Arte Paleocristiano

Arte Paleocristiano
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Concepto:Es un arte romano de la baja antigüedad

Arte Paleocristiano. Es el que desarrollan las primeras civilizaciones cristianas y algo más tarde, especialmente desde el siglo IV, será el arte protegido y realizado por orden de las jerarquías eclesiásticas. Desde el punto de vista estilístico, es un arte romano de la baja antigüedad. Por tanto, no es un arte original, sino que es el arte existente en el bajo imperio romano pero que va adaptándose y trasformándose de acuerdo con las necesidades que van surgiendo en el desarrollo del culto cristiano.

Etapas

Comprende desde finales del siglo II hasta el siglo VI y se puede dividir en dos grandes periodos:

Finales del siglo II y siglo III, años en los que las comunidades cristianas se mantienen en la semiclandestinidad.

A partir del año 313, fecha del Edicto de Milán, momento en el que se da libertad de culto a la Iglesia cristiana, que se va a convertir en uno de los grandes poderes económicos y políticos de la época.

Extensión

La extensión del arte paleocristiano es muy grande, la misma que del Imperio Romano en este periodo. Sus límites alcanzarían, por el norte, desde las Islas Británicas hasta la Península de Crimea (Rusia); por el sur, el desierto del Sahara; por el oeste el océano Atlántico y por el este el río Eúfrates.

Arte Cristiano en la clandestinidad. Siglo III

Arquitectura

Las comunidades cristianas de la época del arte paleocristiano necesitaban dos tipos de ubicaciones para realizar sus actividades religiosas: domus ecclesiae y cimeterios

Domus Ecclesiae

Se trata del equivalente a una parroquia actual. No tenían una forma especial debido a que normalmente se empleaba una vivienda romana normal de dos pisos adaptándola a las funciones que necesitaban dividiéndola con tabiques.

Las domus ecclesiae solían tener salas para la celebración del acto eucarístico, los ágapes, los bautizos, otras para la formación doctrinal de los presbíteros a los catecúmenos o neófitos (no bautizados), salas de tipo administrativo e incluso también la vivienda para el presbítero.

La sala destinada a la Eucaristía solía tener un gran tamaño y estaba dividida en dos partes por un arco o una puerta debido a que los catecúmenos no podían ver aunque sí escuchar la Consagración, así que debían retirarse a la segunda parte de la estancia (catecumenado) al llegar dicha parte.

Estas parroquias son llamadas indistintamente Domus ecclesiae o Tituli. Las dos parroquias más importantes que se conservan son el Titulus de San Martino al Monte (Roma) y el Titulus de Dura Europos (Siria).

Cimeterios (cementerios)

En este periodo de la arquitectura y arte cristiano había dos tipos de enterramiento: los areae y las catacumbas.

Areae

Se encuentran en prácticamente todo el Imperio puesto que fue el tipo de cementerio habitual entre los cristianos.

Estaban formados por tumbas cubiertas por losas con la particularidad de que muchas tumbas disponían de una mesa, o bien, en el cementerio había una sala cercana a las tumbas con esas mesas, debido a los ágapes funerarios que se celebraban tras el entierro en el cementerio.

Otras comunidades más pudientes tenían, en vez de un recinto cerrado, un pórtico con columnas en un lateral del cementerio donde se disponían las mesas.

A ciertas personas de la comunidad, consideradas más santas o más dignas, se les concedían tumbas más elaboradas, no cubiertas únicamente por losas sino por pequeños monumentos arquitectónicos que consistían en pequeños túmulos cuadrangulares o trilobulares de no más de 2 metros de altura llamados cellae.

A veces incluso estos cellae se consideraban insuficientes y se construían edificios más elevados circulares y cubiertos por cúpulas que son el inicio de los mausoleos. Tenían está forma debido a que estaban inspirados en los heroa (pequeños edificios de planta circular cupulados que servían para rememorar los hechos o la muerte de algún héroe pagano).

Catacumbas

Las catacumbas sólo se encuentran en zonas de roca blanda: Roma, sur de Italia (Nápoles y Sicilia) y en el Norte de África.

Los cristianos se solían apropiar de terrenos cercanos a caminos donde ubicaban sus cementerios tras consagrarlos.

En las persecuciones que se hicieron contra los primeros cristianos, los romanos solían saquear esos cementerios. Para evitarlo, los cristianos se acogieron a una institución oficial romana de carácter funerario llamada Collegia Salutaria que proporcionaba a la sociedad, entre otras cosas, lugares donde enterrar a sus muertos. De esta manera las autoridades no podían ir en contra de su propia institución y saquear tumbas cristianas, así que en un determinado momento prohibieron a esta institución ceder a los cristianos tierras.

