Músicas dormidas
| ||||||||||||
Músicas dormidas fue pintado por el artista modernista mexicano Rufino Tamayo en 1950, sugiere el rescate de los colores originales de la pirámide de Tenayuca: azul y negro, negro y ocre, dependiendo de la orientación y los puntos cardinales.
La pintura y sus personajes
El pintor logra que sus cuadros sean espesos, esa profundidad hace que su producción se distinga en el panorama de la plástica moderna por su carácter colosal.
Músicas dormidas realizada en 1950, sugiere el rescate de los colores originales de la pirámide de Tenayuca: azul y negro, negro y ocre, dependiendo de la orientación y los puntos cardinales.
El ocre como una especie de plancha de aplicación de los tonos aparentes; fijador de la composición cromática y, tal vez, homenaje silencioso al astro rey que, de acuerdo con los acolhuas, exigía cada 52 años un nivel adicional para su recinto religioso, pues sólo de esta manera las tinieblas serían sometidas, garantizándose un siglo más de luz.
Por demás está insistir en que muchos de los personajes y motivos tamayescos evocan, de modo velado, con elegancia, la cerámica teotihuacana en lo que se refiere al champ levé: altorrelieve plano, logrado mediante el raspado de la superficie.
Síntesis biográfica del autor
Rufino del Carmen Arellanes Tamayo (Oaxaca de Juárez, 25 de agosto de 1899 - Ciudad de México, 24 de junio de 1991) fue un pintor mexicano. Figura capital en el panorama de la pintura mexicana del siglo XX, Rufino Tamayo fue uno de los primeros artistas latinoamericanos que, junto con los representantes del conocido "grupo de los tres" (Rivera, Siqueiros y Orozco), alcanzó un relieve y una difusión auténticamente internacionales. Como ellos, participó en el importante movimiento muralista que floreció en el período comprendido entre las dos guerras mundiales.
Sus obras, sin embargo, por su voluntad creadora y sus características, tienen una dimensión distinta y se distinguen claramente de las del mencionado grupo y sus epígonos.
Coincidiendo en sus aspiraciones con el quehacer del brasileño Cándido Portinari, el trabajo de Rufino Tamayo se caracteriza por su voluntad de integrar plásticamente, en sus obras, la herencia precolombina autóctona, la experimentación y las innovadoras tendencias plásticas que revolucionaban los ambientes artísticos europeos a comienzos de siglo.
Esta actividad sincrética, esa atención a los movimientos y teorías artísticas del otro lado del Atlántico lo distinguen, precisamente, del núcleo fundamental de los "muralistas", cuya preocupación central era mantener una absoluta independencia estética respecto a los parámetros europeos y beber solo en las fuentes de una pretendida herencia pictórica precolombina, resueltamente indigenista.
También desde el punto de vista teórico tiene Tamayo una personalidad distinta, pues no suscribió el radical compromiso político que sustentaba las producciones de los muralistas citados y prestó mayor atención a las calidades pictóricas.
Es decir, aunque por la monumentalidad de su trabajo y las dimensiones y función de sus obras podría incorporarse al movimiento mural mexicano, diverge, no obstante, por su independencia de los planteamientos ideológicos y revolucionarios, y por una voluntad estética que desarrolla el tema indio con un estilo más formal y abstracto.
Su obra como muralista, ciclópea y hecha en el más puro «mexicanismo», culmina en el mural El Día y la Noche. Realizado en 1964 para el Museo Nacional de Antropología e Historia de México, simboliza la lucha entre el día (serpiente emplumada) y la noche (tigre). Ese mismo año recibió el Premio Nacional de Artes.
Sus últimos trabajos monumentales datan de 1967 y 1968, cuando por encargo gubernamental realizó los frescos para los pabellones de México en la Exposición de Montreal y en la Feria Internacional de San Antonio (Texas). A partir de entonces, retirado casi, se dedicó de lleno a transmitir el saber acumulado en su larga e intensa vida artística.
Su interés por el arte precolombino cristalizó al inaugurarse en 1974, en la ciudad de Oaxaca, el Museo de Arte Prehispánico Rufino Tamayo, con 1300 piezas arqueológicas coleccionadas, catalogadas y donadas por el artista.
El artista murió en 1991 a la edad de 91 años.