Pintura colonial en Cuba

Pintura colonial en Cuba
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Melero El juicio final .jpg
Pintura de Miguel Merelo
Fecha:Segunda mitad del siglo XVIII
Lugar:Bandera de Cuba Cuba
Descripción:
El desarrollo de la pintura en Cuba en relación con la pintura colonial en América fue pobre y tardío.
País(es) involucrado(s)
Bandera de Cuba Cuba
Ejecutores o responsables del hecho:
Primeros pintores tales como Nicolás de la Escalera y de Vicente Escobar


Pintura colonial en Cuba. Pobre y tardío fue el desarrollo de la pintura en Cuba en relación con la pintura colonial en América, sobre todo si la comparamos con las principales plazas como: La escuela Cuzqueña, la Mexicana, la de Quito y la de Bogotá que desde el siglo XVI hacen su aparición en el contexto del nuevo mundo.

Lo cual, es lógico ante el estado de abandono en que queda Cuba al iniciarse la conquista de América Conquista que inicia Cortez en 1519 con su expedición a México.

Historia

La importancia de Cuba a mediados de este siglo se centra fundamentalmente en su posición estratégica, lo que trae como resultado que la Habana se convierta en punto de reunión y confluencia del sistema de flotas ideado por España para contrarrestar el acoso de los corsarios y piratas.

De ahí, el interés por dotar a la ciudad de un sistema de fortificaciones que la hiciera inexpugnable. La construcción del castillo de la Fuerza y el inicio del de la punta y el morro serían desde el punto de vista cultural las únicas obras que nos legaría el siglo.

No es hasta la segunda mitad del siglo XVIII que hace su aparición en Cuba el arte pictórico al servicio, fundamentalmente, del clero. Como bien dijo Mañach el arte “sirve de instrumento para la expresión del culto antes de serlo para la expresión de la cultura”.

De hecho ser pintor era un mero oficio de ejecutante, por supuesto, por lo que ninguna persona de clase social elevada era capaz de dedicarse a ello. Esta situación conllevaría a que la situación social del artista fuera, en el período reseñado, bastante precaria. De tal manera, los primeros pintores, como es el caso de Nicolás de la Escalera y de Vicente Escobar, fueran libertos de la raza de color.

El primero, instruido por los frailes, fue sobre todo un copista que se dedicó a la decoración de las iglesias. Su obra tiene una marcada influencia del barroco español, sobre todo de la manera en que Murillo abordó el tema religioso En el caso de Vicente Escobar su pintura, a pesar de sus deficiencias técnicas, estuvo mas cerca del realismo y del carácter español a la manera de un Velásquez. Fue un retratista por excelencia.

A inicios del siglo XIX, Cuba conocerá cierto auge cultural debido a factores externos y domésticos que convergieron, felizmente, a un mismo tiempo.

A finales del siglo XVIII, se inicia con el reinado de Carlos III, y con el gobierno en Cuba del gobernador Don Luís de las Casas 1790-1796, un período de florecimiento dentro del marco del despotismo ilustrado.

Se funda la Sociedad patriótica Amigos del País, el Papel Periódico de la Habana y el comercio se intensifica al abolirse el monopolio mercantil de los puertos españoles. Es esta una de las consecuencias que trajo consigo la dominación efímera de la Habana por los ingleses

A partir del restablecimiento del dominio español en 1763, se seguirá comerciando con las trece colonias inglesas de Norteamérica. Comenzó entonces un desarrollo de la industria tabacalera, que junto a la azucarera, empezaran a tener un peso cada vez mayor en la economía colonial.

Es dentro de este contexto que comienza a desarrollarse en Cuba el grabado, en un inicio muy vinculado a las necesidades de la industria tabaquera y ejercido, principalmente por artistas extranjeros

Por otro lado, el pintor francés Juan Bautista Vermay, discípulo de David, funda en 1818, con el apoyo del obispo de Espada, la Academia de pintura de San Alejandro. La academia, entonces, se regirá desde sus inicios por los patrones y los códigos del neoclasicismo francés

Comienza aquí verdaderamente la historia de la pintura cubana.

La pintura académica en Cuba. Principales características. Exponentes Fundamentales.

La pintura académica cubana se caracterizó, desde sus inicios, por la copia de los cánones neoclásicos de la escuela francesa e italiana. Esta condición determinará durante todo el siglo XIX e inicios del XX la orientación artística de la pintura cubana.

A saber, el arte como forma de representar lo sublime y lo enaltecedor condicionará no sólo la temática sino también, por supuesto, la forma de representación de esta temática. En otras palabras, la belleza se dará no sólo físicamente por la perfección de las formas sino que el asunto a abordar en la pintura tendrá un peso fundamental a la hora de concebir la obra pictórica. Es en definitiva la aplicación por parte de la academia del concepto aristotélico de la belleza.

