El Beso

El Beso
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El beso de Rodin.jpg
El Beso de Auguste Rodin
Datos Generales
Autor(es):Auguste Rodin
Año:1889
País:Bandera de Francia Francia
Datos de la Escultura
Estilo:Técnica de la talla o esculpido en mármol.
Localización:Museo Rodin, París


El Beso es una obra escultórica realizada en bulto redondo por el artista impresionista Auguste Rodin (18401917). Los cuerpos desnudos y entrelazados de los dos amantes se funden como si fueran uno y la pasión del beso nos hace partícipes a los espectadores de la intimidad del momento.

Descripción material y formal.

Conjunto escultórico realizado en mármol mediante la técnica de la talla o esculpido sobre el bloque de dicho material. La tipología es “bulto redondo”, si bien las dos figuras entrelazadas reposan sobre una parte del bloque de mármol que apenas ha sido desvastado. • Las formas representadas: se trata de un hombre y una mujer desnudos que se abrazan y besan apasionadamente.

Análisis estético-estilístico.

Los cuerpos han sido esculpidos de forma naturalista y existe una evidente idealización en el tratamiento de la anatomía. La superficie pulida y brillante del mármol permite que la luz resbale por las blancas formas y realce la belleza anatómica de los cuerpos entrelazados. La figura masculina, más robusta y poderosa, presenta una actitud serena, protectora (la mano sobre la pierna de la mujer); mientras que la mujer se curva y abraza con pasión. Hay un gran dinamismo en la composición que subraya lo apasionado de la escena, su vital dramatismo. Su grandiosidad miguelangelesca.

¿Qué significados contiene la obra?

Su famosa escultura El Beso, elaborada entre 1886 y 1890, corresponde al momento en que Rodin trabaja junto con Camille Claudell. Esta experiencia de una relación en la que el goce de la unión física se unía a una camaradería de tipo espiritual, posiblemente contribuyó a un cambio en su concepción del amor que es evidente en las obras del período. Del amor culpable manifiesto en los grupos de Las Puertas del Infierno donde las parejas se unen en la maldición del pecado compartido, se pasa a una representación visual del amor en la que una fuerza interna une en audaces enlaces y abrazos a seres que así manifiestan la expansión de su energía vital, de la felicidad compartida. Esta desmitificación y la representación del amor como parte del comportamiento de todo ser humano provocó una fuerte reacción en sus contemporáneos que juzgaron como crudamente realista e impúdica a El Beso (escena aceptada y gozada siempre que se diera un contexto mítico o literario). En este sentido, Rodin habría operado una especie de democratización de la sensualidad erótica. No obstante, la obra gozó de notable aceptación popular. Supone a un tiempo la apoteosis de la belleza y el movimiento, con la multiplicación de planos y la suave ondulación de la superficie.

El contexto histórico.

Auguste Rodin, el gran escultor del siglo XIX, fue un gran admirador de Miguel Ángel y como él, apasionado y dramático en su concepción plástica del hombre. Dotaba a su trabajo de gran fuerza psicológica expresada a través del modelado y la textura. En 1875, viajó a Italia, donde se sintió atraído por el tratamiento del movimiento y la acción muscular en las obras de los escultores del renacimiento Donatello y Miguel Ángel. Para Rodin, la belleza en el arte consistía en una representación fidedigna del estado interior, y para lograr este fin a menudo distorsionaba sutilmente la anatomía. Su escultura, en bronce y mármol, se divide en dos estilos. El estilo más característico revela una dureza deliberada en la forma y un laborioso modelado de la textura, el otro está marcado por una superficie pulida y la delicadeza de la forma.

Descripción material y formal.

El material utilizado es piedra (mármol) mediante la técnica de la talla o esculpido. Tipología: bulto redondo. El artista apenas traza las formas anatómicas sobre el bloque cúbico de mármol, que queda claramente definido en su contorno geométrico. Formas representadas: un hombre y una mujer desnudos abrazados mientras se besan. La apariencia de la obra es de una extrema sencillez y simplicidad, esquemática.

Análisis estético-estilístico.

