Linfoma cutáneo de células T

Linfoma cutáneo de Células T
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“Linfoma” es el nombre de muchos tipos diferentes de cáncer que se originan en los linfocitos (células inmunitarias). Existen tres tipos de linfocitos: linfocitos B (células B), linfocitos T (células T) y células citolíticas naturales. Los linfocitos B forman anticuerpos para combatir las infecciones; los linfocitos T tienen muchas funciones, entre ellas ayudar a los linfocitos B; y las células citolíticas naturales atacan a las células del cáncer y a los virus. El linfoma se puede originar en cualquiera de estos tipos de linfocitos. En general, los linfomas de células B son más comunes que los linfomas de células T; no obstante, en la piel, los linfomas de células T son el tipo más común.

Linfomas cutáneos de células T

Los linfomas cutáneos de células T, o los “linfomas de la piel de células T”, representan aproximadamente el 4 por ciento de todos los casos de linfoma no Hodgkin y, como lo indica el término, afectan principalmente la piel. La incidencia general anual del linfoma cutáneo de células T, ajustada por edad, es de aproximadamente seis casos por millón. El linfoma cutáneo de células T es dos veces más común en hombres que en mujeres. La incidencia del linfoma cutáneo de células T aumenta con la edad, con un inicio promedio entre los 50 y 60 años de edad. Si bien esta enfermedad es menos común en niños, puede afectar a personas de todas las edades. Normalmente, en el cuerpo hay un equilibrio en el que las células nuevas sustituyen a las viejas, y cada célula realiza sus tareas específicas. Este equilibrio asegura que el cuerpo funcione correctamente. En el linfoma, los linfocitos malignos (células cancerosas) se multiplican en forma descontrolada. La división celular maligna no está equilibrada por la muerte de las células. Los linfocitos T malignos difieren de los linfocitos T cutáneos normales que se encuentran en la piel. La diferencia es que se acumulan en la piel y forman manchas, placas o nódulos tumorales. En las primeras etapas, las células de linfoma cutáneo de células T se encuentran principalmente en la piel. En pacientes que se encuentran en etapas avanzadas de la enfermedad, los linfocitos también pueden acumularse en la médula ósea, la sangre, los ganglios linfáticos y/o los órganos sólidos. Hay investigaciones en curso para determinar una causa para el linfoma cutáneo de células T. En este momento, no se ha encontrado un factor individual ni varios factores definitivos. El linfoma surge como consecuencia de uno o más cambios directamente al ADN de una sola célula, que se convierte luego en maligna, o indirectamente al afectar el mecanismo de control de las células. Hasta la fecha, los estudios no han demostrado una conexión genética heredada con la enfermedad ni establecido vínculos con la exposición química, el medioambiente, los pesticidas, los agentes infecciosos, la radiación o las ocupaciones. El linfoma cutáneo de células T no es contagioso. Los investigadores actualmente están explorando anomalías genéticas o epigenéticas que pueden ser responsables del desarrollo y la progresión de este cáncer.

Los dos subtipos más comunes de linfoma cutáneo de células T son micosis fungoide, que a menudo es de bajo grado (de progresión lenta) en las primeras etapas, y una forma más agresiva llamada “síndrome de Sézary”. Otros subtipos menos comunes de linfoma cutáneo de células T incluyen:

  • Linfoma cutáneo anaplásico de células grandes con expresión de CD30+
  • Linfoma de tipo paniculítico de células T
  • Linfoma de células T agresivo epidermotrópico con

expresión de CD8+

  • Linfoma de células T gamma-delta
  • Micosis fungoide hipopigmentada/vitiliginosa, que es más común en niños con tipos de piel más oscura, especialmente niños que son africanos americanos, latinos, o del Medio Oriente o de la India

Una menor cantidad de linfomas de la piel se originan de un cambio maligno en un linfocito B, y se denominan “linfomas cutáneos primarios de células B”. En la mayoría de los casos, los pacientes con este tipo de linfoma responden bien al tratamiento y tienen resultados relativamente favorables. La única excepción es el subgrupo muy poco común llamado “linfoma difuso de células B grandes, tipo pierna” en el cual el linfoma cutáneo se comporta en forma agresiva y generalmente requiere una terapia sistémica más intensiva. La mayoría de los casos de micosis fungoide comienza con piel seca y un sarpullido rojo, con o sin picazón.

