Fuerte San Hilario

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Fuerte de San Hilario
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Obra Arquitectónica  |  (Militar)
Ruinas-Hilario.jpg
Fortaleza construida en 1831
Descripción
Tipo:Militar
Localización:Entrada de la bahía de Nuevitas, Bandera de Cuba Cuba
Uso inicial:Fortaleza Militar
Datos de su construcción


Fuerte de San Hilario. Obra arquitectónica construida en 1831 como fortaleza militar para custodiar la entrada a la Bahía de Nuevitas y contener los embates del corso y la piratería. Único ejemplo de la arquitectura militar de la época, ubicado en el extremo oriental de Cayo Sabinal, en la zona del canal de entrada a la bahía de Nuevitas.

Función

Este fuerte sirvió como punto de avanzada en la defensa de la villa y fue testigo del único levantamiento Carlista de la Isla de Cuba en 1875, cuando la guarnición apostada en el fuerte se alzó para respaldar el movimiento liderado por Carlos María de Borbón en España durante la segunda guerra carlista ( 1872-1876) por los derechos al trono.

Historia

Su historia está llena de leyendas de corsarios y piratas que habitaban la zona durante sus aventuras de saqueos y contrabando, es por eso que en 1831 se edifica en la costa oriental de Sabinal el Fuerte de San Hilario, que sirvió como torreón y cuartel de la tropa y artillería española encargada de proteger la cayería Sabana-Camagüey.

Más tarde fungió como Prisión de la Clase Militar y en 1875, San Hilario fue escenario de la única sublevación carlista de Cuba. Emplazado en la mayor altura de Sabinal, el Fortín, aún se halla en pie, siendo otra de sus atracciones turísticas. El 27 de enero de 1823, la goleta “Zaragozana”, llegó al puerto de Nuevitas procedente de La Habana, portando como carga combustible y pasajeros. Se dice que andaba por la cayería norte Jean Lafite, más conocido como el “pirata del golfo”, popular por sus fechorías en el área geográfica.

La Zaragozana estaba al mando del capitán don Cayetano Aragonés, la acompañaba una numerosa tripulación y portaba tres cañones, fusilería y armas blancas; pero ocurrió que el dos de febrero del propio año se sublevó la marinería y haciéndose de la nave aprovecharon la oscuridad de la noche para invadir y saquear la goleta estadounidense nombrada “Lively”, también surta en el puerto local, en tanto La Zaragozana se fue a la entraba de la bahía. Al amanecer del día siguiente, alrededor de dos decenas de hombres armados redujeron a la muy poca numerosa guardia del fuerte “San Hilario”, ubicado en un pequeño promontorio en sitio estratégico a la entraba de la bahía.

La embarcación zarpó mar afuera, mientras el día siete Juan de Lucio Villegas, por entonces alcalde de Nuevitas, le comunicó al teniente gobernador de Puerto Príncipe los rumores que circulaban en reuniones de piratas de que sus guardias estaban en los pesqueros, y con la complicidad de criollos, españoles y extranjeros contaban con la debida licencia para la pesca. Las noches del ocho y nueve de febrero los forajidos penetraron a la bahía en botes y de un zarpazo se apoderaron de las goletas “Lively” y “Lady Delight”, ambas estadounidenses, sin resistencia por las fuerzas del fuerte “San Hilario”, lo que les permitió salir de Nuevitas en horas de la madrugada sin grandes dificultades.

Juan de Lucio Villegas ese propio día dio cuenta a Puerto Príncipe que el fuerte estaba prácticamente en manos de los piratas porque su guarnición se mantenía inerte ante los sonados atentados, todo parecía que no existía allí la fuerza suficiente para impedirlos y quejoso refería que el destacamento de refuerzo llegado al lugar la víspera sólo contaba con siete hombres.

Era evidente que por entonces se acrecentaba la piratería, entre otras razones, por la poca efectividad de las huestes y autoridades coloniales, condicionando una marcada fricción entre España y Estados Unidos y Gran Bretaña de otra parte. En una insólita práctica para proteger los buques mercantes de bandera norteamericana, el gobierno del país del norte instaló un escuadrón en las aguas cercanas a la Isla, práctica con la cual llegó a Nuevitas una flotilla de buques de guerra estadounidenses en junio de 1823.

Se preparaba callada la Doctrina Monroe, declaración que recogería los principios de la política exterior de Estados Unidos con respecto a los derechos y actividades de las potencias europeas en el continente americano, expuesta por ese presidente en su comparecencia anual ante el Congreso de Estados Unidos el dos de diciembre de 1823, y que llegó a ser la base de la política aplicada por el imperialismo a Latinoamérica ¿América para los americanos o para los norteamericanos?

Detalles de la construcción

Florecía la industria en la incipiente villa de San Fernando de Nuevitas, autorizada como ciudad en 1828 y para protegerla de los saqueos y ataques del exterior se dispuso la construcción de un fuerte a la entrada de la bahía, empeño que se materializó en 1831. El fuerte San Hilario contaba con una batería baja de costa con trincheras o parapetos de tierra, revestidos de mampostería, formada básicamente por cal de cobos hasta la altura de la rodilla y el resto con troncos unidos de madera dura.

La cal de cobos se obtenía a partir de hornear con leña en un foso a altas temperaturas el cobo o recubierta dura del caracol conocido como stron bujiga de modo que este perdiera toda su humedad, al que posteriormente se le hidrataba, provocando un reacción que producía la útil cal que servía de aglutinante en la construcción. El parapeto tenía forma de línea poligonal y su extensión no era mayor a las 35 con un espesor de 1 ½ varas respectivamente y contaba con una pequeña torre circular a menos de 47 varas de distancia con una altitud de 8 ½ y un diámetro de alrededor de 8 varas.

El torreón estaba coronado por una batería descubierta en su plataforma superior y rodeado por una doble estacada aspillera de troncos unidos que servía a la vez de camino cubierto entre ambas obras y de alojamiento a la guarnición. Contaba también con un depósito de agua dulce, que era recogida por originalísimos canales que rodeaban el repello exterior de la edificación circular.

Esta importante construcción constituía la única obra de defensa existente en la costa norte de la jurisdicción de la villa de Santa María del Puerto del Príncipe y cumplía la misión de proteger la entraba de la hermosa y muy visitada bahía de Nuevitas.

Aun quedan los muros del la torre y otras facilidades como mudos testigos de una época caracterizada por la dominación colonial española y por el asedio de embusteros que merodeaban la bahía con el fin de saquear sus riquezas de entonces.

Tanto el forastero como marinero, en días claros divisa enseguida desde lejos las blanquísimas paredes circulares que le dan la bienvenida a la entrada por mar a esta bella ciudad de lomas y ribereña del nordeste de la actual provincia de Camagüey,

Fuentes