Portal:Panorama Mundial/DEL MUNDO/2017-03-22

Las niñas de Guatemala

PÁGINA 12 17 de marzo del 2017 ARGENTINA

Carlos Rozanski*

Es difícil definir el Hogar Seguro Virgen de la Asunción, en la ciudad de Guatemala, donde el día internacional de la mujer fueron incineradas vivas 38 menores. Se trata de una institución administrada por el Estado, en la cual se alojaban alrededor de 700 niñas, niños y adolescentes. Una parte, por maltrato en sus hogares, otra por conflicto con la ley y alrededor de 200 “discapacitados mentales” como los definió el secretario de Estado. En fin, todas víctimas.

Los desmanes contra estos infantes se conocían con anterioridad al crimen, según denuncias de las propias niñas y niños, así como de familiares, respecto de los golpes, abusos sexuales y alimentos en mal estado que padecían en ese Hogar “Seguro”.

A pocas horas del crimen, el secretario de Bienestar Social, en conferencia de prensa manifestó entre otras cosas que un grupo de “internos” de ese hogar se escapó. Que ellos tuvieron más de cinco horas de diálogo con los adolescentes como una estrategia de que “pudieran cansarse y deponer dicha actitud”.

Agregó que “lograron recuperar a la mayoría de los que se escaparon del lugar con excepción de 19”. Continuó el funcionario refiriéndose a las chicas y chicos que “muchos de ellos arrojaron piedras a los elementos de la policía nacional civil que resguardaban él área y algunas féminas policías salieron lastimadas”... “sin embargo en el transcurso de la noche y la madrugada, dichos adolescentes fueron dominados por la fuerza pública, y en forma pacífica y sin utilizar arma letal, regresaron al hogar.

A los internos del hogar se practicó una requisa, un cacheo como se conoce, se incautaron ‘chaies’ o pedazos de vidrio que portaban las adolescentes en el pelo o bien guardadas... o en los zapatos o en la ropa... no se encontraron otros objetos amenazantes... el reingreso se efectuó de una forma ordenada”. Este relato del responsable del área fue transcripto por ser trágicamente similar a los que escuchamos cuando se intenta en la mayoría de los países de la región, explicar y justificar crímenes donde el Estado tiene clara responsabilidad. El mismo fue el prólogo de cómo, minutos después, el secretario describió las muertes. “.

A las 9:00 de la mañana sucedió un hecho trágico que lo lamentamos mucho, algunas adolescentes le prendieron fuego a las colchonetas incluso se autorizó a ingresar colchonetas para que no durmieran en el piso”... agregó que “...La Secretaría asumió el pago de todo el costeo de los servicios funerarios...” y culpó luego a “...los padres y madres que en el 90% de los casos no los quisieron tener en el seno del hogar...”. La dificultad inicial de estas líneas para definir el “Hogar Seguro” que resultó trampa mortal de 38 niñas, es sobre todo, la de encontrar adjetivos para lo sucedido. Es evidente que la seguridad a la que se refiere su nombre y el supuesto objetivo de su existencia, no es la de las niñas, niños y adolescentes allí recluidos. Se trata una vez más de la remanida seguridad del resto de la sociedad, a resguardo de las brujitas y brujitos tan peligrosos que arrojan piedras a las féminas policiales, y que además se quejan por ser maltratadas, abusadas y hambreadas.

En el nombre de esa seguridad, desde el siglo XV hasta nuestros días, se sale a cazar y quemar brujas. El premio Nobel de literatura, casualmente guatemalteco, Miguel Ángel Asturias, escribió en la novela Los Ojos de los enterrados, que “... los ojos de los enterrados se cerrarán el día de la justicia o no se cerrarán”.

Desde este 8 de marzo, los ojos aún humeantes de 38 niñas de Guatemala, estarán abiertos hasta que en nuestra región ninguna niña o niño sea cazado e incinerado por el Estado en el nombre de alguna excusa infame.

