Juan Fernández de Heredia

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NombreJuan Fernández de Heredia

Juan Fernández de Heredia Munébrega, Z., h. 1310 - Aviñón, 1396). Religioso del Hospital

Datos biográficos

(Munébrega, Z., h. 1310 - Aviñón, 1396). Religioso del Hospital, consejero, político, militar, gran maestre, bibliófilo y erudito. Nació en Munébrega, Comunidad de Calatayud, entre 1310 y 1315, de noble familia. Su padre, García Fernández de Heredia, caballero importante durante el reinado de Jaime II, estaba encargado en 1301 de la defensa de Ródenas, en 1316 formaba parte del séquito de la infanta Leonor, y dejó tres hijos: Blasco, Juan y Gonzalo.

Poco se sabe de la juventud y educación de Juan Fernández de Heredia. Serrano Sanz supone que debió de recibir formación privada como era común en la época. Sus biógrafos desde Funes, han llenado este vacío con una historia curiosa. El hermano mayor, Blasco no tenía hijos. Juan, en su primer matrimonio, había tenido dos hijas, Toda y Donosa. Para asegurar descendencia masculina, Blasco le indujo a casarse por segunda vez. Del nuevo matrimonio nacieron Juan y Teresa. Pero más tarde Blasco tuvo sucesión. Así que Juan, libre de las obligaciones familiares, pudo dedicarse a realizar sus ambiciones personales. José Vives demostró que los dos matrimonios de Juan Fernández de Heredia no pasan de ser una leyenda piadosa, ya que los cuatro hijos mencionados aparecen en un documento de legitimación como hermanos ilegítimos nacidos «ex religioso Patre et solutis tamen mulieribus». De todas formas, el interés de Heredia no estaba tanto en asegurar descendencia masculina como en seguir sus ambiciones políticas y literarias de mayor trascendencia.

Los documentos conocidos lo presentan muy pronto relacionado con los caballeros hospitalarios de la Orden de San Juan de Jerusalén, ocupada en la defensa del Asia Menor y la recuperación de los Santos Lugares. En 1328 era caballero de esta orden, en 1333 lugarteniente del comendador de Alfambra, y más tarde comendador de este lugar, Villel, Aliaga y Zaragoza (1344). Su ascendencia en el Hospital fue rápida y segura. Su influencia en la corte aragonesa, poderosa. En 1338, Pedro IV lo nombró consejero suyo. Pero las complicaciones no tardaron en surgir. Heredia aspiraba a la castellanía de Amposta, ocupada desde 1325 por don Sancho de Aragón, tío del monarca. Según Lutrell, en 1341, Pedro apoyó las intrigas de Heredia para ocupar dicho puesto. Don Sancho se resistió y encarceló a Heredia. El rey ordenó su libertad y los visitadores de la orden nombraron a Heredia castellán en junio, el cual fue a prestar homenaje a Pedro IV. Pero éste, dudando de la legalidad de la elección, no lo aceptó y pidió a los hospitalarios aragoneses que reconocieran a don Sancho. Más aún, en septiembre del mismo año escribió al gran maestre de Rodas quejándose de la conducta irregular de Heredia, y en noviembre a Juan Fernández de Marciella que desde Teruel se apoderase de Alfambra. Heredia se defendió y el rey lo mandó arrestar en 1342. Esta situación duró poco. Don Sancho, viejo y enfermo, murió en enero de 1346 y Pedro IV, prefiriendo tener a Heredia de su parte, escribió al maestre de Rodas solicitando para su protegido la castellanía de Amposta, la cual fue ocupada por aquel en diciembre de 1346, después de unos meses de lugartenencia. Heredia acababa de conseguir uno de los puestos más importantes del reino.

Ocupó el cargo de castellán de Amposta desde 1346 a 1377. Durante este tiempo su actividad fue intensa y variada. Dentro del Hospital continuó su marcha ascendente, que culminará con el cargo de gran maestre: en 1354-55 realizó un viaje a Rodas para fortalecer la disciplina; en 1355 fue nombrado prior de Castilla y León; en 1356, de San Gil, Provenza; en 1369, de Cataluña.

