La Lisa

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Municipio La Lisa
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Municipio de Cuba
Ubicación del Municipio La Lisa
Ubicación del Municipio La Lisa
EntidadMunicipio
 • PaísBandera de Cuba Cuba
 • ProvinciaCiudad de la Habana
 • Fundación1976
Superficie 
 • Total37 5 km²
Población 
 • Total133 255 hab.
 • Densidad3 553,5 hab/km²

La Lisa. Municipio que pertenece a la provincia Ciudad de La Habana se constituyó a partir de 1976 con la división política – administrativa del país, aprobada ese año. Está ubicado en la periferia oeste de la capital, limita al norte con el municipio Playa, al este con Marianao, al sur- suroeste con Municipio de Boyeros y al oeste con el municipio Bauta de la vecina provincia La Habana.

Constitución

Desde su constitución y hasta hoy este municipio está integrado por: Alturas de La Lisa, Balcón Arimao, El Cano – Bello 26 – Valle Grande , Punta Brava, Arroyo Arenas, San Agustín, Versalles - Coronela. junto a otros numerosos barrios o fincas. En su conformación actual presenta dos áreas bien diferenciadas, la zona noreste del municipio, del Quibú hasta Arroyo Arenas y desde la Autopista Nacional a calle 25 es una zona muy urbanizada, en la cual de forma consecutiva se enlazan los repartos con sus más antiguos núcleos de población: y la zona suroeste, con características suburbanas o semirrurales, que incluye el área de Cano- Valle Grande, La Concepción, parte de Arroyo Arenas, Guatao y Punta Brava.

Características Geográficas.

En este territorio de 37,5 kilómetros cuadrados se asienta una población de 123 152 habitantes , lo que lo ubica como uno de los menos poblados de la capital con bajos índices de densidad poblacional debido en lo fundamental a su carácter periférico y a la dispersión de sus asientos poblacionales originales, a lo que se suma el comportamiento de 1,05% en su tasa de crecimiento anual de población, indicador bajo en comparación con otros países en desarrollo. A estas características demográficas hay que añadir su condición histórico - geográfica de área de tránsito o conexión con la capital desde el occidente del país que le proporciona al municipio una elevada cifra de población flotante.

Clima

El clima de este municipio se corresponde con el de sabana tropical típico para todo el país, con un período seco de diciembre a abril y otro lluvioso de mayo a noviembre. La temperatura media anual en este territorio oscila entre 24º y 26º celsius.

Relieve

El relieve es llano o suavemente ondulado con algunas colinas en sectores próximos al río “Quibú” y al Santa Cruz (Jaimanitas). La altura media es de 27 m. sobre el nivel del mar. Son sus ríos más importantes los dos ya mencionados y el Santa Ana en el límite oeste, que es además el más extenso.

En la zona se aprecian dos tipos fundamentales de rocas: las margas y las calizas, y alternan básicamente los suelos pardos que ocupan el 50,5% del territorio con suelos rojos. Es importante tener en cuenta que los suelos categorizados como muy productivos están distribuidos en toda la franja norte del municipio y en un pequeño sector al sur de El Cano, que son además los más urbanizados. Los suelos considerados productivos representan un 50,8% del territorio.

Flora y Fauna

La flora y la fauna como en el resto de la provincia ha sido fuertemente afectada por los procesos de urbanización, de contaminación y en este caso, por la práctica histórica de la agricultura cañera. Fueron especies de la vegetación original de la zona almácigos, cedros, caobas, guásimas, majaguas, yagrumas, ceibas y palmas reales. De las especies animales predominantes: moluscos, arácnidos, reptiles y aves, todavía el totí y el chichiguaco –no obstante ser endémicas- son comunes en arboledas, parques y avenidas. También localmente en algunos puntos proliferan los murciélagos.

Recursos minerales

En cuanto a recursos minerales existe un área de arcilla en “El Cano”, y otra zona arcillosa- calcárea propia para materiales de construcción en “El Palenque”. Además de los ríos el territorio cuenta con importantes reservorios de agua, trabajados por el hombre: la presa “Niña Bonita” y los embalses “El Atrevido”, “La Teresita” y “El Doctor”.

Las características geográficas que describen al actual territorio del municipio La Lisa, - tomadas del informe geólogo-ambiental del Instituto de Geofísica y Astronomía - sirvieron de asiento a sus primeros puntos poblados, que aunque originalmente fueron poblados dispersos, hoy constituyen un municipio en desarrollo que va tejiendo su propia identidad, a partir de las raíces históricas peculiares en cada lugar. Por estas razones cuando se trata de estudiar sus antecedentes es imprescindible analizar cada uno de sus poblados originales por separado.

