Movimiento obrero en Banes
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Movimiento obrero en Banes. A raíz de la colonización de la United Fruit Company, Banes fue dividido en diferentes barrios, en estos ubicaban a los obreros de acuerdo a las nacionalidades, ocupaciones, raza y posición social. Permanecían prácticamente aislados entre ellos y del resto del país, lo que obstaculizaba el surgimiento de alguna organización proletaria. A ello se unió la heterogeneidad de la masa obrera, cuyas diferencias culturales e idiomáticas, limitaban su cohesión. Sin embargo, como la Compañía mantuvo a sus trabajadores en condiciones de máxima explotación, para obtener de esa forma un amplio margen de ganancias, se fue generando un movimiento obrero que atravesó por varias etapas.
Entre 1900 1923 se gestó y maduró el movimiento obrero para el cambio posterior, que se desarrolló entre 1923 y 1934, cuando los trabajadores de la plantación se organizaron en distintos gremios o sindicatos y expresaron sus demandas, llegando incluso al uso de la violencia revolucionaria, en defensa de sus derechos. Desde 1934 hasta 1940 se manifestó una creciente organización sindical y una prolongación dentro de los cauces legales de las demandas. En cambio, entre 1940 y 1947 las luchas fueron esencialmente por reivindicaciones económicas, ya a partir de 1947 la organización obrera local perdió totalmente su composición y cayó gradualmente en manos de una camarilla de dirigentes corruptos.
Sumario
Surgimiento del movimiento obrero banense
A inicios del siglo XX, la situación nacional favoreció el desarrollo de las actividades de la Compañía. El creciente proceso de penetración de los capitales de Estados Unidos en Cuba, que conllevó a que los más importantes sectores de la economía cubana quedaran en manos de empresas monopolistas. Las compañías estadounidense azucareras, llevaron a cabo una activa labor en la conformación de las comunidades en las que se asentaron, donde la vivienda fue un elemento clave en su organización funcional y contribuyó al "ordenamiento" social y étnico de acuerdo al proyecto y los intereses de las instancias hegemónicas, en el que prevalecía el más rígido segregacionismo social, racial y étnico.
En los barrios que fundó en Banes creó la infraestructura necesaria: escuelas, iglesias, hospitales, centros comerciales y viviendas para sus trabajadores. Aunque todas las viviendas responden al estilo bungalow, la UFCo creó su propia tipología arquitectónica, la que denominaron A, B, C, D, E, H y cuartería, de acuerdo al barrio en que estuvieran ubicadas, pues estos se encontraban separados según la categoría y raza de los ocupantes; varió la calidad, acabado, distribución físico espacial y materiales de construcción de las viviendas. Demostraron que la arquitectura doméstica estuvo íntimamente ligada al modo de vivir y fue un elemento discriminatorio. En todas las tipologías la conformación de sus espacios, las técnicas constructivas, así como los elementos que se incorporan con interés decorativos, reflejan el status social y económico de sus moradores.
La vivienda fue otro medio de explotación, los obreros que la ocupaban eran arrendatarios y cuando perdían el empleo, perdían el usufructo. Algunos consideraban una ventaja la posibilidad de adquirir una vivienda aunque fuera en esas condiciones -, pero en realidad constituía un sutil y poderoso instrumento de coerción extrasalarial. Todo trabajador, inmigrante o cubano, sabía que la suspensión de su contrato con la UFCo significaba no solo desempleo inmediato, sino también, la salida de sus propiedades. Esta empresa era propietaria de los inmuebles y no había posibilidades de adquisición o compra. En caso de defunción, separación o expulsión del trabajador se perdía el derecho a seguir haciendo uso del inmueble.
La Compañía fue pionera en los servicios de salud, los cuales formaban parte de su tarea colonizadora de la región. En estos también se evidenció la discriminación y la explotación, pues para el servicio hospitalario se establecieron categorías distintas; mientras los altos funcionarios eran atendidos en cuartos particulares rodeados de todo confort, los trabajadores pobres eran ingresados en las llamadas salas generales.
Durante las dos primeras décadas del siglo XX la participación obrera en el escenario político de la plantación fue pobre, se manifestó un bajo grado de desarrollo del movimiento obrero, a pesar de que la UFCo mantuvo a sus trabajadores en condiciones de máxima explotación, para obtener de esa forma un amplio margen de ganancias.