Para algunas personas, el signo inicial es enrojecimiento o manchas claras u oscuras en la piel. En pacientes con sarpullido/eritrodermia extensa (enrojecimiento de toda la piel del cuerpo a menudo con descamación, como en el síndrome de Sézary), la picazón puede ser fuerte y dificultar el sueño. Puede haber manchas rojas o áreas de piel levantada, denominadas “placas”, que a menudo tienen descamación en la superficie, ya sea cubriendo partes pequeñas o grandes de la piel. Pueden aparecer bultos grandes o nódulos tumorales con mucho espesor, ya sea inicialmente o más tarde con la progresión de la enfermedad. Podría haber grietas en la piel que no se curan debidamente y se infectan. En las etapas posteriores, los tumores de la piel pueden ulcerarse e infectarse.

En algunos casos, los linfocitos malignos pueden causar el agrandamiento de un ganglio linfático, de tal modo que se puede ver o palpar si se encuentra cerca de la superficie de la piel. Los linfocitos malignos pueden trasladarse a otros ganglios linfáticos, que también pueden agrandarse. En la enfermedad avanzada, los linfocitos malignos también se pueden diseminar a otras partes del cuerpo, que incluyen el hígado, el bazo y los pulmones.

Signos y síntomas

La micosis fungoide es el tipo más común del linfoma cutáneo de células T. El nombre proviene de los tumores de piel similares a hongos que pueden aparecer en las etapas avanzadas de la enfermedad. No hay ninguna relación con un “hongo”. La micosis fungoide a menudo permanece limitada a la piel. Aproximadamente el 70 al 80 por ciento de los pacientes son diagnosticados en las primeras etapas, cuando solo la piel se ve afectada, y la enfermedad no se disemina a los ganglios linfáticos ni a los órganos internos.

Además, en casi todos los pacientes diagnosticados con la enfermedad en las primeras etapas (manchas/placas), la afección de la piel no progresa para mostrar lesiones tumorales, que se observan en pacientes diagnosticados en etapas avanzadas, siempre que reciban la terapia adecuada. En una pequeña cantidad de pacientes, la micosis fungoide progresa lentamente.

El síndrome de Sézary es un tipo leucémico más agresivo del linfoma cutáneo de células T, con efectos extendidos en la piel, agrandamiento de los ganglios linfáticos y la presencia de altas cantidades de linfocitos malignos (llamados “células de Sézary”) en la sangre. Esta enfermedad se caracteriza por la aparición de un sarpullido rojo extendido, picazón y, a veces, pérdida (descamación) de las capas externas de la piel. Estos pacientes a menudo tienen infecciones cutáneas debido a la afectación extensa de la piel.

Manejo de los síntomas

Se pueden usar terapias de apoyo para ayudar a tratar los síntomas de micosis fungoide y síndrome de Sézary. La picazón que acompaña los tumores de piel puede ser difícil de controlar. Las terapias de apoyo que pueden ayudar a manejar los síntomas de la micosis fungoide y el síndrome de Sézary pueden incluir:

  • Los antihistamínicos, en especial el Benadryl® (difenhidramina) o el Atarax® (hidroxizina), que pueden aliviar la picazón en cierta medida. El efecto secundario principal de estos fármacos es la somnolencia. Un paciente generalmente comienza con una dosis más baja del medicamento, que se va aumentando a medida que se tolera y según sea necesario.
  • La gabapentina (Neurontin®), que puede ser eficaz en pacientes con picazón intensa, especialmente aquellos con síndrome de Sézary, y puede tener menos efectos secundarios que los antihistamínicos. Un paciente

generalmente comienza con una dosis más baja del medicamento, que se va aumentando a medida que se tolera y según sea necesario.

  • La mirtazapina (Remeron®), un antidepresivo o aprepitant (Emend®), un antiemético, los cuales tal vez ayuden.
  • La aplicación de ungüentos cutáneos con emolientes o con corticoesteroides, que también puede ayudar a aliviar la picazón.
  • El uso de ungüentos con corticoesteroides, ya sea junto con trajes sauna o como parte de una técnica de “remojar y untar” (un tratamiento en el que el paciente se sumerge en un baño de agua seguido por una aplicación del ungüento con corticoesteroides sobre la piel húmeda, y después capas de pijamas de algodón húmedas y secas), que puede ofrecer beneficios para algunos pacientes.
  • Antibióticos, que se pueden administrar si la piel se infecta. Los pacientes con síntomas duraderos y problemáticos quizá necesiten tratamiento para la depresión o el insomnio.

