Fray Julián Garcés

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Fray Julián Garcés
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Religión o MitologíaCatólica
País o región de origenMunébrega, Aragón

Julián Garcés. Fue el primer obispo de la Puebla de los Ángeles, ejerciendo un papel fundamental en la fundación de la nueva ciudad, en un territorio en el que la población de indígenas era considerable y en el que la evangelización apenas comenzaba. Pero pese a su avanzada edad, fray Julián Garcés logró no tan sólo fundar una de las ciudades más importantes de la Nueva España, sino coadyuvar en la protección de los naturales, en contra de los abusos de ambiciosos conquistadores.

Síntesis biográfica

Primeros años

Quien llegaría a ser el primer obispo de la Angelópolis, nació en Munébrega, Aragón el año de 1452. Su formación se realizó en Francia, específicamente en la Universidad de la Sorbona, para posteriormente retornar a Aragón ingresando a la orden de Santo Domingo en el Convento de San Pedro Mártir en Calatayud, destacándose en filosofía y teología, así como mostrando grandes dotes como escritor.

Un personaje de gran influencia en el desarrollo político del prelado, sería el obispo Juan Rodríguez de Fonseca, consultor principal de Fernando el Católico, y hombre de gran influencia en la corte del Emperador Carlos V que, lamentablemente durante su administración de las Indias, sostuvo una política de poca protección hacia los naturales del nuevo mundo. Rodríguez de Fonseca sería protector de Garcés, apoyándolo para convertirse en el predicador del Emperador Carlos V y siendo partícipe del conflicto del monarca con los comuneros de Castilla; poco imaginaba el joven Julián Garcés, que encontraría su destino en las tierras novohispanas.

El Nuevo Mundo

Desde 1519, se le encomendó al obispo Garcés la compleja y ardua labor de instaurar un obispado en un territorio extenso, difícil, prácticamente desconocido, y con una enorme población de naturales que apenas comenzaban a ser evangelizados. Nombrado originalmente como Carolense, el obispado fue erigido por la bula Sacri Apostolatus Ministerio de León X, del 24 de enero de 1519, y que se convertiría en la diócesis de Tlaxcala-Puebla, por la bula Devotionis tuae probata sinceritas de Clemente VII, del 5 de octubre de 1525. En este sentido, debe señalarse que dicho obispado inició con la Diócesis de Tlaxcala, como sufragánea de la Arquidiócesis de Sevilla, y fue hasta 1543, que en virtud de Cédula Real, se trasladó definitivamente a Puebla.

El viaje de fray Julián Garcés al Nuevo Mundo, se postergó hasta 1526, debido preponderantemente al desconocimiento respecto a la extensión espacial recientemente anexada a la Corona de Castilla. En el mencionado año y en virtud de una Bula expedida por Su Santidad Clemente VII, el Emperador, ejerciendo el Real Patronato, emitiría en Granada una Real Cédula que reza de la siguiente manera:

Por ende nos usando de los dichas Bula y Breve en declaraciones de Su Santidad, que desuso van incorporadas, y de cada una de ellas, así como mejor podemos y de derecho debemos, de suplicación y expreso consentimiento de el dicho obispo D Fr. Julián Garcés, declaramos y señalamos, y determinamos por límites de dicho obispado de Yucatán y Santa María de los Remedios, las provincias y tierras siguientes: Primeramente la provincia de Tlaxcala, inclusive San Juan de Ulúa, que confina con aguas vertientes , hasta llegar a Matlata inclusive, y la Villa Rica de la Veracruz, y la Villa de Medellín, con todo lo de Tabasco, y desde el Río Grijalva, hasta llegar a Chiapa. Los cuales términos y límites y provincias desuso declarados, queremos y mandamos, que sea ahora, y de aquí en adelante cuanto nuestra merced y voluntad fuere, habidos por términos, límites y distritos, de el dicho obispado de Yucatán y Santa María de los Remedios, lo cual todo, y cada cosa y parte de ello el dicho R.P.D. Fr. Julián y los otros obispos, que por tiempo fueren, durante esta nuestra voluntad, pueda usar y ejercer el oficio y jurisdicción de obispo conforme a las bulas de su santidad.

Así en 1526, a la edad de 74 años, el primer obispo novohispano, llevó a cabo algunas gestiones en la ciudad de Granada, sede de la corte Imperial, para establecer canonjías, prebendas, raciones y otros beneficios en la ciudad de Tlaxcala, para finalmente, con su nombramiento como Obispo de Tlaxcala y con el beneplácito del Pontífice y de la Corte Imperial Carolina, dar inicio a su difícil labor de consolidar el episcopado en Nueva España, lo cual, pese a los años que ya llevaba de vida, logró tras varios años de intenso y arduo trabajo.

En la cuarta década del siglo XVI, Garcés tuvo una gran actividad en la educación. En 1540 y en apoyo a los esfuerzos de fray Juan de Herrera, impulsó a la escuela Hueytlalpan, en la Sierra de Puebla12 y apoyó la labor de fray Alonso de Escalona, quien desde 1543 trabajó arduamente para que la población indígena aprendiera a leer y escribir, estableciendo una escuela que llegó a albergar hasta a 600 de los naturales. Debido a las condiciones insalubres en el puerto de Veracruz, la construcción de un hospital para españoles en situación económica precaria, se hacía indispensable. Siendo edificado en 1542 en el pueblo de Perote, bajo la constante supervisión del obispo Garcés, quien aún superando los 74 años y a pesar de la considerable distancia entre el sitio en el que se estableció y su obispado en Tlaxcala, asistía de manera regular al Hospital de Belem para consolar enfermos y curar sus heridas espirituales. Es de señalar que la institución, fue operada inicialmente por Pedro López, para posteriormente ser sucedido por Bernardino Álvarez, fundador de la Orden de la Caridad.