Los cuerpos han sido esculpidos de forma plana, esquemática. Hombre y mujer aparecen fundidos sin que haya apenas elementos diferenciadores (el pecho rehundido del hombre frente a la ligera curva del pecho o vientre femenino). Las cabelleras de ambas figuras han sido labradas mediante líneas paralelas de gran simetría, así como los ojos. La superficie de la piedra apenas ha sido pulida, de modo que presenta un aspecto frío, liso. No existe intención alguna de mostrar los cuerpos de forma naturalista. Hay un evidente primitivismo en la representación, como si la escultura estuviera en sus albores. Se trataría de una vuelta a los orígenes, de un despojamiento de la forma de todo aquello que pueda ser superfluo. De ir a lo esencial, reduciendo las figuras humanas a su simple esquema. Se trata de representar el concepto “El beso” y sugerir que sea el espectador el que deduzca las emociones que ese hecho pudiera suscitar. El antinaturalismo conceptual es, por tanto, la clave de la representación. Esto es típico de las vanguardias del siglo XX, que rompieron con el lenguaje academicista que había dominado la escultura durante milenios y que tratarán de abrir nuevos caminos para expresar las viejas emociones. En la escultura hay dos texturas claramente diferenciadas: por un lado los amantes, pulidos y naturalistas, y por otro la roca sobre la que descansan, que no oculta el material en el que está esculpido.

El comentario.

Rodin ha sido uno de los escultores más importante a lo largo de la historia, su obra marca la frontera decisiva entre la escultura tradicional y las nuevas corrientes vanguardistas desarrolladas en los siglos XIX y XX. Su obra se caracteriza por el hecho de recurrir a temas figurativos tratados con gran innovación, el non finito y la importancia concedida a los volúmenes son elementos indispensables en toda su producción. En un principio la obra de El Beso se encontraba incluida dentro de las esculturas que formarían parte de Las Puertas del Paraíso. Representaba dos personajes de la Divina Comedia de Dante Alighieri, Francesca y Paolo; Francesca de Rímini –nombre con el que al principio se conocía esta obra- se enamoró perdidamente del hermano de su esposo, su cuñado Paolo, quién a su vez también estaba casado. Rodin representa el preciso momento en el que Francesca y Paolo se besan apasionadamente mientras leían la historia de Ginebra y Lanzarote que él sostiene en la mano; es justo en ese momento cuando los amantes son descubiertos por el esposo de ella quien los manda ejecutar y juntos, cumplen su pena en el infierno. El tema estaba relacionado con todo el programa iconográfico que cubría las famosísimas puertas no obstante, el éxito que tuvieron las primeras pruebas que hizo el artista tuvieron tanto éxito, que decidió realizar la escultura de manera independiente.

El gobierno francés encargó en 1888 a Rodin una versión en mármol de El Beso de gran tamaño y diez años después, en 1898, la obra fue expuesta en El Salón de París. Su exposición produjo tantísima expectación que la compañía Barbedienne le ofreció al artista la idea de producir pequeñas réplicas en bronce de la obra. En 1900 el coleccionista estadounidense Perry Warren encargó a Rodin una copia de la escultura, ésta no satisfacía del todo las expectativas de su dueño por lo que tuvo peor suerte y durante mucho tiempo fue relegada a los estables de Warren; durante la década de los cincuenta la Tate Modern de Londres adquirió la obra para su colección. Existe una tercera versión realizada por el artista y encargada por el coleccionista Carl Jacobsen que hoy se conserva en la institución danesa que el propio Jacobsen fundó. El beso tiene fuerza y dulzura por igual, la multiplicidad de sus puntos de vista hace que el espectador pueda rodear la obra y encontrar en ella multitud de detalles. Los cuerpos desnudos y entrelazados de los dos amantes, se funden como si solo fueran uno y la pasión del beso hace al espectador partícipe de ese íntimo momento. Son cuerpos naturalistas pero ligeramente idealizados; él está representado con un espíritu protector mientras que Francesca es la versión más apasionada de la pareja. El contraste entre los cuerpos de los amantes escrupulosamente tallados contrasta con el soporte que, apenas sin devastar, tiene un aspecto de non finito. Los juegos que las luces y sombras provocan en las distintas superficies ofrecen, si cabe, aún más plasticidad a la obra.

Fuentes