Diagnóstico

En general, el diagnóstico de micosis fungoide o síndrome de Sézary lo hace un dermatólogo después de una serie de pruebas y procedimientos de diagnóstico, que incluyen:

  • Un examen físico y revisión de los antecedentes médicos (por ejemplo, el sarpullido no responde a los tratamientos comunes para el eczema)
  • Pruebas de sangre (por ejemplo, para detectar la presencia de linfocitos malignos)
  • Una biopsia de piel y/o biopsia de ganglios linfáticos (la extirpación de una pequeña cantidad de tejido) para que un patólogo (un médico que estudia tejidos y células para identificar enfermedades) la examine al microscopio
  • Una serie de pruebas de diagnóstico por imágenes, como por ejemplo tomografía computarizada, resonancia magnética y/o tomografía por emisión de positrones (CT, MRI y PET respectivamente, por sus siglas en

inglés) para determinar si el cáncer se ha extendido a los ganglios linfáticos u otros órganos

La inmunotipificación, un proceso que se usa para identificar antígenos, o marcadores, en la superficie de las células en la sangre, también se puede realizar para identificar tipos específicos de linfoma mediante la comparación de células cancerosas con células normales del sistema inmunitario. Además, en casos específicos, los análisis moleculares pueden ser útiles para establecer el diagnóstico. Los resultados de estas pruebas especiales se deben interpretar con precaución ya que hay muchas superposiciones entre las células cancerosas benignas y malignas. Las biopsias de médula ósea se incluyen como una opción en las pautas de la Red Nacional Integral del Cáncer (NCCN, por sus siglas en inglés), pero a menudo no son útiles para la estadificación. En las etapas avanzadas de la micosis fungoide y el síndrome de Sézary, las células malignas pueden transformarse en tipos de células grandes más agresivas, un proceso denominado “transformación a células grandes”. Las células de linfoma de los pacientes pueden comenzar a producir una proteína llamada “CD30”. Los pacientes que presentan este tipo de transformación celular pueden necesitar un tratamiento más agresivo

Planificación del tratamiento

La situación médica de cada paciente es diferente y debe ser evaluada individualmente por un dermatólogo y/o hematólogo/oncólogo que se especialice en el tratamiento del linfoma no Hodgkin. El manejo óptimo de la evaluación y el tratamiento de un paciente con linfoma cutáneo implica un enfoque colaborativo y multidisciplinario.

Es importante que usted hable con los miembros de su equipo de profesionales médicos sobre todas las opciones de tratamiento, incluidos los tratamientos en fase de estudio en ensayos clínicos.

Tratamiento

Hay varios factores que determinan el plan de tratamiento para el paciente, que incluyen el estado de salud general, la edad y la etapa de la enfermedad de la persona. Si bien los pacientes con micosis fungoide o síndrome de Sézary en las primeras etapas pueden responder bien a terapias dirigidas a la piel solamente, los pacientes con una enfermedad más avanzada pueden requerir una combinación de terapias dirigidas a la piel (tópicas) y sistémicas (que afectan a todo el cuerpo) para tener éxito. Cuando corresponda, se debería considerar el alotrasplante de células madre para pacientes con una enfermedad avanzada, resistente al tratamiento y/o agresiva. Existen pautas de prácticas consensuadas para médicos que tratan a pacientes con linfoma cutáneo de células T. Las pautas que se usan más comúnmente son las Pautas de Prácticas Clínicas de la Red Nacional Integral del Cáncer disponibles en www.NCCN.org (el sitio web está en inglés; algunas de las publicaciones de las pautas se ofrecen en español

El pronóstico individual de un paciente depende de:

  • La etapa del cáncer y si la enfermedad afecta los ganglios linfáticos, la sangre u otros órganos en el cuerpo
  • El tipo y la extensión de las lesiones cutáneas presentes (manchas, placas o tumores)
  • La cantidad de células de Sézary en la sangre
  • Transformación a micosis fungoide de células grandes o foliculotrópica (que afecta los folículos pilosos)

Las opciones de tratamiento para la micosis fungoide y el síndrome de Sézary incluyen fototerapia, radioterapia (local y superficie cutánea total), terapia tópica, terapia sistémica (que afecta todo el cuerpo), terapias biológicas o inmunitarias, quimioterapias sistémicas con un solo fármaco y terapias combinadas. Las quimioterapias con combinaciones de fármacos se reservan para los pacientes cuya enfermedad no responde al tratamiento con un solo fármaco, o para pacientes seleccionados que tienen afectación de órganos sólidos. Algunos tratamientos se consideran estándar para la micosis fungoide o el síndrome de Sézary, y algunos se están probando en ensayos clínicos.

