Cabra salvaje mallorquina

Cabra salvaje
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Clasificación Científica
Reino:Animalia

Cabra salvaje mallorquina. En las montañas de Mallorca vive la cabra salvaje mallorquina, conocida como “fina”, se ha adaptado a los ecosistemas insulares adquiriendo características propias, diferentes de cualquier otra cabra doméstica o salvaje.

Es por lo tanto un animal que hace falta gestionar y conservar por dos razones: por ser un ente biológico que forma parte exclusivamente de nuestro patrimonio y por su papel biológico en la naturaleza, al ser la especie clave de los ecosistemas de montaña.

Descripción

Las cabras salvajes de Mallorca son descendientes, aunque entrecruzadas mil veces, de las cabras domésticas que los primeros pobladores trajeron con ellos en su colonización y que antes se habían extendido por todo el Mediterráneo.

Muy pronto debió haber núcleos asilvestrados de aquellas cabras que muy probablemente en los primeros tiempos, convivieron y compitieron con el endémico y extinguido Myotragus, colaborando en su desaparición, al ser las cabras animales más fuertes y bien adaptados a la explotación humana.

En el archipiélago, la cabra cimarrona presente es un bóvido que la ciencia reconoce como “Capra hircus” y que a pesar de una serie de hibridaciones que empezaron muchos siglos atrás, todavía conserva rasgos morfológicos que la caracterizan y diferencian, por lo menos, las más mezcladas de las “auténticas”.

Los animales suelen medir alrededor de 1,25 m de largo y a menudo no sobrepasan los 40 kg de peso, excepción hecha de algunos machos cabríos que en su plenitud, sobrepasan los 50 kg. La coloración es roja amarronada, también grisácea, con una franja negra que va de medio cuello a la cola por encima de la espalda y que en algunos machos se cruza con otra franja que va de pata a pata por encima de la cruz. La cabra mallorquina suele ser siempre cornuda y en general los cuernos están bien desarrollados, entre los viejos machos cabríos hay cornamentas verdaderamente notables.

Hábitos

Las cabras cimarronas suelen moverse en rebaños pequeños en los cuales suele haber tanto hembras como machos jóvenes, mientras que los machos adultos, los machos cabríos y mucho más los viejos, son más solitarios y erráticos. Su dieta es enormemente variada incluyendo frutos como el lentisco, las bellotas, los frutos del palmito, otros vegetales como el carrizo tierno, las gramíneas silvestres, brotes tiernos de pino o de encina y hojas de todo un grupo incontable de plantas y arbustos, mata, brezo, romero, comiendo así mismo la corteza de muchos árboles. Los nacimientos de los cabritos se producen en primavera y en otoño, y normalmente los partos son de un solo cabrito.

Alimentación

Las cabras han gozado durante algún tiempo y en determinadas zonas geográficas de una fama de devastadoras de especies vegetales totalmente inmerecida ya que hasta que no se ha estudiado con cierto rigor las costumbres alimenticias de la especies no se ha llegado a comprender el verdadero significado de su comportamiento.

El comportamiento de las cabras en el pastoreo se interpreta como una relación entre la sensación de satisfacción producida por la ingestión de la comida y las sensaciones proporcionadas por cada componente de la ración una vez ingerido en el organismo. El proceso de pastoreo de una cabra a lo largo de un día se realiza en una secuencia de acciones que se repiten en cada nuevo pasto que entra:

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  • Prueba (bajo consumo)
  • Ingesta (consumo abundante)
  • Diversificación (bajo consumo)

Siempre que les resulta posible las cabras eligen diversos tipos de plantas para componer su dieta, y esto tiene el inconveniente de introducir en la dieta gran cantidad tóxicos tipo alcaloides, terpenos y taninos, pero el temperamento exploratorio de estos animales les permite equilibrar la dieta para contrarrestar los efectos perjudiciales de estos compuestos además de adecuar sus necesidades nutricionales a la disponibilidad de los forrajes. Por ejemplo regulan sus ciclos reproductivos a la disponibilidad de la dieta.

Fuente