Parálisis de la vejiga de la orina

Parálisis de la vejiga de la orina.
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La parálisis de la vejiga urinaria consiste en la imposibilidad de retener o emitir voluntariamente la orina, haya o no obstáculos mecánicos.

Parálisis de la vejiga de la orina. La parálisis de la vejiga urinaria consiste en la imposibilidad de retener o emitir voluntariamente la orina, haya o no obstáculos mecánicos.

Etiología

Es posible la parálisis miógena del detrusor por excesiva distensión del mismo, tras prolongada retención de orina durante el trabajo y en perros de piso limpios. En tales circunstancias actuaría como concausa el aumento simultáneo del tono del esfínter vesical, como suele acontecer en estados de excitación, en los cólicos y en el tétanos; por lo cual, tales casos se han considerado también como espasmos vesicales. Sólo excepcionalmente menoscaban el rendimiento de la musculatura vesical cistitis graves o alteraciones inflamatorias de las inmediaciones, originadas por una infiltración inflamatoria colateral, relajación refleja permanente o contracción tónica del esfínter vesical. La parálisis de la vejiga suele ser de origen nervioso en enfermedades de la médula espinal y de algunos nervios periféricos.

Patogenia

El proceso de la micción, esencialmente, reflejo, se desarrolla mediante el estímulo constituido por la distensión y, en parte, por la excitación química del plexo nervioso autónomo parietal, en las paredes de la vejiga y dentro de la misma. La acción de este plexo es ayudada, refrozada y dirigida por el centro vesicoespinal, situado en la médula lumbosacra, como consecuencia del desarrollo filogénico conjunto del sistema nervioso simpático, parasimpático y, muy especialmente, del cerebroespinal.

El centro vesical funciona, por un lado, mediante las vías centrípetas espinales procedentes de la pared vesical, de los órganos pélvicos y, en general, del tercio posterior y, por otro lado, mediante las excitaciones que proceden del tronco encefalítico y, por medio del mismo, de la corteza cerebral. El resultado de todas estas excitaciones es transmitido, como excitación centrífuga, de un lado, por medio del simpático, desde el ganglio hipogástrico y, de otro, desde el plexo sacro (nervio pélvico) por medio del parasimpático, tanto al plexo nervioso de la pared vesical como también, por medio de los nervios espinales motores, a la placa terminal de las correspondientes fibras musculares estriadas. Por tanto, el centro vesicoespinal actúa como centro coordinador de todos los centros nerviosos que intervienen en la micción, tanto para la musculatura lisa de la vejiga (detrusor, esfínter interno) como para los músculos auxiliares de fibra estriada del suelo de la pelvis (esfínter externo o compresor de la uretra, músculo transversal del perineo, músculo balbocabernoso), para la prensa abdominal y para los músculos del esqueleto que permiten la postura de la micción.

La inervación de la musculatura lisa de la vejiga es antagonista, pues la contracción del detrusor determina la relajación del esfínter, y las excitaciones que relajan el esfínter provocan la contracción del detrusor. A medida que se llena la viga de la orina, aumenta la distensión del detrusor, excita las terminaciones nerviosas sensitivas, produce la sensación de ganas de orinar y, al llegar a cierto grado, determina simultáneamente la relajación del esfínter y la contracción del detrusor, si no predominan estímulos inhibitorios psíquicos (adiestramiento, etc.) o inhibiciones reflejas (en algunos animales, la marcha, etc.). En la micción voluntaria, la musculatura auxiliar, voluntariamente relajada, da paso libre a la orina, pero al mismo tiempo, de modo reflejo, provoca la relajación del esfínter y el aumento del tono del detrusor. El impulso nervioso voluntario determina a la vez la inhibición del esfínter y el aumento reflejo del tono del detrusor.