En general, los pacientes en las primeras etapas de la enfermedad, las etapas I-IIA, se tratan principalmente con terapias dirigidas a la piel.

Las terapias sistémicas se usan:

  • Si los tratamientos dirigidos a la piel ya no le proporcionan ningún beneficio al paciente
  • Para pacientes en las etapas avanzadas de la enfermedad, las etapas IIB-IV, ya sea en combinación con fármacos dirigidos a la piel y/u otros fármacos sistémicos

Cada tratamiento descrito en la siguiente sección tiene beneficios y riesgos (efectos secundarios) para el paciente. La selección de una terapia o terapias específicas debería individualizarse, teniendo en cuenta los riesgos y los beneficios en cada caso.

Los tratamientos específicos incluyen

Terapias dirigidas a la piel

  • Corticoesteroides tópicos: Estos fármacos son un tipo de esteroides que se usan para aliviar la piel enrojecida, hinchada e inflamada. También pueden tener efectos antiproliferativos (pueden detener el crecimiento o la multiplicación de nuevas células o tejido) y pueden liminar las células T cancerosas en el linfoma cutáneo de células T. Los corticoesteroides tópicos pueden prescribirse en una formulación de crema, loción, espuma, gel o ungüento. La potencia del esteroide tópico debería ser adecuada y corresponderse con el área corporal que se trata. El uso a largo plazo de los corticoesteroides tópicos puede tener efectos negativos como adelgazamiento y debilitamiento de la piel. El riesgo aumenta con la potencia del corticoesteroide tópico.
  • Quimioterapia tópica: La mostaza de nitrógeno (clorhidrato de mecloretamina, Valchlor gel®) está aprobada por la FDA para el tratamiento de las etapas IA y IB del linfoma cutáneo de células T del

tipo micosis fungoide en pacientes que han recibido una terapia anterior dirigida a la piel. La carmustina (BCNU) se usa como tratamiento tópico para el linfoma cutáneo de células T, pero éste es un uso fármaco. Ambos fármacos se pueden administrar como un ungüento de formulación magistral (de preparación especial en la farmacia) con una base de vaselina. Estos ungüentos se aplican diariamente, ya sea a las áreas afectadas de la piel o a toda la superficie de la piel. Algunas veces, estos medicamentos tópicos pueden causar irritación de la piel o una reacción alérgica. Por lo tanto, el paciente debería tener precaución cuando los aplica sobre áreas de piel sensibles, tales como el rostro o los pliegues. NUNCA aplíquelos sobre la piel del área genital.

  • Retinoides: Los retinoides tópicos, incluidos bexaroteno (Targretin®) y tazaroteno (Avage®, Tazorac®), son fármacos relacionados con la vitamina A; actúan estimulando a las células tumorales a morir más rápidamente y facilitando las reacciones inmunitarias.

El bexaroteno está disponible como una formulación dirigida a la piel (formulación en gel) y como terapia sistémica (terapia oral). Los retinoides tópicos con frecuencia pueden causar irritación a la piel.

  • Fototerapia (terapia de luz)

Tratamientos UVB de banda estrecha: Estos tipos de tratamiento se usan para tratar lesiones delgadas (manchas y/o placas delgadas) y son similares a la PUVA (psoraleno más ultravioleta A), excepto que los rayos UVB no penetran la piel con la misma profundidad que los rayos UVA y se usan sin un fármaco fotosensibilizador.

PUVA (psoraleno más ultravioleta A): Este tipo de terapia para el cáncer utiliza el psoraleno (un medicamento tomado por vía oral que sensibiliza la piel) y la exposición a luz ultravioleta (UV) para destruir las células cancerosas. El tratamiento se administra generalmente de dos a tres veces por semana durante varios meses y con menos frecuencia en lo sucesivo. El tratamiento de mantenimiento generalmente se continúa durante un año o más. La fototerapia PUVA o UVB también se usa en combinación con los fármacos biológicos interferón o bexaroteno. Es importante destacar que la fototerapia a largo plazo está asociada con un aumento de cáncer cutáneo asociado a los rayos UV (cánceres de células basales y células escamosas y melanoma). Por lo tanto, los pacientes que tengan fuertes antecedentes personales o familiares de estos tipos de cáncer de piel deberían hablar con sus médicos sobre los riesgos y los beneficios de la fototerapia.

