Basílica de Nuestra Señora del Pilar (Zaragoza)

Catedral-Basílica de Nuestra Señora del Pilar de Zaragoza
Información sobre la plantilla
Obra Arquitectónica  |  (Catedral)
Basilica del Pilar Zaragoza.jpg
Importante templo barroco de España.
Descripción
Tipo:Catedral
Estilo:Barroco - Rococó - Neoclásico
Localización:Bandera de España España
Uso actual:Iglesia Católica
Datos de su construcción
Inicio:1681


Basílica de Nuestra Señora del Pilar. Llamada Catedral-Basílica de Nuestra Señora del Pilar de Zaragoza es un importante templo barroco de España. Según la tradición, se trata del primer templo mariano de la Cristiandad, puesto que en él se conserva y venera el pilar —en realidad, una columna de jaspe— que fue puesto por la Virgen María quien, viviendo aún en Jerusalén, se habría aparecido en carne mortal al apóstol Santiago el día 2 de enero del año 40.

Arquitectura

Arquitectónicamente, el templo se articula en tres naves, de igual altura, cubiertas con bóvedas de cañón, en las que se intercalan cúpulas y bóvedas de plato, que descansan sobre robustos pilares. El exterior es de ladrillo, siguiendo la tradición de construcción en ladrillo aragonesa, y el interior revocado en estuco. La nave central se halla dividida por la presencia del altar mayor bajo la cúpula central. El altar está presidido por el gran retablo mayor de la Asunción, perteneciente a la Iglesia anterior, realizado por el escultor Damián Forment en el siglo XVI, siguiendo los modelos impuestos del retablo gótico de la vecina catedral zaragozana del Salvador (La Seo). Bajo las otras dos cúpulas elípticas de la nave central, se dispuso la Santa Capilla de la Virgen del Pilar, y el coro y órgano, que también procedían de la iglesia gótica predecesora. Actualmente se encuentran desplazados al tramo de los pies del templo, para dotar de mayor espacio a los fieles que ocupan la nave desde el altar mayor. Es además desde 2007, uno de los 12 Tesoros de España.

Historia

La historia documentada del templo se remonta al siglo IX, cuando según la Historia del traslado de San Vicente de Aimoino, se atestigua la existencia de una iglesia mozárabe en Saraqusta dedicada a Santa María en el mismo lugar en el que actualmente se encuentra la basílica barroca. En torno a este templo se articulaba una de las comunidades de cristianos de la ciudad. Según la leyenda cristiana María se habría aparecido en Zaragoza «en carne mortal» sobre una columna —llamada popularmente «el Pilar»— en el año 40. A partir de esta creencia, la tradición religiosa habla de la presencia de una capilla mandada construir por la Virgen para alojar la columna que dejó en testimonio de su venida, y que fue ejecutada por Santiago y los siete primeros convertidos de la ciudad del Ebro. Tras la conquista de Zaragoza por el rey Alfonso I de Aragón en 1118, el templo se encontraba en estado ruinoso, y el obispo Pedro de Librana hubo de acondicionar la iglesia para su culto cristiano. Tiempo después, comenzó en ese mismo lugar la construcción una iglesia románica cuyas obras no finalizaron hasta el siglo XIII. De esta época data la antigua capilla antigua del Pilar, situada en el interior de una sala en un claustro anejo al templo principal dedicado a Santa María. La capilla del Pilar está documentada por Diego de Espés en 1240 y era un recinto de culto independiente. Una bula del papa Bonifacio VIII de 1297 confirma que ya se adoraba el pilar —o columna— vinculado a la advocación de Santa María, uniéndose ambos cultos en el de Santa María del Pilar. En 1293 la iglesia ya se encontraba muy deteriorada y poco más tarde se emprende la construcción de un nuevo edificio gótico-mudéjar, que se extendió hasta 1515, e incluía la realización del coro con su sillería labrada y el retablo del altar mayor, encargado a Damián Forment. Del estado de ese templo nos da una idea un croquis de la planta que se halla en el Archivo del Pilar, una vista de Antonio van den Wyngaerde de 1563 y la Vista de Zaragoza de Juan Bautista Martínez del Mazo de 1647, así como una descripción notarial del acta del edificio levantada el 2 de octubre de 1668. La Capilla antigua permaneció en pie hasta la reforma del templo del siglo XVIII.

