Las aventuras de Jeremiah Johnson (Película)

Las aventuras de Jeremiah Johnson
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Aventuras, Western | Bandera de los Estados Unidos de América Estados Unidos
107 min
Otro(s) nombre(s)Jeremiah Johnson
Estreno1972
GuiónJohn Milius, Edward Anhalt (basado en la novela de Vardis Fisher)
DirectorSydney Pollack
Dirección de FotografíaDuke Callaghan
PaisBandera de los Estados Unidos de América Estados Unidos

Las aventuras de Jeremiah Johnson (Filme). Es una película norteamericana de 1972 protagonizada por Robert Redford y dirigida por Sydney Pollack. Inspirada en un auténtico trampero llamado John Johnston, y que recibió apodos tan siniestros como los de “Matador de Cuervos” y “Comedor de Hígados Johnston”. La etiqueta le vino de la “peculiar” costumbre de matar indios Crows y comerse sus entrañas, como venganza por el asesinato de su esposa. Curiosamente, después de estrenarse el film el cuerpo de Johnston fue trasladado a Wyoming para recibir un nuevo enterramiento, y Robert Redford asistió al acto funerario.

Sinopsis

Tras escapar de la guerra que su país libra contra México, el soldado Jeremiah Johnson (Robert Redford) decide instalarse en unas montañas del Salvaje Oeste, como un ermitaño. Un trampero le ayuda a sobrevivir en este entorno tan duro. Todo parece ir bien, pero Jeremiah viola sin querer una antigua creencia india y, a partir de entonces, es objeto de la ira de los nativos.

Reparto

Críticas

Deja crecer la barba a su antojo

Jeremiah Johnson es uno de esos personajes que siempre andan por mi cabeza. Forma parte de mi población personal, de mis recursos existenciales cuando los asuntos no van bien. Solemos quedarnos con los héroes solitarios. Que se nos aparecen desde libros y películas de aventuras.

"Las aventuras de Jeremiah Johnson".

Los años setenta llegaron con la fuerza seca, con otro modo de encarar los guiones. Los directores metían la cámara hasta el fondo y alcanzaban buena altura, rompiendo con un teatro escénico, sobretodo en la interpretación, que permitió la naturalidad sin ponerse rodilleras. La frescura. El aire fresco, el aire fétido. El aire libre.

Libertad.

Este western vino con una muesca en todos sus rifles; por fin alguien entró en el cementerio indio con respeto, atreviéndose a jugar un póker con pocas cartas sobre una silla incómoda y sin whiskey a mano. "Jeremiah Johnson" significó la gran historia mínima, la presentación de un hombre que deja atrás el sistema aceptado y alcanza en la montaña todo lo que el hombre debería querer alcanzar. A costa de mucho, claro. Ésa es la aventura. Notar crecer tu barba mientras aprendes a manejar el tiempo y sus señores.

Y gran parte de la grandeza de esta película aparca en Mr. Robert Redford, un actor que, algún día, recibirá más de lo que ya ha recibido. Para mí su papel de trampero "herido" es sencillamente épico. Y recuerdo las escenas con el niño mudo y la india al lado del río. Y el final, cuando acorrala al que le acorralaba.

Una de las grandes, una de las películas que viniendo de los arrebatados setenta se quedaron por siempre en mi cabeza, aunque yo prefiera decir que es Jeremiah quien no para de caminar por ella.

Porque así me siento libre.

La aventura de mi vida

Mañana iniciaré mi propia aventura, el Camino de Santiago. Habiendo preparado todo sentía que me faltaba algo por hacer antes de irme y decidí ver esta película que trata sobre la naturaleza, la soledad y la búsqueda de uno mismo.

La verdad es que me ha fascinado. Me he empapado de ella y a la vez he sucumbido ante su belleza. Lo cierto es que la vida en sí tiene mucho que ver con la aventura que inicia Jeremías Johnson. Se cuenta que un hombre solitario escapa de la gran ciudad para vivir su propia vida, sin más. Es una decisión tan simple pero a la vez tan importante...