Es importante dejar establecido que no está probada la presencia aborigen en este territorio, y aún si analizamos sus características geográficas: tierras fértiles, ríos, arroyos, etc. que pueden hacerla presumible, lo cierto es que no hay evidencias de que así fuera, lo que podría demostrar alguna investigación arqueológica posterior, en las zonas de mayor probabilidad. Hoy el único elemento que anuncia una posible presencia aborigen, se reduce a la toponimia de algunos lugares del área o sus alrededores: Mayanabo, Quibú, etc.

Evolución y fundación de los primeros núcleos poblacionales

El punto de partida para el estudio de la historia municipal en el actual territorio del municipio La Lisa, puede establecerse en el otorgamiento de las primeras mercedes de tierra del siglo XVI, momento en que aparecen sus primeras actividades económicas y de población.

El derecho a mercedar tierras fue concedido al cabildo o consejo municipal durante la colonia y esta prerrogativa hizo que la institución o gobierno local cobrara mayor importancia en los siglos XVI y siglo XVII cubanos, pues su mayor poder radicaría en la entrega de estos beneficios.

En 1794 por real orden del 4 de abril de ese año, se creó el real consulado de agricultura, industria y comercio, que debía trabajar en el mejoramiento vial que conectara a la capital con importantes puntos del interior del país. Esta institución, en lo referente al territorio del actual municipio de La Lisa trabajaría por mejorar la comunicación desde la capital con Guanajay, importante centro agrícola, mediante el mejoramiento del antiguo “Camino Real a Vueltabajo”. Esto implicó la construcción de la calzada del Oeste, que se acometió siguiendo el mismo trazado de dicho camino.

Un obstáculo importante era el paso por el río “Quibú”, por lo que el 6 de marzo de 1827 el gobierno del general Don Francisco Dionisio Vives, inició la construcción del puente sobre el río Marianao, conocido hoy como el puente de La Lisa, obra que concluyera en 1832.

El mejoramiento del camino entre La Habana y Guanajay contribuiría a resultados beneficiosos mayores pues favoreció, en esta zona, el constante tránsito de mercaderes.

El puente de La Lisa - nos precisa Inclán Lavastida- fue construido bajo la dirección del maestro de obras francés Arsenio Locarrer Lotoser, con piedra de sillería, 284 varas de largo y 15 de ancho y fue considerado como una de las más importantes obras públicas de esa época. Las investigaciones posteriores del historiador Raúl Rodríguez Iglesias señalan que a su construcción contribuyeron la señora Brigida de Castro Palomino propietaria de la estancia “Santa Ana”, quien cedió una parte de los terrenos para su edificación. En esta construcción se utilizaron como mano de obra isleños y catalanes.

La construcción del puente estuvo vinculada a otro factor muy importante en el desarrollo poblacional de La Lisa. “Existía allí desde la culminación del puente, un establecimiento comercial constituido por una bodega y una taberna nombrada “Liza". Esta taberna servía de alojamiento y aprovisionamiento a los viajeros y comerciantes que transitaban desde la capital a Vueltabajo y viceversa”. En 1855, según demuestra Rodríguez Iglesias en el trabajo citado, fue establecido un portazgo para el cobro del impuesto de peaje en las márgenes del oeste de río “Quibú”, lo que hacía posible la estancia de mercaderes que transitaban en caravanas, ya incrementadas por el mejoramiento de la comunicaciones hacia Guanajay.

Hay que apuntar además, que las familias acaudaladas de La Habana de la época, desde mediados del siglo XIX habían convertido al río en una zona de veraneo. Venían a disfrutar de los baños en fuentes establecidas de manera diferenciada: la del paredón, para señoras; la de la palma, para gentes de color; de la guásima, para señoras y un baño para caballeros. El puente y la taberna, en un primer momento, y el portazgo y el turismo de veraneantes después, fueron determinantes en la urbanización de este territorio.

“El 29 de septiembre de 1857 Miguel Antonio Navarrete propietario del potrero San Antonio Abad y coheredero de la estancia Santa Ana, ubicadas ambas fincas al suroeste de la Calzada de Guanajay, solicitó al Gobierno Superior Civil la autorización correspondiente para parcelar y repartir a censo una parte de esos terrenos con vistas a la creación del poblado La Lisa. Este proyecto de urbanización fue aprobado ese mismo año por las autoridades competentes y como la estancia “Santa Ana” era propiedad de Brígida de Castro Palomino, quien ya había fallecido años antes sin dejar testamento, los solares que resultaron de la división fueron repartidos entre los numerosos herederos después de un largo proceso legal que duró varios años.