La basílica barroca

En 1670 Juan José de Austria, por entonces Virrey de Aragón, promovió la construcción de un templo de estilo barroco de nueva fábrica, que es el que, fundamentalmente, existe en la actualidad. Fue diseñado a partir de varios proyectos, que encabezaron los maestros de obras zaragozanos Felipe Busiñac y Felipe Sánchez, y los continuó el prestigioso arquitecto real Francisco de Herrera el Mozo. Las obras dieron comienzo en 1681. Tras la ampliación del templo culminada en 1730 la Basílica alcanzó las actuales dimensiones: 130 m de largo por 67 de ancho. Finalmente, en 1765, culminó la reforma con las aportaciones de Ventura Rodríguez, quien en 1750 había proyectado una nueva capilla de la Virgen por iniciativa de Fernando VI que comenzó a ejecutarse en 1754 una vez demolida la antigua. Ventura Rodríguez también trató de reorganizar el templo. Entre sus planes estaba cambiar de lugar el retablo renacentista y el coro, creando una vasta nave central, que tendría por altar el gran altorrelieve de mármol que decora el muro del trasaltar de la Santa Capilla de Carlos Salas Viraseca. Finalmente no se llegó a hacer, pero sí que modificó el concepto decorativo del interior del templo, simplificando notablemente la decoración de los capiteles y los flameros de las columnas, dándole un aspecto más sobrio y acorde con el incipiente gusto neoclásico de la época a la catedral. También contribuyó a su aspecto bizantino actual el marqués de Peralada quien dio la idea de dotar al santuario de su característica silueta de cúpulas y torres, que fueron erigidas en su mayor parte entre 1796 y 1872, año en que se consideró terminado el templo. Sin embargo las torres exteriores que realzan el volumen exterior datan en su mayor parte del siglo XX, y no fueron concluidas hasta 1961.

Exterior de la Basílica

El volumen exterior de la Basílica del Pilar alcanza proporciones majestuosas. A lo largo de los siglos, y sobre todo desde la edificación barroca, el templo ha ido engrandeciendo su silueta con el alzado de cúpulas y de torres en sus ángulos. Posee en la actualidad once cúpulas techadas con tejas vidriadas de colores verdes, amarillos, azules y blancos. Una central, en la confluencia entre la nave y el tramo centrales de la iglesia —que consta de tres naves y siete tramos—; dos más pequeñas situadas a ambos lados, en los tramos segundo y sexto, sobre la Santa Capilla y el Coro Mayor; y cuatro menores rodeando en los ángulos a estas dos cúpulas medianas, sobre los tramos primero, tercero, quinto y séptimo de ambas naves laterales. Además, entre los contrafuertes se cierran capillas rematadas con linternas. Las torres, alzadas en su mayor parte en el siglo XX, alcanzan más de noventa metros de altura. En 1944 se convocó una limosna popular para reformar la fachada sur, vertiente a la plaza. El proyecto de Teodoro Ríos se ejecutó entre 1945 y 1950 y consistió en enmarcar con pórticos de frontones triangulares sobre columnas corintias las dos entradas principales de los extremos del templo. Asimismo, se añadieron pilastras adosadas que rompían la monotonía del muro para crear una serie de tramos, a la vez que se situaba, en el centro, coincidiendo con la cúpula mayor, otro pórtico formado por un nicho con una escultura de la Venida de la Virgen de Pablo Serrano (1969) en coincidencia con el piñón de la nave del crucero o tramo central, flanqueado por dobles columnas entre las que se situaron nichos con flameros. Sobre toda la fachada, dispuso un cornisamiento moldurado de gran resalte y rematando este ático, una rotunda balaustrada que incorpora estatuas de santos de la región debidos a Félix Burriel —San José de Calasanz— y a Antonio Torres Clavero —San Vicente, Santiago, Santa Isabel de Portugal, San Braulio, San Valero, Santa Engracia y San Vicente de Paúl. En el muro más cercano a la puerta del extremo oriental, la que queda más cercana a la Santa Capilla se insertó el tímpano románico, único resto que queda de la iglesia altomedieval.

