Batalla de Kuruyuki

Batalla de Kuruyuki
Información sobre la plantilla
Batalla de kuruyuki.jpg
Fecha:28 de enero de 1892
Lugar:Departamento de Santa Cruz
Descripción:
En el Chaco boliviano tuvo lugar la batalla de Kuruyuki, entre indígenas chiriguanos y las fuerzas republicanas comandadas por el general Ramón Gonzales, durante la presidencia de Aniceto Arce.
País(es) involucrado(s)
Bolivia

Batalla de Kuruyuki. Es la última batalla que enfrentó a una parte de los chiriguanos del Chaco boliviano con los blancos. Marcó, para la gente de la época, el fin de esta etnia definida ante todo por su capacidad de resistencia y de lucha.

Reseña

Durante los siglos coloniales (XVI-XVIII) los chiriguanos (autodenominados guaraníes) se constituyeron como el principal obstáculo para la penetración española en la región del Chaco boliviano. Al momento de la llegada de los españoles, en el siglo XVI, ocupaban las cabeceras de los ríos Pilcomayo y Guapay. La frontera chiriguana con la región española de Charcas –perteneciente al Virreinato del Perú hasta 1776– fue conocida como cordillera chiriguana. La resistencia de este pueblo se caracterizó inicialmente por combates aislados llevados adelante por algunas capitanías o zonas. Esta situación se modificó a partir del siglo XVIII, cuando diversas capitanías conformaron coaliciones y las sublevaciones, ya de carácter general, aglutinaron a varias zonas contra el enemigo común: el karai (blanco).

A partir de 1778, los levantamientos en la Chiriguanía cobraron dimensión mesiánica al ser dirigidos por los llamados tumpas o “enviados divinos” de la tradición tupí-guaraní. El 6 de agosto de 1825 se declaró la independencia de Bolivia. Sin embargo, la ocupación de tierras indígenas por parte de los karai no cesó. A su vez, los misioneros franciscanos –que habían sido expulsados en 1813– regresaron y expandieron su zona de acción hacia el sur del río Pilcomayo.

En 1891 se agudizaron los conflictos en las localidades de Ivo y Cuevo. La violación y asesinato de una joven guaraní a manos del corregidor karai de Cuevo en enero de 1892 fue el detonante del levantamiento final. Durante todo el mes hubo ataques a puestos ganaderos y un intento de toma de la misión de Santa Rosa de Cuevo. Varias capitanías se unieron en la lucha bajo las órdenes del tumpa Apiaguaiqui; otras se mantuvieron neutrales, o incluso apoyaron a la represión del movimiento.

Tras el arribo del ejército boliviano a las localidades de Ivo y Cuevo, los chiriguanos sublevados se atrincheraron en la comunidad de Kuruyuki donde finalmente se enfrentaron a las tropas militares del general Ramón González, prefecto de Santa Cruz, el 28 de enero de 1892.

El combate terminó con la muerte de casi un millar de chiriguanos. El tumpa Apiaguaiqui fue apresado tiempo después y ejecutado en Sauces el 29 de marzo de 1892. Desde diciembre de 1891 hasta marzo de 1892, entre los diversos enfrentamientos –el asalto a la misión de Santa Rosa, la batalla de Kuruyuki y la persecución de fugitivos–, más de 6.000 chiriguanos perdieron la vida.

En la batalla de Kuruyuki, los guaraníes estuvieron liderados por "Apiguaiqui Tumpa".Este guerrero, había aparecido sólo tres años antes en 1889 llamando al pueblo a la guerra contra los Karai, dados los permanentes abusos de hacendados, curas y militares que no cesaban en sus intenciones de apoderarse de sus tierras. La resistencia, las sublevaciones y los leves enfrentamientos, tuvieron su definitivo punto de quiebre la noche del 1° de enero de 1892, cuando el corregidor de Cuevo, un Karaí completamente borracho violó y mató a una mujer guaraní. A lo largo de todo el mes, se produjeron incidentes de toda naturaleza. Se atacaron puestos ganaderos, algunas iglesias como la misión de Santa Rosa de Cuevo.

La reacción no se dejó esperar, los Karaí, acudieron con la maquinaria guerrera de esa poderosa trilogía de la colonia y la república: La Iglesia, el ejército y los hacendados. Para mal de los Kereimbas (guerreros), sus opositores habían convencido a parte de los propios guaraníes a luchar contra sus hermanos.