Estos solares puestos en venta, fueron adquiridos inicialmente por familias habaneras, quienes se dieron a la tarea de construir las primeras casas de La Lisa con el objetivo de tener alojamiento en las temporadas de verano. Esta fue la génesis de un poblado nacido hacia 1858 como barrio rural, apéndice de Marianao. El desarrollo urbanístico de La Lisa se hizo muy lento a partir de 1875 por el desmantelamiento de los baños como consecuencia de la contaminación y la eliminación del portazgo. No es hasta bien avanzado el siglo XX que el territorio tiene una evolución urbanística más acelerada.


Evolución económica

Establecer con brevedad el origen de cada uno de los poblados más antiguos que hoy integran el municipio La Lisa, ha obligado a un recuento que recorre desde el siglo XVI al siglo XIX, pero como solo se han tocado en el sentido de la aparición de los poblados, y de su subordinación político administrativa, resulta obligatorio volver a atrás, para considerar las generalidades de la evolución económica, política y social del territorio en la época colonial. No hay dudas de que a partir de las primeras mercedes de tierra de siglo XVI estos predios fueron dedicados a las labores de ganadería menor y paralelamente a la agricultura de sitios y estancias cuya función fundamental era la subsistencia.

A principios del siglo XVII prácticamente no existían poblados en la zona oeste de La Habana territorio cubierto por bosques muy espesos. La villa de San Cristóbal de La Habana resultaba una gran consumidora de madera y, por otra parte, también la necesitaban como combustible las naves de sus majestades que permanecían medio año ancladas en el puerto de La Habana para abastecerse y hacer luego la travesía a España, así como la madera que se requería en las labores en los ingenios y estancias. Esta situación explica que el 8 de marzo de 1610, el cabildo de La Habana aprobara la siguiente moción de su regidor Don Diego de Soto: “Que por cuanto en los términos de esta ciudad se han concedido algunos sitios de estancia de labor e ingenios de azúcar y cañaverales a cuya causa se va gastando mucha leña, por cuya razón los vecinos e moradores de esta ciudad e por causa de las armadas de SSMM e flotas de navío que por este puerto entran, conviene que tenga término e parte señalada para proveerse e cortar leña de manera que no le falte, ni ninguna persona en manera alguna se le estorbe, sino que sea general para todos el común e provehimiento de esta ciudad e vecinos de ella.

En las dichas armas e flotas de SS.MM o navíos tengan señalado lugar donde cortar e puedan proveerse de la leña, por ser cosa necesaria e le parecía que se le podía señalar el Monte que está de la otra banda del río de la Chorrera, hacia la parte que dicen Mayanabo hasta salir al hato de vacas que es de Fernando Ruiz e de Diego Hernández (sic) “.

En este sentido, aunque sería importante precisar la ubicación de los hatos de Fernando Ruiz y Diego Hernández para comprobar la inclusión territorial de parte del actual municipio en esta actividad de tala; otros datos pueden apoyar dicha hipótesis. Esta actividad se mantuvo de manera continuada durante siglo y medio hasta que en 1765 el gobernador Conde de Ricla dictó una orden prohibiendo los cortes, ya para esa fecha en el actual territorio del municipio la aparición de poblados y la concurrencia de otras actividades económicas hacen presumible que la tala de madera también le afectara.

El declinar de la ganadería introdujo en los años finales del siglo XVI grandes transformaciones en la estructura de la propiedad agraria. En el territorio que hoy ocupa el municipio La Lisa como consecuencia de este proceso se produjo una fragmentación de las propiedades en virtud de herencias, ventas e hipotecas, para convertirlo en zona de fincas, estancias, sitios y potreros con una producción agrícola diversificada. El inicio de la industria azucarera en Cuba data de las décadas de 1590 a 1600 pero fue a partir del Siglo XVIII que el cultivo de la caña comenzó a expansionarse por determinadas áreas de las actuales provincias de La Habana y Ciudad de La Habana.