En la corte aragonesa su intervención era decisiva, brillante e imprescindible: militarmente ayudó a Pedro IV contra la Unión (1348), Mallorca (1349) y Castilla (1359); diplomáticamente desempeñó delicadas misiones en Castilla, Navarra, Inglaterra y Francia. En la guerra de los Cien Años fue hecho prisionero por los ingleses en Crecy (1346). Fue el embajador obligado de Pedro IV y Juan I en la corte papal de Aviñón. Inocencio VI lo nombró gobernador de esta ciudad (1356); Urbano V y Gregorio XI lo hicieron su consejero especial. La posición de Heredia era tan preponderante que en 1371 se excusó ante Pedro IV para servir al papa y en 1376 no sólo fue el encargado de dirigir la flota que condujo a Gregorio XI de Marsella a Roma, sino el portaestandarte papal en su retorno a la Ciudad Eterna. En Roma organizó el pasaje a Oriente. Durante los preparativos, murió en Rodas, Roberto de Jully, y Heredia fue investido por el papa Gregorio XI como gran maestre el 24-IX-1377.

Heredia, junto con el papa, debió de comprender el peligro de la presión turca sobre Macedonia, y en combinación, al parecer, con los florentinos organizó una expedición a Grecia. Obtenida de la reina Juana de Nápoles, en 1377, la cesión de sus derechos sobre Morea por cinco años, Heredia se dirigió a Grecia, tocó en el Epiro (Vonitza), pasó hacia Morea (Patrás), tomó Lepanto (1378) y se dispuso a atacar al príncipe albano Juan Boua Spatas, quien, aliado con los turcos, se refugiaba en Arta. Pero en una emboscada Heredia fue hecho prisionero. Esto desbarató los planes. Heredia fue vendido como cautivo y la orden tuvo que pagar un cuantioso rescate. Durante su cautiverio, de algo menos de un año (1378-79), se produjo el Gran Cisma de Occidente. En 1378, unos cardenales eligieron a Urbano VI; otros a Clemente VII. Heredia y la mayoría de los hospitalarios siguieron a Clemente VII. El cisma no sólo dividió a los hospitalarios, sino que les hizo abandonar por el momento todo intento de afincarse en Morea. Heredia, recobrada la libertad, estuvo tres años en Rodas ocupado en la defensa y organización de la orden. Pero viendo que era más necesaria su presencia en Occidente, en 1382 se trasladó a Aviñón, donde residió hasta su muerte.

Aquí siguió trabajando en la administración de la orden y en la organización de un pasaje a Tierra Santa, ayudado por Clemente VII. Los nuevos intentos de asentarse en Morea (Acaya) no prosperaron. No obstante, Heredia continuó inquebrantable en su proyecto de contener el peligro turco en Oriente. A este respecto, desde la expedición a Grecia de 1378 empezó a acumular toda la información histórica, política, militar y social pertinente. Aviñón era el centro religioso y cultural de Occidente. Allí desplegó una gran actividad cultural compilando obras de historia y traduciendo libros griegos. Pero el peligro turco aumentaba y las necesidades de los hospitalarios para la defensa de Rodas y Esmirna apremiaban. Heredia, en medio de su labor cultural, se esforzaba en obtener todo lo necesario para esa defensa y la hipotética recuperación de los Santos Lugares. Pero el gran maestre no logró ver colmadas sus esperanzas. Ni siquiera conoció la derrota que los turcos infligieron a húngaros, franceses y cruzados en Nicópolis ese mismo año, pues murió en Aviñón en marzo de 1396, tras una larga vida llena de actividad. Sus restos fueron trasladados y enterrados en el sepulcro que él mismo mandó labrar en la iglesia parroquial de Caspe.

Personalidad literaria

La figura de Juan Fernández de Heredia quedaría incompleta sin esta faceta de su vida. Sorprende ver que, en medio de tantos viajes y actividades tuviera tiempo para realizar una labor cultural tan extensa y acumular una biblioteca tan nutrida. Ésta debió de ser considerable: en 1377 Gregorio XI le permitió disponer en vida y muerte de «los libros que compilaste y mandaste escribir», y el erudito italiano Salutati solía decir que la biblioteca de Heredia tenía todos los libros que uno podía desear.

