Combate de Naranjo-Mojacasabe (1874)

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Combate de Naranjo-Mojacasabe
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Combate con una columna española por fuerzas al mando de Máximo Gómez.
Fecha:10 de febrero de 1874


Combate de Naranjo-Mojacasabe. El 10 de febrero de 1874, en este lugar de la provincia de Camagüey, fuerzas del Ejército Libertador, integradas por infantería oriental y caballería camagüeyana, bajo el mando superior del mayor general Máximo Gómez, combatieron contra una fuerte columna española.

Localización

El potrero conocido como Naranjo estaba situado en la provincia de Camagüey a unos 12 km al sur-sureste del pueblo Najasa. Mojacasabe es un rio y un caserío. Se encuentran en una zona dedicada a la ganadería, en la llanura del Centro de Camagüey-Las Tunas, a unos 70 m de altitud. Durante las guerras desarrolladas contra el dominio español, este territorio se convirtió en más de una ocasión en residencia temporal del gobierno de la República en Armas.

Contexto

El mayor general Máximo Gómez se negó a estar presente en el campamento de Bijagual, en octubre de 1873, cuando se llevó a cabo la deposición del presidente Carlos Manuel de Céspedes, por considerarlo una asonada militar. Al reestructurarse la división territorial del Ejército Libertador, a fines de 1873, quedó como jefe Departamento Occidental, que comprendía los territorios de Camagüey y Las Villas. Desde los primeros días de febrero de 1874 comenzó a organizar un contingente para invadir a Las Villas. Los días 10 y 11 de ese mes llevó a cabo el combate de Naranjo-Mojacasabe, y del 12 al 14 de marzo quedó completamente estructurado el contingente. Un día después comenzó a librar la famosa batalla de Las Guásimas, la cual se extendió hasta el 19.

Desarrollo

La fuerte columna española de las tres armas estaba compuesta por los batallones de infantería Rayo, León, Aragón, Cortés y Libertad, el Regimiento de Caballería Pizarro, cuatro piezas de artillería de montaña, una sección de contraguerrilla a pie, denominada Los Jíbaros, y varias secciones de contraguerrillas montadas. En total unos 2 000 hombres bajo el mando de los brigadieres españoles Báscones y Armiñán.

El enemigo había salido de Guáimaro el día 7 y marchaba en busca de la agrupación de fuerzas insurrectas que suponía, acertadamente, concentrándose para invadir Las Villas. Desde la tarde del día 9, Gómez supo, por medio de la exploración, que el adversario había llegado a San José, a pocas horas de marcha, y se proponía vivaquear allí.

Ante la disyuntiva de aceptar el reto o eludirlo, el jefe cubano apreció la situación y decidió esperar la llegada de los españoles y presentarles combate, obligándolos a hacerlo en el propio potrero de Naranjo, lo cual permitiría a las fuerzas cubanas, mucho menores en efectivos y armamento, aprovechar las condiciones del terreno con un correcto despliegue preparado de antemano.

Para ello situó las fuerzas principales de su infantería cerrando el camino del fondo del potrero, en tres líneas que debían replegarse una sobre otra en la medida en que el enemigo avanzara sobre ellas. A la derecha, de frente al camino, ubicó a la caballería. Protegió los flancos de su orden combativo con pequeños destacamentos: uno de infantería, bajo el mando del capitán Correa, por la izquierda, y un pelotón de caballería, por la derecha. El brigadier Julio Sanguily y las respectivas escoltas ocuparon el centro en calidad de reserva. El alférez abanderado, Carlos Martel, recibió la misión de hostilizar al adversario para atraerlo a la trampa.

Alrededor de las 09:00 horas desembocó en el lugar la caballería española, vanguardia de la columna, persiguiendo a Martel y su pequeño destacamento. La infantería enemiga, que avanzaba detrás en forma escalonada, superó el arroyo y comenzó a recibir el fuego de la primera línea de tiradores cubanos, protegida por un seto de maya, que en vez de replegarse, como estaba previsto inicialmente, resistió con su fuego incrementado por el avance de las líneas posteriores hacia la primera.

