Patena

Patena
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Patena. Platillo de metal, generalmente de oro o plata, en el cual se ponen las hostias consagradas de la Eucaristía durante la misa. El sacerdote limpia la patena antes de terminar la misa.

Uso

Platillo de metal que sirve para cubrir el cáliz y recibir la hostia.

Copa grande o cáliz con tapa de diseño acuminado, se usa para guardar las hostias ya consagradas durante la eucaristía. Se coloca sobre el altar o en el tabernáculo. Su uso desplazó en la Edad Media al de otros relicarios, como el píxide. Se dice además que este Vaso Sagrado como también se le conoce puede ser de cualquier metal.

Origen de la expresión ‘Más limpio que una patena’

Este platillo que suele ser de oro u otro metal precioso (normalmente dorado), debe estar reluciente y muy limpio. El hecho de que allí se depositen las obleas, que después se dan para comulgar, hace que se tenga una especial atención a la hora de limpiarlo. De ahí que, cuando queremos referirnos a algo que está excesivamente limpio, utilicemos la expresión “Está más limpio que una patena”.

Historia

En los primeros tiempos las patenas, al igual que los cálices, eran construidos de vidrio, madera y cobre, así como de oro y plata; de hecho el "Liber Pontificalis" (I, 61 y 139) habla de patenas de vidrio en su nota sobre el Papa Ceferino (198-217 d.C.). Cuando hacia el siglo IX, cuando se redujo en gran medida el celo de los fieles respecto a la recepción frecuente de la Sagrada Comunión, parece que cambió gradualmente el sistema de la consagración del pan ofrecido por los fieles y de la distribución de la Comunión de la patinæ, y se suspendió el uso de los patinæ ministeriales grandes y proporcionalmente profundos. Probablemente fue casi al mismo tiempo que creció la costumbre de que el sacerdote mismo usara una patena en el altar para contener la Sagrada Hostia, y evitar el peligro de las partículas dispersas después de la fracción. Sin embargo, esta patena era de un tamaño mucho más pequeño y se parecía a aquellas con las que ahora estamos familiarizados. Algunos ejemplares bastante dudosos cobro de las antiguas patenas ministeriales se conservan en los tiempos modernos. La mejor autenticado parece ser una descubierta en Siberia en 1867 (Vea de Rossi en "Boll. di Archeol. Crist." 1871, 153), pero ésta mide menos de siete pulgadas de diámetro. Otra, de oro, de forma oblonga, fue encontrada en Gourdon. También existe lo que se cree es una patena bizantina de alabastro en el tesoro de San Marcos en Venecia. Algunas de estas patenas están muy decoradas, y esto es lo que debemos esperar de las descripciones conservadas en el "Liber Pontificalis". En las patenas del altar de la época medieval generalmente encontramos una depresión central más marcada que la que se acostumbra ahora. Este hoyo o depresión se suele redondear con lóbulos ornamentales, siete, diez, o más en número. Al presente apenas se usan o permiten los ornamentos. La patena, como el tazón del cáliz, debe ser de oro o de plata dorada, y no se puede utilizar antes de que un obispo lo haya consagrado con el crisma. La forma empleada habla del vaso como bendito "para la administración de la Eucaristía de Jesucristo, para que el Cuerpo de nuestro Señor pueda ser roto sobre ella"; y también como "el sepulcro nuevo del Cuerpo y la Sangre de Jesucristo". En las liturgias orientales se coloca sobre el altar un vaso llamado el disco, análogo a la patena, pero es de un tamaño considerablemente mayor.

Fuente