Interior de la Basílica

La disposición interior de la basílica del Pilar se articula en tres naves —la central más ancha— y siete tramos, que descansan sobre gruesos pilares decorados con pilastras adosadas clasicistas. Sobre ellos hay unos sobrios entablamentos que soportan cúpulas sobre pechinas y bóvedas rebajadas. En los muros se abren capillas laterales cubiertas con cúpulas con linterna o bóvedas. Los intradoses de los arcos de medio punto, cuellos de bóvedas y cúpulas fueron decorados en 1871 por el escultor Manuel Miguel Gálvez con guirnaldas y putti. Siguiendo un recorrido según las agujas del reloj, desde la llamada Puerta Baja (la más cercana a la Virgen, en el extremo este de la fachada sur), se encuentra la Capilla de Santa Ana y la de San José. A continuación, en el centro de la nave lateral sur, se abre la Sacristía Mayor. Seguidamente la Capilla de San Antonio y la de San Braulio hasta llegar a la entrada de la puerta alta. En el tramo oeste, en el trascoro, se encuentran cuatro pequeñas capillitas, a ambos lados del coro, entre las que destacan las capillas del Ecce Homo (con un cuadro atribuido a Roland de Mois) y la de la Buena Esperanza. En el lado de los pies de la catedral se abren otras dos capillas: del Rosario y de San Agustín (llamada también Parroquia del Pilar, donde se celebran oficios religiosos cotidianos) y entre ellas se sitúa la Sala Capitular. En el lado norte y desde la puerta alta del norte, que da a la ribera del Ebro, hay otras tres capillas: San Pedro Arbués, San Lorenzo y San Joaquín y la Sacristía de la Virgen, dejando en el centro el espacio que ocupa el Museo Pilarista. Por último, en el lado este, frente a la Santa Capilla está el Coreto de la Virgen y a ambos lados dos capillas: al norte la de Santiago y al sur la de San Juan, ya en la puerta baja de entrada del lado de la plaza mencionada al comienzo de este recorrido, que es la que mayor afluencia de público recibe. El Museo Pilarista guarda un sinfín de objetos de orfebrería litúrgica, pero destaca sobre todo el llamado Joyero de la Virgen, en el que se presentan coronas, diademas, resplandores, etc. de piedras preciosas, y la colección de más de 350 mantos de la Virgen. En la Basílica del Pilar están enterrados la mayoría de los arzobispos zaragozanos de la Edad Moderna, así como también reposan los cuerpos de San Braulio y del duque de Zaragoza, el general Palafox, entre otros. Como curiosidad hay que hablar de las bombas que se lanzaron sobre la basílica en la Guerra Civil. En la madrugada del tres de agosto de 1936 un bombardero del ejército republicano español lanzó tres bombas sobre el templo pero ninguna de ellas explotó. Una de las bombas quedó clavada en la calle a pocos metros de la basílica, otra atravesó el techo del templo y la última cayó en el mismo marco dorado del mural de Goya en el Coreto. Este excepcional hecho hizo que popularmente se atribuyera a un milagro de la Virgen la no destrucción del templo. Hoy se exhiben y conservan dos de estos proyectiles en uno de los pilares cercanos a la Santa Capilla. También cabe destacar la presencia de las banderas de España e Hispanoamérica, por ser la Virgen del Pilar la patrona de la Hispanidad.

Pinturas al fresco

Están pintadas todas las cúpulas que rodean y coronan la Santa Capilla. Antonio González Velázquez pintó en 1753 la cúpula elíptica sobre la capilla de la Virgen y las restantes los hermanos Ramón y Francisco Bayeu y Francisco de Goya, que decoró la que lleva el nombre de Regina Martirum (Reina de los Mártires) y la bóveda del Coreto. También recibieron ornamentación pictórica la cúpula mayor, la que cubre el órgano y Coro Mayor, y la cúpula elíptica de la nave central de delante del Coro. Los bocetos de muchas de estas obras se guardan en el museo de la catedral.