Puebla de los ángeles

En abril de 1531, en el valle de Cuetlaxcoapan, surge por sueño y labor de Fray Julián Garcés, así como por el beneplácito del emperador Carlos V, la Ciudad de Puebla de los Ángeles, como un lugar en el que los castellanos pudieran obtener tierras y mercedes que les permitieran alcanzar un mejor nivel de vida. Sería en la Puebla, donde el obispo iniciará la construcción de un templo, cuya primera piedra sería puesta por el flamante obispo de México, fray Juan de Zumárraga, y con las licencias expedidas por el recién designado virrey de la Nueva España, don Antonio de Mendoza en 1535. El cabildo catedralicio, se conformó por un deán, cuatro dignidades, diez canonjías, cuatro de oposición, seis raciones enteras y seis medias, catorce capellanes, dieciséis mozos de coro y veinte ministros residentes en Tlaxcala.

Los vecinos de la Ciudad de Puebla de los Ángeles, colaboraron con gran entusiasmo y amor a la erección del templo, e incluso, el obispo Garcés «Obligó sus bienes para la construcción de la Iglesia», tal y como lo señaló en su momento Andrés de Herrera, escribano del cabildo. Con la autorización del virrey en 1539, el obispo Julián Garcés y su cabildo establecieron su residencia en la Ciudad de los Ángeles, redactando dos años más tarde, el 20 de septiembre de 1541, un acta capitular firmada por todos ellos, que ordenaba establecer la residencia del obispado en Puebla, y que señalaba, junto con el templo respectivo, que la sede definitiva de la mitra sería la Ciudad de losÁngeles.

El 14 de abril de 1538, y en virtud de una bula expedida por el papa Paulo III, Chiapas se separa del obispado de Tlaxcala-Puebla, permitiendo que la diócesis angelopolitana obtuviera un equilibrio en sus dimensiones y por tanto en su administración.

La defensa de los indígenas

En la política de la Nueva España, y desde su llegada a la misma, la presencia y labor del obispo Garcés tuvieron una profunda influencia para atemperar las disputas entre Alonso de Estrada, tesorero y gobernador de la Nueva España y el conquistador Hernán Cortés. En este punto señala Veytia23, con base en Domingo de San Antón Muñón Chimalpain, en su obra Historia de la Conquista, escrita alrededor del año 1600; que cuando el prelado arribó a la Nueva España, específicamente a Texcoco, había acontecido que a Cristóbal de Cortejo, criado de Cortés, le habían cortado la mano, en razón de la disputa que había sostenido con un soldado, situación que provocó el descontento del conquistador por lo excesivo de la medida. Por esto, Garcés emprendió especialmente un viaje de cuatro horas en canoa, acompañado de fray Diego de Loaisa, para arribar a la Ciudad de México, donde fue recibido con grandes honores y cruces, debido a ser el primer obispo de la Nueva España, y en donde «Con su autoridad y prudencia» cesó las hostilidades que se presentaban entre Estrada y Cortés, dando lugar a una tradición de los obispos de la Ciudad de Puebla de intervenir y buscar remedio a disputas políticas.

Otro aspecto político y jurídico que destaca en fray Julián Garcés fue su labor a favor de los naturales de los nuevos territorios conquistados. Recibió del emperador Carlos V, el nombramiento como «protector de indios», honor que fue compartido con fray Juan de Zumárraga, obispo de México, como protectores de los indios.

Últimos días

También dentro de la línea política, pero eclesiástica, Garcés tuvo que remediar diversos conflictos con los miembros de su cabildo catedralicio, así como con el cura de Veracruz. El deán tuvo que ser privado de su beneficio debido a los excesos en los cobros de minas del obispado, así como por diversas corruptelas al fungir como procurador árbitro para el azúcar, desafiando las órdenes de Garcés de subir el producto solo a 25, estableciendo el mismo a un precio de 4633. Igualmente se debió remediar el conflicto con un canónigo originario de Vergara Vizcaya, a quien Garcés debió quitar el beneficio en virtud de la queja de éste de lo pobre que era la renta eclesiástica. Pese a los anteriores problemas, es plausible señalar la relación de Garcés con el clero regular y secular como cordial.

En mayo de 1541, el obispo de Tlaxcala enviaría una carta al emperador, señalando los problemas que tiene con la Real Hacienda, a fin de que le entreguen cantidades de dinero necesarias para realizar la catedral de Tlaxcala, ordenada por el mismo Carlos V. Fray Julián, fue forzado a desatender temporalmente los quehaceres episcopales de su obispado de Puebla-Tlaxcala, en razón de los negocios que debía sostener en la Capital del Reino, por lo que la reina Isabel de Portugal, esposa de Carlos V, le envía en 1531 una Cédula Real en la que le ordena regresar a su obispado y atender de manera especial la conversión de los indios a la fe católica, ya que debido a su ausencia las «cosas susodichas no se hacen como deben»36; razón por la cual el anciano prelado, obedeciendo las órdenes recibidas, se trasladó a su diócesis para continuar su labor pastoral.

El último deseo de fray Julián Garcés, probablemente presintiendo que su final se acercaba, era el de regresar a España para morir en su tierra, sin embargo, la constante actividad de Carlos V y el retardo en las comunicaciones, impidieron que el emperador pudiera otorgar oportunamente la autorización anhelada por el primer obispo de la Angelópolis.

Fuente