El 28 de enero de 1892, desde la madrugada, los guaraníes se atrincheraron en la quebrada de Kuruyuki a la espera de los soldados del cuartel de Santa Rosa, donde empezó la batalla. Fue un combate desigual, los guaraníes con lanzas y flechas perecieron ante los fusiles de los soldados republicanos, comandados por los coroneles Ramón Gonzales y Tomás Frías. La lucha se extendió hasta horas de la tarde. El resultado fue desastroso, miles de guaraníes murieron ese día y sólo cuatro soldados del otro lado. Los pocos guaraníes sobrevivientes ya vencidos se internaron a los montes y otras comunidades cercanas, donde también fueron ejecutados.

El doloroso final ocurrió un 29 de marzo en la población hoy conocida como Monteagudo (Chuquisaca), con la ejecución del Tumpa, traicionado por uno de sus más cercanos colaboradores.

Después de Kuruyuki, los guaraníes fueron declarados extintos como sociedad independiente, aunque, meses y años después se produjeron pequeñas sublevaciones, se considera al 28 de enero como el fin de las rebeliones guaraníes, aunque el concepto iyambaé, (sinónimo de "no esclavo"), no es olvidado por el pueblo guaraní.

Durante todo el conflicto en un lapso de unos 17 años perecieron aproximadamente 6.000 guaraníes.

Miles de guaraníes prefirieron morir antes que vivir esclavos en las haciendas de los blancos. Fue un alevoso ataque de verdadera limpieza étnica que buscó eliminar esa nación, porque las persecuciones que sobrevinieron luego, pretendían eso, su total desaparición.

Inicio de la batalla

El 6 de enero de 1892, se prendieron muchas fogatas en Kuruyuki, las mismas que eran un presagio de guerra para el pueblo guaraní, se reunió un ejército de 5000 querembas y el primer asalto se dirigió a las estancias de los cruceños (Roca, 2001:545). Al día siguiente, sobre el cuartel de Mandiyutí en Cuevo, cayó una lluvia de flechas, muriendo el comandante del cuartel, además de siete soldados y otros ocho quedaron heridos. Ñuumbité y las haciendas cercanas a Camiri, Lagunillas, Alto Parapetí, Carandaití, la cordillera central e Ivo, fueron incendiadas y en algunos casos fallecieron también los hacendados. El cuartel de Santa Rosa de Cuevo, fue atacado, pero los chiriguanos no pudieron tomarlo (Sanabria, 2008: 144).

Muchos hacendados abandonaron sus propiedades para refugiarse en el cuartel de Santa Rosa, o en misiones de Lagunillas, Gutiérrez, Charagua y Saipurú. Los karais pidieron que envíen refuerzos de Santa Cruz de la Sierra, en tanto que el ejército, comandado por Ignacio Velasco, inició represalias contra los chiriguanos, empezando desde Charagua, pasando por Tacuarandí, Huacareta, Choretí y terminando en Lagunillas con una milicia chiriguana desertora y contraria al Tumpa (Sanabria, 2008:151).

El coronel Tomás Frías tomó el mando del cuartel de Santa Rosa y desde Santa Cruz enviaron 150 soldados bien armados, a los que se unió un grupo de indígenas Tapuy del Isozog. El coronel Frías, mandó a incendiar todas las casas de Ivo y luego intentó incendiar Kuruyuki, pero se retiró porque perdió 3 soldados y otros 20 quedaron heridos (Sanabria, 2008: 158).

Desde Santa Cruz, el obispo José Belisario Santisteban, publicó una carta pastoral pidiendo "rezar en todas las iglesias de la ciudad, hacer rogativas y misas contra los paganos" lamentando "la triste noticia de la sublevación de los indígenas infieles en los pueblos fronterizos de la Provincia Cordillera" y expresaba su "honda consternación porque estaba en riesgo no solo el sacrificio de grandes intereses, propiedades y haciendas, sino el de la vida de sus hermanos habitantes de la provincia que militan en las filas del cristianismo" (Salvatierra, 2011). En tanto que desde Santa Cruz, el general Ramón Gonzales partió el 18 de enero de 1892 al mando de 150 hombres reclutados entre soldados y voluntarios de último momento (Roca, 2001:547).

El Tumpa quería una sola guerra a campo abierto, mientras que los otros jefes preferían asaltos discontinuos y sorpresivos, ya que este último era su estilo tradicional de guerra. Finalmente hicieron caso a la propuesta estratégica del Tumpa y acordaron el asalto al cuartel de Santa Rosa de Cuevo.