La Santa Capilla del Pilar

La Capilla de Nuestra Señora del Pilar es una construcción independiente dentro del conjunto de naves de la Catedral. Constituye un espacio, amplio e íntimo a la vez, integrado en el templo pero con escala particular. Está realizado en estilo barroco clasicista, con cúpulas recortadas, rompimientos de gloria, entablamentos curvados, y numerosas esculturas y medallones de mármol. La capilla, construida a partir de un diseño de Ventura Rodríguez entre 1750 y 1765 como joyel que realzara la imagen de la Virgen, supuso una de las obras maestras de la arquitectura barroca española. En ella, con materiales de gran nobleza, se da una completa integración de la escultura y la arquitectura. Dirigió las obras José Ramírez de Arellano —artífice también de los grupos escultóricos del interior—, ya que Ventura Rodríguez solo estuvo en El Pilar en dos ocasiones y delegó la responsabilidad de la ejecución a partir de 1754 en Ramírez de Arellano. El espacio está concebido como un baldaquino dentro del templo y está situado bajo el segundo tramo de la nave central. La planta es curvilínea de cruz griega de remates redondeados en planta, cubierta por una cúpula central elíptica, sobre un entablamento que discurre sinuoso en una línea de cuatro lóbulos. La cubierta se perfora en transparentes que dejan pasar la luz y se adorna todo el conjunto con esculturas exentas en las cornisas y grupos escultóricos en relieve según un programa que incluye la necesidad de realzar la camarilla de la Virgen, situada fuera del eje a la derecha del espectador. Los juegos de curvas y volúmenes están en deuda con la obra de Bernini y Borromini, con la arquitectura bizantina, el rococó y el neoclasicismo.

La Virgen del Pilar

La talla de la Virgen en madera dorada mide treinta y ocho centímetros de altura y descansa sobre una columna de jaspe, resguardada esta por un forro de bronce y plata y cubierta por un manto hasta los pies de la imagen, a excepción de los días dos, doce y veinte de cada mes en que aparece la columna visible en toda su superficie. En la fachada posterior de la capilla se abre el humilladero, donde los fieles pueden venerar a la Santa Columna a través de un óculo abierto al jaspe. Se trata de una escultura de estilo gótico tardío franco-borgoñón de hacia 1435 atribuida a Juan de la Huerta, imaginero de Daroca. En cuanto a su iconografía, se observa a María coronada y con túnica y manto, que recoge con su mano derecha, contemplando a Jesús niño que agarra el manto de su madre con la mano derecha y un pájaro con la izquierda. El rostro de la Virgen posee ternura y el niño puede haber sido objeto de una restauración poco cuidadosa. Probablemente fue una imagen donada por Dalmacio de Mur con el mecenazgo de Blanca de Navarra, mujer de Juan II de Aragón, a raíz de la curación de una enfermedad que aquejó a la reina por entonces.

Retablo del altar mayor

El retablo del altar mayor fue realizado en alabastro policromado, con guardapolvo de madera, por Damián Forment entre 1515 y 1518 y está dedicado a la Asunción de la Virgen. El estilo de la arquitectura del retablo es gótico final, si bien las escenas figurativas muestran características plenamente renacentistas. En 1509 el cabildo metropolitano contrató a Damián Forment el banco o predela del retablo del altar mayor que ocuparía la cabecera de la colegiata de Santa María, con la exigencia de que fuera «tan bueno y mejor que el Asseu» (que el de La Seo). En 1511, casi acabado el banco, contrataría también el resto del retablo, con tres escenas monumentales en sus calles: la Asunción en el centro, el Natalicio de la Virgen a su derecha y la Presentación de María en el templo a su izquierda. Finalmente, en 1515, Forment delega los trabajos del resto de la decoración arquitectónica en maestros contratados para su taller. El retablo acabó de asentarse en 1518. En la predela están dispuestas siete escenas de izquierda a derecha: Encuentro de San Joaquín y Santa Ana en la puerta dorada, Anunciación, Visitación, Adoración de los pastores, Adoración de los reyes magos, Piedad y Resurrección, separadas por columnas con doseletes góticos que acogen estatuas de santos y apóstoles. Es la zona del retablo donde Forment se muestra más avanzado, pues en los marcos de las escenas y sus arquitecturas y ornamentos, aparece decoración propia del renacimiento, como putti, cartelas o balaustres. Lo completan sendas estatuas de Santiago el Mayor y Braulio de Zaragoza situadas en hornacinas a los flancos. Asimismo, en el sotabanco aparecen escudos heráldicos sostenidos por angelotes y medallones. Las escenas del banco aún conservan restos de la policromía original, aunque en las calles principales prácticamente ha desaparecido.

