Narrativa cubana realista

Narrativa cubana realista
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Obra más representativa de la narrativa cubana realista en el siglo XIX.
Narrativa cubana realista . El realismo resulta una constante en la literatura cubana y particularmente en su narrativa, en cuyas primeras manifestaciones aparecen elementos realistas que coexisten con otros propios del romanticismo.

Orígenes

El realismo en la narrativa cubana empieza a manifestarse en novelas de indudable filiación romántica como El cólera en La Habana (1838) y Una pascua en San Marcos (1838), de Ramón de Palma; Sab (1841), de Gertrudis Gómez de Avellaneda, y muy especialmente en Francisco, de Anselmo Suárez y Romero ―concluida en 1839, pero no publicada hasta 1880―, donde la idílica presentación de los desgraciados amores de Francisco y Dorotea contrasta con las escenas de la penosa vida de los esclavos en los barracones y los castigos inhumanos que les eran infligidos por parte de los mayorales, descritas con mucha crudeza. Este es un buen ejemplo de cómo en la narrativa cubana realista los amores trágicos de los esclavos servían de pretexto para describir los horrores de la esclavitud.

La coexistencia de elementos de ambas normas estéticas: la romántica y la realista, que tan tempranamente se inicia, caracteriza buena parte de la literatura cubana del siglo XIX y perdura hasta los inicios del siglo XX.

Consolidación

A partir de la segunda mitad del siglo XIX, la narrativa cubana fue encaminándose cada vez más decididamente por la senda realista, al punto de que sus obras más logradas constituyen en ocasiones verdaderos documentos de valor inapreciable para la comprensión plena del proceso evolutivo del pensamiento político y de las costumbres del pueblo cubano.

Como consecuencia del agudizamiento de las contradicciones en el seno de la sociedad y del paulatino despertar de la conciencia nacional, la actitud de los escritores se hace cada vez más radical y se enfocan día a día con mayor rigor crítico los problemas nacionales.

Un ejemplo de esto lo constituye la novela Una Feria de la Caridad en 183… (1856), de José Ramón Betancourt, también ligada a moldes románticos, en la que se describe con acierto la sociedad camagüeyana de la época de El Lugareño (seudónimo de Gaspar Betancourt Cisneros).

Junto al folletín romántico va surgiendo una literatura más honda, más cardinalmente enraizada en la problemática cubana, que irá hurgando en la realidad nacional por distintas vías. De mucha importancia resulta la aparición de una narrativa que con negros tintes y en forma satírica desarrolla el tema del súbito encumbramiento de un personaje por vías inescrupulosas, lo que constituye una verdadera denuncia del estado de corrupción social imperante.

Este tema es inaugurado por Ramón Piña, con sus novelas Gerónimo el honrado (1857) e Historia de un bribón dichoso (1860); lo continúa Nicolás Heredia, en su primera novela Un hombre de negocios (1883); lo culmina Ramón Meza, autor de una de las novelas más logradas de la literatura cubana en siglo XIX: Mi tío el empleado (1887).

Máximo exponente de la narrativa cubana realista

La obra que sintetiza las corrientes principales de la novelística cubana del siglo XIX y ofrece una visión totalizadora de la sociedad reflejada en ella (1812-1831), es Cecilia Valdés (1882), de Cirilo Villaverde, quien resulta el autor que mejor ejemplifica en su obra la conjunción de elementos románticos y realistas. Esta unión de elementos se observa en su novelas:

Y sobre todo en Cecilia Valdés, verdadero centro de la obra novelística de Cirilo Villaverde, escritor más representativo de la literatura cubana realista del siglo XIX. La trama romántica de la novela, que describe el ambiente colonial cubano de principios del siglo XIX, con sus injusticias, es la excusa para realizar una denuncia social y condenar claramente la esclavitud y las diferencias de oportunidades entre la clase dominante blanca y la de los pobres, mestizos, libertos y esclavos.

Realismo en la literatura cubana del siglo XX

A lo largo del siglo XX el carácter realista de la narrativa cubana permanece como una constante, auque no han faltado incursiones en el campo de la literatura puramente imaginativa, por lo general desasida de su circunstancia social, como es el caso de la cuentística de Arístides Fernández, de los narradores del Grupo Orígenes, de los cultivadores de la llamada “ficción científica”, ya en el período revolucionario.

El más importante de los narradores cubanos contemporáneos, Alejo Carpentier, teorizó en defensa del realismo, quien en el prólogo de su novela El reino de este mundo (1949), opone al llamado “realismo mágico” su concepción de lo “real maravilloso”. La casi totalidad de los creadores, entre los cuales se encuentran aquellos que pertenecen a las más jóvenes promociones de escritores, producen obras de filiación decididamente realista y no desdeñan las ganancias aportadas por el desarrollo evolutivo de los distintos géneros en el siglo XIX al ensanchamiento de la concepción del realismo.

Fuentes