Desde muy pronto se ocupó en cuestiones históricas y literarias. De 1349 a 1354 los notarios Domingo Carcajes y Gonzalvo López de San Martín confeccionaron, por orden de Heredia, el Cartulario Magno. Por su correspondencia con los soberanos aragoneses vemos que los asuntos de las cartas eran no sólo diplomáticos sino literarios. En 1362, Pedro IV le pide las copias «que vos avets» de las historias de un monje negro; en 1372 le comunica que ha hecho traducir la Suma de Historias francesa «que vos nos diestes», y añade que le enviará la versión de las crónicas de los reyes de Aragón para que las «fagades continuar en las Corónicas d´Espanya». Las cartas de Juan I son igualmente explícitas: desde 1383 le pide insistentemente el De Bello Judaico de Josefo; en 1384 le solicita el Trogo Pompeyo y menciona a «un filósofo de Grecia qui vos traslada libros de grech en nostra lengua»; este mismo rey le pide constantemente los índices de la Grant Crónica de Espanya y del Libro de los Emperadores; y en carta de 1391 dice que al llegar a Caspe fue a visitar el «archiu de vuestros libros», que tenía allí Heredia.

Aunque algunos críticos tienden a rebajar el interés del gran maestre por la cultura griega clásica, alegando que no responde a un concepto renacentista, Heredia fue el primero en traducir a una lengua romance las Vidas Paralelas de Plutarco y otros libros griegos y contribuyó, sin lugar a dudas, al ambiente humanista de la corte aragonesa de Pedro IV, Juan I y Martín el Humano. Para esta labor tuvo a su servicio no uno solo sino varios traductores griegos. Desde que fijó su residencia en Aviñón, Heredia se transformó en un gran magnate rodeado de estudiosos en correspondencia con los personajes más eminentes de su época. Sus relaciones literarias incluyeron papas, obispos, reyes, eruditos y poetas.

Obra

El conjunto creado bajo la dirección de este ilustre aragonés es amplísimo. Consta de a) Grant Crónica de Espanya, en tres partes (se conservan dos), que es una compilación al modo alfonsí; b) Crónica de los Conquiridores, en dos partes, serie de biografías de personajes famosos, que termina por Jaime I el Conquistador; c) Crónica o Libro de los Emperadores, traducción parcial de la obra griega Epitome Historiarum de Juan Zonaras; d) Crónica de Morea o Libro de los fechos et conquista del principado de Morea, parte traducción y parte elaboración original; e) Flor de las Ystorias de Orient, traducción hecha según las versiones catalana y francesa de la obra del monje Hayton; f) Libro de Marco Polo, que recoge los viajes de este aventurero veneciano; g) Libro de Actoridades o Rams de Flores, colección de historietas tomadas de la Summa Collationum de Juan de Gales, en versión catalana, y del Valerio Máximo; h) Secreto de los Secretos, que es una guía de príncipes; i) Ystoria Troyana, basada en la obra de Guido de Columnis sobre la guerra de Troya; j) traducción de las Vidas Paralelas de Plutarco; k) discursos de la Historia de la Guerra del Peloponeso de Tucídides, a través de una versión en griego moderno de Demetrio Talodiqui; l) traducción de las Ystorias de Orosio; m) traducción de Eutropio, hecha a base de la historia romana de Paulo Diácono. A esto hay que añadir el Cartulario Magno, que contiene unos tres mil documentos sobre la castellanía de Amposta, y algunas obras probablemente perdidas, aludidas en la correspondencia con los reyes aragoneses, como son unas historias de un monje negro, traducidas al catalán, y una Summa Historiarum, traducida al aragonés.

Varias clasificaciones se han hecho de esta ingente producción. Lingüísticamente se ha formado un grupo con influencias catalanas (c y h) y otro con características castellanas (las restantes). Por su composición, se ha agrupado en compilaciones (a y b) y traducciones (las restantes). Por su contenido, se han señalado biografías (j), guías de príncipes (h), moralidades (g), libros de viajes (f) y libros de historia (las restantes). La participación de Heredia en la composición de estos libros es semejante a la de Alfonso X el Sabio: era el cerebro que mandaba traducir, copiar y compilar las obras. Los mismos prólogos nos informan que «fray Iohan Fernández de Heredia... fizo translatar... mandó escriuir... et fizo... compiló... trobó en los ystoriales» el material de sus libros. Alrededor de Heredia o trabajando para él había copistas (Bernardo de Jaca, Fernando Metinensis, Alvar Pérez de Sevilla), traductores (Domingo García Martín, fray Nicolás, obispo de Drenópolis, y otros «filósofos» griegos) e iluministas, que produjeron libros de gran calidad, excelente letra y exquisito gusto. Varias iluminaciones se cree representan a Heredia.