Selección en Internet: Melvis Rojas Soris

  • Exjuez federal

Las dos caras de la moneda

PROGRESO SEMANAL 17 de marzo del 2017 EEUU

Daniel Pontet*

Siempre me gustó observar las dos caras de una misma situación como quien mira una moneda de un lado y del otro. Porque las cosas en realidad siempre tienen dos caras. Sin ser la excepción de muchos, me sumo a la mayoría y juzgo de forma espontánea —equivocadamente a veces— tomando elementos superficiales y poniéndome a mí como centro de la situación. Cómo esto o aquello me afecta o afectará.

Esta forma de razonamiento —que en realidad es prejuzgar sin un mínimo esfuerzo mental— me lleva a solo mirar la superficie del lago, desconociendo la profundidad del mismo. Creemos que lo que vemos es la realidad, pero en sí misma no es más que un espejismo. Así caminamos por este sendero, llamado vida, como rebaño, creyendo que las cosas son de determinado color, pero atrás de todo esto, ni los colores existen.

Los políticos son expertos en manejar esta forma que tenemos los humanos de pensar. Mejor dicho, saben aprovechar esta situación sicológica de esa primera opinión, de esa forma natural de prejuzgar. Esto lo vemos a través de toda la historia de la humanidad.

Cuando vi la noticia de que los republicanos tienen un plan que llevará a que, en el 2026, 52 millones de americanos estén sin seguro de salud, me vino pánico. Ya expliqué cómo funciona nuestro cerebro. Pensé en mí primero, yo el centro. La vejez es inevitable, la salud se deteriora, también inevitable. ¿Qué sucede si no tengo un trabajo fijo y un seguro de salud que me lo pueda proveer, o si no tengo suficiente ingreso como para costearlo? Me vino miedo. Así es como funcionó mi mente frente a esta noticia. Así es como muchos de nosotros lee esto.

Este es otro miedo sumado a los muchos que ya tenemos. Nosotros los americanos somos víctimas del miedo, de la inseguridad, de la manipulación por parte de estos políticos, que solo se enriquecen a sí mismos y a sus pares.

Desde que Trump decidió jugar a ser político, no ha hecho más que asustarnos. Iba a decir amenazarnos, pero esa palabra es muy fuerte, ya que muchos pensarán —por eso del prejuzgar— que mi opinión debe estar teñida con tintes partidistas. Pero en realidad, este monstruo nos ha amenazado de mil formas.

Tenemos que salir a ganar guerras porque hay enemigos amenazándonos, tenemos que crear un muro porque tenemos vecinos delincuentes, tenemos que deportar a todos estos criminales que viven con nosotros, tenemos que pagar más impuestos para solventar esos recortes que tendrán los que tienen mucho, y así una lista interminable… Incluyendo quedarnos colgados en este sistema de salud que, prometieron, iba a ser mejor que el de ese intruso que tuvo la Casa Blanca, según ellos. Opinión racista también, que sirve para incrementar el miedo y atrás el odio.

Quiero ahora olvidarme de mi, de mi miedo a enfermarme, en realidad de morirme, y pensar en lo que esto genera en mí y en todos los que están en la misma situación… Voy a pensar en la inseguridad que estamos viviendo, la cual crece a pasos agigantados con este gobierno. Esta inseguridad en todos los aspectos, no solo en la salud, la economía, y hasta para el futuro de este país, que no es más que otro garabato ubicado en una de las caras de la moneda. Este es solo un lado. No se olviden.

Pues bien, pasemos a la otra cara de esta moneda llamada Trump. Olvidémonos del miedo y de la inseguridad. Veamos ahora que estos elementos son solamente el fertilizante para el plan maquiavélico de este personaje retorcido, que se levanta a las tres de la madrugada con una ocurrencia para joder a alguien. El miedo y la inseguridad nos hacen vulnerables para la manipulación. Es eso nada más lo que busca Trump. Eso es lo que ha hecho toda su vida, en los negocios, ahora en la política y en todos los medios en que se ha metido.

