Política del Buen Vecino

Política del Buen Vecino
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libro sobre la política,en inglés
Ideología(s) base(s):
Iniciativa política creada y presentada por la administración del gobierno estadounidense
Personajes destacados:
Franklin D. Roosevelt

Política del Buen Vecino (Good Neighbor Policy en Inglés) doctrina presentada por Franklin D. Roosevelt presidente de Estados Unidos el 4 de marzo de 1933, en plena Gran Depresión, en su primer discurso de toma de posesión dijo:, “En la esfera de la política mundial, yo dedicaré esta nación a la política del buen vecino; el vecino que de modo resuelto se respeta a sí mismo y, al hacerlo, a los derechos de los otros; el vecino que respeta sus obligaciones y respeta la santidad de sus acuerdos en y con un mundo de vecinos”.

El día del Panamericanismo, el 12 de abril de 1933, Roosevelt aplicó esta política a las naciones del Hemisferio Occidental, afirmando: “Nunca antes el significado de las palabras ‘buen vecino’ ha sido tan patente en las relaciones internacionales”.

Historia

La política estadounidense hacia sus vecinos latinoamericanos y caribeños estaba marcada por dos doctrinas: la Monroe y el Corolario de Roosevelt (por el presidente Theodore, no por el presidente Franklin, aunque ambos, primos lejanos entre sí, compartían el mismo apellido). Según la doctrina Monroe, América debía ser para los americanos, lo que significaba que las potencias europeas no debían interferir en ninguna nación del continente. Pero una de sus consecuencias fue que Latinoamérica se convertía en el lugar natural de expansión de los intereses económicos estadounidenses.

El Corolario Roosevelt suponía la intervención militar, cuando se estimaba que fuera necesario, para avanzar los intereses americanos. A consecuencia de estas doctrinas se produjeron, entre otros, los siguientes hechos:

  • Imposición a Cuba de la Enmienda Platt, que autorizaba la invasión de la Isla en determinadas circunstancias.
  • Intervención en la Revolución de México e invasión de, entre otros, Haití, Nicaragua y República Dominicana.
  • Participación en distintos países en lo que vino a ser conocido como las guerras de la Banana en defensa de los intereses de compañías estadounidenses.
  • Creación de Panamá tras provocar su separación de Colombia. El fin último era la construcción del Canal de Panamá para asegurar el rápido movimiento de buques entre el Caribe y el Pacífico, de acuerdo a los intereses americanos.

La política del buen vecino de Roosevelt fue, así, un rechazo a la interpretación imperialista de la Doctrina Monroe por parte del presidente Theodore Roosevelt. Franklin D. Roosevelt rechazó la acción unilateral y la intervención en los asuntos de los Estados nacionales soberanos del Hemisferio Occidental. En cambio, puso un acento en la seguridad mutua contra los agresores y el fomento del desarrollo económico para elevar los niveles de vida.

Franklin D. Roosevelt, siguiendo propuestas de Summer Wells, interpretó a la Doctrina Monroe indicando que EUA consultaría a las repúblicas latinoamericanas en caso de que la anarquía se adueñara de uno de esos países, ya que la responsabilidad de tales crisis recaía sobre todo el continente. Su propuesta comprendía la renuncia a la intervención armada, pero conservaba el derecho de proteger a sus ciudadanos en el exterior. En definitiva, mantenía básicamente la propuesta de Theodoro Roosevelt pero, ante la situación de crisis económica mundial, procuró un acercamiento con la región, a fin de incrementar los lazos comerciales.

La política fue presentada en el marco de la VII Conferencia Panamericana de Montevideo en diciembre de 1933, en lo referente a sus relaciones con América Latina durante los años 1933-45, cuando la intervención de Estados Unidos en los asuntos internos de los países latinoamericanos fue moderándose (Estados Unidos había invadido abiertamente varios países de la región en los primeros años del siglo XX, como Cuba, México, Haití, Panamá, República Dominicana o Nicaragua). Buscaba particularmente la solidaridad hemisférica contra amenazas exteriores, en especial de las potencias del eje durante la Segunda Guerra Mundial, por lo tanto esta política influyó en que casi todas las naciones latinoamericanas apoyaran a Estados Unidos en dicho conflicto bélico.

En la conferencia participaron 20 Estados. No asistió Costa Rica, mientras que Cuba y El Salvador, cuyos gobiernos no habían sido reconocidos por EUA, enviaron representantes.

