Autómatas (mecánico)

Muñecas Autómatas (mecánico)
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Reloj elefante creado por Al-Jazari (1260). Complejo reloj elefante, animado por seres humanos y animales mecánicos que se movían y marcaban las horas.

Muñecas Autómatas (mecánico). Históricamente los autómatas se remontan a la prehistoria, (del latín automăta y este del griego αὐτόματος autómatos, ‘espontáneo’ o ‘con movimiento propio’, que obran por sí mismos. Según la RAE, «máquina que imita la figura y los movimientos de un ser animado») es un equivalente tecnológico de lo que en la actualidad serían los robots autónomos. Si el robot es antropomorfo se conoce como androide. Antiguamente, se creaban artefactos capaces de realizar tareas diarias y comunes para los hombres, o bien, para facilitarles las labores cotidianas; se daban cuenta de que había tareas repetitivas que se podían igualar con un complejo sistema, y es así como se comienza a crear máquinas capaces de repetir las mismas labores que el hombre realizaba. Pero no todos estos artefactos tenían una utilidad, algunas máquinas solamente servían para entretener a sus dueños, y no hacían nada más que realizar movimientos repetitivos ó emitir sonidos.

Historia y origen de los primeros autómatas

El autómata de Maillardet: una invención mecánica que escribió, dibujó bocetos y almacenó datos. El inventor de esta maravilla mecánica fue desconocido hasta noviembre de 1928, hecho por Maelzel, un inventor de Francia. Se exhibe en el Instituto Franklin en Filadelfia

Los primeros ejemplos de autómatas se registran en la antigua Etiopía. En el año 1500 a. C., Amenhotep, hermano de Hapu, construye una estatua de Memon, el rey de Etiopía, que emite sonidos cuando la iluminan los rayos del sol al amanecer. King-su Tse, en China, en el 500 a. C. inventa una urraca voladora de madera y bambú y un caballo de madera que saltaba. Entre el 400 y 397 a. C., Archytar de Tarento construye un pichón de madera suspendido de un pivote, el cual rotaba con un surtidor de agua o vapor, simulando el vuelo. Archytar es el inventor del tornillo y la polea. En el año 206 a. C., fué encontrado el tesoro de Chin Shih Hueng Ti consistente en una orquesta mecánica de muñecos, encontrada por el primer emperador Han.

Históricamente los autómatas se remontan a la prehistoria, cuando las estatuas de algunos de dioses o reyes despedían fuego de los ojos, como era el caso de una estatua de Osiris. Otras tenían brazos mecánicos operados por los sacerdotes del templo, y otras, como la de Memon de Etiopía, emitían sonidos cuando los rayos del sol las iluminaba, y así infundían temor y respeto a quien las contemplara. Esta finalidad religiosa de los autómatas continuó hasta la Grecia clásica, en la que se hicieron estatuas que se movían con energía hidráulica.

En el año 62 esos nuevos conocimientos quedan plasmados en el primer libro "Autómata", donde describe múltiples aparatos en su libro sobre la figura de los robots Autómata. Escrito por Herón de Alejandría (10 d. C.-70 d. C.), explica la creación de mecanismos, muchos basados en los principios de Filón o Arquímedes, realizados fundamentalmente como entretenimiento y que imitaban el movimiento, como el de aves que gorjeaban, volaban y bebían, estatuas que servían vino o puertas automáticas, todos producidos por el movimiento del agua, la gravedad o por sistemas de palancas. Todos ellos fueron diseñados como juguetes, sin mayor interés por encontrarles aplicación. También cabe destacar su “The Automaton Theatre”, sobre su teatro de marionetas mecánicas que representaban la Guerra de Troya. Los primeros autómatas que aparecen en la historia son ingenios mecánicos más o menos complicados que desarrollaban un programa fijo, que no empleaban necesariamente la noción de realimentación. Aunque Herón es el primero en recopilar datos sobre los autómatas, otros anteriores a él realizaron aportaciones, como es el caso de Archytas (428 a. C.-347 a. C.), inventor del tornillo y la polea y famoso por su paloma mecánica capaz de volar gracias a vapor de aire en propulsión. O el terrible sistema descrito por Polibio (200 a. C.-118 a. C.) y utilizado por Nabis, tirano de Esparta, que consistía en un artilugio con forma de mujer con clavos en su pecho y brazos y que abrazaba mortalmente a todo aquel que incumplía sus pagos. Y otros aún más antiguos, pero de más difícil autentificación, como el mítico Trono de Salomón, descrito en la Biblia y otros textos árabes como un árbol de bronce con pájaros cantores, leones y grifos mecánicos además de ser móvil, pudiendo elevarse desde el suelo hasta el techo.

En Roma existía la costumbre de hacer funcionar juguetes automáticos para deleitar a los huéspedes. Trimalco ofreció en su famoso banquete, pasteles y frutas que arrojaban un chorro de perfume cuando se hacía una ligera presión sobre un priapo de pasta, en cuyo regazo estaban colocados pasteles y frutas.