La madrugada del 21 de enero, mientras un sacerdote de nombre Angélico Martarelli celebraba misa en el cuartel de Cuevo, 1000 querembas a pie y 300 a caballo, atacaron Santa Rosa, pero encontraron una resistencia karai muy sólida, ya que estos tenían fusiles. En el asalto murieron unos 40 querembas y el mburubichá Baiririki. Otros jefes como Chavuco de Cuevo, fueron apresados, asesinados y su cabeza expuesta en la plaza de Cuevo. Esta estrategia de ataque sorpresivo contra los karais para despojarlos de todas sus armas y obligarlos a luchar cuerpo a cuerpo, no tuvo el efecto deseado, puesto que, una noche antes, el coronel Frías fue advertido del ataque chiriguano por el cacique traidor Mandeponay.

Los chiriguanos retrocedieron hasta Kuruyuki y ahí el Tumpa ordenó cavar trincheras reforzadas con estacas en punta, era la manera de prepararse ante el contragolpe karai. Mientras tanto, desde Santa Cruz de la Sierra llegaron 300 soldados para reforzar al ejército, en total los karai tenían 1690 soldados bien armados.

Matanza de Kuruyuki

A las 8 de la mañana del 28 de enero de 1892, inició la Matanza de Kuruyuki. Tanto hombres como mujeres chiriguanas lucharon y murieron sin miedo ante el fusil karai, más al contrario, lanzaban gritos, insultos y amenazas contra sus enemigos. Agazapados en las zanjas, escondidos en la maraña, los guerreros del Tumpa mostraban su valor y trataban de contener la arremetida karai, disparando flechas; mientras que los cuernos de guerra y las tamboras no dejaban de sonar. Los heridos se levantaban ayudados por sus macanas y disparaban flechas. Los cadáveres se apilaban en las trincheras y encima de ellos los querembas se defendían (Sanabria, 2008: 182-184).

Fue una matanza, un fusilamiento en masa, para la vergüenza del Ejército de Bolivia. Los soldados y milicianos del gobierno, disparaban a quemarropa, ya que sabían que del otro lado no les llegaría un solo disparo y aunque intentaron penetrar dos veces las trincheras chiriguanas, no tuvieron éxito en ninguna (Sanabria, 2008: 185-186; Combes, 2005: 29).

Pero los del ejército eran más fuertes en cuanto a armamento, por lo que la muerte a balas terminó a las cuatro de la tarde del mismo día, porque ya se había acabado la munición karai. El ejército tuvo 4 muertos y 35 heridos, mientras que del lado chiriguano hubo más de 1500 muertos y otros 1000 heridos. Luego de esto, todos los heridos y sobrevivientes fueron pasados a degüello y las trincheras para la defensa de Kuruyuki sirvieron de fosa común de los más de 2500 indígenas asesinados.

El coronel Frías -hombre de confianza del entonces presidente Aniceto Arce- ordenó incendiar Kuruyuki e inmediatamente después se inició la persecución de los sobrevivientes, condenándolos a morir degollados (Roca, 2001: 548). Mientras tanto, las mujeres y niños cautivos fueron distribuidos como esclavos entre los vencedores y hacendados de la región, guardando silencio por casi ochenta años.

Muerte de Apiaguaiqui Tumpa

Luego de la matanza de Kuruyuki, se dio inicio a la persecución y captura de los líderes del levantamiento y de todos los indígenas sospechosos de participar en el mismo. Se produjo el asesinato de 22 heridos encontrados en Aguarague junto 70 yuntas indígenas y otros 20 encontrados en camino, quienes fueron pasados a degüello. En Chimbé, se mataron más de doscientos indios, se apresaron más de 250 indios y se tomaron más de 100 familias cautivas. Pero no solo consistió en muerte y captura de chiriguanos, sino que se confiscaron sus bienes y se los dieron a los blancos que reclamaban resarcimiento, o a los soldados y voluntarios que fueron premiados de esta manera por su intervención en la matanza. El botín más apreciado por el ejército era el ganado, por lo que en las vaquerías chiriguanas no quedó una sola cabeza de ganado vacuno, lanar o cabrío, ni siquiera gallinas. Los chiriguanos que lograron escapar fueron cazados como alimañas en las serranías y quebradas vecinas a Santa Rosa (Roca, 2001:549-550).

Dos semanas después de la batalla, Guiracota II, quien había sobrevivido, pidió clemencia para el Tumpa Apiaguaiqui y para otros jefes mburubichás, a cambio de que ellos se entregaran voluntariamente; el coronel Frías y el coronel Melchor Chavarría aceptaron el pedido. Pero una vez que Guiracota II, Ayemotí y otros jefes guaraníes se entregaron, los fusilaron el 18 de febrero. Casi al mismo tiempo, cien guerreros y los jefes Nambí, Jaguarikú y Bocarapé se entregaron en el cuartel de Santa Rosa y corrieron la misma suerte de los anteriores, sólo que estos últimos fueron linchados y degollados delante de sus hijos y esposas en la plaza del pueblo. Unos pocos prisioneros fueron llevados en situación de esclavitud a los siringales del norte, pero nunca se supo qué fue de ellos (Gamarra, 1995: 252; Roca, 2001:296).