  • Otras terapias dirigidas a la piel incluyen el imiquimod en crema de aplicación tópica, la terapia fotodinámica y el láser de excímeros. El imiquimod (Aldara®) y la terapia fotodinámica se usan para tratar el daño a la piel (tipos de precáncer y cáncer de la piel) asociado con los rayos UV, pero también se ha demostrado que son eficaces en el tratamiento de la micosis fungoide.

El láser de excímeros ofrece una opción localizada de terapia UV. Estos tratamientos se usan con menos frecuencia y requieren una observación y seguimiento atento por parte del médico.

Radioterapia

  • Radioterapia con haz de electrones: La radioterapia convencional penetra la piel y llega a áreas dentro del cuerpo. La radioterapia con haz de electrones se puede administrar sobre toda la superficie de la piel, o en un

área localizada, sin afectar los órganos internos. Ya sea que el paciente reciba esta terapia en forma localizada (local) o en toda la piel (total), la dosis (cantidad) se puede disminuir para reducir los efectos secundarios. La radioterapia localizada ha resultado útil para los pacientes que tienen tumores cutáneos o aquellos que han tenido una respuesta insuficiente al tratamiento. Los tumores a menudo se curan después del tratamiento, y el tejido muerto se elimina, reduciendo así el riesgo de infección. La radioterapia cutánea total con haz de electrones (administrada en toda la piel) es adecuada para pacientes con placas gruesas generalizadas con o sin tumores cutáneos. Algunos pacientes parecen tener una regresión prolongada de las lesiones de la piel luego de este tipo de tratamiento. Ambas formas de la radioterapia cutánea, tanto local como total, son eficaces en dosis bajas en el tratamiento de la micosis fungoide o el síndrome de Sézary, y por lo tanto es importante que se eviten dosis más altas, que no son necesarias La radioterapia se puede usar sola, en combinación simultánea con otros tratamientos o, además, se puede usar en forma secuencial con otros tipos de terapias dirigidas a la piel o sistémicas. Al igual que con la fototerapia, la radioterapia aumentará el riesgo de daño a la piel. Por eso, se debería hablar sobre los riesgos y beneficios en pacientes con daño extenso debido a la fototerapia y antecedentes de varios tipos de cáncer de piel asociados con la luz UV.

Terapias sistémicas

  • Terapias biológicas o inmunitarias: Éstas son formas menos intensas de terapias sistémicas que tienen como objetivo estimular las células cancerosas a morir más rápidamente (facilitar la apoptosis) o a mejorar el sistema inmunitario del paciente para combatir las células cancerosas. Algunos ejemplos son retinoides orales tales como el bexaroteno (Targretin®), los interferones, la fotoféresis extracorpórea (ECP, por sus siglas en inglés) y las terapias dirigidas con anticuerpos.

Los efectos secundarios de estas terapias biológicas en general son reversibles y manejables. El perfil de los efectos secundarios depende del fármaco específico. El bexaroteno oral está aprobado por la FDA en el tratamiento del linfoma cutáneo de células T cuando no ha dado resultado al menos una terapia sistémica anterior. Los efectos secundarios incluyen niveles elevados de lípidos (colesterol, triglicéridos) y disminución de las mediciones de la hormona tiroidea, por lo que podría ser necesario usar medicamentos para tratar estos efectos secundarios. Los interferones se asocian con síntomas comunes similares a los de la gripe. La fotoféresis extracorpórea, un tratamiento aprobado por la FDA para el linfoma cutáneo de células T que es muy bien tolerado, está disponible únicamente en centros seleccionados que ofrecen este tratamiento. En este procedimiento, se extrae sangre a través de una vena del paciente. Los glóbulos blancos, que incluyen células circulantes provenientes del linfoma cutáneo de células T, se aíslan y se tratan con una forma líquida de psoraleno, que sensibiliza las células ante la luz ultravioleta. Los rayos UVA irradian las células, lo que, junto con el fármaco, daña el ADN de las células del linfoma cutáneo de células T. Las células luego se devuelven al paciente a través de una vena. El proceso lesiona los linfocitos T cancerosos y ayuda a inducir una respuesta inmunitaria en el cuerpo. Este procedimiento debe repetirse varias veces para obtener el máximo efecto. La fotoféresis extracorpórea tiene la mayor eficacia en pacientes con afectación de la sangre, como es el caso en el síndrome de Sézary.