La cultura árabe, heredó y difundió los conocimientos griegos, utilizándolos no sólo para realizar mecanismos destinados a la diversión, sino que les dieron una aplicación práctica, introduciéndolos en la vida cotidiana de la realeza. Ejemplos de estos son diversos sistemas dispensadores automáticos de agua para beber o lavarse.

También de este período son otros autómatas, de los que hasta nuestros días sólo han llegado referencias no suficientemente documentadas, como el hombre de hierro de Alberto Magno (1204-1282) o la cabeza parlante de Roger Bacon (1214-1294). En el año 1235, Villard d’Honnecourt escribe un libro con bocetos que incluyen secciones de dispositivos mecánicos, como un ángel autómata, e indicaciones para la construcción de figuras humanas y animales. Otro ejemplo relevante de la época fue el Gallo de Estrasburgo que que funcionó desde 1352 hasta 1789. Este es el autómata más antiguo que se conserva en la actualidad, formaba parte del reloj de la catedral de Estrasburgo y al dar las horas movía el pico y las alas.

Durante los siglos XV y XVI algunos de los más relevantes representantes del renacimiento se interesan también por los ingenios descritos y desarrollados por los griegos. Es conocido el León Mecánico construido por Leonardo Da Vinci (1452-1519) para el rey Luis XII de Francia, que se abría el pecho con su garra y mostraba el escudo de armas del rey. En España es conocido el hombre de palo construido por Juanelo Turriano en el siglo XVI para el emperador Carlos V. Este autómata con forma de moje, andaba y movía la cabeza, ojos boca y brazos.

Durante los siglos XVII y XVIII se crearon ingenios mecánicos que tenían alguna de las características de los robots actuales. Estos dispositivos fueron creados en su mayoría por artesanos del gremio de la relojería. Su misión principal era la de entretener a las gentes de la corte y servir de atracción a las ferias. Estos autómatas representaban figuras humanas, animales o pueblos enteros. Así, en 1649, cuando Luis XIV era niño, un artesano llamado Camus (1576-1626) construyó para él un coche en miniatura con sus caballos, sus lacayos y una dama dentro y todas las figuras se podían mover perfectamente. Salomón de Camus también construyó fuentes ornamentales y jardines placenteros, pájaros cantarines e imitaciones de los efectos de la naturaleza.

Según P. Labat, el general de Gennes construyó en 1688 un pavo real que caminaba y comía. Este ingenio pudo servir de inspiración a Jacques de Vaucanson (1709-1782) para construir su increíble pato mecánico que fue la admiración de toda Europa. Según Sir David Brewster en un escrito de 1868, describe este pato diciendo que es "la pieza mecánica más maravillosa que se haya hecho". El pato alargaba su cuello para tomar el grano de la mano y luego lo tragaba y lo digería. Podía beber, chapotear y graznar, y también imitaba los gestos que hace un pato cuando traga con precipitación. Los alimentos los digería por disolución y se conducía por unos tubos hacia el ano, donde había un esfínter que permitía evacuarlos.

Vaucanson también construyo varios muñecos animados, entre los que destaca un flautista capaz de tocar melodías. El ingenio consistía en un complejo mecanismo de aire que causaba el movimiento de dedos y labios, como el funcionamiento normal de una flauta. Por instigación de Luis XV, intento construir un modelo con corazón, venas y arterias, pero murió antes de poder terminar esta tarea. También construyo muchos objetos útiles para la industria como una silla para los tejedores, pero eso suscito el disgusto de los manufactureros de seda franceses, quienes lo amenazaron de muerte.

El relojero suizo Pierre Jaquet Droz (1721-1790) y sus hijos Henri-Louis y Jaquet construyeron diversos muñecos capaces de escribir (1770), dibujar (1772) y tocar diversas melodías en un órgano (1773). Estos se conservan en el museo de arte e Historia de Neuchâtel, Suiza.

Los Maillardet (Henri, Jean-David, Julien-Auguste, Jacques-Rodolphe) entre finales del siglo XVIII y principios del XIX, construyen un escritor-dibujante, con la forma de un chico arrodillado con un lápiz en su mano, escribe en inglés y en francés y dibuja paisajes. Construyen un mecanismo "mágico" que responde preguntas y un pájaro que canta en una caja. A diferencia de los autómatas androides los automatismos dedicados a controlar máquinas industriales incorporan el concepto de realimentación. El ingeniero diseñador tenía una doble labor: realizar el proceso de diseño mecánico y también desarrollar el automatismo, que en muchos casos era parte integrante de la mecánica de la máquina.

A partir de aquí el desarrollo de los automatismos es impresionante, en muchas máquinas se utilizan elementos mecánicos como podían ser los programadores cíclicos (organillos) en los cuales se definía la secuencia de operaciones.