Coro

Frontero al altar mayor, en el tramo más occidental de la Basílica, se encuentra un coro renacentista de notable calidad tallado en madera de roble de Flandes que conforma un conjunto con sillería rematada por una alta cornisa y misericordia, órgano y reja. Fue labrado por Esteban de Obray, Juan de Moreto y Nicolás Lobato entre 1542 y 1548. Se trata de una sillería de tres hileras de sitiales superpuestos en forma de grada y dispuestos en planta ultrasemicircular. En la parte inferior de los asientos hay trabajos de taracea con inscrustaciones de boj amarillo. En un principio los sitiales fueron 138, pero en nuestros días quedan 124; algunos se reutilizaron ubicándolos en los laterales del presbiterio del altar mayor. El programa iconográfico de mediorrelieves de los respaldos es una de las obras importantes en este ámbito del renacimiento español. Los lugares presidenciales figuran escenas cuyo asunto es la venida de la Virgen y la construcción de la Santa Capilla por Santiago y los convertidos. El resto se destina a representar pasajes de la vida de María y de la pasión de Cristo. El órgano mayor de la catedral, cuya caja fue descrita por Juan Bautista Labaña en 1610 como de «extremada escultura», se conservó en su aspecto original hasta 1940. Fue realizado por Juan de Moreto y Esteban Ropic en 1529 en estilo plateresco. A mediados del siglo XX fue ampliado, para poder interpretar todo el repertorio clásico y romántico, aumentando su registro y ensanchando su caja, cuyas partes nuevas se decoraron imitando el estilo de la labra original. La verja, manierista, fue obra del buidador Juan Tomás Celma llevada a cabo entre 1573 y 1578. El basamento marmóreo se debe a Guillermo Salbán.

Coreto, sacristías y otras capillas

En todo el perímetro de la Basílica del pilar, en el espacio que queda entre los contrafuertes, están dispuestas varias capillas particulares además de otros espacio de uso del cabildo. A partir del Coreto de la Virgen, frontero a la Santa Capilla, se sigue un recorrido conforme al sentido de las agujas del reloj.

La Música en El Pilar

El primer órgano, hasta donde se sabe, fue construido en 1463 por Enrique de Colonia. En 1537 construye uno nuevo Martín de Córdoba con la intención de poder competir con el de La Seo. Guillermo de Lupe y su hijo Gaudioso reestructuran el órgano mayor entre 1595 y 1602, siguiendo a la reforma que Guillermo había hecho del de la Catedral del Salvador en 1577. En 1657 se sabe que hay varios órganos en la iglesia, quizá cinco de diversos tamaños y posibilidades. La actividad musical es, por tanto, rica y variada durante el Siglo de Oro, pero comenzará a decaer a finales del siglo XVIII. Desde la Edad Media un músico (ministril) acompañaba con el bajón las voces de la capella de músicos cantores. La existencia de polifonía instrumental se documenta desde mediado el siglo XVI en que aparece la polifonía instrumental, con músicos que interpretan al «tenor» y «contrabajón».


En el último cuarto de este siglo, formando ya una orquesta de ministriles, acuerdan trabajar para el Concejo Metropolitano de Zaragoza, la Diputación del Reino de Aragón y la iglesia de Santa María la Mayor, predecesora de la Basílica catedral. El archivo musical del Pilar está reunido con el de La Seo, y reúne una cantidad ingente de producción musical desde la Edad Moderna hasta nuestros días.


Ver además

Fuentes