Por las íntimas reacciones del desarrollo filogénico de los distintos eslabones de la inervación, las lesiones del centro vesicoespinal producen gravísimos trastornos en la vejiga de la orina (el plexo parietal no suele enfermar primariamente), pues interrumpen todas las vías aferentes y eferentes y las de las correspondientes células nerviosas espinales. Poco a poco, la vejiga urinaria, que ha ido perdiendo su tono, se va llenando, hasta que la tensión de sus paredes vence pasivamente a la oclusión vesical, ahora también débil, pero la tensión de las paredes de la vejiga cesa ya después de la evacuación de pequeña cantidad de orina y queda interrumpida de nuevo la micción hasta la distensión sucesiva.

Las lesiones medulares supralumbares y las encefálicas producen también cierta relajación de los músculos, lisos y estriados que intervienen, por lo cual la vejiga se llena también mucho; pero al llegar la repleción a cierto grado, se emite en chorro cierta cantidad de orina, porque el centro espinal es capaz de cierto rendimiento, merced al empleo de incitaciones centrípetas, posible en este caso. Con el tiempo, el centro puede recuperar su autonomía y hasta garantizar una valiosa actividad vesical refleja.

Cuando falta la influencia de la corteza cerebral y, por tanto, en los trastornos graves de la conciencia, la función vesical se altera ligeramente, porque entonces sólo falta la colaboración de las excitaciones voluntarias y de las incoscientes corticales y subcorticales

Síntomas

La lesión del centro espinal o de las raíces nerviosas correspondientes lleva consigo, en los animales pequeños, una repleción de la vejiga de la orina, que puede llegar hasta cerca del cartílago esternal, con inmediato chorreo de la orina, emitida, por decirlo así, a gotas, a intervalos muy cortos (llamada Uberlaufblase, o vejiga rebosante), incontinencia de orina, iscuria paradójica y compresibilidad de la vejiga cada vez que aumenta la presión interior del abdomen (al tumbarse y levantarse, al mover el cuerpo y al exonerar el vientre). Al comprimir la vejiga de la orina, ésta es emitida de modo inerte y sin adoptar el animal postura de orinar, en cantidad que varía según el grado y duración de la presión ejercida, para cesar inmediatamente al suspender la presión.

En las lesiones supralumbares del sistema nervioso central se halla también, al principio, la vejiga repleta; pero el animal, sin adoptar la postura de orinar, emite, a breves intervalos, cada vez una pequeña cantidad de orina en chorro débil y, además, falta la compresibilidad manual de la vejiga. Con el tiempo se produce incluso una sobrecompensación, de una parte, como consecuencia de la autonomía poco a poco creciente del centro vesical y, de otra, por afluir todas las incitaciones centrípetas al centro vesical, cuando falta la conducción hacia el encéfalo. Por tanto, según las relaciones recíprocas entre las inhibiciones y actividades, la orina es emitida en chorro excesivamente fuerte (vejiga hipertónica), a intervalos más o menos largos; pero además, por distintos motivos (contactos de la pared abdominal, de las regiones pélvica y perineal, presión sobre la vejiga), se produce una micción copiosa y violenta, o bien, en las mismas circunstancias, no se produce micción alguna; por tanto, la función vesical es caprichosa. La parálisis vesical miógena causa trastornos análogos pasajeros, pero generalmente menores y, en ocasiones, limitados simplemente al detrusor o al esfínter.

Tratamiento

Siempre es imprescindible la evacuación artificial de la orina, efectuada regularmente con el catéter o por medio de la compresión de la vejiga y, al propio tiempo, mantener secas y limpias las inmediaciones del meato urinario con polvos o pomadas secantes y desinfectantes. Como profilaxis para evitar las siempre peligrosas cistitis hay que administrar, ya desde el principio, desinfectantes urinarios a pequeñas dosis. La posibilidad de una curación en la parálisis de origen nervioso dependerá de la naturaleza de la enfermedad fundamental. La parálisis miógena desaparece casi siempre después de clísteres con agua tibia o tras inyectar morfina o narcóticos.

Fuentes

  • Manninger-mocsy. Parálisis de la vejiga de la orina en perros y humanos. Patología y terapéutica especiales de los animales domésticos.
  • Manual de enfermedades infecciosas / Pedro Bofill Vázque... [et al.] La Habana :Ediciones del ISCAH,1988
  • SoyUnPerro.com