En la Edad Media y Renacimiento

La Edad Media supone un avance en la creación de autómatas tras el período romano en que no se generó ninguna aportación importante. El problema es que en muchos casos la falta de fuentes o la poca consideración que se le ha dado a esta época ha hecho que muchos inventos y artilugios producidos en este período hayan quedado en el olvido.

Libro de Mecanismos Ingeniosos

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El Libro de Mecanismos Ingeniosos es un libro escrito en el año 805 por los hermanos Banu Musa (Ahmad, Muhammad y Hasan bin Musa ibn Shakir) en los que se describe un centenar de mecanismos y autómatas, y cómo emplearlos.

Los hermanos Banu Musa trabajaban en la Casa de la sabiduría, y el libro fue un encargo del califa Al-Mamun, que dio instrucciones a los Banu Musa para recopilar de las diversas obras grecolatinas que se habían conservado todo el saber al respecto.​ Algunos de los artefactos se inspiraban en las obras de Herón de Alejandría6 y Filón de Bizancio, así como en la antigua Persia, China e India.​ Otros muchos fueron invenciones de los propios hermanos Banu Musa.

Alberto Magno

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Nacido en 1206 en Baviera, teólogo, filósofo y hombre de ciencia, Alberto Magno fue una de las figuras decisivas del pensamiento medieval. Se le han atribuido a lo largo de la historia multitud de obras tanto de carácter mágico como de creación de seres artificiales. En concreto dos, una de las llamadas “cabezas parlantes”, de las que se hablará más adelante, y de un autómata de hierro que le servía como mayordomo y en el que trabajó treinta años de su vida, el cual era capaz de andar, abrir la puerta y saludar a los visitantes, aunque otros autores afirman que además podía hacer más tareas caseras. Otra versión (que también se cuenta en la historia de la cabeza parlante) narra que Tomás de Aquino, discípulo suyo, al ver aquel ser, decidió destruirlo ya que estaba convencido de que la mano del diablo había influido en su creación.

Leonardo da Vinci

Autómata de Leonardo da Vinci construido por los científicos, y bocetos sobre el mismo hallados en 1950

Leonardo da Vinci (1452-1519), hombre por excelencia del Renacimiento, diseñó al menos dos autómatas de los que se tenga constancia. El primero se considera también uno de los primeros con forma completamente humana, vestido con una armadura medieval. Fue diseñado alrededor del año 1495, aunque como muchos otros inventos de Leonardo no fue construido. Este mecanismo fue reconstruido en la actualidad según los dibujos originales y podía mover los brazos, girar la cabeza y sentarse. El segundo, mucho más ambicioso, se trató de un león mecánico construido a petición de Francisco I, rey de Francia (1515), para facilitar las conversaciones de paz entre el rey francés y el papa León X. Mediante diversos artificios, iba de una habitación a otra, donde se encontraba el monarca; en un momento dado, abrió su pecho y todos pudieron comprobar que estaba lleno de lirios y otras flores, representado así un antiguo símbolo de Florencia (el león) y la flor de lis que Luis XII regaló a la ciudad como señal de amistad.

Juanelo Turriano

Autómata 'San Diego de Alcalá', que dio nombre a la ciudad de San Diego. Está en Washington, y se supone muy similar al famoso 'Hombre de Palo'

Gran ingeniero del siglo XVI, Juanelo Turriano trabajó en España a las órdenes de Carlos V como relojero de la corte. Fue inventor de multitud de mecanismos, siendo el más famoso el llamado “artilugio de Juanelo”, una obra de ingeniería capaz de llevar el agua desde el Tajo al Alcázar de Toledo, aunque jamás le pagaron por aquella obra. En esa ciudad se le atribuye a Turriano la creación de un autómata (entre otros muchos, como danzarines, guerreros o pájaros voladores) llamado “El Hombre de Palo” (del que queda constancia en el nombre de una calle de Toledo), un sirviente autómata que se diferenciaba del resto por estar hecho de madera y que recorría las calles pidiendo limosna para su dueño, haciendo una reverencia cuando la conseguía. Otros autores más conservadores solo consideran a este autómata un muñeco de palo estático, que se colocó en la ciudad para recoger fondos para la apertura de un hospital.

René Descartes

Bocetos sobre Muñeca

Uno de los más famosos casos de creación de un autómata humano, pero también donde es más difícil separar la historia de la ficción, es la historia de René Descartes (1596-1650) y su hija autómata. Una de las principales ideas cartesianas era la consideración de todos los animales como complejos autómatas, seres privados de todo estado mental, que solo actuaban por supervivencia y que en la práctica su carne y huesos funcionaban como la mecánica de un artilugio. Pero cuentan que tras la muerte de su hija ilegítima Francine, de cinco años de edad, se sintió tan deprimido que se propuso construir una muñeca autómata lo más parecida a la fallecida, uniéndose tanto a aquella figura que según describen la trataba como “mi hija Francine”. Su inseparable unión hizo que la llevara de viaje cruzando el mar de Holanda. La tenía guardada en un cofre dentro de su camarote. El capitán del barco, intrigado por su contenido, consiguió entrar en el camarote y abrir el cofre. Cual fue su espanto al comprobar que aquella muñeca se levantaba y movía. El capitán, horrorizado, la tiró por la borda. Entonces Descartes, que solía destacarse por su mal humor, mató al capitán y lo tiró por la borda, al igual que había hecho con la muñeca.