El movimiento obrero cubano, en sentido general, se encontraba todavía en fase de organización y sus manifestaciones ideológicas estaban permeadas de ideas anarquistas, por la presencia de una masa considerable de inmigrantes españoles en los obreros. Esta situación no era ajena a Banes, donde se reflejaba con mayor agudeza ya que la UFCo concentró los núcleos obreros en sus propiedades de modo que permanecían prácticamente aislados entre ellos y del resto del país, lo que obstaculizaba el surgimiento de alguna organización, que en esos años iniciales, enfrentara a la Compañía.
A ello se unió la heterogeneidad de la masa obrera, compuesta por españoles, antillanos y algunos asiáticos, cuyas diferencias culturales e idiomáticas, limitaban su cohesión. Existía una división entre el sector agrícola y el industrial y a su vez los obreros industriales estaban distribuidos en diferentes departamentos, muy poco vinculados entre sí. Por otro lado el ciclo productivo y la inestabilidad de la fuerza de trabajo que en la agricultura, generalmente eran braceros que venían cada año y al terminar la zafra eran reembarcados a su país de origen tampoco ayudaba a la cohesión.
No obstante, desde muy temprano los banenses mostraron su inconformidad ante la presencia estadounidense en el territorio ya que en 1903 los obreros portuarios protagonizaron una huelga[1] en demanda de mejores salarios y revisión de la plantilla, pues estaban emplantillados más obreros de los que realmente trabajaban al parecer existía algún tipo de negocio de la botella. El trabajo de los muelles era llevado a cabo por la empleomanía cubana, lo que posibilitó que lograran el grado de cohesión necesario para enfrentar a la patronal.
Sin embargo, los obreros banenses no se vuelven a pronunciar hasta unos 10 años más tarde. Ya para 1914 cuando la clase obrera celebró su primer congreso nacional, un grupo de carpinteros de Banes fundaron un gremio que denominaron La Cooperativa. En ella se agruparon obreros de la ciudad y del central azucarero, bajo la dirección de Enrique Alemany; su principal objetivo era el socorro mutuo. Luego durante el año 1915 y 1916 se desarrollaron varias huelgas y manifestaciones pero sin mucho impacto que fueron aplastadas por la guardia rural ya que todas tuvieron un carácter parcial, afectaron solo a pequeños grupos de obreros dedicados a un mismo oficio o pertenecientes al mismo departamento.
A pesar de que estos fueron años de buenos dividendos para la Compañía norteamericana por la situación de la primera guerra mundial, las condiciones de los obreros no mejoraron, por el contrario, se hizo aún más deplorable. Para la zafra de 1916, según el periódico local El Pueblo, quedaron cesantes miles de obreros cubanos, pues la administración prefería a los jamaiquinos.[2] Los inmigrantes trabajaban sin descanso, eran brutalmente maltratados y se conformaban con lo que les pagaban porque no estaban acostumbrados a recibir jornales que satisficieran sus necesidades. Así influían en la reducción del salario y del nivel de vida del trabajador rural cubano, pues las empresas latifundiarias montaron su negocio sobre la base de un salario ínfimo al trabajador.
Paralelamente, entre 1915 y 1923 se incrementaron los deslindes por parte de los terratenientes locales con los consiguientes desalojos de cientos de familias, que venían usufructuando las tierras de generación en generación. En ese proceso muchas veces los terratenientes entraron en conflicto con la Compañía, pues en ocasiones se trataba de tierras sobre las cuales la UFCo tenía su demanda, por lo que el campesino con frecuencia se veía sometido a una doble acción usurpadora. Esta situación se mantuvo en lo fundamental durante la primera década del siglo, período en el cual se realizó la mayor parte de los deslindes.
