Federico Izquierdo

Federico Izquierdo
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NombreFederico Manuel Alberico Izquierdo y Rodríguez
Nacimiento1904
Monción,Bandera de la República Dominicana República Dominicana
Fallecimiento2004
Santiago de los Caballeros,Bandera de la República Dominicana República Dominicana
NacionalidadDominicana
Ocupaciónpintor, maestro y gestor cultural

Federico Izquierdo. Figura emblemática de las artes y la cultura para el país y para Santiago de los Caballeros, su ciudad. Conocido como el Decano de la pintura criolla. Arquetipo como pintor, maestro, ciudadano y gestor cultural. Su pintura tiene una profunda raigambre cibaeña, como se aprecia en sus cuadros “Los rosarios”, “Las lavanderas”, “El gallero” y “El merengue”.

Síntesis biográfica

Federico Izquierdo se convirtió, a lo largo de sus cien años de existencia, en una figura emblemática de las artes y la cultura para el país, la región del Cibao y sobretodo para Santiago de los Caballeros, su ciudad. Nació en 1904 en el municipio de Monción, República Dominicana. Desde muy pequeño se trasladó a Santiago de los Caballeros.

En sus años de estudios, fue compañero de aula del doctor Joaquín Balaguer, de Sergio Hernández, y de Ercilia Pepín. Inició su formación superior asistiendo en 1927, al taller de Juan Bautista Gómez quien a su vez se había formado junto a Desangles, con Juan Francisco Corredor. De este modo, Izquierdo toma de buena fuente las aguas de un academicismo diáfano. Pero la pintura es su pasión. Confiesa Izquierdo “Soy pintor desde que nací”.

Trayectoria artística

Desde muy temprano obtuvo importantes reconocimientos en el mundo de las artes, catapultando su carrera en la plástica nacional. En 1942 participó en la primera bienal nacional, que organizó Rafael Díaz Niese. Su gran contribución al arte nacional fue la de haberse constituido en uno de los miembros principales y soportes de la Escuela de Santiago de pintura.

Junto a su maestro Juan Bautista Gómez y Jacinto Domínguez, Mario Grullón y Yoryi Morel, Federico Izquierdo consagró varias décadas al ejercicio del magisterio en la Escuela de Bellas Artes, formando a varias generaciones de artistas plásticos criollos a lo largo de la segunda mitad del siglo pasado.

Su trabajo en la pintura guarda un valor único en la historia del arte dominicano. Sus obras están recogidas, en su mayoría, en la pinacoteca nacional y en prestigiosas colecciones privadas. Además de insigne educador y pintor connotado, se distinguió por su labor comunitaria por la ciudad de Santiago. Participó en muchos programas de promoción cultural como fueron las diferentes comisiones organizativas del carnaval y en la planificación el ornato de la ciudad de Santiago de los Caballeros.

Son obras de su ingenio arquitectónico el escudo, columnas y distribución de algunos espacios físicos del antiguo Palacio de Justicia de Santiago de los Caballeros; también el Parque Ercilia Pepín, el diseño de primera calle de doble vía (la actual 27 de Febrero) y la modificación de cierto aliento gótico al diseño de original de la Iglesia La Altagracia. Su labor arquitectural la realizó junto al Ing. Rafael Aguayo.

El profesor Izquierdo debía compartir entonces con otros discípulos de Bautista Gómez como fueron Yoryi Morel y Sebastián Emilio Valverde (Chan). Posteriormente comenzaría el joven Federico Manuel Alberico Izquierdo y Rodríguez (como es su nombre completo) a despuntar en nuestra cuidad, cuando en el mismo 1927 obtiene Medalla de Oro en la Exposición de Países del Caribe, por su obra “Paisaje de Jacagua”. Otros reconocimientos serían obtenidos luego en los certámenes organizados por el Ateneo Amantes de la Luz (1934).

El detenimiento y la reflexión provocaron que Izquierdo madurara una obra de importancia imprescindible para el estudio de la Pintura Dominicana, quizás tenga esto que ver con el no haber realizado muestras personales, no obstante su constante participación en nueve Bienales Nacionales.

Paralelamente a su labor como pintor está la de docente, quien desde 1927 hasta 1964 desarrolló sin interrupciones una altruista labor, abarcando las áreas de historia universal, filosofía y artes plásticas, siendo uno de los fundadores junto a Yoryi y otros compañeros de la Escuela de Bellas Artes de Santiago.

Sólo motivos de salud física les hicieron abandonar las aulas, más no así la pasión por la enseñanza. La bruma de un férreo horario de clases y las obligaciones accesorias, de la docencia de entonces, quizás restaron tiempo al artista y quizás también le halla robado más obras al aporte de don Federico.

El dibujo en Izquierdo es testimonio de un apasionado e inquietante sentimiento de afectividad. Sus retratos no son sino la transmutación de los sentimientos, raptados desde abismos íntimos del retratado. Su pintura le define como pintor tipicista, pero en sus lienzos lo anecdótico es el pretexto para armar las claves sueltas de su canto a la memoria. Más que tradiciones están los enigmas que le llevaron a ser tales. En sus obras que guardan un carácter de religiosidad popular se destaca “Rosario” óleo en el cual aparecen unos campesinos cargando la imagen de la Virgen de la Altagracia, en estos caso no sólo está el registro de una manifestación vernácula, se acuña en estas obras la fe, expuesta de modo vívido, capaz de provocarnos un acercamiento guiado por una composición inteligentemente sobria.

Asisten a sus lienzos las imágenes de una referencia eterna: lo campesino (tanto el paisaje como sus gentes), el tema religioso y el sincretismo de voces, cromos y estampas que se recogen en nuestro carnaval. Sus lechones pasean frente a la Catedral con la flexibilidad de un trazo apostado a la cadencia, plagado del ritmo de su realidad. Y es que él mismo se confesaba diciendo: “Soy folclorista porque el folclor es el alma del pueblo y yo soy del pueblo”. Por eso la sinceridad ha mutado al color y en medio de rejuegos de luces está la nítida exposición del ánimo, de sentimientos pronunciados en una trazos firmes que besan la conceptualización del ícono. Tenemos así obras como “El Merengue” en el que la alegría armoniza con la composición, notándose un alto grado de completud visual.

Su iconografía, tanto pictórica como dibujística, más que un documento es su testimonio. Su obra ha burlado al costumbrismo llano, a lo anecdótico simple, para que lo auténticamente dominicano se vista de eternidad gracias a las obras del Profesor Izquierdo.

Fue condecorado por el Estado Dominicano con la Orden de Duarte Sánchez y Mella. Danilo De los Santos catalogó a Federico Izquierdo como “el último romántico de la ciudad de Santiago. Arquetipo como pintor, maestro, ciudadano y gestor cultura.

Muerte

Murió en el año 2004. Sin duda alguna estamos ante unos de los grandes maestros de la plástica dominicana.

Fuentes