Siglo XVIII: La época de esplendor

Con la entrada en el siglo XVIII y los consiguientes avances en materia de relojería se llega a la que se considera la época donde mejores y más perfectos autómatas se realizaron de la historia. Su desarrollo, dominado por el carácter científico, ponía de relieve la obsesión por intentar reproducir lo más fielmente posible los movimientos y comportamientos de los seres vivos.

Jacques de Vaucanson

“Pato con aparato digestivo” de Jacques de Vaucanson

Nacido un 24 de febrero de 1709, Jacques de Vaucanson, excelente relojero pero con amplios conocimientos de música, anatomía y mecánica, quería demostrar mediante sus autómatas la realización de principios biológicos básicos, tales como la circulación, la digestión o la respiración. Sobre esta última función versó su primera creación, “El Flautista”, figura con forma de pastor y de tamaño natural que tocaba el tambor y la flauta con un variado repertorio musical. Vaucanson lo presentó en la Academia de Ciencias de Francia cosechando un gran éxito. Más tarde, en 1738, crea su segundo autómata, llamado “El Tamborilero”, como una versión mejorada del primero. En esta ocasión la figura tocaba la zampoña de Provenza y el tamboril con veinte melodías distintas. El tercero y más famoso fue el “Pato con aparato digestivo”, transparente y compuesto por más de cuatrocientas partes móviles y que batía las alas, comía y realizaba completamente la digestión imitando al mínimo detalle el comportamiento natural del ave. Aunque en realidad el pato era un engaño, pues lo que comía no era lo mismo que defecaba, sino que al interior del pato había un compartimento en el que se depositaba el grano que comía y del que salía algo parecido a un excremento. Pasados los años, Vaucanson, cansado de su propia obra, vendió las figuras en 1743.

Friedrich von Knauss

Inventor del siglo XVIII (1724-1789), Friedrich von Knauss fue el creador de uno de los primeros autómatas escritores. Esta compleja creación la formaba una esfera sostenida por dos águilas de bronce; en ella la figura de una diosa sirve de musa al autómata, que con su largo brazo escribe en una hoja en blanco lo que previamente se le ha ordenado realizar. El sistema de funcionamiento es capaz de hacer que el autómata moje la pluma en el tintero para poder escribir y cuenta con un sistema para pasar la página cuando ésta ha quedado escrita.

Pierre Jaquet-Droz

Autómatas más complejos y famosos del siglo XVIII «La pianista», «El dibujante» y «El escritor»

Posiblemente el mejor y más conocido creador de autómatas de la historia. Pierre Jaquet-Droz, suizo nacido en 1721, fue el responsable de los tres autómatas más complejos y famosos del siglo XVIII. Sus tres obras maestras («La pianista», «El dibujante» y «El escritor») causaron asombro en la época, llegando a ser contemplados por reyes y emperadores tanto de Europa como de China, India o Japón.

El primero de ellos, «La pianista», es un autómata con forma de mujer que toca el órgano, con la particularidad de que es la propia figura la que interpreta las obras pulsando las teclas con sus dedos sin tener el sonido pregrabado o procedente de otro lugar. Compuesta por 2500 piezas, podía mover los ojos dirigiendo la mirada del piano a los dedos, inclinar el cuerpo, respirar y al finalizar cada tema hacer una reverencia.

«El dibujante», por otra parte, estaba compuesto por unas 2000 piezas, tenía forma de niño sentado en un pupitre y podía realizar hasta cuatro dibujos distintos. Al igual que el anterior, imitaba el comportamiento mientras realizaba la tarea, moviendo los ojos, las manos o incluso soplando en el papel para eliminar los restos del polvo del lápiz.

El último, y más complejo de los tres autómatas, es «El escritor», compuesto por más de 6000 piezas. Podía escribir utilizando la pluma gracias a una rueda donde se seleccionaban los caracteres uno a uno, pudiendo escribir así pequeños textos de unas cuarenta palabras de longitud. Como los anteriores, realizaba movimientos propios de un ser humano, como mojar la tinta y escurrir el sobrante para no manchar el papel, levantar la pluma como si estuviera pensando, respetando los espacios y puntos y aparte, además de seguir con la mirada el papel y la pluma mientras escribía.

