Adelina Patti

Adelina Patti
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Cantante de ópera española
Datos generales
Nombre real:Adela Juana María Patti
Fecha de nacimiento:19 de noviembre de 1843
Madrid, Bandera de España España
Fecha de fallecimiento:27 de septiembre de 1919
Padres:Salvatore Patti
Catherina Chiesa
Cónyuge:Marqués de Caux,
Ernesto Nicolini,
Rolf Cederström
Ocupación:Cantante
Información artística
Tipo de voz:Soprano

Adelina Patti. Fue considerada la soprano más brillante del último cuarto del siglo XIX.

Biografía

Nacimiento

Nacida en Madrid, el 19 de noviembre de 1843, se llamaba Adela Juana María Patti y procedía de una familia de artistas en la que siempre reinó la música. Sus padres fueron el tenor Salvatore Patti y la soprano Catherina Chiesa. En vez de retozos infantiles, solo hubo espacio para los estudios musicales, que inició a los 6 años.

Muerte

La artista, que emocionó con su canto al público de diferentes latitudes, la que aplaudió con fervor el presidente Abraham Lincoln, dejó de existir el 27 de septiembre de 1919. Sus restos reposan en el cementerio parisino de Pere Lachaise.

Carrera profesional

A los 8 años, la presentaron en el Tripler’s Hall y los aplausos la deslumbraron. Tuvo de maestros a Elisa Valentini, Ettore Berrilli y Emmanuel Muzio. Con el seudónimo de Little Florinda debutó en Lucía di Lammermoor en la Academy of Music de Nueva York.

Sus triunfos se acrecentaron por su depurada técnica y calidad vocal; pronto se afirmó como estrella indiscutible del bel canto.

Hizo suyo el papel de Amina en La Sonámbula, que llevó en 1862 al Covent Garden de Londres. Otros triunfos los ganó en Viena, París, Madrid y San Petersburgo.

En pleno apogeo de su belleza y fama contrajo nupcias con el marqués de Caux, escudero del emperador Napoleón III, por cierto mucho mayor que ella.

Tuvo una aventura secreta con el tenor Ernesto Nicolini; juntos reían, juntos disfrutaban de la música; él actuaba en sus giras. Vivían el frenesí de un amor correspondido y la diva se entregó a aquella pasión sin mirar atrás. Cuando aquella relación se hizo pública, instaló a su amante en su castillo de Gales. Atenuó la amargura del esposo por la necesaria separación con una indemnización de 96 mil dólares. Ella sentía que abrazaba la felicidad y pronto se casó con Nicolini, a quien veía como el hombre ideal. A partir de ese momento se creyó en el paraíso. El matrimonio duró hasta el fallecimiento del cantante, ocurrido en 1898.

Luego, como aún se sentía joven para las lides del amor, se casó con el barón sueco Rolf Cederström, de 28 años. La unión se mantuvo hasta que la Patti falleció y él contrajo nuevo casamiento; sería la hija de este hombre la que heredaría la sólida fortuna de la exitosa soprano.

Mujer extravagante, la intérprete construyó en su palacio un teatro de 150 plateas, réplica de La Escala. Había reunido las más caras joyas y las usaba en sus presentaciones, según los personajes; muchas de esas alhajas eran regalos de príncipes y reyes.

Poseía una de las voces más maravillosas del mundo y, aseguran que para conservarla, se hacía servir como desayuno un sandwich con 12 lenguas de canarios. Son muchas las anécdotas acerca de esta célebre artista que señoreó en la escena de la ópera por encima de otras grandes divas como Jenny Lind, Pauline Lucca o Christina Nilson.

El último concierto fue en 1914 en el Royal Albert Hall de Londres, en una gala para la Cruz Roja. Tenía una rica galería de heroínas que incluía autores como Bellini, Rossini y Donnizzetti, entre otros.

Viaje a Cuba

La artista viajó por América Latina, y en 1857 la magia de su incomparable voz llegó al público habanero cuando la artista se presentó en el Teatro Tacón, de La Habana, acompañada por el piano de Gottschalk, quien realizaba su segunda visita a la Isla. El programa incluyó las óperas Norma, Puritanos, La Traviata, La Sonámbula. Con la cantante española actuó el 17 de mayo en el teatro La Reina, de Santiago de Cuba.

Cómo la vio Martí

Porque supo aquilatar lo mejor de la música, José Martí sintió viva admiración por Adelina Patti, a quien alabó en diferentes crónicas dedicadas a esta artista, quien con su voz fascinó al público de diferentes países.

