León Francisco Peterssen Domínguez

León Francisco Peterssen Domínguez
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LEÓN FRANCISCO, Paquito.jpg
Nacimiento2 de septiembre de 1924
Trinidad, Sancti Spíritus
Fallecimiento27 de noviembre de 1957
Trinidad, Sancti Spíritus
Otros nombresPaquito
CónyugeMaría Rosa Peterssen Linn
HijosFrancisco Enrique
PadresCarmen Domínguez Valdés y Francisco Peterssen Hermoso

León Francisco Peterssen Domínguez Paquito (1924-1957). Combatiente del Movimiento Revolucionario 26 de Julio, asesinado por la tiranía batistiana.

Biografía

Nació el 2 de septiembre de 1924 en la ciudad de Trinidad como fruto del matrimonio entre Carmen Domínguez Valdés y Francisco Peterssen Hermoso. Su hogar, de estilo colonial estaba situado en la calle Rosario, actualmente Francisco Javier Zerquera No. 202. Fue el segundo hijo de esta unión, con dos hermanas: Carmen y Clara. Por parte de padre tuvo tres hermanos mayores: Francisco, Olga y Godofredo.

Su padre era un empleado público, amable y jaranero, que devengaba bajo salario, posteriormente adquiere una finca rústica y logra potenciar su bienestar; su mamá siempre fue ama de casa, rebosante de bondad y ternura, idolatraba a sus hijos y le proporcionó una educación basada en los mejores valores cívicos de la sociedad. Recibía una pensión mínima por su padre Nicanor Domínguez Rueda, veterano de la guerra del 68, en la cual alcanzó el grado de Comandante. En resumen, la familia no disfrutaba de holgura económica, pero tampoco se vio estremecida por el desempleo y el desamparo. Con lo que honradamente percibían pudieron formar y educar a su noble familia, sin asomo de carencias.

Una vez graduado de octavo grado comienza a estudiar el bachillerato en el Instituto de Segunda Enseñanza de Cienfuegos, avanza hasta el tercer año, pero interrumpe los mismos para matricular en la escuela técnica Industrial de Rancho Boyeros, allí ingresa en el Taller de Mecánica, y por su vocación se convierte en un experto, aunque aprende otros oficios por la rotación que se hacía por los diferentes talleres. No ha concluido los estudios cuando a la edad de 19 años queda huérfano de padre y los abandona, pero ya estaba preparado para enfrentarse al trabajo. Su vida laboral la inicia trabajando por cuenta propia, en la calle gestionaba los múltiples trabajos que podía realizar. Era un obrero calificado en mecánica, pero en el taller de la vida aprendió talabartero, herrero y carpintero especializado en ebanistería, los muebles que fabricaba eran muy trabajados por lo que su acabado era impecable. También sabía repujar y tejer el cuero, estas últimas destrezas las adquirió en La Habana trabajando en la fábrica de carteras de los hermanos Leal y Leonor Brandrich.

El 14 de septiembre de 1952 se casa con su prima María Rosa Peterssen Linn, hija de su tío Enrique, con la que tuvo un hijo al que le dieron por nombre Francisco Enrique. El feliz matrimonio vive en La Habana hasta 1954, fecha que regresan para Trinidad y fijan su domicilio en la calle Lino Pérez y Carmen, en casa de su tío-suegro Enrique.

Continúa su trabajó por cuenta propia como mecánico general, en unión de Mario Guerra Landestoy, José Quesada, Mariano y Manuel de Jesús Quesada, Niñito, entre otros.

Trayectoria revolucionaria

Como Paquito era católico practicante, perteneció a la Juventud Católica bajo la dirección del sacerdote José Fidalgo, en aquel momento decidido anti batistiano, posterior al triunfo revolucionario se pasa al enemigo.

También perteneció a la asociación Juventud Cívica de Trinidad, dirigida por Nildo Ramos Arboláez quien fungía como director del combativo y anti batistiano periódico local, Vocero Cívico.

En los albores de 1957, bajo la coordinación de Bienvenido Núñez Pérez, ingresa Paquito y otro grupo de combatientes al Movimiento 26 de Julio, e integra la célula de acción y sabotaje bajo el mando de Abelardo Niebla Rodríguez, entre sus integrantes se encuentran Fausto Pelayo Alonso Rodríguez, Pelayito, Mario Guerra Landestoy, Clemente Magariño Pereira, y Pedro Zerquera Nieblas, compañeros de martirologio.