Manipular es la herramienta que usan los que ansían el poder. En otras palabras, poder y manipulación van de la mano. Ambos se alimentan mutuamente.

Esto del nuevo seguro de salud se implementa para quebrarnos, para hacernos aún más débiles ante este loco, sobre quién no sabemos todavía su plan para nosotros, el rebaño. Si razonáramos un poco, si no nos quedáramos con lo que nuestra mente nos quiere hacer ver a primera vista, pues bien que reaccionaríamos. Cosa que ya nadie hace aquí: reaccionar.

Así nos quedamos todos en un rincón temblando, sin hacer nada. Así pasó también con la crisis económica. Cuando los bancos se apoderaron de nuestros hogares, cuando nos quedamos sin trabajo. Nadie mueve un dedo. Es fatal la inercia que tenemos muchos criados en este sistema de miedos: miedo de salir a la calle, miedo a una revolución, miedo a terminar preso o muerto por defender lo que en realidad nos pertenece.

Miremos lo que pasa en el mundo —no solo en países pobres, también en el primer mundo, Europa— cuando los gobiernos tocan un ladrillo de nuestra casa, cuando el gobierno nos saca el pedazo de pan de nuestra mesa, la gente sale a la calle a protestar, a hacerse escuchar. Mueren a veces, pero no importa. Hay inseguridad, pero no hay miedo. Muchos de esos políticos que usan la herramienta de la manipulación, pagan a veces con su propia vida con un pueblo que no se deja engañar así no más.

Quizás, eso de estar siempre buscándole la quinta pata al gato esté mal. Quizás sea un desconfiado, un retorcido, pero este cuento del TrumpCare no lo paso tan fácil. Ya sé que seré uno más sin seguro médico, muy pronto, e integraré el grupo de los 52 millones que estaremos a la deriva mañana. Reconozco también que tengo miedo, pánico a enfermarme y que debería estar realmente preocupado por eso. Pero, en cambio, me quiero concentrar en la otra cara de esta moneda. Entonces, veo solamente la exacerbada manipulación de un presidente para seguir quebrándonos.

Si hasta mi camisa también tiene un derecho y un revés, entonces, ¿por qué no podemos ver esta situación con dos lados, dos caras?

Selección en Internet: Melvis Rojas Soris

  • Artista uruguayo residente en EEUU

La globalización, frente a un enemigo imprevisto

LA JORNADA 17 de marzo del 2017 MÉXICO

Editorial

Después de haber defendido el modelo de gobernanza neoliberal y globalizador con todos los argumentos posibles –y algunos inverosímiles– frente a las impugnaciones de altermundistas, economistas progresistas, organismos sociales y gente provista de sentido común, los ministros de finanzas del Grupo de los 20 (G-20) han comenzado a cuestionarse sobre la viabilidad de buscar una alternativa a dicho modelo sin minar, desde luego, las bases sobre las que descansa el sistema capitalista.

Paradójicamente, el motivo de la sorpresiva reconsideración no es una de las múltiples críticas que periódicamente formula la izquierda contra el concepto mismo de globalización, sino la política de hechos consumados que está llevando a cabo Donald Trump, cuya apuesta por el proteccionismo, el establecimiento unilateral de gravámenes en función de los intereses estadunidenses, la relocalización de grandes empresas en su país y el condicionamiento a las inversiones de las mismas golpea en plena línea de flotación al proyecto globalizador.

Resulta difícil, aunque no inconcebible, imaginar una economía mundial de mercado sin la participación de Estados Unidos: esta sencilla verdad está siendo, para los apóstoles del neoliberalismo, más contundente que los razonamientos que sistemáticamente son recibidos, examinados y desechados por los asistentes al Foro de Davos, y que señalan puntualmente los demoledores efectos que la actual gobernanza tiene sobre los países emergentes o en economías de transición.