  • Quimioterapia: Las quimioterapias convencionales destruyen las células cancerosas que se dividen rápidamente.

Estos tratamientos también pueden afectar las células sanas en proceso de división, por lo que es necesario evaluar cuidadosamente los conteos sanguíneos y otros resultados de las pruebas de laboratorio. La quimioterapia se puede administrar solo como monofármaco, o en combinación con varios fármacos. La quimioterapia convencional no ha podido curar el linfoma cutáneo extendido, y los estudios que usan la quimioterapia combinada con la radioterapia en pacientes con la enfermedad en las primeras etapas no han tenido mucho éxito. Por lo tanto, se debería evitar la quimioterapia en pacientes con la enfermedad en las primeras etapas. Sin embargo, ciertas quimioterapias de un solo fármaco han mostrado beneficios en pacientes con una enfermedad muy agresiva (especialmente, con transformación a células grandes), o pacientes cuya enfermedad no responde a las terapias sistémicas menos intensas.

Algunas quimioterapias sistémicas que son eficaces para pacientes con una enfermedad cutánea agresiva y/o con afectación de los ganglios linfáticos u otros órganos, o para aquellos con síndrome de Sézary, incluyen:

Metotrexato , pralatrexato (Folotyn®): fármacos antifolatos que interfieren con la proliferación de las células tumorales; el pralatrexato está aprobado por la FDA para el tratamiento del linfoma periférico de células T en recaída o resistente al tratamiento.

En 2011, la Red Nacional Integral del Cáncer actualizó las Pautas de Tratamiento Clínico para el linfoma no Hodgkin y el Compendio de Productos Farmacológicos y Biológicos para incluir Folotyn® en el tratamiento de la micosis fungoide y el síndrome de Sézary. Las llagas bucales, llamadas también “mucositis” o “estomatitis”, se observan en algunos pacientes que reciben fármacos antifolatos; este efecto secundario se puede evitar o reducir con suplementos de ácido fólico y vitamina B12. Gemcitabina (Gemzar®), pentostatina (Nipent®): análogos de la purina que interfieren con el crecimiento tumoral. Doxorrubicina liposómica (Doxil®): un fármaco de quimioterapia que se une al ADN. Clorambucil (Leukeran®), ciclofosfamida (Cytoxan®): fármacos alquilantes que interfieren con la proliferación de las células cancerosas. Etopósido (VP-16, VePesid®, Etopophos®), temozolomida (Temodar®): antineoplásicos que interfieren con la proliferación de las células cancerosas.

  • Terapias dirigidas:

Estos fármacos se dirigen a una molécula específica en la célula cancerosa y destruyen las células cancerosas y no las células sanas. Alemtuzumab (Campath®): El alemtuzumab es un anticuerpo monoclonal (un tipo de proteína que se puede adherir a las células del tumor) que está aprobado por la FDA para el tratamiento de pacientes con leucemia linfocítica crónica (CLL, por sus siglas en inglés), pero que también puede ser útil en el manejo de pacientes con síndrome de Sézary. El tratamiento con alemtuzumab puede provocar infecciones graves, por lo tanto se debe usar con cuidado y junto con antimicrobianos para disminuir el riesgo de infecciones. En los casos de síndrome de Sézary, el alemtuzumab se usa en dosis muy bajas para reducir los riesgos de infecciones.

  • Toxina de fusión: La denileucina diftitox (Ontak®) es una toxina de fusión (interleucina-2 [IL-2] unida con la toxina de la difteria) que está aprobada por la FDA para el tratamiento del linfoma cutáneo de células T persistente o recurrente en pacientes cuyas células malignas expresan el componente CD25 del receptor IL-2. El suministro de Ontak ha sido suspendido para uso generaly actualmente está disponible solo a través de un ensayo clínico

Fuentes

www.uv.es/derma/CLindex/CLlinfomas/CLlinfomas.htm