Lengua

Por lengua de Heredia no debe entenderse la que hablaba el gran maestre. Él no escribió las obras. Éstas son producto de los eruditos que lo rodeaban. Pero por eso no dejan de estar escritas en aragonés Pedro IV y los traductores lo dicen expresamente. La mayoría de los trabajos sobre la lengua del corpus herediano, realizados con una perspectiva catalana o castellana, concluye que la lengua de Heredia está muy castellanizada. Pero estos enfoques desdibujan la realidad aragonesa al mirar sólo a los vecinos. La obra de Heredia es un caudal excelente para conocer la lengua aragonesa del siglo XIV.

Aunque a veces parece un producto abigarrado por estar producido en Aviñón, a base de traducciones y por copistas de diversa procedencia, hay en ella un fondo común que no es fácil de percibir si se analiza con preocupación castellana, catalana o aragonesista. No tiene mucho sentido decir que fecho es castellanismo, porque la ch se da en fechas tempranas en el aragonés meridional; tampoco lo tiene indicar que aguayto es catalanismo, porque morfológicamente es castellano (y aragonés); resulta frustrante buscar formas autóctonas como ye o la diptongación de e+yod, porque en muchas regiones apenas se desarrolló la primera y no siempre predominó la segunda. Léxica, fonética y morfológicamente tiene rasgos que más tarde serán castellanos o catalanes exclusivamente.

Junto a rasgos autóctonos (ye ‘es’; f- inicial, fumo ‘humo’; pretéritos en -oron, entroron; pl- plegó ‘llegó’; cl- clamado ‘llamado’; si hipotético + fut. de ind.; part. de pres. vagantes ‘que vagaban’; e+yod, viengo, leyto ‘lecho’; o+yod, nueyt ‘noche’ y algunas grafías), hay alternancias fonéticas (yt/ch, cuytiello/guchiello; ue/o+yod, güelos/oixos ‘ojos’; ie/i, castiello/castillo; apócope/no apócope de 1.ª y 3.ª pers. sing. imp. de subj., fiziés/fiziesse; apócope de -e, muert), morfológicas (adj. fem. pobre/pobra; pretérito puyó/puyá ‘subió’, respondió/respusso) y léxicas (lur/sus; aprés/después; matex/mismo; esti/este, etc.). No obstante, resulta curioso notar la regularidad con que se dan las formas catalanas y castellanas junto a las nativas. Ello lleva a caracterizar la lengua de Heredia como una síntesis en pugna o coexistencia de tres realidades lingüísticas: la autóctona y las dos vecinas. A esto conviene añadir una buena dosis de cultismos e influencias esporádicas del gascón y provenzal. Sin embargo, no debe acentuarse el carácter exclusivista de ninguna lengua. Aragón, desde el siglo XIII, es un pluralismo político y lingüístico.

Por eso la lengua de Heredia, con sus aragonesismos claros y esos aparentes «catalanismos» y «castellanismos», es el mejor reflejo del aragonés del siglo XIV.

Bibliografía

Vida: A las referencias de J. Zurita Buscar voz... en los Anales y a las biografías antiguas de Juan A. Funes (1626), Bosco (1629) y René A. Vertot (1727), añádase K. Herquet: Juan Fernández de Heredia, Grossmeister des Johannisterordens (1878); J. Delaville Le Roulx: Les Hospitaliers à Rhodes (2.ª imp., 1974); M. Serrano Sanz: Vida y Escritos de don Juan Fernández de Heredia (1913), y sobre todo José Vives: Juan Fernández de Heredia, Gran Maestre de Rodas. Vida, Obras, Formas Dialectales (1927). A. Luttrell aclara algunos puntos en «Actividades Económicas de los Hospitalarios de Rodas en el Mediterráneo Occidental durante el s. XIV», VI Congreso de Historia de la Corona de Aragón (Madrid, 1959), pp. 175-83; «Interessi Fiorentini nell´Economia e nella Politica dei Cavalieri Ospedalieri di Rodi nel Trecento», Annali della Scuola Normale Superiore di Pisa, 28 (1959), pp. 317-26; «Greek Histories Translated for Juan Fernández de Heredia, Master of Rhodes, 1377-1396», Speculum, 35 (1960), pp. 401-7, y «The Aragonese Crown and The Knights Hospitallers of Rhodes: 1291-1350», The English Historical Review, 76 (1961), pp. 1-19.