Hace apenas un año, una reunión con la agenda que tiene la que se realizará a partir de hoy en Baden-Baden, Alemania, hubiera sido poco menos que impensable: los encuentros celebrados durante los anteriores 20 años por los miembros del G-20 se habían ocupado (además de poner a sus asistentes a salvo de las iras altermundistas) en afinar y fortalecer los mecanismos de un modelo que privilegia la liberalización de la economía, el debilitamiento del Estado, la reducción drástica del gasto público, la desregulación y el protagonismo irrestricto del sector privado.

Y, claro, la noción de globalización entendida como el libre flujo de capitales y –para ponerlo en términos del Fondo Monterario Internacional (FMI)– "la integración de las economías del mundo mediante el comercio y los flujos financieros, el desplazamiento de la mano de obra y la transferencia de conocimientos tecnológicos a través de las fronteras internacionales (...)"

La recuperación por el nuevo ocupante de la Casa Blanca de la Doctrina Monroe ("América para los americanos", donde "América" significa Estados Unidos) choca con los postulados básicos de la globalización, y como la misma constituye un elemento esencial de la gobernanza neoliberal, es precisamente ésta la que acaba siendo puesta en tela de juicio. Visiblemente preocupada, la titular del FMI, Christine Lagarde, opinó que si la nueva administración estadunidense hace lo que promete, el comercio internacional, el movimiento de capitales y el intercambio tecnológico podrían verse envueltos en serios problemas.

Es decir, las inquietudes que afligen a Lagarde y los ministros de finanzas no pasan por la concentración desmedida, la pérdida de peso del Estado, el desempleo y el deterioro de las políticas sociales, secuelas de la gobernanza neoliberal que golpean a las mayorías, sino por la afectación a las tasas de ganancia que sufrirían las corporaciones europeas y asiáticas con relación a las de Estados Unidos.

El conjunto de las medidas previstas por Trump (que habían sido debidamente preanunciadas en su campaña electoral) convierte a éste, en la práctica, en un impugnador del modelo económico mundial vigente. Esto explica, en parte, la atracción (en ocasiones vergonzante) que el republicano ejerció en algunos sectores de la izquierda más radical, los cuales parecían dispuestos a pasar por alto su racismo, xenofobia e intemperancia, a cambio de que hiciera trastabillar el modelo globalizador. Éste es ciertamente indefendible, y su desaparición, deseable. Falta ver si el ataque desde la derecha no resulta un remedio peor que la enfermedad.

Selección en Internet: Melvis Rojas Soris

Guillermo Lasso busca reunir a todo el anticorreísmo a su alrededor

INFOLATAM 27 de febrero del 2017 ESPAÑA

Rogelio Núñez

Lo que el anticorreísmo no fue capaz de conseguir para las elecciones del pasado 19 de febrero, ir unido, parece que ahora sí lo va a lograr de cara a la segunda vuelta del 2 de abril. Guillermo Lasso ha logrado ya el respaldo del socialcristianismo y, de forma indirecta, el de los indígenas de la Conaie y de la izquierda moderada (Paco Moncayo) que han declarado que rechazan el continuismo que encarna Lenin Moreno.

El candidato de Alianza País, Lenin Moreno, se quedó a menos de un punto de ganar en primera vuelta la presidencia ya que necesitaba el 40% con 10 de ventaja sobre el segundo. Pero Ecuador es muy cruel con los que son los más votados en primera vuelta. En tres ocasiones el triunfador en el primer turno fue derrotado en el balotaje ya que se formó una coalición negativa.

Ocurrió en el 1984 cuando Rodrigo Borja venció por un margen estrecho (28,7 a 27,2%) a León Febres Cordero, pero éste alcanzó la mayoría en segunda vuelta con el 51,5% de los votos. Luego sede repitió en el 1996 y el 2006 cuando Rafael Correa superó en el balotaje a Álvaro Noboa que venía de vencer en la primera vuelta.