De ahí que el tema histórico y la alegoría junto al paisaje y el retrato, predominen en el panorama de la academia. En el caso del paisaje, lo idílico. En el retrato, el ideal.

Por supuesto, dentro del cúmulo de exponentes con que contará la pintura en su devenir habrán variaciones que, sin romper abiertamente con los códigos establecidos, harán concesiones a otras formas de hacer propias del siglo XIX como es el caso del Romanticismo y del realismo. Este último, será prácticamente una rareza dentro del contexto de la pintura cubana del período.

Principales exponentes

Melero:

Miguel Melero. Pintor muy a tono con los cánones de la academia. Incursiona fundamentalmente en los temas mitológicos e históricos. Ejemplo “Rapto de Dejanira por el Centauro Nesso“ y “Colón ante el Consejo de Indias”.

Menocal:

Armando García Menocal. Pintor de un gran rigor técnico, es el representante por excelencia de la academia. Decoró a inicios de siglo los techos del palacio presidencial y del Aula Magna en la universidad de la Habana con escenas alegóricas como es el caso “Del triunfo de la República”, fresco del palacio presidencial. En el retrato, su obra es un testimonio de las clases pudientes de la época, que en definitiva eran los únicos comitentes del género.

La perfección de su dibujo, lo balanceado de sus composiciones y del color, junto al trabajo de las texturas, hacen que sus retratos sean emblemáticos a la hora de hacer un análisis de la estética de la academia. Dentro de su pintura se destacan también los cuadros de temática histórica, siendo el más conocido el lienzo “La muerte de Maceo” pintado en 1906.

Esta obra, paradigmática, es un ejemplo de cómo la academia aborda los temas históricos a partir de un tema que no sólo representa el pasado sino que es heroico en sí mismo.

Collazo:

Guillermo Collazo Tejada al igual que Menocal incursiono en el retrato siendo una de sus obras más conocida “La siesta”. A diferencia de este, hay en la obra de Collazo un mayor distanciamiento dado a través de la forma lánguida que adopta la representada y al entorno que le sirve de espacio.

La dama retratada está alejada por la visual de la perspectiva y su rostro ladeado contribuye al distanciamiento al cual hemos hecho referencia. No por ello, este cuadro deja de ser un ejemplo de la idealización que de la realidad hace la pintura académica al abordar el retrato.

Chartrand:

Esteban Chartrand y Dubois. Este pintor que trabajó fundamentalmente el género del paisaje. Su obra presenta una influencia bastante evidente del romanticismo; a saber, el hombre aparece minimizado con relación al entorno natural que lo rodea.

«Paisaje», 1880]] Además, trabaja la luz crepuscular tamizando la atmósfera de manera que el resultado casi siempre es evocador de sentimientos como la melancolía o la nostalgia. El resultado es un paisaje apacible, tranquilo y ajeno a toda contradicción o violencia

Tejada:

José Joaquín Tejada Revilla. Este pintor, o por lo menos una de sus obras, es un caso singular dentro de la pintura colonial cubana de finales del siglo XIX. En su cuadro “ la lista de lotería” o “La confronta” como también se le conoce, aborda el paisaje citadino y a diferencia de Chartrand, incorpora al entorno en igualdad de condiciones a la figura humana.

La_Confronta.

En este caso, traslada al lienzo figuras populares lo cual era impropio en la pintura del período. Esta temática, la popular estaría reservada, a lo largo de todo el siglo, al grabado. Martí

Martí, hombre de probada sensibilidad artística, se percata de la particularidad de este cuadro y lo elogia en una de sus reseñas. No obstante, y a pesar de los aires realistas, a la manera de un Courbet, diríamos, no podemos hablar de una ruptura con la orientación artística que preconizaba la academia.

Romañach:

Leopoldo Romañach Guillén. Dentro de los cánones de la academia, se caracterizará por el uso en lo formal, de una pincelada más suelta y un mayor colorido que se evidenciará en la aplicación, en ocasiones, de los colores puros sin mezclarlos previamente en la paleta.

Como resultado, su pintura será mucho más suelta y tendrá una mayor luminosidad. De Romañach se ha dicho siempre que fue un gran colorista y que tuvo una influencia positiva, dentro de la academia, en alumnos que posteriormente fueron exponentes destacados de la vanguardia en Cuba.

Sus marinas pintadas a principios del siglo XX son un ejemplo característico del método creador de este artista.

Veáse también

Fuentes