Expediciones en la península de Guanahacabibes durante la Guerra Necesaria (1895-1898)

Expediciones durante los años 1896 a 1897 PENÍNSULA DE GUANAHACABIBES.
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Expediciones de 1896 a 1897 en la Península de Guanahacabibes:A partir de la década del ochenta del siglo XX se inicia la recopilación de información relacionada con las expediciones que llegaron a territorio pinareño durante la Guerra de Independencia de 1895-1898.

Aclaraciones Preliminares

Durante los años 1896-1897 llegaron a las costas de la Península de Guanahacabibes 4 expediciones, organizadas por la emigración cubana desde territorio norteamericano, que cumplieron eficazmente con la misión de traer a los independentistas pinareños material de guerra para combatir al Ejército de Operaciones de Cuba.

El departamento de expediciones, la emigración revolucionaria y la dirigencia del Ejército Libertador a partir de la experiencia acumulada hasta los primeros meses de 1896 consideraron que la región más segura para cualquier desembarco en suelo pinareño era la Península de Guanahacabibes, por las siguientes razones.

  • Contiguo al litoral de Guanahacabibes se encontraba el corredor marítimo del Canal de Yucatán.
  • La existencia de varios lugares en la península por donde las embarcaciones que transportarían las expediciones se podían aproximar a la costa a corta distancia, lo que agilizaba y daba mayores garantías al desembarco.
  • Las condiciones naturales de la Península de Guanahacabibes la hacían difícilmente transitable en muchos sectores con rocas conocidas comúnmente como diente de perro y una vegetación tupida, donde se podían proteger con pocos hombres los recursos que llegaran.
  • El Ejército Libertador tenía un dominio absoluto de la península, donde no pudo penetrar el enemigo por tierra o mar. Esto daba plenas garantías de seguridad, porque el regimiento asignado para proteger la región, conocía palmo a palmo el territorio, los posibles puntos de desembarco y los senderos para trasladar a los pertrechos de guerra y los expedicionarios.
  • Para la Marina de Guerra española se hacía más difícil establecer un control efectivo de todo el litoral sur de Guanahacabibes, teniendo más distantes los lugares de aprovisionamiento de las embarcaciones.

Desde el año 1896 las fuerzas del ejército libertador en Guanahacabibes tenían la misión de convertir el lugar en una base estratégica de operaciones, con armerías, talleres, hospitales, áreas de producción y campamentos. Algunas pequeñas unidades ubicadas en lo profundo del territorio debían custodiar depósitos de municiones y chequear permanentemente las costas para evitar el desembarco del enemigo, pero sobre todo para proteger las expediciones.

La península constituía una región con características singulares, a partir de una zona de producción agrícola y otra que contemplaba la parte boscosa más extensa, que iba desde las áreas de cultivo del Istmo de Guanahacabibes hasta el Cabo de San Antonio, con una escasa población. La guerra de independencia fue el marco propicio para que un gran número de familias se establecieran en la profundidad de Guanahacabibes, para refugiarse del dominio español y de la persecución de voluntarios y guerrilleros, bajo estas circunstancias se produce un poblamiento temporal, que permitió descubrir cada accidente, detalle, lugares y vías de acceso por diferentes veredas.

Estos hombres y mujeres jugaron un destacado papel en el control de la península por el movimiento independentista y auxiliaron el traslado de las expediciones. En las 4 expediciones llegaron a tierras pinareñas por 3 puntos de la península, próximos a Cabo Corrientes y su ensenada 129 hombres, 2474 armas largas, 1850 000 cartuchos, 2 cañones con 660 proyectiles, más de 3000 libras de dinamita, más de 1000 machetes, varias cajas de medicamentos, 2625 piezas de repuestos para armamentos, máquinas eléctricas, fraguas y herramientas, ropa, calzado y alimentos.

La expedición de Francisco Leyte Vidal.

A finales de abril de 1896 Francisco Leyte Vidal y Julián Zárraga habían fracasado en el intento de la expedición de el “Bermuda”, la que debía desembarcar por Pinar del Río, pero finalmente se dirigió a la región oriental, y en esta operación mueren un grupo de compatriotas ahogados y se pierde parte del material de guerra, organizándose posteriormente otra que tenía como Jefe de Mar al General Joaquín Castillo Duany y como Jefe de Tierra a Francisco Leyte Vidal. Julián Zárraga, joven conspirador pinareño sería el segundo al mando de los 45 combatientes que formaban parte del cuerpo expedicionario.