Estas circunstancias provocaron la protesta no sólo de los afectados infelizmente confiados en las autoridades republicanas sino también de la opinión pública local. En julio de 1915, el hecho fue denunciado en el periódico El Pueblo, bajo el titular Justicia solo justicia, en el cual calificaban los deslindes como despojos hecho a infelices campesinos engañados por los capitalistas, amparado en la Orden No. 62 del gobierno interventor. Unos días más tarde, el mismo diario señalaba que nada se había hecho o estaba haciendo para evitar que una legión de campesinos fueran despojados del pedazo de tierra que honradamente poseían.[3] Nada hicieron las autoridades para evitar los desalojos, aun tratándose en muchos casos de campesinos que se habían incorporado a las fuerzas libertadoras, o les habían prestado apoyo a riesgo de sus vidas. Los despojos continuaron, para alcanzar proporciones superiores en los años 20´. Los campesinos banenses se limitaron a escribir a las instancias superiores, sin llegar a protagonizar ninguna manifestación significativa.
Si bien los campesinos no lograron convertirse en un sector fuerte política e ideológicamente, en el movimiento obrero sí se observaron los primeros síntomas de rebeldía y organización. A partir de esa permanente agitación proletaria, se crearon las condiciones propicias para el surgimiento de las primeras organizaciones. No obstante, a pesar de que en el central numerosos líderes naturales y Domingo Teijido, un operario anarquista, realizaron una ardua labor en aras de lograr la constitución de una organización obrera, al parecer Banes resultó más apropiado para dicho empeño.
Se crearon agrupaciones gremiales, con sedes en la cabecera municipal, aunque la mayor parte de sus integrantes eran obreros de la UFCo. Así fue fundado el gremio de metalúrgicos, en 1919 y el de los ferroviarios, en 1920; estos y los portuarios constituyeron las primeras organizaciones proletarias que enfrentaban las maniobras de la Compañía. En 1923 se integraron en la Unión Obrera de Banes. El desarrollo de las relaciones de producción de tipo capitalista contribuyó a la formación del movimiento obrero que se nucleó y creó su organización municipal.
Consolidación y desarrollo del movimiento obrero banense
La Unión Obrera de Banes se convirtió en la rectora de las actividades del proletariado del municipio. Su labor favoreció la cohesión de los trabajadores y contribuyó a que consolidaran sus enfrentamientos con la UFCo, además propició la vinculación de los obreros de dicha empresa con los de otros sectores. Dos años más tarde, ya había rebasado sus primeras escaramuzas y era capaz de redactar un sólido pliego de demandas que los trabajadores de la plantación presentaron a la administración norteamericana, donde exigían mejoras salariales, el pago de horas extras a un mayor precio y la disminución de la jornada laboral de doce a nueve horas.
El inicio del año 1925 fue de mucha efervescencia pues ante la presentación de las demandas el administrador de la UFCo ofreció una cínica respuesta en la que no aceptaban las peticiones, lo que hizo que en asamblea general de obreros convocados por la Unión Obrera se acordara ir a una huelga en 72 horas si no eran atendidas las demandas y se llegaba a un acuerdo. La Compañía obró con las autoridades locales y evitó el diálogo. Así concluyó la primera confrontación obrera de importancia con la empresa estadounidense.
Semanas más tarde, el 8 de febrero, los panaderos fueron a una huelga en demanda de aumento de salarios. A las 48 horas ya la Unión Obrera se había solidarizado con ellos y estaba planteando que de ser preciso llegarían a la huelga general.[4]El alcalde municipal, con la intervención del Jefe de la Guardia Rural, llamó a conferenciar a los obreros y fue a visitar al administrador de la UFCo.
Entre tanto la Unión Obrera se encontraba enfrascada en la organización de las fiestas carnavalescas[5]de la localidad, derecho que se ganó por el peso que como institución había alcanzado en la sociedad banense. Para participar en dichas actividades la organización proletaria cursó invitación al líder Julio Antonio Mella, quien además de participar en los festejos desarrolló múltiples actividades revolucionarias.
Por esos días Julio Antonio Mella realizaba un recorrido por varias regiones del país, en defensa de la soberanía de Cuba sobre Isla de Pinos. Motivo aprovechado por la Unión Obrera de Banes, para invitarlo a él y otros fundadores de la Liga Antiimperialista, para que visitaran el municipio por ser Banes un importante emporio imperialista. La visita se materializó entre el 23 y 27 de febrero, de ese mismo año. Mella estuvo acompañado por Mariblanca Sabas Alomá. Fueron días de gran actividad revolucionaria, el joven comunista esclareció en el sentido marxista la ideología de la clase obrera, y propició la vinculación de esta con el estudiantado, al dejar inaugurada un aula de la Universidad Popular José Martí, en el local de la Unión Obrera.