El temario de la Conferencia contemplaba el tratamiento de: 1) la organización de la paz; 2) problemas de leyes internacionales; 3) derechos civiles y políticos de la mujer; 4) problemas económicos y financieros; 5) problemas sociales; 6) cooperación intelectual; 7) transportes; 8) resultado de las conferencia anteriores y planes para las futuras. También se incluyó como tema especial, el establecimiento de un Banco Internacional Americano, adoptándose durante la Conferencia esta decisión por Resolución XXXVIII, pero no se volvió a tomar medida alguna sobre el particular, sino recién durante la Primera Reunión de Consulta celebrada en 1939 en Panamá.

La intención de Roosevelt era hacer de esta política, que al principio aplicó en el Hemisferio Occidental, la base de la política exterior estadounidense en todo el orbe luego de la Segunda Guerra Mundial. En septiembre de 1943 le dijo al Congreso de los EE.UU: “La política del buen vecino ha tenido tal éxito en el hemisferio de las Américas, que su extensión al mundo entero parece ser el siguiente paso lógico”.

Cuba y la política del buen vecino

En este contexto se ubican las relaciones de Estados Unidos con Cuba, país donde se desarrollaba el proceso revolucionario de los años treinta que llegaba en 1933 a su momento de maduración, por lo que anunciaba el colapso del régimen encabezado por Gerardo Machado. La muy especial dependencia de Cuba respecto a Estados Unidos confería a la solución que se diera a este caso una especial importancia para la credibilidad de la nueva política anunciada, de ahí que se designara al Subsecretario de Estado adjunto para América Latina, Benjamin Sumner Welles, como Embajador en Cuba. La misión de Welles era muy concreta: desarrollar una mediación entre el gobierno y los grupos de oposición, con el objetivo de controlar la situación y evitar la intervención directa.

Es decir, no aplicar el artículo tercero de la Enmienda Platt. El nuevo Embajador articuló la mediación con vistas a alcanzar un entendimiento entre el gobierno y la oposición a través de negociaciones en las cuales fue el centro, pero los acontecimientos escaparon de su control. Las fuerzas no participantes en la “mediación” continuaron la lucha y en julio estalló una huelga general que alcanzó carácter nacional, lo que arrastró a otros sectores y empujó la caída de Gerardo Machado, quien huyó el 12 de agosto de 1933.

Estos acontecimientos modificaron la misión de Welles, quien ahora tuvo que maniobrar con rapidez hasta lograr la designación de un Presidente aceptable para los grupos implicados en la mediación: Carlos Manuel de Céspedes y Quesada, pero fue imposible consolidar ese gobierno de los grupos mediacionistas.

El gobierno instaurado de hecho no podía gobernar ante la insurgencia popular. La situación revolucionaria había alcanzado tal fuerza que tuvo repercusión hasta en los cuerpos armados, donde había distintos grupos que enarbolaban demandas sectoriales.

Esta situación dio lugar a un pronunciamiento militar de sargentos, cabos y soldados que, en este contexto revolucionario, adquirió carácter político y se convirtió en golpe de Estado por las fuerzas que se sumaron de inmediato, lo que significó la ruptura del dominio político oligárquico a partir del 4 de septiembre de 1933. Entonces se instauró en Cuba un gobierno no controlado por la oligarquía doméstica ni por la Embajada norteamericana. Este fue el mayor reto cubano a la Buena Vecindad.

A partir de la nueva situación, el gobierno de Roosevelt tuvo que cambiar su línea respecto a Cuba, de manera que prolongó la presencia de Sumner Welles hasta lograr la recuperación del control de la Isla. Para ello acudió a métodos como: aislamiento diplomático del Gobierno cubano –que solo fue reconocido por cuatro países (México, Panamá., Uruguay y España)–, fomento de la conspiración interna para derrocar al Gobierno, identificación de elementos al interior del Gobierno para actuar desde dentro, aliento al derrocamiento del Gobierno mediante el ofrecimiento de mejor trato político y comercial cuando existiera uno aceptable para Estados Unidos y envío de 29 buques de guerra que rodearon a Cuba[1]

La política

Suponía básicamente la no injerencia en los asuntos internos de los países de Latinoamérica y del Caribe. Además, favorecería el intercambio comercial y los tratados bilaterales entre Estados Unidos y sus países vecinos.

El presidente Roosevelt declaró que quería que Estados Unidos fuese un buen vecino con el resto de países del continente (el llamado panamericanismo). En principio acicateado por problemas domésticos (en época de la Gran depresión), significaba la retirada de todas las fuerzas militares de EE. UU, de los países de la cuenca del Caribe. Adicionalmente su gobierno le mandó a la productora de dibujos animados Walt Disney producir películas en el ámbito de la Segunda Guerra Mundial, no siendo sólo filmes anti-nazis o anti-japoneses, sino incluso filmes basados en las culturas de los países latinoamericanos como Saludos amigos y Los tres caballeros, incluyendo la actrices como Carmen Miranda y Aurora Miranda logrando influir a los latinoamericanos por la causa aliada durante la Segunda Guerra Mundial.