La embarcación sería el Three Friends y la misión consistía en desembarcar por la Península de Guanahacabibes, superando todos los obstáculos, incluyendo los peligros del litoral, a pesar de la experiencia de los prácticos de mar que formaban parte de la tripulación. “ Desde el alba se raciona a todo el mundo de parque, pues se han visto velas de humo de cañonero en el camino, se piensa desembarcar hoy. A las 5.00am se pone proa a tierra ... (1) El lugar del desembarco fue la Playa Las Canas, y no la Ensenada de Juan Claro, como se ha señalado erróneamente en algunos textos. Desde el punto de vista geográfico los lugares en la Ensenada de Corrientes no están a grandes distancias unos de otros, María La Gorda es quizás el más conocido que ha provocado muchas impresiones al confundir esta playa con otros topónimos como Punta Urbina, el Limeño, Juan Claro y Las Canas.

Esto ha llevado reiteradamente a cometer errores en la ubicación de diferentes accidentes costeros desde el siglo XIX, fundamentalmente al identificarlos desde una embarcación. Por otra parte los habitantes de la región siempre fueron conocedores de la geografía, como quedó reflejado en El Diario de la Brigada Occidental, ya que muchos oficiales y soldados eran prácticos de esta región.

El 23 de junio de 1896, en horas de la madrugada el Three Friends llegaría a Playa Las Canas, realizándose el reconocimiento del territorio por Julián Zárraga, quien tomaría posiciones defensivas y el control del lugar. A las 6.00am se inicia el traslado de los recursos y los expedicionarios hacían la playa, y a las dos horas había concluido la operación y a las 10 de la mañana todo el material estaba protegido en el monte, organizándose el campamento y la defensa. La expedición condujo a Cuba 200 fusiles mauser, 35 tercerolas, 350 000 cartuchos, 10 cajas de dinamita, bombas, máquinas eléctricas y otros pertrechos. Ese mismo día comenzaron a llegar personas que tenían el propósito de contribuir con el cuidado y traslado de los recursos, armándose 34 de ellos con tercerolas y 50 cartuchos para fortalecer más la defensa. El día 24 de junio se presenta en el lugar el Capitán Ramón Lazo, con un escuadrón de la Brigada Occidental, constituyendo esta fuerza del Ejército Libertador la primera que se pone en función de proteger y trasladar el material de guerra.

Otros jefes como el Coronel Antonio Varona, salvando grandes distancias llegaron a Playa Las Canas, organizándose la marcha a partir del día 27 de junio al amanecer, estableciéndose campamento en María La Gorda por la noche, para continuar hacia el norte bordeando la ensenada, unas veces por la playa y otras por veredas próximas. Los días 29 y 30 avanzaron entre La Bajada y La Jaula rumbo al interior de la península, para llegar el 3 de julio a La Jarreta, donde esperaba el General Juan Lorente para asumir el mando de aquella compleja operación hasta la Sierra del Rosario, donde se encontraba el Mayor General Antonio Maceo.

La expedición de Francisco Leyte Vidal estuvo integrada por un heterogéneo grupo de personas. Este teniente coronel de la Guerra de los Diez Años, era un hombre de confianza de Antonio Maceo, quien le otorgó importantes responsabilidades durante su campaña militar en Pinar del Río, concluyendo la guerra con el grado de General del Ejército Libertador. Se destacan también un grupo de internacionalistas, fundamentalmente norteamericanos, varios pinareños y de otras provincias de Cuba.

La expedición de Juan Rius Rivera

Los pertrechos de guerra que llegaron con la expedición de Leyte Vidal, fueron acogidos con gran entusiasmo por los hombres de Maceo que combatieron en toda la provincia. Entre el 19 y 20 de julio el Lugarteniente General del Ejército Libertador recibió a los principales jefes y a un grupo de expedicionarios que arribaron por la Playa Las Canas. Varios días después, a principios de agosto de 1896 Maceo emitió una serie de disposiciones para garantizar el arribo de otra expedición, pero no fue hasta finales del mes que recibió una comunicación de la emigración donde se anunciaba su fecha de salida desde los Estados Unidos.

