María Virginia Estenssoro

María Virginia Estenssoro
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Fue una destacada poeta, narradora, escritora, periodista y profesora boliviana.
Nacimiento2 julio 1903
La Paz
Defunción1970
OcupaciónEscritora, Poeta, Educadora
Nacionalidadboliviana

María Virginia Estenssoro. Fue una destacada poeta, narradora, escritora, periodista y profesora boliviana.

Biografía

Nació el 2 de julio en La Paz, sus padres fueron Alfredo Estenssoro Rivero y María de la O. Romecín Martínez. Vivió su adolescencia en Tarija y realizó su primer viaje fuera de Bolivia en 1920 a la ciudad de Concepción, en Chile. Inició su camino como escritora boliviana en la revista Gaceta de Bolivia, integró el Ateneo Femenino,fue directora literaria de la revista Cielos de Bolivia, docente de la materia "Historia de la música" en el Conservatorio Nacional de Música, y Directora de la Biblioteca del Congreso Nacional.​

Su primera obra se publicó en 1937 titulada El occiso (1937) un volumen de tres relatos dedicado a la memoria de Enrique Ruiz Barragán, quién falleció de manera trágica. El Occiso se agotó casi de inmediato pero principalmente por el escándalo que provocó en la sociedad de esa época. La obra planteaba una relación amorosa fuera del matrimonio y del aborto voluntario de la narradora, quizá la autora haya intuido lo que se le venía encima cuando escribió en el epígrafe “Este libro es una crucifixión y un inri”.

En 1957 abandona Bolivia para radicar en Sao Paulo, Brasil, donde pasa los últimos años de sus vida.

Virginia Estenssoro cultivó tanto la novela como la poesía con diferentes estilos. Puso duros temas en sus novelas frente a dulces e ideales poesías. Después del escándalo de El Occiso no publica ningún otro libro en vida, pero sus hijos: Guido Vallentsits Estenssoro e Irene Cusicanqui Estenssoro, después de la muerte de su madre (septiembre de 1970), reeditaron este libro y dieron a conocer cuatro tomos con sus cuentos, poemas y otros textos inéditos.

Actualmente se la considera parte de las voces femeninas del movimiento vanguardista boliviano entre las que están la orureña Hilda Mundy y la paceña Yolanda Bedregal.

Obra

El occiso, único libro publicado en vida por María Virginia Estenssoro, significó lo mismo un éxito de ventas que un escándalo social para su autora, ante la gazmoñería de la sociedad boliviana de los años 30 del siglo pasado. En los tres relatos que componen el breve volumen, la escritora narra la descomposición de un cuerpo (el del amante furtivo), la relación de una mujer de mediana edad (la propia Estenssoro) con un hombre casado (un señor de nombre Enrique Díaz Barragán, a cuya memoria está dedicado el libro) y un aborto voluntario de la narradora (fruto de aquella relación “prohibida”). Tres cuentos y menos de 50 páginas bastaron, pues, para que María Virginia, quien nunca fue una mujer medrosa ni callada, decidiera no volver a entregar otro libro a la imprenta. Tras su muerte, fueron su hija Irene y su hijo Guido quienes asumieron la publicación no solo de una segunda edición de aquel libro proscrito, sino cuatro volúmenes más de cuentos, poemas y otros textos inéditos.

Vida personal

Se casó a los veintiséis años con un hombre del que se comentaba que era un noble europeo, y con quien recorrió el mundo durante varios años. Tiempo después regresó a Bolivia divorciada y con un hijo, y se convirtió en columnista de diferentes medios y profesora de francés y de historia de la música en el Conservatorio Nacional. Su presencia, dicen los que la conocían, no pasaba inadvertida: era “un volcán en erupción”, una mujer de voz profunda y varonil que gustaba de desafiar a la sociedad conservadora de su época, que fumaba en público cuando pocas mujeres se atrevían a hacerlo y que usaba un maquillaje muy pronunciado. Fue a su regreso a Bolivia cuando empezó una relación con Ruiz Barragán que duró aproximadamente de 1933 a 1936. Tras la muerte de Ruiz Barragán se casó con el escultor Andrés Cusicanqui; este redactó un curioso epílogo a El occiso en el que por una parte lamenta que la autora haya escrito esos cuentos inspirados por su anterior pareja , pero por otro lado celebra que ser indiscreto es ser feliz.

Guerrilla del Che Guevara

El encarcelamiento de su hijo Guido Vallentsits, que se unió a la guerrilla del Che Guevara, hizo que María Virginia Estenssoro se distanciara para siempre de Bolivia: se quedó a vivir en São Paulo hasta su muerte en 1970. La persecución política de su hijo la afectó enormemente y la llevó a renegar por completo de su vida anterior, que ella misma describió como: egoísta, parasitaria, indiferente a los grandes problemas de los humanos. Sin embargo, el arte no se nutre necesariamente de buenos sentimientos, y su literatura más comprometida con los problemas sociales no es tan original como el deslumbrante y enigmático El occiso. En su poema “Yo también tuve un hijo preso” (1967) hay un regreso a un rol femenino más tradicional, el de la madre abnegada y sufrida: “Madame Debray: / Yo también tuve un hijo preso / y agonicé crucificada sobre ese hijo.

Crítica

El rescate y la publicación de escritoras latinoamericanas marginadas por el sesgo heteropatriarcal de los cánones literarios del siglo XX, podríamos señalar, se ha constituido en empresa de radical importancia, trabajo arqueológico muchas veces asumido por editoriales independientes afinadas en el ejercicio intrincado de exhumación de tales obras.

El occiso (1937) es un artefacto al que bien se puede asignar el nombre de rareza: único libro publicado en vida por la boliviana María Virginia Estenssoro, escritora que ganó inmediatamente la clasificación de excéntrica por el tema que escogiera ese único libro. Se trata de un temprano experimento que anticipa la alianza entre varios puntos claves propios de la literatura latinoamericana del presente, ya que combina el modo fantástico, el trabajo casi artesanal de invención de una lengua y la escrupulosa experimentación con la sintaxis.

Desde el inicio es posible intuir que estamos frente a una escritura que no aspira únicamente al mero relato de un puñado de hechos del orden de lo espeluznante, sino que, además, hace del propio ejercicio de escribir un trabajo cuyo rigor formal excede la norma, la vuelve un delicado laboratorio sintáctico.

Fuentes