Desierto de Ceara y Maranhao

Desierto de Ceara y Maranhao de Brasil
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Desierto de Ceara y Maranhao. En el nordeste de Brasil está el único desierto del planeta cuyas arenas se transforman en lagunas de agua dulce que la lluvia forma junto al mar.

Caracteristicas funtamentales

Cuando llega el tiempo de las lluvias tropicales y el agua se descuelga impiadosamente sobre el gran desierto, las dunas altísimas quedan atrapadas, inmóviles. Es entonces cuando surgen millares de lagunas de agua dulce y se produce la gran metamorfosis. La vida retorna y, con ella, los peces, los crustáceos y las tortugas marinas; los nativos explican que los huevos quedaron enterrados en la arena de este raro desierto, que emerge en pleno litoral rodeado de bosques. La naturaleza formó allí el único delta en mar abierto de América y el mayor banco de corales latinoamericano. El agua, la gran dadora de vida, transforma el desierto en un oasis, hasta que llega el rigor de la sequía y las lagunas se evaporan lentamente. Sólo quedan las dos más grandes, tercas resistidoras de vientos y oleajes.

Cómo llegar

Para llegar a la Lagoa Bonita hay que cruzar el río en balsa y recorrer por un camino de arena un trayecto de dos horas en camioneta. Si la idea es llegar al estanque natural, hay que animarse a trepar a una duna de cuarenta metros de altura, sólo con la ayuda de una cuerda. Más fácil es llegar a la Lago Azul, donde la gente se reúne al atardecer para contemplar la puesta del sol. El momento en que el astro amarillo se hunde en el mar y un enorme aplauso celebra ese tránsito. La arena, ya liberada del agua, forma de nuevo las dunas inquietas que la gente llama "morrarias". El ciclo natural se cierra, pero las lagunas verdes y azules, que desde el aire parecen oasis, regresaran a Maranhao. Los "lencóis" abarcan 70 kilómetros de costa atlántica y se adentran 50 hacia el interior del continente. Desde el aire ese paisaje terrenal semeja una inmensa sábana blanca, que le da su nombre al Parque Nacional de los Lencóis Maranhenses. En este mundo mutable también los guarás cambien plumas blancas por rojas, debido a su ingesta de cangrejos, que torna el plumaje de las aves en rosado suave hasta alcanzar un rojo intenso. Hay dos opciones para adentrarse en este desierto; una de ellas es caminando, siempre con un guía porque es muy fácil desorientarse y la otra navegando por el Preguicas, el río que lo atraviesa. La navegación se inicia en Barreirinhas y en el trayecto se pasa por el faro de Mandacaru, de 35 metros de altura y por los pequeños "lencóis" que se levantan a orillas del río. También, por una sucesión de pueblitos, como Chaval, hundido entre piedras enormes, y por la Isla del Amor y su incierta leyenda del enamoramiento repentino. Ya en las fronteras del parque, se puede recorrer los manglares habitados por almejas, cangrejos y muchísimos pájaros. Este lugar es uno de los mejores de Brasil para el avistaje de aves, especialmente de los codiciados "Macarico" y "Trinta-réis". Cuando el desierto se inunda, sus habitantes se dedican a la pesca y en la seca se van a trabajar a las plantaciones cercanas. Muchos de ellos recalan en Caburé, un pequeño y pintoresco pueblo de pescadores que está en la desembocadura del río Preguicas. Maranhao es el quinto mayor estado de Brasil y un paraíso de la ecología y la naturaleza. Claro que también es la contagiosa alegría de sus fiestas populares. La principal es la de "bumba-meu-boi", en la que confluyen las culturas de tres razas: la negra, la europea y la indígena. Para algunos una celebración que roza lo sagrado y lo profano, al igual que las diez fiestas anuales que se realizan en las casas de culto africano. Lo imprevisto, lo que surge espontáneamente, cualquier día y en cualquier lugar, es la sensual danza del "tambor de crioula".

Fuentes