Así, cuando las tierras cedidas se llenaban de enterramientos, los cristianos se vieron obligados a horadar galerías subterráneas en esos lugares para enterrar en ellas a sus muertos. Este sistema hace que lo más cercano a la superficie no sea lo más reciente, como suele suceder, sino lo más antiguo (los niveles arqueológicos están invertidos).

El nombre de "catacumba" procede del cementerio de San Sebastián, próximo al río Tíber. Para acceder a él había que descender por una cuesta hasta llegar a una hondonada (ad catacumba) y de ahí se fue extendiendo ese nombre a otros cementerios, aunque no hubiera hondonada.

El empleo de las catacumbas se extenderá hasta los siglos IV y V, mucho después de la legalización del cristianismo. La razón por la que se siguieron empleando en momentos donde los cristianos podían contar con amplios espacios para sus enterramiento sin miedo a las perscuciones se debe a que los fieles querían ser enterrados cerca de los primeros cristianos, muchos de los cuales murieron como mártires.

Primera iconografía cristiana

Los primeros cristianos utilizaron imágenes de carácter simbólico para representar aspectos fundamentales de su doctrina.

Las imágenes en los domus o en las catacumbas no va a aparecer hasta el siglo III debido a que el crisitianismo, que se fundamenta en el Antiguo Testamento, es una doctrina que reniega de la imagen de la divinidad.

La eclosión iconográfica del siglo III, que además aparece de igual manera en lugares muy lejanos, se debió a una unificación de criterios debido a la petición insistente de miembros cristianos de que aquello que se les explica aparezca en imágenes

Muchos de estos miembros son romanos cristianos que estaban acostumbrados a que se representaran las escenas referidas a las religión.

Existe una hipótesis por la que esta eclosión iconográfica del siglo III tuviera lugar como reacción y lucha contra una religión rival que sí utiliza la imagen como vía de difusión: el judaísmo.

Esta hipótesis está reafirmada porque la sinagoga de Dura Europos está llena de imágenes del Antiguo Testamento, que tras haber realizado la prueba del carbono 14 ha resultado que es un poco más antigua, aunque casi contemporánea, que el domus ecclesiae que se encuentra en esa ciudad.

Pero es importante resaltar que la iconografía cristiana no es de nueva creación, aunque los contenidos sí son nuevos. Recoge las imágenes del arte romano que tenían un contenido moral (los romanos habían empezado a preocuparse por el más allá y empiezan a darse representaciones de virtudes, escenas de contenido moral, etc.) y las subliman a un contenido divino.

Aún así, también se crearon imágenes nuevas para adoctrinar y explicar escenas y contenidos del Antiguo Testamento.

Al iniciarse la iconografía cristiana, se emplean fundamentalmente símbolos debido a la tradición de prohibir la imagen descriptiva, pero paulatinamente la iconografía comenzará a hacerse narrativa. Algunos de los símbolos más importantes son:

  • El Buen Pastor: representa una figura masculina, joven, vestido como un pastor, que lleva sobre sus hombros un cordero y, generalmente, con una mano sujeta las patas y con la otra una jarro de leche o alguna otra cosa relacionada con la ganadería. Representa al Cristo redentor. No es original, proviene del moscóforo griego, que era el joven que llevaba los animales en los sacrificios, el portador de las ofrendas. Es un símbolo del culto. Esta imagen fue tomada por los romanos para uno de sus dioses más queridos: el Hermes crióforo, que era la imagen moral del dios protector. Este símbolo se dio principalmente en el siglo III.
  • El Cristo filósofo: está representado igual que un filósofo clásico (túnica corta, pelo corto y sandalias), con una actitud docente a la masa (da sensación de estar cercana de la gente). Sujeta siempre un libro. El filósofo para la sociedad romana estaba, por su formación, próximo a la divinidad. Representa tanto a Cristo filósofo como a la doctrina cristiana como auténtica filosofía. Es muy común en el siglo III, sobre todo en sarcófagos.
  • El Cristo pescador: está relacionado con el Bautismo. Es el Cristo que está pesando las almas (los peces) procedentes de las aguas del bautismo. Procede de un símbolo moral pagano del que no se sabe qué carga moral tenía. A veces al lado de él aparece una escena del Nuevo Testamento en la que Juan, una figura grande, posa la mano sobre la cabeza de Cristo, una figura pequeñita, ya que representa a un niño porque la Liturgia de ese momento denomina como "puer", niño, al catecúmeno en el momento del bautismo.

En ocasiones, aparece una paloma ya que en los Evangelios se cuenta que en el momento en el que Juan estaba bautizando a Jesús se abrieron los cielos y bajó el Espíritu de Dios en forma de paloma y sonó una voz que decía "Este es mi Hijo bien amado". Supone una reafirmación de la Santísima Trinidad.