Los tres autómatas se pueden contemplar en el Musée d’Art et d’Histoire de Neuchâtel, Suiza.

Autómatas en China y Japón

Karakuris, autómatas japoneses capaces de servir el té

La cultura asiática, especialmente China y Japón, ha tenido una gran tradición de autómatas que se ha mantenido desde tiempos muy antiguos hasta la actualidad. Ya en el año 2000 a. C. se cuentan leyendas chinas sobre autómatas, como la creada por el hijo del rey Tach`uan, hecho de madera, y tan semejante al hombre que confundía a todos los que lo veían, hasta que descubren su naturaleza y es destruido. En tiempos más cercanos se habla de varios emperadores chinos que, curiosos por estos inventos, apoyaron la creación de todo tipo de autómatas, desde los que poseían forma animal (pájaros, caballos, gatos, monos, etcétera) hasta otros con forma humana y que andaban, bailan o tocaban instrumentos.

En el Japón de los siglos XVIII y XIX los autómatas consiguieron un alto grado de importancia y complejidad. Se les llamaba Karakuri, que se podría traducir como “aparatos mecánicos para producir la sorpresa en una persona” y se distinguían tres tipos de figuras: las Butai Karakuri, que se usaban en el teatro, las Zashiki Karakuri, más pequeñas y con las que se jugaba en las habitaciones, y las Dashi Karakuri, que se utilizaban en las festividades religiosas. Su mayor tarea era la representación de mitos y leyendas tradicionales aunque existían de todo tipo, como algunos que servían el té o lanzaban flechas con un arco. Ya entrados en el siglo XX y XXI se ve cómo la tradición del karakuri se mantiene en los modernos robots japoneses, con la creación de complejísimos robots antropomorfos como ASIMO, QRIO o Repliee Q1 o mascotas robóticas como Aibo, descendiente directo de los autómatas animales de siglos pasados.


Última época: 1848-1914

A finales del siglo XIX y comienzos del siglo XX se siguieron creando autómatas de todo tipo, pero la realidad es que no fueron tan elaborados como sus antecesores y estuvieron más guiados al mundo del espectáculo y al comercio, como las autoperipatetikos. Entre los más importantes caben destacar “La pareja”, de Alexander Nicolas Theroude, los autómatas animales de Blaise Bontems, las figuras que realizaban pequeños trucos de magia o la encantadora de serpientes de Roullet & Decamps, el fumador turco de Leopold Lambert, los escarceos con el mundo de los autómatas de científicos como Nikola Tesla y su robot sumergible con mando a distancia o el autómata caminante de George Moore con forma humana y movido por la fuerza del vapor que podía recorrer distancias a casi 9 millas por hora. Finalmente, con el estallido de la Primera Guerra Mundial, la industria de los autómatas desaparece y no renacerá hasta la llegada de los modernos robots.

Christian Bailly

El Flautista. Creación más sofisticada del taller suizo de Christian Bailly

Christian Bailly, un experto en dar vida a muñecos autómatas. Bailly ha creado muñecos autómatas para su uso en el cine y en espectáculos, dos de sus más reconocidos clientes son el director Steven Spielberg y el popular mago David Copperfield. El Flautista es la creación más sofisticada del taller suizo de Christian Bailly. Llamarlo juguete no es muy exacto. L’Oliseur (El Flautista), conocido en inglés como The Bird Trainer (El entrenador de pájaros) Es un excepcional robot-joya, único en su especie, que tiene la particularidad de no utilizar ni motores ni pilas para moverse. Lo cnsigue gracias a un complicadísimo diseño de maquinaria, más propio de un reloj suizo que de un muñeco. De hecho, L´Oliseur está inspirado en las figuras humanas de los relojes catedralicios, los llamados Jacquemarts (como el reloj de la catedral de San Marcos en Venecia o el reloj astronómico de Estrasburgo), mezclado con la capacidad para realizar acciones mecánicas de los primeros androides. Bailly se emocionó tanto con este “juguete” que el presupuesto se le fue de las manos. De hecho tuvo que vender parte de su colección privada de muñecos mecánicos del siglo XIX para poder costear su finalización. La razón es que, lo que empezó por ser un muñeco caro y complicado acabó convirtiéndose en una complicadísima escena en movimiento. Todos los elementos de L’Oliseur están elaborados con materiales de primerísima calidad y de forma completamente artesanal. El muñeco mecánico L’Oliseur se presentó al público en el más importante salón del mundo de Alta Relojería y Joyería, el Baselworld de Suiza y su éxito fue tal, que Bailly recibió la petición de realizar una exposición itinerante para exhibir sus creaciones mecánicas. Con este motivo, algunos de los muñecos más significativos de Bailly han abandonado durante un tiempo, la placidez del taller de BaillySainte-Croix, en Suiza, para viajar hasta China y Hong Kong. Además de L’Oliseur, en la exposición se han incluido piezas como las versiones de famosos del clásico“Writing Pierrot”, un pierrot escritor que, sentado frente a su escritorio, enciende una lamparita y se pone a trabajar en sus escritos. Cuando la lámpara se apaga se queda en reposo. Otra de las piezas es un autómata llamado “An Acrobat Clown”, Un Payaso Acróbata de 90 centímetros que realiza sus acrobacias sobre dos sillas, levantándolas sucesivamente. Además de crear sus propios autómatas, Christian Bailly es el mayor experto del mundo en reparación de juguetes mecánicos antiguos y realiza reparaciones para museos y coleccionistas privados. Trabaja por encargo y crea muñecos a la carta, elaborados con el mismo sistema artesanal que se utilizaba en el siglo XVIII. Sus trabajos son minuciosos al máximo, tanto por dentro -maquinaria precisa con piezas hechas y ensambladas a mano- como por fuera, utilizando únicamente materiales de primera calidad.