El Maestro disfrutó del arte de esta madrileña, cuya música fue luz en su alma de hombre sensible. Para ella, escribió en 1881, en La Opinión Nacional, de Caracas:

«La naturaleza, como frutas perfectas, como paisajes de rematada perfección, crea seres humanos avasalladores. Llevan en sí, por hermosura extrema, o genio extremo, un poder que deslumbra, desvanece o ciega. (...) Si las criaturas de la tierra, celosos de estos seres mejores, hincan en su mano blanca el diente airado, su manera de llevar el dolor aumenta la vida gloriosa que la mordida intentó arrebatarles. De estos hombres, la frente resplandece como cima no hollada. De estas mujeres, tiene el cutis perlados matices, y la mirada intensidad de llama, semeja el pie juguetoncillo cisne; el talle, caña alzada; la mano, beso de niño; la voz promesa de otros mundos, venidos a verter consuelo y fuerza en éste. Así Adelina Patti».

Después de recordar la presencia de la extraordinaria diva cuando casi una niña cantó, en 1859, Lucía, en Nueva York, Martí relata sus impresiones sobre la exitosa presentación de la artista en 1885 en esa ciudad:

«(…) Luego, en admiración frenética y unánime, se fundieron todos aquellos arrebatados corazones.

—Mas ella viene a dar conciertos, y en la majestuosa ópera quieren oírla los neoyorkinos. Quieren a la gallarda «Juana de Arco», cuya elegante armadura de oro y acero, ocupa el centro de un rico trofeo en el palacio de hadas que Adelina Patti tiene en su castillo de Inglaterra.

Quieren verla como a la triste «Dinorah» persiguiendo a su cabrita blanca, menos juguetona que su voz cuando danza a los rayos suaves de la luna. Quieren oírla cantar de amores con el «Conde Almaviva»; pasear, plegar, ondear, hacer gemir a extremo no escuchado la voz humana en La Sonámbula. Su Elixir de amore es muy famoso».

La Patti tocó profundamente la sensibilidad de Martí, quien subyugado por sus interpretaciones dedicó, con su pluma, homenajes al exquisito arte de la española.

Curiosidades

Era inflexible en asuntos de dinero y lo era más cuando se trataba de dinero estipulado por contrato. En una ocasión mantuvo durante 1 hora el telón sin levantar en New York porque el Coronel Mapleson, al pagarle el precio estipulado en su contrato, se había quedado corto en 200 dólares.

La anécdota cuenta que se vistió estupendamente como Violetta Valèry en La Traviata con la sola excepción de sus zapatos, los que se negó a usar hasta que recibiera los faltantes dólares. Mapleson desesperado reunió la suma entre el público y sus amistades para que La Patti pudiera salir debidamente vestida a cantar.

Se cuenta que la relación con el Coronel Mapleson fue siempre muy tensa debido precisamente a la exigencia de dinero que siempre ponía Patti. El mismo coronel contaba que la soprano tenia un loro en su camerín al que había entrenado de tal manera que siempre que él entraba el loro gritaba "Cash! Cash!".

Entre todas las estrellas de la ópera, fue la más reacia a cantar en fiestas de caridad. Lo que le dio fama de ser una persona sin sentimientos y en extremo fría.

La anécdota cuenta que en una ocasión un niño de diez años tenia tantos deseos de ver a la diva en escena que entro furtivamente a los ensayos, subiéndose a una escalera un piso por encima del escenario para oír mejor a la diva con la mala suerte que resbaló y cayó de cabeza en medio del escenario. Cuando la Patti se unió al grupo de cantantes y empleados que se aglomeraban alrededor del niño, no mostró la menor emoción, diciendo "Todo el mundo debe pagar o morir para oirme cantar". Y se dirigió a su camarín a vestirse.

Otra anécdota cuenta que para mantener su voz en perfecto estado la Patti comía todas las mañanas un sandwich con 12 lenguas de canario.

El anecdotario cuenta también que sus admiradores solían tirar ellos mismos del carruaje de la diva por toda la ciudad tras sus representaciones en los teatros.

Su colección de joyas era la más grande en Europa después de la Reina Victoria y la cantante solía usar muchas de ellas en sus representaciones, fuera encarnando a reinas o humildes campesinas; siempre sabía usar su invaluable colección. Un día le preguntaron cuál era su público preferido.

Los Reyes - respondió La Patti
¿Y de todos los reyes cuál es el que le cae mejor?
El Zar Alejandro - respondió ella - Es el que regala mejores joyas.

Así también la soprano acostumbraba usar tres tipos de piedras preciosas para los tres actos de La Traviata: Diamantes en el primero, rubíes en el segundo y zafiros en el tercero.

Su calidad de diva era tal que se permitía elegir el estilo de letra que se usaría en los tabloides para anunciarla. Así mismo, su nombre tendría que ser siempre más grandes que cualquiera de sus colegas, incluido el del compositor.

En sus contrato se estipulaba siempre que estaba "Libre de asistir a cualquiera ensayo, no obligada a ir a ninguno".

Fuentes