Adelaida del Mármol Ballagas

Adelaida del Mármol
Información sobre la plantilla
Adelaida del Mármol.jpg
NombreAdelaida del Mármol Ballagas
Nacimiento10 de marzo de 1838
Holguín, Bandera de Cuba Cuba
Fallecimiento16 de octubre de 1857
Santiago de Cuba
NacionalidadCubana
Obras destacadasEl jazmín de mi ventana

Adelaida del Mármol. Formó parte del cuerpo de redacción del periódico santiaguero Semanario Cubano. Poemas suyos aparecieron en "Revista de La Habana" y "El Kaleidoscopio". Figuró en varias antologías, entre ellas la de José Manuel Carbonell: "Evolución de la cultura cubana". Se encuentra instituido el Premio Anual Adelaida del Mármol.

Sus inicios

Nació en la ciudad de Holguín, el 10 de marzo de 1838, desde muy pequeña se trasladó para Santiago de Cuba al amparo de su tío Raymundo Mármol Valdés, quien por sus actividades políticas fue desterrado a la zona de Melgarejo.

Su obra

En la tierra santiaguera Adelaida entabló amistad con la también poetisa Luisa Pérez de Zambrana con la que formó parte de la redacción del periódico santiaguero Semanario Cubano.

Poemas de su autoría aparecieron en diferentes publicaciones de la época, entre las que se citan, Revista de La Habana, El Kaleidoscopio, La Abeja - periódico donde fue colaboradora - así como en la antología de José Manuel Carbonell: Evolución de la cultura cubana. También publicó un libro de poesía nombrado Ecos de mi arpa, reconocida como la obra de la poetisa, donde usó el seudónimo de Delisa, la cual aparece recogida en el Álbum poético y fotográfico de escritoras y poetisas cubanas, escrito en 1868, Cuba poética, Florilegio de escritoras cubanas, de González Curquejo.

A su inseparable amiga Luisa Pérez, le dedicó el poema, Al conocer a Luisa Pérez. Su intensa labor la llevó a realizar algunas traducciones al inglés entre ellas, La hija de Jephté, de Byron. Palpitante de juventud, poseía una exquisita sensibilidad en su poesía, la que trasmitía interés por la naturaleza, también es autora de El jazmín de mi ventana, A mi jilguero y Razones, abordando en esta última el tema de la discriminación y la desigualdad social de la mujer.

De ella expresó su amiga y poetisa Luisa Pérez de Zambrana:

"la infancia bella seca en la frente…es el signo de quien, en cálidos versos, tuvo a bien comparar esa dedicación con bordar una fina camisa o tejer un chal o mantilla..."

En su honor está instituido el Premio Anual Adelaida del Mármol, auspiciado por Ediciones Holguín y que se otorga a un libro inédito de poesía.

Muerte

Cuando apenas contaba con 19 años, la muerte sorprende a Adelaida del Mármol Ballagas, el hecho ocurre el 16 de octubre de 1857 en Santiago de Cuba.

Dos de sus poemas

El jazmín de mi ventana

Lindo, esbelto, delicado, 		Por no causarle dolores, 
con ramajes de esmeralda, 		nunca adorné mis cabellos 
es bellísima guirnalda 			con esos ramos tan bellos 
a mi reja entrelazado; 			que forman siempre sus flores; 
de flores mil esmaltado 		         y a los divinos albores 
lo miro cada mañana, 			con que hermosa se engalana 
suaves perfumes emana 			del trópico la mañana, 
de sus pétalos de nieve, 		         con celestial embeleso 
y dulce mi alma conmueve 		         en cada pétalo un beso 
el jazmín de mi ventana. 		         di al jazmín de mi ventana. 
			
Cuando risueña aparece, 		        Flores atesora abril 
velada en gasas la frente, 		de suavísimos olores, 
el alba allá en el Oriente 		ricas en forma y colores, 
y suave fulgor ofrece; 			siendo galas del pensil; 
cuando el cielo se embellece 		mas aunque lucieran mil 
con las sonrisas que emana 		con su hermosura temprana, 
su faz de zafir y grana, 		         camelias, mirtos y liana, 
antes que Febo la abrume, 		rosa, clavel y amaranto, 
voy a aspirar el perfume 		         no tienen el dulce encanto 
del jazmín de mi ventana. 		del jazmín de mi ventana. 
			
Para él lágrimas la aurora 		Cuando descanse yo un día 
vierte en cascadas de perlas, 		en la mansión solitaria, 
y va el céfiro a beberlas, 		y se escuche una plegaria 
con languidez seductora; 		         en torno a la tumba mía, 
esta planta encantadora, 		         bajo la lápida fría 
nacida en la tierra indiana, 		fin de esta existencia vana, 
aunque púrpura galana 			do la vestidura humana 
no tiñe su blanca frente, 		para siempre allí reposa, 
inspira más a mi mente 			que crezca sobre mi losa 
el jazmín de mi ventana. 		         el jazmín de mi ventana. 
			
Cuando la Luna apacible 			
con sus rayos lo ilumina, 			
mi débil frente se inclina 			
sobre su ramo flexible, 			
y mística, indefinible 			
felicidad sobrehumana, 			
de los ángeles hermana, 			
a mi alma infantil desciende, 			
porque entonces me comprende 			
el jazmín de mi ventana. 			

La paz en nuestro hogar

A mis hermanos				Aquí nuestra existencia se desliza 
Apacible, risueña, venturosa, 		tan igual, apacible e inocente 
cual página más bella de su historia, 	como las ondas diáfanas que riza 
como raudal de ensueños de oro y rosa 	el céfiro en la nítida corriente, 
que goza en recordar nuestra memoria, 	la dicha los objetos poetiza, 
como antorcha que alumbra esplendorosa 	y no ocurre jamás a nuestra mente 
las horas de la vida transitoria, 	hallar un porvenir más halagüeño 
que «La paz en nuestro hogar» florido 	que este presente, plácido y risueño. 
quiso formar su delicioso nido. 			
					Y dan mayor encanto a este paisaje 
Ella todo lo encanta y embellece 	formado de contornos deliciosos 
con sus luces tan suaves y adorables 	por ángeles que con célico lenguaje 
y a la mente constante hoy ofrece 	expresan sus ideas venturosos, 
por doquiera emociones inefables, 	al mirarlos dormidos entre encaje 
ninguna pena aquí nos entristece 	querubines parecen amorosos, 
y las horas transcurren agradables 	de la inocencia envueltos entre el velo 
en la mansión hermosa de contento 	y enviados a la tierra desde el cielo. 
el amor fraternal tiene su asiento. 			 
					Consoladora Paz, yo te bendigo, 
¡Ah! Cómo admiro este feliz recinto 	por ti será mi voz tierna, elocuente, 
por su elegancia, gusto y simetría, 	porque siempre tu antorcha va conmigo 
por tantas flores de color distinto 	y tus luces derramas en mi frente, 
que ofrecen su dulcísima ambrosía; 	muéstrame siempre tu semblante amigo, 
entusiasmada a veces yo las pinto 	cúbreme con tu manto eternamente, 
en los cantares de la lira mía, 	y gozaré de venturosa calma 
¿y cómo no cantarlas, si son ellas 	unto a los seres que adora mi alma.
interesantes, púdicas y bellas? 			
			
No del mundo los fútiles placeres 			
en nuestro hogar imperan seductores, 			
ni el brillo, la ambición y los poderes 			
tienen ecos aquí halagadores, 			
empero en él existen nobles seres 			
que desdeñando el fausto y los loores, 			
sus horas de solaz y de alegría 			
consagran a la música y poesía. 			

Fuentes