Años Locos

Años Locos
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Fecha:Decáda del 20 del siglo XX
Descripción:
La denominación de felices años veinte o años locos corresponde al periodo de prosperidad económica que tuvo Estados Unidos desde 1922 hasta 1929, como parte del periodo expansivo de un ciclo económico.
Consecuencias:
Esta prosperidad benefició a toda la sociedad e hizo que la economía siguiera creciendo a un ritmo que no se había registrado antes, generando una burbuja especulativa.
País(es) involucrado(s)
Bandera de los Estados Unidos de América Estados Unidos

Años Locos. Periodo de prosperidad económica que tuvo Estados Unidos desde 1922 hasta 1929, como parte del periodo expansivo de un ciclo económico. La reactivación iniciada en Estados Unidos en 1922 (tras la crisis de 1921) fue algo más tardía en Europa (1924). Abrió las puertas a una etapa expansiva de la economía mundial que propició un clima de euforia y ciega confianza en el sistema capitalista.

Transformaciones

Se pusieron en marcha las transformaciones heredadas de la Segunda Revolución Industrial:

  • Desarrollo de nuevos sectores de la producción (químico, siderurgico, alimentario, automoción).
  • Empleo de nuevas fuentes de energía: electricidad y petróleo.
  • Introducción de nuevas formas de organización del trabajo: taylorismo, estandarización, fordismo.
  • Concentración de capitales en torno a grandes corporaciones (trust, cartel, holding), especialmente en USA y Alemania.

Acontecimientos

Los Estados Unidos se convirtieron en la locomotora de la economía mundial. El modelo de vida americano fue exportado por todo el mundo.

Se trataba del "american way of life" que rápidamente sedujo a los europeos, cimentado en el consumo individual de bienes (automóviles, teléfonos, electrodomésticos), impulsado por la publicidad y sostenido por un crédito fácil y las ventas a plazos.

Los espectáculos de masas (cine, deportes, cabarets, teatro), el interés por la alta costura, las nuevas corrientes musicales (jazz, charleston, blues) se conviertieron en objetos de consumo y alimentaron a toda una industria que hasta entonces no había sido significativa (Hollywood, discográficas, moda, etc.).

La prensa conoció un gran esplendor, proliferaron las revistas especializadas, las deportivas, las dedicadas a la mujer. Fenómeno destacado fue el de la radio, cuyas ondas se difundieron por campos y ciudades y comenzó a utilizarse como excelente instrumento de publicidad. Al final de la década existían casi 14 millones de receptores en Estados Unidos.

La América opulenta se reveló a los ojos de todo el mundo como el paradigma de las libertades, de las posibilidades de enriquecimiento y el bienestar. Los valores que la impulsaban eran los del éxito, la iniciativa y el esfuerzo individual. Por contra la pobreza y el fracaso fueron considerados signos de pereza, falta de inteligencia, debilidad e incompetencia.

El país se exhibió como en un escaparate donde toda iniciativa conducía al éxito; se proyectó a través de los medios los medios de comunicación de masas (cine, publicidad, etc) como la meca soñada para los que iban en busca de la fortuna.

Una fuerte inmigración comenzó a afluir desde todos los rincones del mundo (Alemania, Polonia, Italia, China) en busca de oportunidades, agolpándose en las ciudades en barrios abarrotados de extranjeros donde reinaban la pobreza y la exclusión.

Pero esos inmigrantes eran portadores de lenguas, religiones, costumbres y diferentes ideales políticos, de modo que en no pocas ocasiones chocaron con los valores de los ya establecidos, que reaccionaron aferrándose a los conservadores ideales del modelo "WASP" (blanco, anglosajón, nativo y protestante).

La percepción de la "otra América", la de los que llegaban, se convirtió en un grave problema social, político y moral.