El 24 de febrero, recordando el reinicio de las guerras por la independencia, iba a desarrollar un mitin en la explanada del puente que dividía la ciudad del barrio de la Compañía, pero fue disuelto por la Guardia Rural. Ante esa situación y por el reclamo del pueblo, la Unión Obrera pospuso la manifestación, la cual se desarrolló el día 27, en el parque Domínguez (hoy Plaza Martí). Desde allí Mella planteó:
Para ese mitin el carpintero de la Compañía, Emiliano Varona Mollet, construyó una tribuna de madera,[7] para que sirviera de podio al líder.
El periódico local El Pueblo vocero de la burguesía -, aunque menciona como una noticia más, la presencia en el municipio del líder estudiantil, no profundiza en su significado. Solo el 7 de marzo, bajo el seudónimo de Niporesas, aparece el artículo Desde mi pupitre, que señala: Mella ha dejado una estela imborrable en el alma de los estudiantes. Nos ha servido de faro luminoso ese joven luchador, que es como una antorcha divina en el camino de la verdad y el bien.[8]
La visita de Mella contribuyó a fortalecer la conciencia del proletariado y a consolidar su unidad, es por eso que sólo unas semanas más tarde, el 25 de marzo de 1925 estalló una violenta confrontación entre la Unión Obrera y la Compañía, provocada por el despido de doce obreros que se negaron a trabajar por no habérseles aumentado el sueldo. Los obreros en huelga pedían la reposición de los doce compañeros declarados cesantes, el aumento del 15 % en los jornales, rebaja a los víveres y que se abriera el camino de La Pasa[9] para el libre acceso de los comerciantes privados al batey del ingenio.[10]
En apoyo a los obreros de la UFCo, la Unión Obrera convocó al resto de los sectores del proletariado local, con el objetivo de ir a la huelga general si el conflicto no era resuelto en 48 horas. A la administración de la Compañía no le quedó otra alternativa que aceptar los reclamos menos costosos y más fáciles de resolver, pero esto no le daba solución al conflicto. La organización proletaria acudió entonces a la Alcaldía Municipal, que como en otras ocasiones se puso del lado de la empresa capitalista y presionó a los obreros para que reanudaran las actividades.
El conflicto no se resolvió, alcanzó mayor auge, sobre todo en lo relacionado con el cayo Macabí. De manera que mientras en La Habana Mella lideraba un movimiento de protesta contra la dependencia a los Estados Unidos, en Banes a iniciativas de Manuel Ruano, secretario de la Unión Obrera tenía lugar una movilización popular por el rescate del cayo Macabí.
Inmersos en esa efervescencia los obreros banenses llegaron al 1ro de mayo de 1925, y para conmemorar el Día Internacional de los Trabajadores la Unión Obrera convocó a una marcha a pie desde el batey del central Boston hasta la ciudad de Banes. Cuando los manifestantes llegaron, los trabajadores de la Compañía, residentes en la ciudad, se reunieron y marcharon en protesta hasta la alcaldía municipal. Allí entregaron una exposición pidiendo una vez más que se abriera a la libre circulación el camino de La Pasa. Esta campaña ganó el apoyo de todos los sectores sociales de la localidad, unos porque veían beneficiados sus intereses y otros por su carácter patriótico y antiinjerencista. Por eso el consistorio municipal exigió unánimemente aceptar la demanda y ordenó la apertura y arreglo del camino.
El administrador de la UFCo respondió con su acostumbrado cinismo que no aceptaba porque el camino en cuestión no existía, lo que hizo que la confrontación se prolongara por dos años más. Finalmente en octubre de 1927 la presidencia de la república ante tanta presión popular se vio imposibilitada de fallar a favor de la compañía norteamericana, que presentaba una débil argumentación, y por tanto denegó los recursos presentados por ésta y ratificó la soberanía del Estado cubano sobre ese pedazo del territorio nacional.
