Asociación Femenina de Camagüey
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Asociación Femenina de Camagüey. Institución organizada por las mujeres camagüeyanas en defensa de las ricas tradiciones de luchas, alimentando el humanismo, la dignidad y su desarrollo armónico.
Sumario
Aspiraciones
El 14 de junio de 1920 por gestión de Isabel Esperanza Betancourt, quedó constituida la asociación. En el expediente que consta su aprobación se plantean sus estatutos, en los que se dejaba constancia de la aspiración de esta institución; cooperar al buen desenvolvimiento de la sociedad, tratando de dar relieve a la personalidad física, intelectual y moral de la mujer camagüeyana, estimularle la afición a las bellas artes, ofreciendo reuniones sociales para estimular el estudio, ayudar en obras benéficas y mejorar las condiciones de la ciudad.
Estructura y composición
Su estructura estuvo conformada por una presidenta de honor, la presidenta efectiva y la vicepresidenta; la secretaria de correspondencia y vicesecretaria; la secretaria de actas y vicesecretaria; la tesorera y vicetesorera y cuatro vocales. Se reelegía cada junio a partir de su fundación. Su directiva y miembros eran féminas selectas, se preciaba de estar integrada por todo cuanto “vale y brilla” no solo en la ciudad, sino en toda la provincia.
Para poder integrar sus filas, las señoras o señoritas de buena conducta, cultura y educación tenían que se propuestas por una de las socias o admitidas por la directiva en votación secreta, sin considerar el criterio religioso o científico que sustentaran; cumplir una serie de deberes y derechos consignados en los estatutos, tales como abonar un peso mensual, asistir a las reuniones una vez al mes, acompañadas, si lo deseaban, por algún familiar allegado y ser propuestas y aprobadas por la directiva para asistir a las veladas artístico – literarias que se celebraran. La asociación se abría para todas las mujeres de tales condiciones, pero era evidente que la mayoría de sus afiliadas pertenecían a un determinado sector social, casi elitista o de clase media, en el que la agrupación podía ejercer influencias en función de sus ideales, y viceversa.
Presidentas de honor
Como presidenta de honor, debía elegirse una persona de reconocido mérito artístico y literario. Al fundarse la asociación fue designada la patriota camagüeyana y fecunda mujer de letras en diversas producciones literarias, Aurelia Castillo de González. Después de su muerte ocurrida en agosto del año 1920 se nombró para ese cargo a Dulce María Borrero de Luján, laureada en varias ocasiones por su prolija labor creadora en la literatura, hija del patriota y escritor camagüeyano Esteban Borrero Echeverría.
Primera presidenta
La primera presidenta fue Isabel Esperanza Betancourt en 1920, y resultó nuevamente electa en 1921. Miembro de una de las familias de mayor arraigo en la ciudad, su prestigiosa figura la hacía depositaria de la confianza de sus conciudadanas. Esta enérgica mujer nació en Puerto Príncipe el 18 de diciembre de 1868, hija de Graciano Betancourt y Agramonte y Emma de Castillo y del Castillo, nieta de Tomás Pío Betancourt y Sánchez Pereira, quien fue el Primer Historiador de la Ciudad de Camagüey.
En 1892 se casó con Alcides Betancourt. A causa de la guerra viajó con su esposo al exilio y se radicó en Nueva York. Allí José Martí le dedicó en el año 1883 unos versos en su álbum de autógrafos. Posteriormente regresó a su ciudad natal donde era reconocida por su producción literaria como “la poetisa del hogar.” En la localidad se constituyó como una activa líder social en función de la cultura.
Disolución
En julio de 1926 le correspondió a Isabel Esperanza Betancourt, comunicar que la Revista de la Asociación Femenina de Camagüey, creada en julio de 1921 cesaría por un tiempo su circulación. La asociación también quedó disuelta según consta en el expediente del Registro de Asociaciones del Archivo Histórico Provincial. No obstante, en su período de vida activa se constituyó como un medio sociocultural de avanzada por cuanto manifestó elementos del sistema de pensamiento relacionados con el problema femenino y feminista, fenómeno que, condicionado por patrones psicosociales, fue esencialmente contradictorio.
Fuente
- Cento Gómez, E.. Cuadernos de historia principeña, Ed. Ácana, Camagüey, 2002