Grupo de Librepensadores Víctor Hugo

Grupo de Librepensadores Víctor Hugo
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Institución con sede en Bandera de Cuba Cuba
Fundación:1877
Director/a :Emilio Bacardí Moreau
País:Bandera de Cuba Cuba
Sede:Santiago de Cuba

Grupo de Librepensadores Víctor Hugo. Fue una sociedad santiaguera que alcanza una acción relevante dentro del ámbito local por su ideología progresista, democrática y anticlerical; así como su oposición al régimen colonial.

Historia

Quizás la asociación de pensamiento más avanzado de su tiempo en Santiago de Cuba haya sido el Grupo de Librepensadores “Víctor Hugo”. El proverbial humanismo del literato francés, su pensamiento democrático, su confianza en el hombre y en el poder de la ciencia calaron tan hondo en aquellos patriotas que en 1887, dos años después de su muerte, se cobijaron bajo la sombra de sus ideas.

En sesión celebrada el 13 de enero de 1892, abjuraron de las religiones y especialmente de la católica . Allí declararon que “solo admitían como verdad lo aceptado por la razón, sin imposición de dogmas, y lo enseñado por la ciencia sin alterar el orden natural de las cosas”. Rechazaron igualmente la intervención de la Iglesia católica en los actos de la vida civil, los cuales deseaban practicar sin las ataduras impuestas por los ritos y ceremonias de la milenaria institución. Por último, solicitaron no ser sepultados en cementerios católicos. De ese modo se oponían sin tapujos al absolutismo ejercido por el que consideraban el mayor obstáculo del avance en la sociedad ochocentista, opuesto a toda autonomía de pensamiento, a todo cambio de mentalidad.

Actuación del Grupo en la sociedad santiaguera

La actuación del Grupo de Librepensadores “Víctor Hugo” dentro de la sociedad santiaguera finisecular fue muy significativa, en tanto se convirtió en catalizador de renovación, de progreso, en una ciudad estancada en lo económico, lo político y lo social. Estaba formado por una treintena de jóvenes entre los que destacan Emilio Bacardí Moreau, Temístocles Ravelo, Antonio Bravo Correoso, Federico Capdevila Miñano y Felipe Hartmann. Se pronunciaron en contra de la Iglesia católica a la que consideraban puntal ideológico del régimen colonial.

Este Grupo encauzaba sus inquietudes a través de su propio periódico, El espíritu del siglo XIX. El discurso crítico exteriorizado en sus páginas era perfectamente afín con los objetivos democráticos que perseguían. Emilio Bacardí señala que en 1889 se publicó el artículo “El manto de la virgen” y así se iniciaba una gran campaña contra la intención de comprar un manto de seiscientos pesos para la efigie de la Virgen de los Dolores, ubicada en el templo homónimo, en momentos cuando –según su opinión– ese dinero podía servir para trabajos más urgentes como el arreglo de calles y plazas (Bacardí, 1925: VII, 243). Ello naturalmente desencadenó enconadas controversias entre el Grupo y los religiosos de la ciudad.

Las discrepancias también se manifestaron cuando el Ayuntamiento subvencionó con 25 pesos mensuales una biblioteca pública creada por la asociación con el objetivo de que “todos los habitantes, sin distinción de clases ni de religión ensancharan la esfera de sus conocimientos” . Sin embargo, tan filantrópico proyecto encontró la oposición del vicario gobernador del arzobispado, Mariano de Juan Gutiérrez quien calificó al grupo de “nocivo”.

Ante tal acusación respondieron a través de su prensa:

“Si desde el momento en que en el término municipal se manifiestan –por la tolerancia de cultos que la constitución prescribe– además de la católica, los protestantes, y fundan una institución de reconocida utilidad para todos los demás conciudadanos como son: escuelas, hospitales, bibliotecas, cementerios (…) deber es: si es que hay en los señores concejales verdadero amor a la difusión de instrucción (…) a lo que es progreso y adelantamiento en nuestro siglo XIX, que no solo no pongan obstáculos, sino muy al contrario faciliten y auxilien los medios que estén a su alcance (…) para el desarrollo de esas instituciones benéficas con los fondos que satisface la colectividad”

También se propusieron los librepensadores crear escuelas laicas costeadas por los propios afiliados y era imprescindible para ellos que allí se admitiera la discusión libre y el análisis científico para que “a pesar de ser el catolicismo monte de granito contra el cual se estrellaban los esfuerzos humanos, fuera desmoronándose ante la piqueta de la ciencia” . Se ocuparon de construir un cementerio civil anexo a existente para enterramiento de “personas congregadas en las sectas disidentes” o “heterodoxos”. En 1888 colocaron una verja en el frente del terreno y en 1890 comenzaron las obras de construcción de la portada.

Aunque estos grupos cívicos protagonizaron una loable labor en aras de revitalizar los valores espirituales de la sociedad, no pudieron detener la decadencia de Santiago de Cuba en los últimos decenios del siglo. Su acción se debilitaba ante los mecanismos obstaculizantes del progreso social impuestos por el obsoleto régimen colonial español que rehusaba los reclamos de los cubanos. De modo que finalizando el XIX, Santiago experimentaba un declive socio-urbano evidente.

Fuente

  • Fleitas Monnar, María Teresa. Vida cotidiana en Santiago de Cuba entre dos siglos (XIX y XX). Universidad de Oriente, Santiago de Cuba.
  • bohemia.cu
  • Forment Rovira, Carlos: Crónicas de Santiago de Cuba. Tomo II (1912-1920). Ediciones Alqueza. Santiago de Cuba, 2006.