Al principio está allí como un forastero y parece que no se imagina lo que cambiará su vida, las aventuras que vivirá mientras intenta encontrar su sitio, encontar la verdadera razón del viaje, encontrarse a sí mismo. Y vaya si lo hace...

La cinta te transmite todo lo que es posible transmitir en hora y media y por eso es tan especial.

Es evidente que no viviré todas las aventuras que vivió Jeremías pero en mi interior se encuentra ese mismo espiritu aventurero. Creo que es el único aspecto que tenemos en común pues, definitivamente, no soy tan hábil. Para mí Dersu Uzala y él son un claro ejemplo de superación, de humanidad y, por qué no, de ambición pero en verdad nunca llegué a pensar que encontraría otro personaje similar a Dersu.

Gracias a la aventura los conocí y espero y deseo un final feliz para la aventura que me depara. Encontrarme a mi mismo, sí, es el objetivo principal de mi viaje y creo que sé como hacerlo. Lo único que espero es conservar la cabellera el tiempo necesario para acabar mi empresa.

Uno de los mejores western de toda la historia

Como ya he dicho en otras críticas, me parece uno de los mejores western de toda la historia. Y, sin duda alguna, me parece lo mejor de Sydney Pollack como director; y eso, en una filmografía tan interesante como la suya, habla por sí solo.

Lo que la hace tan buena es que no es un western al puro estilo, sino que más bien es una película de aventuras.

Se recuerda bastante bien toda la línea principal, pero muy especialmente los personajes del viejo trampero, el niño mudo, Del Gue y la mujer india (por fin una actriz que hace de india y parece india [supongo que lo sería realmente]; además tiene una belleza "salvaje" como pocas veces he visto antes). Las escenas en las que se presenta a cada uno de ellos no tienen desperdicio, son muy entretenidas.

Doy por supuesto el buen hacer de Robert Redford, un profesional como ha habido pocos. Personalmente prefiero que los directores busquen actores que realmente peguen para su papel. Éste es uno de esos casos; el único conocido es Robert Redford, y el papel está hecho a su medida. La mayoría de directores clásicos solían cojear en este aspecto. No sería la primera vez que vemos a un actor más blanco que la leche con la cara embadurnada de betún cobrizo haciéndose pasar por indio.

Ahora estaba pensando en hacer un listado con las escenas más memorables, pero es que todas son buenísimas, no sabría elegir.

La épica de la soledad

Es Jeremiah Johnson, muy a su pesar de hombre solitario y apartado del mundo, un héroe; y la historia que nos narra entrañablemente y con sencillez Sydney Pollack es en realidad una maravilla épica ante la cual se quedarían cortos Frodo, Gandalf, Aragorn y toda la compañía del anillo.

Robert Redford realiza una de las mejores y más expresivas actuaciones de su carrera en una película en la que sólo encuentra un compañero de reparto que le va a la zaga: las Montañas Rocosas. En este caso, mérito de la fotografía de Callaghan y de la planificación del propio Pollack; además, claro, de la belleza del propio entorno natural donde se realiza el rodaje.

“Las aventuras de Jeremiah Jonson” es un atípico western que ha pasado inmerecidamente casi desapercibido y que probablemente pueda codearse con los mejores. Y no sólo con los mejores del género del Far West, sino con las mejores películas de aventuras, como la inmensa “Dersu Uzala” de Kurosawa: historias donde el hombre se funde con la naturaleza y el mundo salvaje para dar todo de sí mismo y aprender a escucharse en el silencio.

Para la antología del cine queda ese hermoso plano congelado de Jeremiah con la mano en alto devolviendo el saludo al jefe indio. Es el triunfo del héroe. Teseo ha vencido al minotauro –aquí representado al mismo tiempo por el mundo de las dos culturas que zarandean al protagonista: la salvaje y la civilizada– y se ha convertido en un ser respetado por los dioses. Sólo que en este caso, nuestro protagonista no regresará a Atenas... Porque ya ha ganado su sitio. Y cada vez que algún excursionista se interne por los senderos de los parques naturales de las Rocosas, bajo las cumbres nevadas, entre álamos y grandes abetos, aún hoy creerá ver a lo lejos la silueta del trampero con su rifle y el abrigo de pieles.

Fuentes