La administración conservadora republicana optó por una política de control de la emigración (Leyes de 1921) y desde postulados racistas prohibió la entrada de individuos de origen asiático, restringiendo asimismo la entrada de europeos -especialmente de eslavos y latinos- mediante leyes como la Immigration Act de 1924 (también conocida como "Johnson-Reed Act").

Desde una mentalidad puritana, se difundió la opinión de que el país estaba siendo corrompido por ideas y modos de vida extraños y se identificó a los inmigrantes con la ingesta de alcohol. El gobierno prohibió su consumo, fabricación y venta ("Ley Seca"), fomentando con ello la creación de bandas organizadas que ejercieron el control de un floreciente contrabando y mercado negro, favoreciendo indirectamente el fenómeno de las mafias y el gansterismo (Al Capone y otros).

Este optimismo que en Estados Unidos impregnó a las clases altas y medias fue menos intenso en el resto del mundo, reduciéndose a los sectores más acomodados, aquellos con suficientes recursos para imitar el modo de vida americano.

El ciclo expansivo fue interrumpido bruscamente a raíz de la crisis desencadenada por el hundimiento de la Bolsa de Nueva York en octubre de 1929. En su lugar se instalaron en el ambiente el pesimismo y la desesperanza que caracterizaron el período de los "Treinta".

Ley seca

El 17 de octubre de 1920 fue prohibido el consumo de alcohol. La llamada ley seca hizo millonarios a muchos hombres que se dedicaron a la venta clandestina de alcohol y socavó la autoridad del gobierno norteamericano. En realidad fue una concesión del gobierno a la población de las pequeñas ciudades del campo, que no participó de la prosperidad general. El sur rural, sosteniendo los antiguos valores de la americanidad, culpaba al alcohol de numerosas enfermedades, desde la parálisis hasta la epilepsia.

Adhirieron grupos feministas y las iglesias protestantes. En las grandes ciudades, beber ilegalmente se convirtió en una aventura, y las bandas de gángsters lo transformaron en un floreciente negocio.

Avances

Fue la década de la publicidad, el automóvil, la energía eléctrica y el confort generalizado. En el avance de la publicidad, mucho tuvo que ver la radio y los diarios populares que, en formato de tabloides, multiplicaron sus ventas.

En 1919, aparecieron los programas comerciales, con el fin de estimular la venta de aparatos de radio. En ese año ya funcionaban 606 estaciones y circulaban 6.750.000 automóviles. Diez años después, los automotores se cuadruplicaron y había un vehículo cada cinco personas. Comenzaron las ventas a crédito y, hacia fines de la década, el 60 % de los vehículos eran vendidos en cuotas.

Los efectos de la producción automovilística se extendieron a toda la economía. Esta industria requería de gran cantidad de acero, plomo, cuero y textiles para los interiores del automotor.

La política de créditos baratos facilitó las compras, pero el dinero en circulación se duplicó, hizo posible la emisión de nuevas acciones y la especulación en el mercado inmobiliario.

Los sistemas de ventas frieron modificados para poder satisfacer una demanda en aumento. Aparecieron las cadenas de almacenes especializados en la venta de productos alimenticios y farmacéuticos.

El aumento del número de automóviles posibilitó la compra en los centros comerciales. Hacia 1929, la mitad de las ventas se hacían directamente y al contado. La oferta era variada y novedosa: refrigeradores, lavarropas, motocicletas, aspiradoras. Hollywood, con sus películas, publicitó la vida confortable y urbana.

La expansión del sector servicios multiplicó el empleo urbano y determinó el crecimiento de las ciudades. Éstas lo hicieron para arriba, gracias al ascensor y a las estructuras de acero. La abundancia de rascacielos evidenció la existencia de un extraordinario desarrollo económico. En 1929 finalizó la construcción del edificio Chrysler, de 77 pisos, en Nueva York, y en 1931 fue inaugurado el Empire State, de 102 pisos, que, con 381 metros de altura, pasó a ser el edificio para viviendas u oficinas más alto del mundo.

Fuentes