Los españoles se detuvieron momentáneamente y en lugar de pasar a la ofensiva en columna de batallones, como deseaba Gómez, desplegaron en líneas de cuadros de batallón, emplazaron la artillería y, apoyados por su fuego, comenzaron un lento avance que amenazaba con envolver a la infantería cubana si esta no abandonaba sus posiciones. Gómez fingió una carga con pocos jinetes contra el flanco derecho del batallón de vanguardia. Báscones introdujo en combate al Regimiento Pizarro.

Gómez emprendió una falsa retirada y fue perseguido por los jinetes españoles. Una vez más el general en Jefe del Ejército Libertador, realizó la maniobra de “vuelvan caras”, reforzado por Sanguily y las reservas, y destrozó la caballería de Pizarro, perseguida hasta su propio cuadro, donde buscó refugio. En esos momentos Gómez advirtió que la infantería oriental, bajo el mando de Antonio Maceo, se había sumado a la carga y atacaba impetuosamente al cuadro enemigo, dispersándolo y obligando a sus integrantes a repasar el arroyo y hacerse fuertes en las ruinas de una casa abandonada y en los palmares aledaños.

Gómez decidió suspender la acción. Dejó grupos de tiradores hostigando al enemigo y reorganizó su orden combativo en espera de nuevos acontecimientos. Era mediodía y llevaban tres horas de lucha ininterrumpida. Poco después se produjo un nuevo intento de avance de los españoles, en cuadro por el centro y en líneas por el flanco izquierdo de los cubanos, pero la infantería independentista resistió firmemente y la caballería hizo una finta de envolvimiento que obligó al enemigo a regresar a sus posiciones.

Las municiones escaseaban y los caballos estaban agotados. Debido a ello, Gómez decidió limitarse a hostilizar al adversario durante el resto del día. Muchos oficiales cubanos esperaban que al día siguiente su contrincante reanudara el combate, pero Gómez, previendo que Báscones aprovecharía la madrugada para retirarse, a las 04:00 horas estaba ya sobre su caballo, atento a los movimientos de los españoles.

Esto le permitió descubrir su salida por un callejón de maya, en dirección norte, hacia el sitio conocido como Mojacasabe. Ordenó a Maceo hostilizar la retirada y él, con la caballería, se adelantó y preparó otra trampa en el mencionado lugar. Los colonialistas llegaron a las 09:00 horas y, al ver la reducida tropa que acompañaba a Gómez, intentaron desquitarse atacando con brío. La entrada en combate del grueso de la caballería cubana los obligó a regresar a su columna de marcha con numerosas bajas.

Ya sin municiones, los insurrectos no pudieron impedirles la retirada en dirección a Puerto Príncipe, y retornaron a su campamento de El Naranjo. En esta acción el enemigo sufrió más de 300 bajas; las de los cubanos fueron 14 muertos y 87 heridos; de los primeros cuatro eran oficiales. En sus manos cayeron 30 fusiles, 3 000 cartuchos y 12 caballos. Fue esta la primera ocasión en que camagüeyanos y orientales combatieron unidos.

Fuentes

  • Arcadio Ríos. Hechos y personajes de la Historia de Cuba. Recopilación Bibliográfica. La Habana, 2015. 320 p.
  • Diccionario enciclopédico de Historia Militar de Cuba. Tomo II. Acciones combativas. Centro de Estudios Militares de las FAR, 2006.
  • Enrique Ubieta. Efemérides de la revolución cubana, 4 t., La Habana, 1920. Tomo I. Págs. 278-279.
  • Abelardo Padrón Valdés. Guillermón Moncada. Vida y hazañas de un general, La Habana, 1980. Págs. 39-40.
  • Colectivo de autores. Mayor general Máximo Gómez. Sus campañas militares, La Habana, 1986. Tomo I. Págs. 110-112.
  • José Luciano Franco. Antonio Maceo. Apuntes para una historia de su vida, 3 t., La Habana, 1973. Tomo I. Págs. 77-79.
  • Fernando Figueredo Socarrás. La revolución de Yara, La Habana, 1968. Págs. 183-187.