Bajo esta Coordinación el frente de acción sabotaje tuvo sus mejores resultados, Paquito asume múltiples tareas tales como: dislocación un raíl de la línea del ferrocarril, que, por falta de elementos apropiados para dicho trabajo, los rompió con cincel y mandarria, llevándose las cabezas de los clavos que unían los raíles, el lugar donde se efectuó este trabajo fue en la curva de Magua.

Otra de las acciones en que participa fue la quema de la tienda de víveres de Guarico, que trajo por resultado que la candela se pasara para las cañas, quemándose unos cuantos miles de arrobas. Está presente en el sabotaje a la line de alto voltaje que alimentaba al central Trinidad, en la destrucción de la conductora central del acueducto y en el corte de los alambres del telégrafo y en la quema de merendero y casetas de la playa Ancón, entre otras.

Muerte

En noviembre de 1957 se planifica una gran quema de cañas en el municipio, se acordó por la provincia como fecha inicial el día 13, pero rápidamente vino la contraorden y se quedó a la espera de un nuevo aviso que llega pocos días después fijándola para el 27 del propio mes. Núñez y Abelardo, con la presteza que requería la situación, imparten las instrucciones a los comprometidos con dicha acción y son divididos en tres grupos e integrados de la siguiente manera:

Primer grupo: Victoriano Hernández Tardío, Ramoncito Valverde, Rafael Zerquera Abreu y Abelardo Nieblas Rodríguez, como jefe del grupo. También acordaron incluir a Juan Magdaleno Toledo, conocido por Pitirre, como una forma de comprometer a este elemento que pugnaba por infiltrarse en las filas del 26.

Segundo grupo: Jacobo Balboa, José Vivas, Cheo y Ramón Nieblas, como máximo responsable. Tercer grupo: Mario Guerra Landestoy, Clemente Magariño Pereira, Francisco Peterssen Domínguez, Pedro Zerquera Nieblas y Braulio Guerra Gutiérrez, designado como jefe. Su misión consistía en trasladarse en el automóvil de Pedro Zerquera hasta La Güira y en viaje de regreso regar con tirapiedras, a ambos lados de la carretera hasta la entrada de Guarico, el fósforo vivo que estarían preparado en caramelos que se derretían con relativa facilidad ante la acción del calor.

Tras culminar los preparativos para la acción, le orientan a Fausto Pelayo que buscara a Pitirre, cuando lo localiza, de forma evasiva plantea que tiene que entregar las papeletas vendidas y la lista de apuntaciones de la llamada Bolita a Pura Calzada, madre de Guillermo Pérez Calzada y amante del capitán Antonio Guerrero; y que volvería al momento; sin embargo, se escondió y no apareció ni en su casa , en cambio, delató el plan a Guillermo Pérez Calzada, secretario del Sindicato Agrícola del Central Trinidad, que a su vez lo informó al capitán Guerrero.

Exceptuando el segundo grupo que haría la acción de forma directa, los demás se reunieron antes de partir en la casa de Pelayito, lugar donde se guardaban distintos materiales incendiarios, entre ellos, fósforo vivo, que previamente habían trasladado desde el bar Maceo, perteneciente a Norberto Rodríguez Cadalso. Allí prepararon el fósforo vivo en caramelos especiales y envasados en pomos.

Estaba ausente Braulio Guerra quien se encontraba enfermo, y quizás por esa razón, no pasaron a recogerlo en el lugar acordado, a pesar de que él se había comprometido a ir de todas maneras. Antes de partir para la misión, en la máquina que guiaba Manolo Magdaleno, se exploró la carretera hasta Puente Azul; al no encontrar inconvenientes regresaron para iniciar la operación.

Pelayito estaba comprometido con la acción, pero a última hora le ordenaron que se quedara en un lugar visible para atenuar las sospechas sobre su persona; además, para que informara la ocurrencia de cualquier anomalía.