Sin perder tiempo inició un poderoso movimiento militar hacia el extremo más occidental, para proteger el importante cargamento. Al igual que la expedición anterior el barco utilizado fue el Three Friends, la segunda embarcación que más hombres y recursos trajo a Cuba. De nuevo el Jefe de Mar sería el General Castillo Duany apoyado por los prácticos Charles Silva y Juan Santos. Como Jefe de Tierra se designó al General Juan Rius Rivera de reconocido prestigio desde la Guerra de los Diez Años y combatiente internacionalista nacido en Puerto Rico.

El cuerpo de expedicionarios estaba integrado por 35 hombres y el alijo de recursos consistía en 1000 armas largas, 500 000 cartuchos, un cañón de 460 proyectiles, 2000 libras de dinamita, machetes y otros efectos.

El 31 de agosto, en el más absoluto silencio, partió la expedición desde el territorio de Estados Unidos, y el 8 de septiembre estaba en la Ensenada de Corrientes, en la Península de Guanahacabibes.

“Estuvimos extraviados en el mar dos días y esta madrugada a las 4:30 am vió el Three Friends la luz del Cabo de San Antonio. A las 5.00am se descuelga de a bordo el bote de los exploradores en cuya proa vamos César y yo rifle en mano.” “A las 7. ½am todo el parque está en tierra y nosotros echando entre el matorral las cajas de cápsulas” (2) De esta forma redactó Panchito Gómez Toro sus impresiones sobre el desembarco, precisando que el día 8 de septiembre de 1896 en dos horas y media todo estaba en la playa y se protegía hacia el interior. En diferentes texto se plantea que esta expedición había arribado por María La Gorda o la Ensenada de María La Gorda, pero la realidad es que se produce en Playa Las Canas. “... Un canal (Monte de Palma Cana) es el techo del campamento. Los rifles están en una pila tapada con pencas de cana. El cañón, algunas provisiones en cajas, hamacas tendidas de tronco a tronco.”(3)

En el diario de la Brigada Occidental se destaca: “... Los Capitanes Lazo y Fajardo avisan desembarco de expedición Rius Rivera en La Playa de Las Canas” (4) Las referencias recogidas en este diario las consideramos muy precisas a la hora de establecer juicios históricos sobre el desembarco de la expedición señalada, ya que los principales oficiales de esta brigada eran conocedores del terreno donde operaban, y una parte importante de ellos, incluyendo a los Hermanos Lazo, vivían y tenían sus propiedades en Guanahacabibes. En el extremo norte de Playa Las Canas existe un peñón (promontorio rocoso) que fue señalado por Panchito en su diario al igual que las descripciones hechas para organizar la marcha, ya que era preciso preparar el cruce de esta elevación de rocas, como había sucedido en la expedición anterior. “... Caminamos por la arena blanca para montar el farallón filoso” (5) De esta elevación se dirigen a María La Gorda y de este lugar en una penosa marcha hasta La Bajada. El camino recorrido era de difícil acceso, por veredas estrechas y diente de perro que destruía en pocos kilómetros los zapatos de los expedicionarios. Panchito plantea que para preservarlos de las cortaduras de las filosas rocas, tuvo que utilizar la técnica empleada por los mambises de la región, consistente en cubrirlos con piel de res cruda. El día 17 continúa la marcha de La Bajada hacia el interior del territorio, alejándose de la costa para acampar en el Vallecito y descansar el día 18, continuando en horas de la tarde hasta Puerta de La Guira, donde se encontraba el Mayor General Antonio Maceo, quien personalmente dirigió las operaciones de traslado de la expedición. Con Rius Rivera llegaron a Cuba una amplia relación de combatientes internacionalistas, fundamentalmente norteamericanos y rusos. También un destacado grupo de cubanos de reconocido prestigio en las filas del Ejército Libertador.

La expedición de Rafael Pérez Morales.

Sería organizada por el Departamento de Expediciones y tuvo como Jefe de Mar al General Emilio Núñez, quien dirigía el Departamento señalado. Rafael Pérez Morales comandaría el grupo al llegar a Cuba.