  • El ágape o banquete eucarístico: está inspirado en el tipo de banquetes grecorromanos (mesa semicircular, comensales reposando en divanes, etc.). Siempre hay platos pero no con pan sino con pescado, ya que el pez es un símbolo acróstico de Cristo.
  • Las almas en el Paraíso: es el icono del más allá. Se trata del Buen Pastor rodeado de paisaje y animales (jardín celestial). Hay siempre machos cabríos, que representan el alma indómita que consiguió reformarse, y ovejas, que simbolizan el alma limpia.
  • El orante: se trata de una figura con ambas manos hacia arriba. Proviene de la iconografía pagana, en la que representaba a la piedad. En el cristianismo aparece convertida en el alma que da gracias a Dios (de alabanza) o el alma suplicante, depende del contexto.

Arquitectura Paleocristiana tras el Edicto de Milán

El año 311 fue una fecha especialmente significativa para explicar el cambio que se va a producir en el arte cristiano, de un arte típico de comunidades pobres y semiclandestinas a un arte monumental y rico.

En esta fecha se promulgó el primer edicto de tolerancia, el Edicto de Valerio Augusto, aunque tendrá más importancia el Edicto de Milán, del año 313, del mismo carácter tolerante que permite el culto cristiano sin ningún tipo de cortapisas.

Ambos fueron promulgados por el emperador Augusto Valerio, pero al acceder al trono el emperador Constantino se da un cambio, si cabe, más favorable para la iglesia cristiana puesto que una gran parte de la familia de Constantino se va a convertir al cristianismo e incluso se especula sobre si el propio emperador se hubiese convertido al final de su vida.

Este proceso de dignificación del cristianismo culmina en el año 380 cuando el emperador Teodosio proclama a la Iglesia cristiana como iglesia oficial del Imperio.

A partir del año 313 los altos dignatarios de la Iglesia se van a convertir paulatinamente en autoridades del Imperio. De este modo, las jerarquías eclesiásticas van a pasar a ocupar importante cargos de la administración pública y la Iglesia cristiana se convierte gradualmente en una institución de poder estrechamente ligada al emperador y a la administración imperial.

Como consecuencia de ello, la liturgia cristiana comenzó a adoptar elementos característicos del protocolo imperial. Se va a solemnizar y, en consecuencia, va a necesitar un nuevo vocabulario artístico que iguale los edificios cristianos con los grandes edificios públicos, palacios y templos de la sociedad romana.

En esta nueva etapa el arte cristiano es financiado por el alto clero y por las clases patricias e incluso por los propios emperadores. Consecuencia de este alto poder económico nos encontramos con un arte con tendencia al lujo muy considerable y realizado, por tanto, con materiales nobles especialmente costosos.

Las principales manifestaciones de este arte van a ser dos: la arquitectura eclesiástica y la pintura monumental que se va a plasmar a través de los mosaicos (musivaria, el arte de los mosaicos).

La Arquitectura eclesiástica

El principal problema que se plantea la Iglesia en estos momentos es encontrar un modelo arquitectónico para realizar sus celebraciones litúrgicas con toda pompa.

Evidentemente tiene muchos tipos de edificios a su alrededor que pueden inspirarles, como los propios templos romanos, pero pronto se deshecha esta idea debido, por un lado a planteamientos puramente religiosos (reminiscencias de religiones paganas no deseadas…) y por otro lado porque en los templos romanos no entra la multitud, pero en las celebraciones cristianas sí.

Así, todo parece indicar que se inspiran en la basílica, un edificio de forma rectangular dividido en naves por columnas que solía tener una cabecera sobreelevada respecto al resto rematada en una exedra.

Artes Figurativas Paleocristianas

Al margen de la arquitectura, el arte paleocristiano tiene en los mosaicos y la escultura funeraia de los sepulcros dos de sus más importantes manifestaciones artísticas.

Mosaicos Paleocristianos

Mosaicos del Mausoleo de Santa Constanza

La decoración de mosaico más antigua que se conserva es la que se encuentra en la bóveda anular del mausoleo de Constantina de la segunda mitad del siglo IV.

Se trata de una decoración de pámpanos (alegoría de la eucaristía) presididos por el busto de Constantina. En las cuatro enjutas hay escenas relativas a la vendimia. Es plenamente cristiano por el simbolismo de los pámpanos, por las aves que aparecen inmersas entre estos, que simbolizan el alma, y por las escenas de la vendimia, que representa el otoño y el ritmo estacional que representa la eternidad.

Los Sarcófagos Paleocristianos

Frente a los sarcófagos del siglo III que sólo ofrecían aspectos puntuales de la doctrina cristiana, en los del siglo IV, V e incluso VI se observa que el sarcófago pretende resumir los principios básicos de la doctrina cristiana en su totalidad. Los sarcófagos se leen de izquierda a derecha y, si tienen dos registros, primero se lee el registro de arriba y luego el de abajo.

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