Ese proceso de expansión cobró auge con el paso de los años y ya hacia 1762. El Cano era zona productora de azúcar, hallándose enclavados en su jurisdicción el ingenio Coca, Duarte, Pacheco y León en los cuáles la molienda se hacía aplicando procedimientos muy rudimentarios. Al convertirse el azúcar en el principal artículo de exportación de la Isla y aumentar el precio del producto, los hacendados se dieron febrilmente a la empresa de cultivar plantaciones cañeras, fomentar ingenios y procurarse en el mayor grado posible mano de obra barata con la libre introducción de esclavos. En lo que abarcaba la parroquia de El Cano, el número de esas primitivas fábricas de azúcar era, en 1800 de 21, pero para 1827 al arruinarse numerosos hacendados ante la baja del precio del azúcar y la introducción de la máquina de vapor para la que se requería un gasto de cierto caudal monetario, estuvieron forzados a emprender otros tipos de actividades. Esta fue la causa de que en los años siguientes la riqueza del pueblo se redujera fundamentalmente a la agricultura, y que los cultivos de mayor difusión fueran: arroz, café, frijoles, maíz, plátanos, hortalizas, frutas, viandas, etc. No contamos con información estadística sobre la composición de la población en fechas tan tempranas, ni tampoco con cifras de la introducción de esclavos en la zona, pero esta región no escapó a la mayor importación de nuevos esclavos con el desarrollo y expansión de la industria azucarera, como parte de la economía habanera en la que la esclavitud alcanzó el máximo desarrollo en la etapa comprendida entre 1820 y 1845. Así vemos que en 1841 se registran para El Cano 1118 habitantes pero no se clasifica la composición de su población; en el censo de 1846, de un total de 1170 habitantes se registra un número de 887 blancos, 213 libres de color y 70 esclavos. Según las estadísticas de 1862 en El Cano había 19 esclavos y 122 libres de color, de un total de 876 habitantes.

La disminución de la población negra esclava, desde el período de auge de la industria azucarera hasta mediados del siglo XIX era evidente. Lo que condujo a una diversificación económica de la producción agrícola del período de 1858-1859

El Cano contaba con 21 potreros en 1858.

Posteriormente en 1862 en el Partido de El Cano la cifra de potreros aumentó a 27. Ha de suponerse entonces que la actividad ganadera alcanzó cierto desarrollo en la zona. No solo las actividades agropecuarias alcanzaron gran importancia en El Cano. Aunque la riqueza agrícola de El Cano era grande, las labores del campo no bastaban para dar trabajo a una población que se multiplicaba. Debido a la naturaleza de su suelo (zona arcillosa flanqueada por dos pequeños arroyos tributarios del río Marianao) comenzó a desarrollarse la industria alfarera a partir de 1845. Ya hacia fines de 1858 existían 15 tejares, donde laboraban alrededor de 41 maestros alfareros. Este pueblo llegaría a convertirse a mediados del siglo XIX, en uno de los más importantes núcleos alfareros de la porción occidental de la Isla, y con el andar de los años dicha actividad representó la principal fuente de riqueza de la zona. En un principio las técnicas empleadas en los tejares eran muy primitivas y la rueda del alfarero constituyó el instrumento fundamental en la fabricación de los distintos objetos que se confeccionaban a mano. El barro que se extraía de los alrededores del pueblo, era amasado por bueyes y caballos que “pisaban” el material hasta que adquiría la consistencia adecuada para ser trabajado. Para la cocción de las piezas se utilizaba el llamado horno criollo, construido con ladrillos y alimentado con leña. Los objetos elaborados eran tirados por mulos hasta la ciudad, donde se vendían en casas comerciales. Según testimonio de Ignacio Valdés Pino, antiguo obrero de tejares, en el pueblo de El Cano existió entre los primeros tejares uno, dedicado a la fabricación de ladrillos, en el que solo trabajaban chinos. Otra evidencia de la esclavitud asiática en la historia del actual municipio, se recoge poco tiempo después de 1878 también en El Cano. Se trata de la construcción con mano de obra china del puente “Salas” sobre el arroyuelo que cruzaba la carretera de enlace entre El Cano y Arroyo Arenas.


Principales Manifestaciones de Rebldía

La lenta evolución económica y poblacional del territorio, sus características geográficas sin grandes alturas ni montes muy intrincados, y su ubicación en las cercanías de la capital de la colonia, son factores que tienen fuerte influencia en las manifestaciones de rebeldía u otras actividades políticas a lo largo de estos siglos.

Las primeras manifestaciones de rebeldía de que se tienen noticias establecen en el Guatao la existencia de un palenque llamado Guanímar. Palenque en Cuba se le llamó al lugar de refugio de aborígenes o negros huidos, en el que se defendían de sus perseguidores. En ciertos casos el palenque se formó en tierras abandonadas, lejos de las vías de comunicación, en suelos abruptos, en montes poco explotados, características que no abundaban en la región que hoy ocupa el municipio.

No se cuenta con información exacta del grado de organización que alcanzó el referido palenque del Guatao, pero debemos considerar que los palenques habaneros no fueron muy importantes en el siglo XIX, que muchos de ellos no alcanzaron la organización de Palenques y con la intensa colonización se fue perdiendo la posibilidad de la creación de los mismos, no obstante a su posterior destrucción, El Palenque - en general- fue símbolo de la reacción rebelde de los negros, quienes se sublevaron con más frecuencia durante el siglo XVIII y la primera mitad del siglo XIX y buscaban refugio en los montes.