Consecuencias de la nueva doctrina de política exterior

Entre las consecuencias más importantes destacan:

Además, se produjeron importantes encuentros culturales y en EEUU se llevaron a cabo importantes esfuerzos para influenciar culturalmente en Latinoamérica, utilizándose desde películas de Disney a una emisora de radio pasando por el empleo de cineastas como Orson Welles, quien fungió como embajador cultural y rodó en Brasil el documental It´s all True. Finalmente, cuando estalló la Segunda Guerra Mundial y Estados Unidos entra en la contienda, la política del buen vecino rinde sus frutos cuando los países del Hemisferio Occidental se mantienen neutrales o apoyan de diversos modos a EEUU. Por ejemplo, Brasil permitió el empleo de bases militares estadounidenses en Natal, desde donde se despegaba para atacar objetivos en África.

Fin de la política del Buen vecino

La llegada de la Guerra Fría y los intereses de los soviéticos en la región pusieron fin a esta política. En 1953 Estados Unidos comenzó una largo período de intervención militar y política en Latinoamérica al apoyar el golpe de estado que derrocó a Jacobo Arbenz en Guatemala.

Otras intervenciones importantes fueron

León Trotski y la Política del Buen Vecino

América Latina es considerada por Estados Unidos como su traspatio desde hace bastantes lunas. Las principales esferas de actividad del imperialismo yanqui se distribuyen entre los continentes de Europa, Asia y América Latina, en cada uno de los cuales sigue un curso diferente.

En América Latina aunque enfrentando a un poderoso rival bajo la forma de Gran Bretaña y en una escala menor pero creciente al Japón y Alemania, Estados Unidos se mantiene como la fuerza imperialista dominante.

Los Estados Unidos aparecieron en escena en una fecha posterior a países tales como España, Portugal, Alemania e Inglaterra, pero a vueltas de siglo estaba ya en camino de dejar atrás a sus rivales.

Su rápido desarrollo industrial y financiero, los problemas a que se enfrentaron los países europeos durante la guerra mundial y la transformación de los Estados Unidos en el acreedor mundial durante ese periodo, facilitaron su elevación a la cúspide y le permitieron establecer su hegemonía imperialista sobre la mayoría de los países de Centro y Sur América y del Mar Caribe.

Bajo Roosevelt, la política del puño de hierro en América Latina se cubre con el guante de terciopelo de las pretensiones demagógicas de amistad y “democracia”. La política del “buen vecino” no es más que la tentativa de unificar al hemisferio occidental bajo la hegemonía de Washington, como un sólido bloque esgrimido por este último en su vigorosa campaña para cerrar la puerta de los dos continentes americanos a todos los poderes imperialistas, excepto él mismo.

Esta política se complementa materialmente por medio de los tratados de comercio favorables que Estados Unidos se empeña en celebrar con los países latinoamericanos en la esperanza de desalojar sistemáticamente del mercado a sus rivales. El papel decisivo que juega el comercio exterior en la vida económica de los Estados Unidos impele a este último hacia esfuerzos aún más decididos para excluir a todos los competidores del mercado latinoamericano, por medio de una combinación de producción barata, diplomacia, artimañas y cuando es necesario, de la fuerza.

Al mismo tiempo, la política del imperialismo yanqui necesariamente aumentará la resistencia revolucionaria de los pueblos latinoamericanos a los que debe explotar con creciente intensidad. Esta resistencia, a su vez, chocará con la más feroz represión y tentativas de supresión por parte de los Estados Unidos, que se revelarán aún más plenamente como el gendarme de la explotación imperialista extranjera y un puntal de las dictaduras nativas.

Por su misma posición, por consiguiente, Washington, al servicio de Wall Street, desempeñará un papel crecientemente reaccionario en los países latinoamericanos. Así, los Estados Unidos aparecen como el amo predominante y agresivo de América Latina, listo para proteger su poder con las armas en la mano contra cualquier asalto serio de sus rivales imperialistas o contra cualquier tentativa de los pueblos de América Latina para liberarse de su expoliadora dominación. [2]

Curiosidad

La expresión “buen vecino” fue utilizada por primera vez por el presidente Hoover. Sin embargo, fue su sucesor Franklin D. Roosevelt quien la hizo famosa.

Referencias

Fuentes