Hasta el 27 de febrero, El coronel Chavarría, en su búsqueda del Tumpa continuó fusilando o degollando a unos 2000 querembas prófugos e hizo prisioneros a más de 1200 indígenas. Cientos de chiriguanos -incluyendo mujeres y niños lactantes- fueron destinados a las diferentes misiones del Chaco, o repartidos como peones a los hacendados de la zona, cerca de 400 cautivos fueron llevados a Sucre bajo la vigilancia de Eneas Oroza y otros 200 fueron repartidos en lagunillas, de estos muchos fueron a Santa Cruz (Roca, 2001: 550). Pero en Los Sauces (actual Monteagudo), Chavarría fue ayudado por Guareray, quien conocía el lugar donde se escondía el Tumpa y lo delató (Sanabria, 2008: 197). La captura del gran líder chiriguano se dio el 13 de febrero de 1892 (Roca, 2001: 550).

El 21 de marzo se da la noticia del apresamiento del Tumpa Apiaguaiqui, mientras que el 29 de marzo de 1892 fue llevado a la plaza de Los Sauces -actual Monteagudo- ante la vista de toda la población; se lo condenó a morir por empalamiento y colgado. Primero fue torturado en la celda, luego, a las 5 de la tarde lo llevaron por las calles, recibiendo el insulto de los pobladores; caminaba apenas y luego lo ataron a un poste para azotarlo públicamente. Posteriormente lo obligaron a sentarse en una estaca para atravesarlo por el ano y una vez moribundo, fue colgado y murió por ahorcamiento, siendo su cuerpo exhibido hasta la noche del día siguiente (Sanabria, 2008: 214-218).

El exterminio y la opresión del pueblo chiriguano iniciados con la invasión española a su tierra y territorio, alcanzó su punto máximo con la matanza de 1891-1892, la subsiguiente esclavización de los chiriguanos en los establecimientos agrícolas y ganaderos de la sociedad nacional criollo-mestiza, como también su empleo como trabajador no pagado, mal pagado o sobreexplotado en las haciendas chaqueñas, plantaciones y zafra, se realizaron después de este último levantamiento de los indígenas del chaco boliviano, que perseguía principalmente la recuperación de su independencia (Riester, 1976: 38).

Celebración

El 28 de enero de cada año, en la comunidad de Kuruyuki (Santa Cruz de la Sierra), guaraníes de Bolivia, Argentina, Brasil y Paraguay se reúnen para recordar la lucha encabezada por Apiguaiqui Tumpa en contra de los hacendados latifundistas en 1892, para defender la libertad de sus pueblos y sus tierras, en la que fueron masacrados miles de guaraníes, entre hombres, mujeres y niños.

El 28 de enero de cada año, en la comunidad de Kuruyuki (Santa Cruz de la Sierra), guaraníes de Bolivia, Argentina, Brasil y Paraguay se reúnen para recordar la lucha encabezada por Apiguaiqui Tumpa en contra de los hacendados latifundistas en 1892, para defender la libertad de sus pueblos y sus tierras, en la que fueron masacrados miles de guaraníes, entre hombres, mujeres y niños.

Kuruyuki se ubica en el Chaco boliviano, parte del territorio de la gran nación guaraní, en las faldas de la serranía del Aguaragüe, en el largo valle que limita los departamentos de Santa Cruz y Chuquisaca.

En primer lugar el pueblo guaraní, en este caso la parcialidad ava guaraní, resistió el avance incaico, luego a los conquistadores europeos y con ellos los misioneros jesuitas y franciscanos, a pesar de que los guaraníes contribuyeron en la Guerra de la Independencia de Bolivia, como también en Paraguay y en el Norte y la Mesopotamia de Argentina.

La resistencia armada por la libertad y la defensa de la tierra y el territorio, que culmina en la masacre de 1892, fue llevada adelante por los pueblos guaraníes de Santa Cruz, Cochabamba y Tarija, encabezada por Apiaguaki Tumpa. Entonces, el gobierno boliviano envío el ejército a cazar a los sublevados y con ello a los más indefensos: niños, mujeres y ancianos, provocando la dispersión del pueblo guaraní, que todavía hoy sigue restaurándose del exterminio que resistió.

Fuentes