Hubo sublevaciones de esclavos en la hacienda Guatao 1795 y en varios ingenios febrero y octubre de 1798, aunque se carece de datos precisos sobre el lugar exacto en que se ubicó el refugio, la cantidad de negros participantes y el carácter de dicha sublevación. En el siglo XVIII, con una connotación diferente, se apunta para esta zona la participación en la resistencia ante el ataque inglés a La Habana, como parte de las milicias de Chacón a quién estuvo asignada la defensa de la zona oeste de la ciudad. En estas tropas participaron pobladores del Guatao.

La administración colonial progresivamente estructuró mejor su poder en los distintos poblados del territorio, ya apuntamos los elementos generales de la subordinación administrativa, judicial y eclesiástica, pero a estos elementos puede añadirse la existencia en El Cano de un cuartel para las milicias españolas que operaban en los alrededores; el asentamiento en Guatao, en la finca San Vicente, del Batallón "Reina María Cristina" cuya misión fundamental era custodiar las riquezas de los peninsulares y mantener tranquilas a las dotaciones; y el establecimiento – mencionado antes- de una Comandancia de Armas del Ejército Español, en 1843, en Arroyo Arenas.

Estos datos permiten establecer el perfeccionamiento de los mecanismos de control y dominio coloniales en la zona en la misma medida en que esta evolucionó en su urbanización y posibilidades económicas hacia el siglo XIX. No obstante en nuestros primeros poblados se produjeron importantes manifestaciones de participación en la actividad conspirativa que marcaba los inicios del ideal independentista en la isla.

Hacia 1822 las ramificaciones de la Conspiración de Soles y Rayos de Bolívar se habían extendido hasta Guatao. En agosto de 1823 el Capitán General de la isla de Cuba, designa al coronel José Coppinger como jefe de las tropas que marcharían hacia los partidos de Guatao y El Cano para investigar la participación de sus moradores en dicha conspiración. Como resultado de las investigaciones se descubrió un plan armado en el que participarían numerosos vecinos de Guatao, incluido el alcalde Eusebio Martínez, miembros de la milicia nacional y numerosos esclavos. La operación concluyó con el arresto de 6 dirigentes de la conspiración, entre ellos el alcalde Martínez.

En septiembre del propio año la fuerza militar organizada por el gobierno colonial español para investigar estos hechos llegó a El Cano con el objetivo de continuar las averiguaciones, pero no se tienen noticias exactas de sus resultados.

En 1830 la conspiración de la Legión del Aguila Negra se extendió por todo el territorio habanero y de nuevo tuvo repercusiones en la zona de Guatao. Cuando se produjo en Cuba el inicio de las guerras por la independencia el 10 de octubre de 1868, convocado por Carlos Manuel de Céspedes desde su ingenio Demajagua, el occidente del país, en apariencias, se mantuvo marginado del hecho.

Sin embargo, la guerra iniciada en 1868 tuvo otras repercusiones importantes en Occidente, así sabemos del laborantismo de la Acera del Louvre, de las primeras producciones patrióticas de José Martí, y en el actual territorio del Municipio La Lisa, en 1868 se fueron a la manigua oriental Francisco Herrera y otros hijos de El Cano y el 21 de marzo de 1869 fueron deportados a la isla de Ceuta 250 personas acusadas de conspirar a favor de la independencia de Cuba, entre las cuales se encontraba el joven Luis Blanco, natural y vecino de Guatao.

El período posterior a la Guerra de los Diez años, conocido para la historia de Cuba según el bautizo martiano como de "Tregua Fecunda" también fue fértil en este territorio pues se recoge información sobre los grupos de conspiradores y la creación de los clubes revolucionarios que los agruparon hacia 1878.

La segunda mitad del siglo XIX para la historia nacional reserva el acontecimiento trascendente de la "guerra necesaria" preparada por [[José Martí]], y de hecho, dada las trágicas e inesperadas circunstancias de su caídadesarrollada bajo el mando de los Generales Máximo Gómez y Antonio Maceo.

La guerra de 1895, o sea el reinicio de nuestras luchas por la independencia, merece para el territorio que hoy constituye el municipio La Lisa, un epígrafe especial.

Fuentes

  • Dirección Municipal de Estadísticas: “Desarrollo de la Infraestructura Social del municipio La Lisa.” tablas comparativas 1999.Municipios_de_Cuba