Levantamiento Campesino de 1932 (El Salvador)

Levantamiento Campesino de 1932 (El Salvador)
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Fecha:22 de enero al 11 de julio de 1932
Lugar:Tacuba, Juayúa, Ataco, Sonsonate, Santa Ana, Ahuachapan, Izalco, Cuhisnahuat, Santo Domingo de Guzmán y Nahuizalco.
Descripción:
Fue un hecho que oscila entre protesta e insurrección y culminó en etnocidio de las comunidades náhuas de El Salvador
País(es) involucrado(s)
Bandera de El Salvador El Salvador
Líderes:
campesinos e indígenas
Ejecutores o responsables del hecho:
Guardia Nacional


Levantamiento Campesino de 1932. Fue un hecho que oscila entre protesta e insurrección y culminó en etnocidio de las comunidades náhuas de El Salvador.

Antecedentes

Con la llegada de los españoles a territorio de lo que hoy es El Salvador, la situación económica y social de los nativos se caracterizó por la constante decadencia de las condiciones de vida y se incrementó en los años próximos a la independencia. Tras la independencia de El Salvador, los gobiernos fueron propiciando la creación de un sistema desigual, el cual dejaba alejadas del progreso a las poblaciones nativas de los territorios del Señorío de Cuzcatlán. El Salvador, sumido en una profunda crisis económica por la caída de los precios del café y la crisis de 1929, se enfrentó a una oleada de protestas y rebeliones contra el sistema desigual de tenencia de tierras, que se agudizaron con las reformas presidenciales que despojaban a los campesinos de sus tierras ejidales para darlas a los grandes terratenientes. Los campesinos e indígenas se levantaron contra el gobierno y atacaron instalaciones militares en el occidente del país, coincidiendo con una rebelión organizada por el Partido Comunista Salvadoreño (PCS) tras perder las elecciones que posteriormente acusaron de fraudulentas.

El disgusto social en el país había crecido durante toda la década de 1920 a causa de los abusos por parte de la clase política y la amplia desigualdad entre los terratenientes y el campesinado, producto de las políticas aplicadas sobre latifundios. Dicho malestar se vio agudizado por la tremenda baja de los precios del café y el creciente desempleo, debe tenerse en cuenta que durante las dos últimas décadas del siglo XIX y las primeras tres décadas del siglo XX, la economía salvadoreña se sostuvo gracias al cultivo del café, de tal forma que dicha época se conoce como la "república cafetalera". En tal sentido, la caída de los precios del café significó el despido masivo de campesinos y el cierre de varias haciendas, lo cual llevaría a una crisis económica muy profunda.

El levantamiento

El 21 de enero los periódicos anunciaban que el gobierno había abortado un complot comunista en la capital y declarado estado de sitio en seis departamentos. Cerca de la medianoche, entre el 22 y el 23 de enero, las fuerzas rebeldes atacaron comunidades en el oeste del país: Tacuba, Ahuachapán, Juayúa/Salcoatitán/Nahuizalco, Izalco, Sonsonate/Sonzacate, y Colón. Atacaron primero sitios estratégicos y las principales edificaciones que representaban el poder del estado: cuarteles de policía, oficinas de telégrafos, oficinas municipales. También asaltaron casas de terratenientes y saquearon comercios locales. Los rebeldes descargaron su ira contra miembros de los grupos de poder: alcaldes, cafetaleros, comerciantes, y comandantes militares. Decenas de personas murieron víctimas de los asaltos. Las estimaciones más altas en cuanto al número de muertos llegan al centenar.

El gobierno respondío de forma rápida e implacable. En tres días las tropas del ejército, capaz de oponer sus ametralladoras al improvisado y escaso armamento rebelde, habían recuperado el control de todas las locali- dades que habían tomado los alzados en armas, y empezó una represión de proporciones sin precedentes. Con la ayuda de las Guardias Cívicas, grupos de jóvenes civiles armados que se organizaron rápidamente en los primeros días del alzamiento, las tropas gubernamentales iniciaron la eliminación sistemática de miles de personas, en su mayor parte indígenas y campesinos, que parecían sospechosas de haber participado en el alzamiento o de ser simpatizantes. Dependiendo de quién haga el cálculo, la cifra de víctimas de la represión oscila entre 5.000 y 35.000. Nadie se preocupó por contar los cadáveres que se apilaban a la vera de los caminos, setenta años después parece imposible llegar a un estimado totalmente satisfactorio.

Resultados

Aunque no fueron los resultados esperados, la insurrección de 1932 en El Salvador es un acto heróico conmemorado por la clase obrera, del que se obtienen importantes lecciones para abonar a las luchas actuales de los trabajadores, que siguen luchando por mejorar los salarios que marcan la gran desigualdad entre la burguesía oligárquica y la masa de trabajadores que mueve la economía del país. Este legado de lucha revolucionaria en ha forjado una clase trabajadora combativa que durante las décadas siguientes a esta masacre, conquistó reivindicaciones laborales, libertades sindicales y sobre todo nos ha proporcionado un cúmulo de experiencias y métodos de lucha para seguir dando la batalla día con día para erradicar la explotación, la desigualdad y la exclusión que tanto ha sufrido nuestro pueblo y en mayor medida las comunidades indígenas. Como marxistas enarbolamos esta continua lucha y reconocemos que gracias a los esfuerzos de generaciones anteriores, ahora contamos con espacios de participación que estos compañeros no tuvieron.

Véase también

  • Levantamiento campesino en El Salvador de 1932[1]
  • Apuntes sobre el levantamiento indigena-campesino de 1932 [2]

Fuente

  • EL GENOCIDIO CULTURAL DE 1932 NARRATIVAS Y MEMORIAS DE LA REPRESIÓN [3]. Consultado 9/07/2019
  • Artículo POLÍTICAS DE LA MEMORIA: EL LEVANTAMIENTO DE 1932 EN EL SALVADOR. Héctor Lindo Fuentes [4]. Consultado 9/07/2019
  • Levantamientos Campesinos en El Salvador. Segundo Montes [5]. Consultado 9/07/2019