El politólogo Simón Pachano recuerda que “en un país como Ecuador, con partidos relativamente débiles y alta volatilidad electoral, la segunda vuelta es nociva para el sistema político. Esta sirve para crear un consenso negativo. Dado que los partidos débiles no pueden controlar a sus electores, el candidato ganador llega al poder sin compromisos y no hay un acuerdo político con otros sectores que permita equilibrar al gobierno”.

LA FORMACIÓN DE UNA COALICIÓN ANTICORREÍSTA

Ahora Lasso, de Creo (Creando Oportunidades), quiere hacer lo mismo que Febres Cordero en el 1984, Abdalá Bucaram en el 1996 y Correa en el 2006: comandar una coalición “anti” (en este caso anticorreista) que le permita pasar del 28,1%, obtenido en la primera vuelta, al 50% más uno el próximo 2 de abril.

Por su parte, Nebot, el hombre fuerte de Guayaquil y referente del socialcristiano, prefiere olvidar las viejas peleas con Guillermo Lasso, se inclina por impulsar la unión de voluntades y ha pedido “actuar con el cerebro y no con el hígado”. En eso coincide con el candidato anticorreista quien aspira a sumar los legisladores de toda la oposición (PSC, ID, PSP, FE, Pachakutik).

En palabras del edil guayaquileño: “El dos de abril los ecuatorianos debemos botar con nuestro voto a este gobierno que tanto daño ha hecho al país… Más allá de los insultos que un grupito de personas me ha dicho, yo voy a votar por Guillermo Lasso…. Hay que salvar al Ecuador de esta plaga socialista que nos puede llevar a Venezuela”. También motivó a los ecuatorianos a votar a conciencia… “se debe pensar con el cerebro y no con el hígado, hay que sumar. Al señor Lasso le faltaron 22 puntos para ganar en primera vuelta”.

LOS DIFÍCILES EQUILIBRIOS DE LA IZQUIERDA MODERADA Y LOS INDÍGENAS

Paco Moncayo de Izquierda Democrática (ID) sumó 6,71% de los votos y se encuentra en las antípodas ideológicas de Lasso, pero a ambos les une el anticorreismo. El candidato presidencial que fue a las elecciones comandando una amplia coalición formada por grupos de izquierda (Pachakutik y Unidad Popular, que junto a ID formaban el llamado Acuerdo Nacional por el Cambio), ha hablado de llegar a un acuerdo plural antes de la segunda vuelta electoral y volvió a marcar distancia de Alianza País (AP). Propuso un diálogo nacional al líder de Creo, haciendo notar que el 60% de la población no votó por Lenin Moreno y el 70% no votó por Guillermo Lasso.

“Jamás voy a apoyar a un sistema corrupto y corruptor como el del actual Gobierno. Nunca apoyaría a Lenin Moreno. Si no gana Moreno, tendríamos una asamblea más plural, con gente de AP separándose del correísmo y respondiendo al pueblo”. Y plantea hablar de “un programa que se acuerde antes de la segunda vuelta para recuperar la democracia y sacar al país de la crisis”. Propuso a Lasso un diálogo nacional “sin volver al pasado”.

Más complicado lo tienen los indígenas que rechazan al régimen de la Revolución Democrática y a la vez al “neoliberalismo” (Lasso se ha declarado en más de una ocasión cercano a José María Aznar). “No al continuismo de la dictadura del correísmo ni a la consolidación del capitalismo. El voto es antiCorrea”, es una de las resoluciones de la Confederación de Nacionalidades Indígenas del Ecuador (Conaie).

Sin embargo, la tónica en el movimiento indígena parece inclinarse por Lasso antes que por Lenin. El presidente de la Ecuarunari, Carlos Pérez Guartambel, confesó que “es preferible un banquero que una dictadura que nos ha despojado de nuestros territorios, que nos ha declarado el estado de excepción, que nos ha encerrado en la cárcel”.