La mayoría de los 33 expedicionarios se habían alistado a mediados de diciembre de 1896 para desembarcar por las Villas, pero al ser sorprendidos por dos cañoneras españolas se produce un enfrentamiento naval, y al disparar el cañón que llevaban averiaron uno de estos buques, que posibilitó la retirada del Three Friends, aunque con serios daños al no tener condiciones para efectuar un disparo de aquella naturaleza improvisadamente en la cubierta.

Al trasladarse los recursos para el Dauntles los expedicionarios tienen más confianza de que la misión en aquella oportunidad constituiría un éxito. En la madrugada del 3 de enero de 1897 después de algunas horas de mal tiempo, la embarcación dobló el Cabo de San Antonio guiada por la luz del Faro Roncali. Se navegó durante toda la mañana para aproximarse a la costa y a toda máquina avanzó a lo largo del litoral, hasta la Ensenada de Corrientes, para desembarcar en su interior por Punta Urbina, entre María La Gorda y Uvero Quemado.

El desembarco se produjo a media tarde, aproximadamente en hora y media, lo que podía ser observado a gran distancia por el enemigo. Por ello fue un acto riesgoso, mucho más si consideramos que se habían introducido en la Ensenada de Corrientes, lugar del que difícilmente se podía salir si eran descubiertos por las embarcaciones españolas. Fue una de las mayores expediciones que llegaron por Guanahacabibes al traer 1200 rifles, 500 000 cartuchos, un cañón con 200 tiros, pertrechos para otro cañón de dinamita que llegó en la expedición anterior, varias cajas de explosivos, 2 cajas de medicina y 750 machetes con sus avíos; todo este arsenal estaba protegido por 33 hombres. Rafael Pérez Morales, organiza la defensa: una al sur del campamento y la otra hacia el norte. También se dispuso establecer vigilancia hacia el mar para avisar de cualquier embarcación que se presentara.

Los expedicionarios no lograron hacer contacto inmediato con el Ejército Libertador, ni con los habitantes de la península, a pesar del esfuerzo realizado por Gutiérrez Marín y otros oficiales, quienes caminaban largas jornadas buscando apoyo.

La incertidumbre del grupo de expedicionarios cada día era más creciente, ya que el campamento con el material de guerra estaba situado en un lugar con pésimas condiciones para la defensa. Finalmente Ignacio Medrano, con otros compañeros, después de varios días de caminata intensa, establecen comunicación con el Ejército Libertador. En el Diario de la Brigada Occidental se anotó lo siguiente: “Enero de 1897...” el día 9 llegan dos expedicionarios avisando haber desembarcado una expedición en el Cabo, en el lugar llamado Punta Urbina, hasta el día 14 nos ocupamos en prestar los auxilios necesarios para el salvamento de la expedición permaneciendo en el punto de desembarco” (6)

El día 10 de enero de 1897 llegó a Punta Urbina el Comandante Ramón Lazo para proteger la expedición y ordenar la marcha hasta La Jarreta. Esta expedición siguió el mismo recorrido que las anteriores, llegando a La Bajada, La Jaula, Bien Parado, Valle de San Juan, hasta el Vallecito, todos estos lugares eran áreas de producción y campamentos del Ejército Libertador.

Esta expedición contó con varios internacionalistas, entre ellos el Comandante Ignacio Medrano, Oficial de Artillería de Colombia y Michael Walsh, Artillero Norteamericano. También era reconocido en aquellos momentos la valentía de Rafael Gutiérrez Marín, Augusto Arnao, y José Dolores Amieva, oficiales experimentados y los méritos de Carlos Manuel de Céspedes (hijo) quien había dirigido con éxito una expedición a principios de la guerra.

La expedición de Rafael Pérez Morales.

El Departamento de Expediciones recibió con admiración la forma en que Gutiérrez Marín y varios compatriotas salieron de la Península de Guanahacabibes en una pequeña embarcación elaborada por los mismos soldados del Ejército Libertador y después de 9 días de navegación fueron recogidos por un vapor de bandera Noruega. Era portador de una serie de documentos del General Juan Lorente, Jefe de la Segunda División del Sexto Cuerpo del Ejército.

El Departamento de Expediciones confiaría entonces a Gutiérrez Marín el mando de una de las 3 expediciones que consecutivamente debían llegar a Cuba, empleando una nueva embarcación el Sommer N. Smith.