Algunos tipos de autómatas

Cabezas y máquinas parlantes

Las increíbles (y surrealistas) máquinas de hablar o cabezas parlantes

Dentro de los autómatas hay un grupo que ha tenido una gran difusión a lo largo de la historia, las cabezas parlantes, seres que se creían entre la mecánica y la magia que hablaban, aconsejaban a sus dueños o predecían el futuro. La leyenda y el mito han influido mucho en este tipo de mecanismos, encontrándose las primeras versiones en antiguos cuentos árabes. Uno de los ejemplos más famosos es la cabeza con forma de hombre de Roger Bacon (1214-1294), hecha de latón y que podía responder a preguntas sobre el futuro, la de Alberto Magno con forma de mujer, la de Valentín Merbitz que decían que hablaba varios idiomas (algunos decían que gracias a un ventrílocuo), la cabeza parlante del papa Silvestre II que respondía aleatoriamente “sí” o “no” a las preguntas que se le hacían, o la figura de la santa que hablaba de Atanasio Kircher, además de su libro “Misurgia Universalis”, donde describe con detalle la creación de figuras que podían mover los ojos, labios y lengua.

En cualquier caso, la mayoría de ellas conseguían la “voz” a través de diversos sistemas. El primero con base documental en conseguirlo fue Kratzenstein, que con un sistema de tubos de órgano podía reproducir las vocales. Más tarde Wolfrang von Kempelen explicaba en una de sus obras cómo fabricar y manipular una de estas máquinas para que pudiera pronunciar algunas frases breves a través de una especie de fuelle por el que pasaba el aire y se modulaban los sonidos. O las creadas por el abate Mical, de tamaño natural y que, exhibidas de dos en dos, se contestaban la una a la otra. Ya en el siglo XIX Joseph Faber ideó la versión más perfecta de estas máquinas, bautizada como Euphonia, que se utilizaba como el órgano de una iglesia y que podía desde recitar el alfabeto hasta responder preguntas, susurrar o reír.

Jugadores de ajedrez

«El Turco», el enigmático autómata que sorprendió a toda una época

Wolfgang von Kempelen fue el inventor, como se ha señalado anteriormente, de una de las primeras máquinas parlantes, y fue también creador de uno de los más famosos autómatas de la historia, que a su vez, fue uno de los mayores fraudes de su tiempo, pero que, a pesar de ello, impulsó la creación de autómatas jugadores de ajedrez hasta casi nuestros días. Se trata de “El Turco”.

Construido en 1769, “El Turco” estaba formado por una mesa donde estaba colocado un maniquí con forma humana vestido con ropajes árabes. Una puerta en la parte frontal se abría y dejaba ver el supuesto mecanismo de funcionamiento del autómata. Este jugador fue una de las mayores atracciones de la época ya que, según contaban, era invencible. Viajó a lo largo de Europa aún después de la muerte de su creador, pasando a manos de Johan Maezel, llegando a derrotar al mismísimo Napoleón Bonaparte durante la campaña de la Batalla de Wagram. Después de viajar por Estados Unidos aterriza en Cuba, donde muere William Schlumberger, ayudante de Maezel, y posible encargado de introducirse dentro del autómata para jugar las partidas, ya que después de esta muerte “El Turco” dejó de exhibirse hasta acabar destruido en 1845 en el gran incendio de Filadelfia. Más tarde se dijo que, a lo largo de su historia, el autómata había tenido varios operadores que movían el mecanismo gracias a un tablero de ajedrez secundario. Cada pieza del tablero principal contenía un imán, así el operador podía saber qué pieza había sido movida y dónde. El operador hacía su movimiento mediante un mecanismo que podía encajarse en el tablero secundario, indicando al maniquí dónde mover.