Este fue el último movimiento público protagonizado por la Unión Obrera y las organizaciones laborales que se desarrolló libremente en medio de la inminente dictadura del caudillo liberal. Gerardo Machado, servidor de los intereses imperialistas, se había propuesto desvertebrar el movimiento obrero que estaba alcanzando una gran fuerza y constituía una preocupación para los círculos del poder. En medio de la crisis económica mundial que se vivía y la aguda situación de miseria en las clases trabajadoras, el movimiento obrero retrocedió, se retrotrajeron a las antiguas protestas aisladas, la mayoría de las veces provocadas por las violaciones que la UFCo hacía de las escalas salariales que tenían fijada.
El gobierno de Machado evidenciaba cada vez más su carácter tiránico, la represión que desató logró quebrantar la organización del movimiento obrero. Además tratando de contrarrestar la caída de los precios, puso en práctica una política de grandes restricciones a la producción azucarera que provocó un aumento del desempleo y favoreció las reducciones salariales. Esta situación hizo que ya hacia 1932, después de algunos trabajos preparatorios, la estrategia del Partido Comunista y la Confederación Nacional Obrera de Cuba (CNOC) se orientó hacia la organización del movimiento obrero azucarero. A lo largo de ese año se fueron constituyendo células comunistas en los principales centrales del país, entre ellos el Boston.
En el verano de 1933, la crisis general que venía atravesando el país, alcanzó su punto más candente. La zafra de ese año, había sido la más pequeña de los últimos 20 años y los salarios habían alcanzado su más bajo nivel, la situación de los obreros se hacía cada vez más difícil. Así, el 28 de julio, una comisión enviada por el Comité de huelga de Antilla, arribó a Banes con el objetivo de recabar la cooperación de los obreros de la localidad. El 5 de agosto se conoció que la clandestina CNOC, había declarado una huelga general en La Habana, los distintos sectores obreros comenzaron a agitarse, acordaron la celebración de una reunión el día 8, en la que la Unión Obrera decidió decretar la huelga general de 48 horas.
Los obreros del Boston se incorporaron activamente al movimiento, dirigido por un Comité de lucha clandestino, que desde un tiempo antes venía actuando en el Ingenio, dirigidos por el Partido Comunista. La dirigencia obrera de la plantación bajo las orientaciones de los líderes comunistas enviados al efecto, como Miguel Ángel Figueroa, Zapata y Carlos Montenegro, dejaron creadas varias organizaciones obreras para enfrentar la lucha que se avecinaba: un comité de huelga sería la máxima representación de los trabajadores, una organización sindical de tipo regional para agrupar los distintos sectores laborales de la plantación y la ciudad, así como varias unidades de milicias rojas o comité de estacas.
Las milicias rojas estaban integradas por más de un centenar de hombres organizados en brigadas o escuadras, pero muy pocos milicianos tenían armas, el resto utilizaba las estacas de guayaba, que daban nombre a la organización. El responsable del Comité de estacas fue Ramón Pérez Güidi (Mongué),[11] quien comenzaba a destacarse en el movimiento obrero como dirigente. Durante los días que duró la huelga, la reacción se preparaba para recobrar el control de la situación. A las 48 horas del paro, llegó al Boston, procedente de Holguín, un pelotón de soldados bajo el mando de un comandante de apellido Acosta. Este oficial, de inmediato propició la negociación entre los líderes obreros y la administración monopolista. Terminada la huelga y reincorporados los obreros a sus labores, el comité de huelga y otras organizaciones obreras se mantuvieron en función durante varios meses más.
La noticia de la caída de Machado fue recibida en la plantación y en el pueblo de Banes con gran júbilo popular. El pueblo se lanzó a las calles y en manifestación espontánea se dirigió a la Unión Obrera, demostrando el prestigio alcanzado por esta. La organización proletaria decretó inmediatamente una huelga general de 48 horas, que fue cumplimentada por todos los sectores laborales de la plantación y la ciudad. Lamentablemente el movimiento huelguístico no pudo terminar como estaba previsto con una gran concentración popular en el parque Maceo, pues fue disuelto por la Guardia Rural con plan de machete.[12]
En noviembre comenzó la represión, a Banes llegó el sargento Chamizo, al mando de varios pelotones de la guardia y comenzó una cacería de comunistas y líderes obreros, que se prolongó hasta fines de febrero de 1934. La Guardia Rural llevó a cabo el desalojo masivo para cientos de familias obreras, sobre todo aquellas que durante la huelga habían asumido un papel dirigente. Fueron deportadas a decenas de kilómetros fuera de los límites de la plantación, para esta salvaje acción la rural utilizando el plan de machete, llenó los carros de línea, puestos a su disposición por la Compañía.