LOS OTROS CANDIDATOS ANTICORREÍSTAS

Dalo Bucaram, que obtuvo un 4,8%, no ha mostrado intención de apoyar a Lasso (“Yo no me junto a nadie, yo lucho por la Democracia contra cualquiera que pretenda robársela”), pero está situado claramente en el campo del anticorreismo: “El señor Moreno ha dicho que quiere conversar conmigo, yo no tengo problema… Lenin tiene un gran problema a pesar de llevar ventaja, lamentablemente está rodeado de gente corrupta”.

De todas formas, ante la segunda vuelta, y teniendo en cuenta la historia de casi 40 años de democracia ininterrumpida, dos son las circunstancias que hay que tener en cuenta, tal y como recuerda Simón Pachano:

1-. En primer lugar que “la historia electoral ecuatoriana enseña que el balotaje es una elección totalmente independiente de la primera. En tres ocasiones (1984, 1996 y 2006) el triunfador inicial ha perdido en la segunda, lo que quiere decir que no hay una lógica o una constante que pueda dar pistas sobre el tema. Por tanto, será prácticamente un borrón y cuenta nueva, que dependerá en gran medida de la campaña y de lo que suceda con las denuncias de corrupción”.

2-. Y en segundo lugar, el académico subraya que “un tema adicional será el de las alianzas y las posibles transferencias de votos desde los candidatos eliminados a los dos ganadores. Si se acude nuevamente a las enseñanzas de la historia se comprueba que los candidatos tienen muy limitada capacidad para endosar los votos o para guiar a sus seguidores. Los apoyos explícitos y las alianzas de las cúpulas pueden tener efectos muy diversos y en ocasiones totalmente contrarios a los esperados”.

El racismo y la xenofobia en Estados Unidos

PROGRESO SEMANAL 23 de febrero del 2017 EEUU

Jesús Arboleya*

No se puede culpar a Donald Trump de inventar el racismo y la xenofobia en Estados Unidos, ni siquiera de institucionalizar estos prejuicios, hasta el punto de convertirlos en política oficial.

En el 1790, apenas reconocida la independencia de Estados Unidos, el Congreso dictó la primera Ley de Naturalización, donde establecía la ciudadanía estadounidense solo para las “personas blancas libres”, lo cual fue ratificado por la Corte Suprema en el 1857.

No obstante, en diversas etapas, incluso los inmigrantes europeos blancos fueron víctimas de la xenofobia como resultado de su origen nacional. Franceses y alemanes fueron inicialmente discriminados por no ser anglosajones. Ocurrió lo mismo con los irlandeses, despreciados por miserables y católicos, e igual pasó con judíos, italianos y eslavos.

Los fue salvando el color de la piel y se estableció la lógica malsana de convertir a los discriminados en discriminadores. Sin embargo, en el caso de aquellos que no son blancos, tal condición los ha acompañado por generaciones, sin importar que hayan nacido o el tiempo que hayan vivido en ese país.

Desde los orígenes de la colonización estuvo presente la discriminación a las poblaciones indígenas, llevada al punto del exterminio masivo y la enajenación de los sobrevivientes, mediante su concentración en reservaciones todavía existentes. Al igual que los asiáticos, hasta el 1940 los nativos norteamericanos no podían optar por la ciudadanía estadounidense.

También desde los primeros momentos se expresó la discriminación contra los negros. Llegados al país como fruto de la inmigración forzada en condición de esclavos, la cual llegó a ser la más nutrida del mundo, la racionalidad de los explotadores incluso puso en duda la naturaleza humana de estas personas.

Ni siquiera las luchas por los derechos sociales, encabezadas por hombres como Martin Luther King, o la elección de un presidente afroamericano, ha liberado a la mayoría de la población negra de vivir en “ghettos”, resultar particularmente brutalizados por los órganos represivos, constituir la inmensa mayoría de la población penal y ser considerados una raza inferior.

La discriminación contra los latinos tiene su origen en los territorios arrebatados a México en el 1848 y ha continuado hasta convertir a la minoría hispana en la más pobre y menos educada del país.