Actuaría como Jefe de Mar el General Emilio Núñez y como segundo de Gutiérrez Marín fue designado Laureano Prado. El grupo expedicionario estaría compuesto por 16 destacados luchadores, entre ellos los pinareños Miguel Blanco, Narciso Camejo y Baldomero Pimienta que habían sufrido prisión en España y África por dirigir los alzamientos independentistas de finales de 1895.

El alijo de materiales consistía básicamente en recursos imprescindibles en aquellos momentos, como alimento, ropa, calzado y medicamentos; 39 rifles, 500 000 tiros, 3 máquinas eléctricas, 5000 pies de alambre, 250 machetes, 5 cajas de medicina, 384 pares de zapatos, 1000 mudas de ropa, 1025 fluses, 996 latas de carne, 1512 latas de maíz, 800 muelles reales, 800 extractores, 200 tornillos para muelles reales y 200 martillos para fusiles calibre 43, una fragua y varias cajas de herramientas.

El 5 de septiembre de 1897 a las 8 de la mañana llegaron a Jaimanitas, en la Península de Guanahacabibes y en hora y media ya habían desembarcado. Esta expedición se produce fuera de la Ensenada de Corrientes en una pequeña y difícil playa casi escondida en el diente de perro. Por ese lugar esperaban los jefes independentistas de la región la llegada de Gutiérrez Marín, realizándose todo un movimiento por estrechos caminos desde los Yayales y Los Humos hasta la costa, para trasladar los recursos.

A partir del 7 de septiembre se inicia el traslado, caminando rumbo a Rompe Abarcas para internarse en el monte hasta los Yayales y Los Humos. De esta forma fueron salvados todos los recursos sin que el Ejército Español lograra detectar lo que estaba sucediendo.

Autor.

Referencias Bibliográficas

1.Dolores Betssy Ojeda: Francisco Leyte Vidal. Editorial Oriente. Santiago de Cuba 1988. Pág. 84 y 85. 2.Vladimir Zamora: Papeles de Panchito. Editorial Abril. Ciudad de La Habana 1986. Pág. 142 3.Idem. Pág. 142 4.Enrique Collazo: La Guerra en Cuba. Librería Cervantes. La Habana 1926. Pág. 426 5.Vladimir Zamora: Papeles de Panchito. Editorial Abril. Ciudad de La Habana 1986. Pág. 143 6.Enrique Collazo: La Guerra en Cuba. Librería Cervantes. La Habana 1926. Pág. 428

Fuente

-Academia de Historia de Cuba. Habana 1915 Juan Rius Rivera y La Independencia de Cuba

-Bessy Ojeda Dolores: Francisco Leyte Vidal. Editorial Oriente, Santiago de Cuba, 1988

-Carrillo Morales, Justo: “Expediciones Cubanas”. Recopiladas y publicadas por Gaspar Carbonell. La Habana. Imprenta y Papelería de Rambla y CIA. 1930

-Collazo, Enrique: “La guerra en Cuba”. La Habana 1926 Librería Cervantes

-Cruz Pérez, Rafael: La expedición cubana del Three Friends. Revista Bimestre Cubano (Soc. EcoAmigos del país). Volumen LXXII. Enero-Julio 1957

-Diario de Operaciones de la 2da Brigada 2da División del 6to Cuerpo del Ejército Libertador. Archivo Regional de Historia de Santiago de Cuba. Fondo Leyte Vidal.

-Franco, José Luciano: “Antonio Maceo. Apuntes para una historia de su vida”. Edición Ciencias Sociales. La Habana 1975.

-García del Pino, César: Expediciones de la Guerra de Independencia 1895-1898. Editorial de Ciencias Sociales, La Habana, 1996.

-Herrera Amador, Estrella y Dianelys García Acosta: Las expediciones mambisas llegadas por P. del Río y su incidencia en el desarrollo de la contienda liberadora de 1896 y 1898. (Tesis de Grado 1988) -Libro copiador de comunicaciones de la 2da Brigada 2da división del 6to Cuerpo del Ejército Libertador. -Miro Argenter, José: Crónicas de la Guerra. Ediciones Huracán. Instituto del Libro. La Habana, 1970 (3 tomos) -Zamora, Vladimir: Papeles de Panchito. Editorial Abril. Ciudad de la Habana 1986