Estabilidad y decadencia
La violenta represión que sucedió a estas huelgas revolucionarias de 1933 y 1934 destruyó los sindicatos unitarios que habían sido constituidos en el central Boston y sus plantaciones, lo que dejó a sus obreros desorganizados e indefensos. Un año más tarde los trabajadores insistían en reorganizarse y volvieron a constituir nuevas organizaciones sindicales, pero estas mostraban un retroceso evidente con respecto a sus antecesoras, pues tenían un carácter marcadamente reformista, aspiraban sólo a pequeñas mejoras económicas.
A partir de entonces se sucederían tres momentos en el movimiento obrero banense: el primero, desde 1934 hasta 1940, caracterizado por una creciente organización sindical y una prolongación dentro de los cauces legales de las demandas y confrontaciones anteriores. El segundo, desde 1940 hasta 1947, en el que las luchas fueron esencialmente por reivindicaciones de tipo económico; y por último, el período que comprendió la dictadura de Batista, en el que la organización obrera local perdió totalmente su composición y carácter anterior, y cayó gradualmente en manos de una camarilla de farsantes y dirigentes corruptos.
En 1936 la Secretaría del Trabajo aprobó la constitución del Sindicato de Ferroviarios Azucareros de Banes, luego el Gremio de Braceros y Estibadores del puerto, surgieron también otras organizaciones gremiales como la de los trabajadores agrícolas, ganaderos y fabriles. Sin embargo, con la desaparición de los viejos y enérgicos sindicatos la Compañía se consideró liberada del cumplimiento de los acuerdos concertados durante las victoriosas huelgas de los años anteriores. Esto hizo que las nuevas organizaciones sindicales se orientaran por los cauces legales, apoyándose en la legislación laboral en vigor, para denunciar las violaciones de las leyes que la UFCo cometía. Un manifiesto del comité ejecutivo del Sindicato del Ferrocarril, convocaba a los trabajadores a cooperar con esa organización, planteando: "nada hay que temer, nuestras leyes nos autorizan y nuestros gobiernos y ejercito nos dan su apoyo y garantía,"[13] pero la Compañía no se preocupaba por cumplir las regulaciones contenidas en la legislación vigente.
Ya hacía 1939, el proceso de reorganización de los sindicatos de la UFCo entró en una fase decisiva, los dirigentes comunistas que habían alcanzado un gran prestigio durante las jornadas revolucionarias de 1933 habían vuelto a su dirección. Estos junto a otros componentes unitarios se dieron a la tarea de reunir a todos los trabajadores de la división Banes de la UFCo en un solo sindicato para enfrentar sólidamente las maniobras de la empresa yanqui.
La aprobación de la Constitución de 1940, en la que quedaban plasmados principios y decretos que resultaban expresión de los intereses populares, cerró un período de las luchas obreras caracterizado por una creciente organización sindical y una prolongación dentro de los cauces legales de las demandas y confrontaciones anteriores.
En febrero de 1940 la UFCo hizo algunas concesiones en el contrato colectivo de trabajo, entre las que se encontraban: reconocer al sindicato de obreros de las plantaciones, repartir equitativamente y en forma rotativa el trabajo de las labores del tiempo muerto, pagar de acuerdo con la Ley de coordinación azucarera, y tratar con sus mayorales y capataces para que los trabajadores obtengan el jornal mínimo.[14] Con estas pusieron fin, por un tiempo, al combativo movimiento reivindicativo que no interpretó las verdaderas intenciones de la UFCo, cuyo único objetivo era tratar de fragmentar la cohesión del proletariado.
El 22 de marzo de 1941 se inauguró el Primer congreso obrero regional de Banes, a partir del cual los dirigentes de los sindicatos comenzaron a hacer un inteligente uso de los instrumentos que le ofrecía la legislación reformista que paulatinamente iba entrando en vigor, y en 1942 cuando fue aprobada la Resolución No. 469, el sindicato de Banes exigió a la UFCo el pago de los adeudos por concepto de vacaciones.