La falta de mano de obra y el interés de los empresarios en depreciar los salarios, determinó que la frontera con México estuviese abierta a la inmigración hasta la segunda década del siglo XX. A partir de ese momento se establecieron las primeras restricciones y comenzó a aplicarse el concepto de “inmigración ilegal”, hasta entonces desconocido en la ley migratoria estadounidense, también conveniente para ciertos sectores del empresariado.

En el 1917 y el 1942 se diseñaron planes de reclutamiento de trabajadores temporales mexicanos para la agricultura. El llamado Programa Braceros existió hasta el 1964 e involucró a cinco millones de personas. Sin embargo, en el 1930 fueron deportados 400 mil mexicanos, el 60% de los cuales eran ciudadanos estadounidenses, y otro millón fue expulsado en el 1952, mediante la operación Espalda Mojada.

Esta situación se agudizó como resultado de la reforma migratoria del 1965, la cual incentivó la migración indocumentada, al limitar las opciones legales. Lo mismo puede decirse de los centroamericanos, incluso de los puertorriqueños, que han ingresado bajo otras condiciones, debido a la condición colonial de la Isla, pero igual ocupan los estratos menos favorecidos de sociedad norteamericana.

En estos momentos, un 60% de los inmigrantes que se establecen legalmente en Estados Unidos proviene de América Latina y el Caribe hispano, a lo que habría que agregar más del 80% de los doce millones de indocumentados que se calcula existen en el país. Tal avalancha, determinada por la aplicación del neoliberalismo en América Latina, con características culturales específicas, provocó la reacción de los supremacistas blancos y hasta surgieron teorías que hablan de una “guerra de civilizaciones”.

Al ser la última gran oleada de inmigrantes en arribar a Estados Unidos y cargar sobre sus hombros con una tradición de dependencia nacional que tiende a desvalorizarlos, en estos momentos los latinoamericanos sufren de manera especial los rigores de la lógica discriminatoria imperante en esa sociedad. Solo los musulmanes, principales víctimas de la “guerra contra el terrorismo”, encaran una situación similar.

No hay nada novedoso en las políticas contra los inmigrantes de Donald Trump, sino una reversión a la más primitiva xenofobia para justificarlas, asumiendo como propios los presupuestos más groseros de los ideólogos de la supremacía blanca.

El racismo y la xenofobia tienen su causa fundamental en la necesidad de los grupos dominantes de segmentar la sociedad y estimular diferencias que limiten las posibilidades de articulación política de las clases subalternas, algo particularmente funcional en Estados Unidos, debido a su extraordinaria heterogeneidad social.

No es, por tanto, solo fruto de la ignorancia, sino que constituye una ideología elaborada y diseminada por una sofisticada red de influencia cultural –medios de información, universidades, centros de investigación e instituciones religiosas–, que la convierten en factor de cohesión y beneficios para determinados grupos sociales, particularmente para la clase media blanca, principal base política del sistema.

En definitiva, desde la cultura y mediante el culto al individualismo, se pretende exacerbar los más primitivos sentimientos encaminados a excluir a los competidores en el mercado laboral, el acceso a la educación y el estatus social. También es una forma de explotar los temores de aquellos que se sienten privilegiados por el sistema, algo que Donald Trump utilizó con mucha eficacia en su campaña electoral, hasta el punto de retrotraer el debate a la etapa de la segregación institucionalizada.

El problema es que estas actitudes no solo amenazan a los inmigrantes, sino a poblaciones enteras y hieren la sensibilidad de otros sectores de la población, incluso de aquellos blancos que han adquirido una mayor conciencia de respeto al prójimo, lo que incrementa las tensiones sociales domésticas y polariza la sociedad en su conjunto. Ello explica la intensidad que ha adquirido el conflicto.

La resistencia a estas políticas no solo constituye un rechazo a conductas humanamente despreciables, sino que esconde, a veces de manera inconsciente, un fenómeno mucho más abarcador: la crítica al sistema que las promueve. Esta es otra lectura que debemos hacer de los resultados de las pasadas elecciones en Estados Unidos.

  • Analista político cubano