Obra

Debe prestarse atención a las ediciones. Muchos manuscritos están editados, algunos parcialmente; pero aún quedan por estudiar. Han analizado en conjunto la lengua J. Vives, en la obra citada, imprescindible, y A. Badía Margarit: «Algunas notas sobre la lengua de Fernández de Heredia», Rev. de Filol. Esp., 28 (1944), pp. 177-89. Actualmente en la Universidad de Wisconsin se hace un estudio lingüístico global.

Grant Crónica de Espanya: estudio y edición parcial de R. af Geijerstam: La Grant Crónica de Espanya, libros I-II (Uppsala: 1964). Crónica de los Conquiridores: ediciones parciales y estudios de M. Abizanda y G. Amando Melón: «Carlomagno en España según la Crónica de los Conquiridores», Rev. de Archivos, Bibliotecas y Museos, 31 (1914), pp. 407-32; R. Foulché-Delbosc: Gestas del rey don Jaime de Aragón (Madrid, 1909); G. W. Umphrey: «The Aragonese Dialect», Rev. Hispanique, 24 (1911), pp. 5-45; J. A. Palumbo: «An Edition, Study and Glossary of the Second Part of the Corónica de los Conquiridores by Fernández de Heredia», tesis, Wisconsin (1976). Libro de los Emperadores: Th. D. Spaccarelli: «An Edition, Study and Glossary of the Libro de los Emperadores, translated from the Greek for Juan Fernández de Heredia», tesis, Wisconsin (1975). Crónica de Morea: la editó A. Morel-Fatio: Crónica de Morea (Genève, 1885), y F. Hodcroft: «The Language of the Crónica de Morea», tesis, Manchester (1950); del último, «Notas sobre la Crónica de Morea», Archivo de Filología Aragonesa, pp. 14-15 (1963-64), pp. 83-102. Libro de Marco Polo: A. M. Gallina: «Di una antica traduzione aragonesa del Milione», Filol. Romanza, 3 (1956), pp. 296-314, y J. J. Nitti: «An Edition, Study and Vocabulary of the Unique Aragonese Book of Marco Polo translated by Juan Fernández de Heredia», tesis, Wisconsin (1972). Flor de las Ystorias de Orient: publicada por W. R. Long: The Flor de las Ystorias de Orient by Hayton, Prince of Gorigos (Chicago, 1934). Secreto de los Secretos: H. Knust: «Secreta Secretorum, Extraits de la traduction aragonaise par Fernández de Heredia», Jahrb. fur rom.. und eng. Lit., 10 (1869), pp. 129-272, edición parcial y estudio, Kasten, L. A.: «Secreto de los Secretos translated by Juan Fernández de Heredia, Edition of the Unique Aragonese Manuscript with Literary Introduction and Glossary», tesis, Wisconsin (1931). Rams de Flores: Leslie, R.: «A Source for Juan Fernández de Heredia´s Rams de Flores», Studia Neophilol., 45 (1973), pp. 158-70. Ystoria Troyana: Parker, E. V.: «The Aragonese Version of Guido dalle Colonne´s Historia Destructionis Troiae, Critical Text and Classified Vocabulary», tesis, Indiana (1971). Plutarco: Weiss, R. : «Lo Studio di Plutarco nel Trecento», La Parola del Passato, 8 (1953), pp. 321-42, y Gil, R.: «Traducciones Españolas de las Vidas de Plutarco», Estudios Clásicos, 6 (1962), pp. 451- 514. Tucídides: lo estudia y edita López Molina, L.: Tucidides Romanceado en el siglo XIV (Madrid, 1960).

Sobre las miniaturas

J. Domínguez Bordona: «Libros miniados en Aviñón para Juan Fernández de Heredia», Museum, revista mensual de arte, 6 (1920), pp. 320 y ss.

—Sobre el aragonés medieval: Manuel Alvar: El dialecto aragonés (Madrid, 1954) y Estudios sobre el dialecto aragonés, I y II (Zaragoza, 1973 y 1978 respectivamente); B. Pottier: «L´Evolution de la langue aragonnaise à la fin du Moyen Âge», Bull. Hispanique, 54 (1952), pp. 185-199.

Fuentes