La fama de este autómata hizo que se crearan otras muchas réplicas con el mismo truco de funcionamiento, algunas de ellas en el siglo XIX, como es el caso de Ajeeb, presentado por Charles Arthur Hooper en 1868; Ajeeb iba vestido de egipcio y fue exhibido muchas veces en Europa y América hasta 1929, cuando también fue destruido en un incendio; este autómata consiguió ganar un torneo de ajedrez en Londres sin que nadie se percatara del artificio. También Mephisto, nacido en 1876 de la mano de Charles Godfrey Gumpley, fabricante de libros ortopédicos, se enfrentó a varios jugadores importantes como Henry Bird y Joseph Henry Blackburne, manejado según parece por Gunsberg.

Sin embargo, sí existió un autómata cuyo funcionamiento era totalmente real. Su creación se debe al español Leonardo Torres Quevedo, ingeniero y matemático, inventor de “El Ajedrecista”, presentado en la feria de París de 1914. Funcionaba utilizando unos electroimanes bajo el tablero, jugando automáticamente hasta el final con un rey y una torre contra un rey desde cualquier posición sin ninguna intervención humana.

Así, se puede considerar a estos autómatas, tanto los falsos como los reales, como pioneros de los modernos juegos de ajedrez informáticos y de ordenadores como Deep Blue, que mantienen el mismo espíritu y objetivos que sus predecesores: conseguir que una máquina pueda vencer a la mente humana.


Creación y diseño

El autómata que diseñarán y construirán debe funcionar a partir del giro de una manivela. Para esto deben incluir mecanismos que permitan transmitir y transformar movimientos, tales como ejes, poleas, manivelas, levas, cigueñales, entre otros.

Especificaciones que deberá cumplir el autómata

El kit

Deberá estar formado por un conjunto de partes que se puedan combinar de diferentes maneras, como los juegos de ensamble y construcción. ¿Qué juegos de ensamble conocen? ¿Son fáciles de armar y de desarmar? ¿Propondrían algún cambio o mejora a alguno de ellos si lo tuvieran que utilizar?

Los materiales

Se utilizarán aquellos que sean fáciles de procesar (cortar, doblar, agujerear, unir, etc.). Quien lo fuese a desarrollar, destinatarios del proyecto, buscarán los materiales preferiblemente ya procesados y solo deberán ensamblarlos.

Las formas

Las cantidades y la variedad de las partes, junto con la facilidad para unirlas y separarlas, deben permitir que pudiesen realizar cambios, explorando y diseñando por lo menos tres variantes de funcionamiento para un mismo autómata.

Personalización

Deberán poder personalizar el autómata, de-corándolo para transformarlo en animales, caras, muñecos, entre otras formas móviles. ¿Cuáles piensan que son los intereses para realizarlo? Indaguen cuáles son los personajes favoritos para mejores resultados.

La presentación del kit

Debe incluir las instrucciones necesarias para construir paso a paso el autómata correspondiente. Podrá ser en papel y/o en formato digital. Ustedes escribirán los textos y crearán o seleccionarán imágenes y videos para diseñar y producir el “Manual del alumno”.

Desafíos

Además deberán plantear desafíos para que los resuelvan, cambiando la ubicación o la cantidad de algunas de las partes. ¿Utilizaron instructivos de armado? ¿Son fáciles de entender? ¿Qué les cambiarían? ¿Qué habría que tener en cuenta para diseñar un instructivo?


Autómatas en la ficción

En la mitología

Talos: Autómata Gigante De La Mitología Griega
  • Prometeo, según la mitología griega, creador del ser humano.
  • Pigmalión, ser de la mitología griega que esculpió la estatua de una joven a la que llamó Galatea, tan hermosa que se enamoró de ella, deseando que tuviera vida.
  • Hefesto, ser mitológico que creó mujeres mecánicas construidas en oro que le ayudaban en sus labores de herrería.
  • Los Argonautas crearon un perro autómata para que custodiara su nave.
  • El Gigante de Talos, hecho de bronce.
  • El Golem, según el folclore judío, ser creado de arcilla por el rabino Löw introduciéndole en la boca el shem, una inscripción mágica en hebreo que contenía el nombre de Yahveh.

En la literatura

Pajaro cantor de Jaquet Droz Leschot

En el siglo VIII a. de C., Homero, en su célebre Ilíada, ya describe a servientes mecánicos dotados de inteligencia construidos por Hefesto, el dios de la metalurgia. A continuación te mostraremos algunos de estos libros:

