaciones culturales entre Cuba y España; Gestionó becas para estudiantes y promovió la realización de diferentes actividades culturales. Además, invitó a La Habana a reconocidos intelectuales españoles, que ofrecieron conferencias en importantes teatros cubanos. La institución se convirtió en uno de los focos de mayor quehacer cultural en el país y sirvió para actualizar a la intelectualidad cubana acerca de diversos temas. Fernando Ortiz fue su creador y presidente y tuvo también a otras importantes figuras como fundadores. La institución estuvo activa hasta 1948.

Creación

El contexto en que se creó la Institución fue en las primeras décadas del Siglo XX. En esa época en Cuba, después del paso oficial de colonia a república y con muchas influencias extranjeras sobre el país, un grupo de intelectuales, con intereses genuinamente nacionales, buscaban con intensidad todas las vías posibles para afianzar las raíces cubanas. Se hacían intentos e iniciativas a través del desarrollo de la cultura, del intercambio de opiniones y el ensanchamiento de los horizontes intelectuales.

La iniciativa de esta Institución correspondió a Fernando Ortíz, uno de los más influyentes intelectuales cubanos de todas las épocas. Elementos claves para el establecimiento de las relaciones culturales y científicas entre España y Cuba, basadas en la ciencia y que se transmitieron a la futura institución, fue la formación científica que Ortiz adquirió en España junto a prestigiosos hombres de la cultura, en ciencias tales como antropología, criminología, sociología e historia; su concepción de la cultura, la ciencia, la nación y el contacto continuo con muchos de los intelectuales herederos de los principios de la Institución Libre de Enseñanza y miembros de la Junta para la Ampliación de Estudios e Investigaciones Científicas.[1]

En 1926, Ortiz fungía como presidente de una de las organizaciones de mayor trayectoria en la historia cubana, la Sociedad Económica de Amigos del País. Primero, el 12 de noviembre de 1926, hizo la propuesta de su creación ante la junta de gobierno de dicha sociedad. Y el 26 de noviembre, fue creada oficialmente.

Tenía su sede en el edificio conocido como la Manzana de Gómez, en La Habana.

Fundadores

Al crearse oficialmente la nueva organización, Fernando Ortíz asumió la presidencia perpetua de la institución.

A ella pertenecieron, también en condición de fundadores, otras relevantes figuras de la intelectualidad cubana, entre los cuales, estuvieron:

Principios de funcionamiento

En sus Estatutos, se definieron los principios, de la naciente organización, entre ellos:

  • Tuvo carácter independiente.
  • Libre de políticas, sectarismos, escuelas y propagandas unilaterales;
  • Que esté sólo al servicio de la ciencia y del arte, en sus puras manifestaciones;
  • Que rechace por igual las presiones tendenciosas contra la independencia de la verdadera cultura, y las intrusiones de los simuladores, que pudieran aspirar a distraer sus recursos o a explotar sus prestigios para los medros personales y las vanidades propias de lo que en España se llama la “cursilería”, y entre cubanos, el “picuísmo”.

Estructura

Fue dirigida por una Junta General, formada por setenta miembros fundadores y por una Junta Ejecutiva, constituida por un presidente, cuatro vicepresidentes, un secretario, un tesorero, un contador, un director de propaganda y los vocales.

Esta junta organizó, además, las diferentes secciones con que contó la sociedad, que fueron:

Tuvo también, varias filiales en otras ciudades del país, tales como:

Segunda etapa

En 1931, Fernando Ortíz tuvo que salir de Cuba por la dictadura de Gerardo Machado y trató de continuar algunas actividades de la Institución desde Nueva York y Washington, Estados Unidos, donde se radicó temporalmente. Tras el fin del gobierno de Machado, que fue provocado por una amplia presión popular, Ortíz regresó a Cuba y reorganizó la Institución Hispanocubana, que abrió sus puertas de nuevo en 1936. En esta segunda etapa, la Institución realizó un aporte importante al reconocimiento del papel de la mujer en la sociedad, pues contó en su junta directiva con varias mujeres que habían tenido una gran actividad en el Lyceum, llegando incluso, una de ellas, Elena Mederos de González, a ser vicepresidenta de la Institución, un hecho poco común en aquellos años.