Para la zafra de 1945 la compañía norteamericana se sintió lo suficientemente segura como para violentar nuevamente las leyes salariales establecidas, y dejó de pagar el aumento del 10 % decretado sobre los salarios de los trabajadores azucareros, lo que trajo nuevos reclamos. La argumentación del sindicato azucarero fue sólida y logró que el Ministerio del Trabajo ordenara a la UFCo, el 13 de febrero de 1946, el pago de los adeudos a los trabajadores. Esta fue la última reclamación ganada a la Compañía.
Al año siguiente los líderes de filiación comunista fueron desplazados de las organizaciones obreras. En la Confederación de Trabajadores de Cuba (CTC) se entronizó el oportunismo reaccionario, personificado en Eusebio Mujal, y en 1948 fue asesinado el líder azucarero Jesús Menéndez. El movimiento obrero banense no escapó a ese contexto. El secretario general del sindicato azucarero, Humberto Vergara, se vio obligado a abandonar el pueblo, y en su lugar fue promovido Rogelio Fernández, quien devendría un eficaz colaborador de la administración monopolista. El sindicato azucarero del central Boston y sus colonias se convirtió en un invernadero de dirigentes corruptos que traicionando las luchas y privaciones de medio siglo de los trabajadores de la plantación, se prestaron a la farsa mujalista, para ponerse al servicio de la Compañía y de la dictadura de Fulgencio Batista.
Referencias
- ↑ Esta huelga es considerada la primera manifestación antiimperialista en la actual provincia Holguín.
- ↑ En el central Boston dejan cesantes a obreros cubanos para colocar jamaiquinos, El Pueblo, p. 1, Banes, 25 de abril de 1916.
- ↑ Justicia solo justicia, El Pueblo, p. 1, Banes, 27 de julio de 1915.
- ↑ Periódico El Pueblo, p. 1, Banes, 12 de febrero de 1925.
- ↑ Estas festividades hasta entonces habían sido organizadas por las instituciones de la burguesía local.
- ↑ Conversación con Delfín Mercadé Pupo (amigo de Mella). En la casa de la autora, en el año 1994. Forma parte del archivo personal de la autora.
- ↑ La tribuna siempre ha estado pintada de amarillo, blanco y azul pálido, con un letrero en color negro que dice: Unión Obrera Banes. Fue conservada por la Unión Obrera, luego por el Centro de Veteranos y finalmente, en 1982, cuando fue fundado el Museo Municipal, fue transferida a dicha institución cultural, donde reposa en la sala No. 5.Constituye un orgullo para los banenses.
- ↑ NIPORESAS: Desde mi pupitre, El Pueblo, 10 (53): s/p, Banes, sábado 7 de marzo de 1925.
- ↑ En 1902 la UFCo unió el cayo Macabí con la tierra firma por medio de un terraplén construido sobre La Pasa, que lo separaba de la costa, camino que poseía una portería y era custodiado por los guarda jurados. Así cayo Macabí se convirtió en una base extranjera y su población quedaba segregada del resto del resto del territorio nacional y bajo las reglamentaciones de la administración norteamericana, como la prohibición absoluta de actividades comerciales ajenas a las de la Compañía.
- ↑ Periódico El Pueblo, p. 1, Banes, 26 de marzo de 1925.
- ↑ Luego ocupó la dirección de finanzas de dicho comité, y por último la dirección del núcleo de fabricación de azúcar.
- ↑ Manifestación de obreros banenses, El Pueblo, p. 1, Banes, 11 de agosto de 1933.
- ↑ AHMB. UFCo, Materia Sindicatos. Manifiesto, Boletín No. 5, Comité ejecutivo, Sindicato Ferrocarril.
- ↑ AHMB. UFCo, División Banes: Administración General.
Fuentes
- Dr. C. Yurisay Pérez Nakao. Historiadora del municipio Banes.
- Yurisay Pérez Nakao: Síntesis histórica del municipio Banes. (Inédito)
- AHMB. UFCo, División Banes: Administración General.
- AHMB. UFCo, Materia Sindicatos. Manifiesto, Boletín No. 5, Comité ejecutivo, Sindicato Ferrocarril.
- Colección periódico local El Pueblo.
- Conversación con Delfín Mercadé Pupo (amigo de Mella). En la casa de la autora, en el año 1994.