  • En el Satiricón, de Petronio, se describe un esclavo con esqueleto de plata articulado que sirve los platos y las bebidas.
  • En El hombre de arena, E. T. A. Hoffmann habla de Nataniel y su amor por la autómata Olimpia. Su fin será el suicidio al descubrir la verdadera naturaleza de su amada. Este mismo autor hablará en el cuento "Los autómatas" de "El Turco Parlante", inspirado en el falso autómata de Von Kempelen.
  • Frankenstein, obra escrita por Mary Shelley en 1818 y que cuenta la historia del Doctor Frankenstein, obsesionado con crear un ser vivo a partir de diferentes partes del cuerpo de cadáveres diseccionados.
  • El jugador de ajedrez de Maezel, de Edgar Allan Poe, donde se intenta descifrar el auténtico funcionamiento de El Turco.
  • El Maestro Zacarías, de Julio Verne, cuenta la historia de un relojero que transfiere su alma a sus autómatas.
  • El ruiseñor, de Hans Christian Andersen, donde aparece un ave mecánica que imita el sonido del ruiseñor.
  • La Eva Futura, de Villiers de L´Isle Adam, describe a Hadaly, la mujer artificial ideal, pero a la vez critica los excesos de las invenciones tecnológicas, representadas por Thomas Edison.
  • Las aventuras de Pinocho, de Carlo Collodi, con la historia de Gepeto y su marioneta de madera que cobra vida gracias a la intervención de un hada madrina.
  • Los robots universales de Rossum, escrita en 1920 por el checo Karel Čapek y primera obra donde es utilizado el término moderno "robot".
  • Muchos de los cuentos y novelas del escritor de ciencia ficción ruso-estadounidense Isaac Asimov tratan sobre robots tan similares a los humanos que resultan indistinguibles de éstos.
  • Fábulas de robots (1964) y su continuación, Ciberíada (1965), del escritor de ciencia ficción polaco Stanislav Lem, son una especie de cuentos o fábulas protagonizadas por robots. En muchas otras de sus obras aparecen frecuentemente personajes que son robots y autómatas.

En el cine

Personaje de el Hombre de hojalata, del Mago de Oz
  • Le Joueur d'echecs (The Chess Player) (1927), dirigida por Raymond Bernard, es una película antibélica basada en la novela de Henri Dupuy-Mazuel, el cual se inspiró en la historia del jugador de ajedrez autómata "El Turco", creado por el barón húngaro Wolfgang von Kempelen.
  • Metrópolis (1927), dirigida por Fritz Lang, donde el científico Rotwang CA crea un robot antropomorfo con forma de mujer (o gynoide).
  • El mago de Oz (1939), dirigida por Victor Fleming, donde aparece el personaje de el hombre de hojalata, que viaja a Oz en busca de un corazón.
  • 2001: Una odisea del espacio (1968), dirigida por Stanley Kubrick, en la que aparece el personaje HAL 9000, una computadora con inteligencia artificial que eventualmente enloquece, intentando matar a los tripulantes de la nave Discovery 1.
  • Westworld (1973), dirigida por Michael Crichton y protagonizada por Yul Brynner, donde los robots de un parque temático que simulaba el antiguo oeste estadounidense se rebelan en contra de los visitantes.
  • The Stepford Wives (1975 y una remake en 2004), basada en el cuento Las mujeres perfectas, de Ira Levin, que cuenta cómo en la ciudad de Stepford los hombres han sustituido a sus mujeres por autómatas que obedecen todas sus órdenes.
  • Blade Runner (1982), dirigida por Ridley Scott, donde aparecen los “Replicantes”, seres idénticos a los humanos pero con una esperanza de vida limitada, utilizados como trabajadores.
  • The Terminator (1984), dirigida por James Cameron, que muestra que en el futuro las máquinas han esclavizado al hombre y envían al pasado a un autómata de apariencia humana para que elimine a la futura madre del que será líder de la rebelión contra las máquinas.
  • Edward Scissorhands (1990), dirigida por Tim Burton, cuenta la historia de Eduardo, un autómata con unas afiladas cuchillas por manos, que quedó incompleto al morir prematuramente su creador.
  • Toy Story (1995), dirigida por John Lasseter, recupera el mito de que los seres inanimados, como los juguetes, tienen vida propia en ausencia de sus dueños.
  • Inteligencia Artificial (2001), de Steven Spielberg, narra la historia de David, un robot único en su género capaz de amar.
  • El hombre bicentenario (1999), dirigida por Chris Columbus, es una película que narra la historia de un autómata capaz de pensar y sentir, basada en una cuento de Isaac Asimov.
  • Hugo (2011), película dirigida por Martin Scorsese y basada en el libro La invención de Hugo Cabret, donde el gran cineasta Georges Méliès crea un autómata por el cual se desata la trama de esta historia.

Museos

Museo de Autómatas de La Rochelle, Francia
  • Museo de Autómatas de La Rochelle, Francia.
  • Museu d'Autòmats, en el Parque de Atracciones del Tibidabo, en Barcelona.
  • Museo de Juguetes y Autómatas, en Verdú, cerca de Tárrega, en Lérida, Cataluña, España.
  • Museo de Artes y Costumbres Populares de Sevilla, en Parque de María Luisa, España.

Fuentes

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  • [3]
  • [4]
  • [5]
  • [file:///C:/Users/wendygc/AppData/Local/Temp/Dialnet-LaEsculturaAnimadaEnElArteEspanol-1343209.pdf]