El primer grupo fue trasladado en máquina por Manolo Magdaleno hasta la loma del Puerto, desde allí se internaron a pie por diversas colonias hasta terminar en la de San Isidro. El segundo grupo, que se ocultaba cerca del objetivo, cumplió su misión al quemar las cañas de la costa, específicamente en la colonia Rabo de Zorra.

Mientras el tercer grupo, debía trasladarse en el automóvil de Pedrito Zerquera hasta La Güira y en viaje de regreso regar con tirapiedras, a ambos lados de la carretera hasta la entrada de Guarico, el fósforo vivo preparado en caramelos que se derretían con relativa facilidad ante la acción del calor.

Por la presunta delación de Pitirre, fueron apresados los cuatros combatientes en Manaca Iznaga y conducidos al Cuartel 39 de la Guardia Rural.

Según Caridad Ferrer Legón, viuda de Pelayito, él se había sentado en un puente cerca de su casa; al transcurrir el tiempo, los policías Tápanes y Monzón llegan al bar Trinidad e indagan sobre su paradero, como escucha la interrogante se acerca y le pregunta lo que deseaban; entonces Tápanes le responde que el capitán Guerrero quería verlo en el cuartel.

Un grupo de testimoniantes afirman que Pelayito se encontraba dentro del bar, y de allí se lo llevan sin que mediara la fuerza. Su viuda es de la opinión de que su compañero nunca sospechó el peligro, al contrario, pensó que el capitán Guerrero le iba a pedir algún favor, como había sucedidos en otras ocasiones. Su noble corazón le hizo pecar de incauto y no relaciona la sospechosa actitud de Pitirre con el deseo del capitán Guerrero de localizarlo a esa hora de la noche, en el preciso momento en que se ejecutaba la mayor acción de sabotaje del Movimiento. Lo cierto es que lo detienen y lo trasladan, primero para la policía, y luego hacia el cuartel, donde ya estaban los restantes detenidos.

En ese siniestro lugar, fueron salvajemente torturados hasta arrancarles las vidas; pero no pudieron sacarle ni la más mínima confesión. Los asesinos, temerosos, trataron de eludir la responsabilidad y deciden colgar los cuerpos exánimes de los combatientes en distintos puntos de la carretera que conduce a Sancti Spíritus. El cadáver de Paquito apareció colgado en una alcantarilla de la vía ferroviaria poco antes de llegar a Manaca Iznaga. A los 33 años pierde la vida este revolucionario ejemplar.

Cuenta la viuda de Pelayito que Paquito guardaba una chaveta y con ella combatió contra un guardia y lo mató, después vieron salir una caja mortuoria del Cuartel; otros cuentan que, cuando lo estaban torturando levantó su fuerte mano y un olímpico bofetón le encajó a su victimario. No se ha podido comprobar los hechos, pero cabe la posibilidad. Lo seguro es que no claudicaron y enfrentaron con dignidad su destino.

Al día siguiente, después de varias gestiones, le fue entregado el cadáver a la familia y tendido en el domicilio de su cuñado Rafael Hernández Guerra, casado con su hermana Clara. Fue sepultado en la bóveda de la familia Domínguez, en el cementerio católico de la calle Boca. Cuando triunfó la justicia revolucionaria, los culpables que pudieron ser localizados son juzgados y recibieron la condena que merecían, algunos habían abandonado el país, mientras otros, estaban prófugos de la justicia.

Hoy Paquito es un símbolo para la juventud trinitaria, su memoria se inmortaliza de muchas maneras, entre ellas, la antigua calle Chinquinquirá lleva su nombre y se les erigió un monumento a los cincos combatientes asesinados frente al Partido Municipal, donde cada 27 de noviembre se le tributan merecido homenaje. Al morir contaba con 33 años de edad.

La historia se repetía 86 años después del vil asesinato de los ocho estudiantes de medicina a manos del colonialismo español, esta vez, por un nuevo colonialismo al servicio del imperio yanqui. El luto y terror se apoderaba del pueblo trinitario que compungido contemplaba tamaña masacre.

Fuentes

  • Cornelio Manso, Roberto Félix: Folleto de Consulta para Fortalecer el Conocimiento sobre las Victimas del Bandidísimo en Cuba. Centro Universitario de Sancti Spíritus, 2010
  • Pereira Perera, José Fidel. Diccionario biográfico de Trinidad. Inédito.