Principales resultados

  • Entre los resultados más relevantes y de mayor trascendencia en la sociedad de aquella época, se destacó la invitación, que hacía la Institución de forma sistemática, a conocidas personalidades españolas, quienes visitaron Cuba y ofrecieron sus experiencias en importantes salas. Entre ellos, se deben mencionar, al médico y escritor Gregorio Marañón (en 1927); el filólogo Américo Castro, (1928); el poeta Federico García Lorca, en (1930); los también poetas León Felipe y Juan Ramón Jiménez, ambos en (1936); el muy célebre filólogo Ramón Menéndez Pidal (1937); la filósofa María Zambrano, en varias ocasiones; el escritor gallego Alfonso Rodríguez Castelao (1938); el poeta e impresor Manuel Altolaguirre (1939) y el dramaturgo Alejandro Casona, también en 1939, por citar algunos de los más conocidos. Las conferencias se ofrecieron en salas de renombre, como los Teatros Martí, Campoamor, Payret y Principal de la Comedia.
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  • También, se ofrecían conferencias por personalidades cubanas, tal es el caso del propio Fernando Ortiz. A esta institución y a su presidente, le correspondió impartir una de las primeras conferencias públicas, en Cuba, sobre la música y la danza correspondientes a la Santería. Fue el 30 de mayo de 1937 y tuvo lugar en el célebre Teatro Campoamor de La Habana. El profesor Ortíz explicó detalles y características de esas manifestaciones que, hasta ese momento, no habían salido públicamente, como un espectáculo cultural, de los predios litúrgicos vinculados con la santería. La conferencia se tituló «La música sagrada de los negros yoruba en Cuba”. La disertación de Ortiz, estuvo dividida en tres partes fundamentales. Luego de la introducción teórica, una sección de carácter puramente instrumental que contó con la presencia de un conjunto de tambores batá. Después, se incorporó al escenario un coro mixto que, acompañado por los percusionistas anteriores, realizaron distintos bailes y cantos dedicados a los Orishas. Aunque no fue la primera conferencia pública sobre el tema, el Instituto Cubano de la Música la consideró “un suceso trascendental”, por la trascendencia y repercusión que tuvo, un éxito a teatro lleno.[2]
  • La IHC tuvo tres revistas, con diferentes períodos:
    • Desde 1928, contó con una revista, “Mensajes”, de corta duración.
    • A partir de 1930, otra revista, denominada “Surco”, pero con la salida del país de Fernando Ortíz en 1931, trató de continuar la publicación de la misma desde los Estados Unidos, pero sin éxito.
    • A su regreso a Cuba, entre los años 1936 y 1947, la Institución publicó una revista denominada “Ultra”, igualmente dirigida por Fernando Ortiz. Esta publicación se distinguió por su actualidad del panorama internacional en lo referido a la cultura. En ella, aparecían los resúmenes de las conferencias dictadas en los salones de la IHC, traducciones de artículos y de libros y los avances científicos del momento.[3][4]
  • La Institución gestionó y otorgó becas para estudiantes.
  • También, organizó conciertos, veladas cinematográficas, cursos, exposiciones, entre otras actividades.[5]
  • Posibilitó la acogida en Cuba de exiliados intelectuales españoles en 1939, durante la Guerra Civil Española.
  • En lo referente a los apoyos económicos, la IHC recibió diversas ayudas económicas de fuentes privadas y las de la casa editora Cultural S.A., el Casino Español, el Centro Asturiano, el Centro Gallego, el Centro Andaluz, entre otros. Además, descuentos del 40% en los pasajes de la Compañía Trasatlántica Española para los profesores invitados a La Habana y el donativo especial de Avelino Gutiérrez, de la Institución Cultural Española de Buenos Aires. Se estableció además una especie de compromiso entre Ortiz y Manuel Aznar para que las actividades de la IHC fueran difundidas regularmente por el Diario de la Marina de La Habana.

Disolución

Las diferentes investigaciones realizadas coinciden en que, el contexto en que se encontraban tanto España como Cuba, 22 años después de fundada la IHC, influyeron notablemente para su disolución. Para la fecha en que se dispersa la institución, año 1948, dentro de los miembros ya existían muchas contradicciones. Uno de los acontecimientos que desencadenó disgregaciones fue el estallido de la guerra civil española. Se había expuesto en más de una ocasión que la Institución estaría libre de políticas, sectarismos, escuelas y propagandas unilaterales. Estaría solo al servicio de la ciencia y el arte. Pero, la solidaridad con el pueblo español fue un hecho de gran trascendencia histórica en Cuba. La fuerte presencia española en el país jugó un importante papel. Sin embargo, dentro de la Institución Hispanocubana de Cultura muchos miembros de origen español tomaron partido a favor de Franco; en tanto que, los españoles marxistas o de extrema izquierda, también se replegaron a otra casa de peculiar cultura. Ni unos ni otros quisieron permanecer vinculados al centro de convivencia democrática que era la Hispanocubana, que desde el primer instante reconoció los derechos morales de la República Española, como único ámbito de gobierno emanado del pueblo hispano. Por tanto, los ataques abiertos o solapados se hicieron evidentes, ataques que se revertían en la persona del presidente de Institución. Los colaboradores y miembros animaron a Ortiz a persistir en el proyecto. Se organizó la «Alianza Cubana por un mundo libre». Se considera que esta fue la última acción de envergadura que se llevó a cabo dentro de la entidad. Sin embargo, el triunfo aliado brindó satisfacción a Ortiz y sus consocios. También influyó que, ya existían otras instituciones que habían recogido sus enseñanzas y las ampliaban con otros esfuerzos. Los estudiosos del tema han considerado que la desaparición definitiva de la Institución Hispano cubana de Cultura fue inevitable y desapareció en 1947 (otros lo señalan en 1948).[6]

Enlaces relacionados

Referencias