Portal:Panorama Mundial/DE LA PRENSA/2016-01-06

La agitada historia del Capitalismo en Cuba

Rebelión. 29 de diciembre de 2015. España Por Manuel E. Yepe*

Las fuerzas militares estadounidenses aprovecharon en los años finales del siglo XIX la coyuntura de una España agotada por la combatividad de las armas cubanas insurrectas y la decadencia global del imperio ibérico, para desencadenar su primera guerra imperialista.

Muchos estudiosos de la historia consideran que el objetivo geopolítico esencial de Estados Unidos en aquella época era apoderarse de las islas Filipinas y todo el sistema colonial español, ya que Cuba no constituía una urgencia, dado que, por su cercanía geográfica, estaba llamada a caer inevitablemente en sus manos “cual fruta madura” por ley natural de gravedad.

Pero el pretexto para la guerra lo pudieron fabricar de manera más expedita en Cuba, haciendo estallar su acorazado “Maine” en el puerto de La Habana cuando realizaba una visita amistosa a las autoridades coloniales españolas, imputando a sus anfitriones el cruento acto.

Así, al intervenir en el conflicto insular declarando la guerra a España, frustraron la victoria insurrecta y la proclamación de un país libre e independiente, objetivo por el que habían venido luchando y muriendo muchos miles de cubanos desde 1868 movidos por una flamante conciencia de nación soberana.

Cuba pasó así, directamente, de una condición colonial a una situación neocolonial.

Cuando a los cubanos se les habla hoy de las bondades del capitalismo y se les trazan planes de ayuda para la transición a ese orden socio-económico, se está suponiendo en este pueblo una amnesia histórica contra la cual los cubanos están vacunados.

Con la sociedad de consumo estadounidense como paradigma, todos los factores formadores de conciencia, desde la enseñanza hasta la prensa, enfilaban en Cuba hacia un modelo de nación capitalista, profundamente dividida en lo interno por razones de raza, género, ingreso económico, partidos políticos y cuantos demás factores cuadraban a los intereses de dominación del poderoso vecino.

Los gobiernos eran electos según propuestas de candidaturas de los diferentes partidos políticos. Los comicios eran espectáculos trágico-cómicos que iniciaban etapas de promesas-fraudes-burlas- malversaciones, en ocasiones interrumpidas por ciclos de violencia que incluían intervenciones estadounidenses, golpes de Estado, represión, asesinatos, torturas… Hasta llegar al inicio de un nuevo ciclo parecido al anterior.

Cada uno de los pasos en esta cadena de acontecimientos debía contar con la aprobación de la Embajada estadounidense que, en ocasiones, asesoraba a los dos bandos en pugna.

El gobierno, corrupto, encabezaba una superestructura que incluía un sistema judicial, un sistema policial, una administración pública y una prensa, todos igualmente corruptos, con excepciones muy aisladas pero honrosas.

A las fuerzas armadas, dotadas todas ellas de asesores estadounidenses, les tocaba cuidar el orden, especialmente en lo que concierne a garantizar la tranquilidad y la seguridad de los grandes capitalistas nacionales y extranjeros.

Estos últimos, los verdaderos dueños del país, no eran tan conocidos –ni tan atacados- como los políticos, quienes eran siempre, primero, alabados por sus promesas y luego vilipendiados por sus actos corruptos y sus crímenes. Más bien se les situaba por sobre la política y las leyes, eran los que mandaban, pero lo hacían anónimamente, por intermedio de los políticos y los represores.

Ni siquiera se les achacaba la responsabilidad por los cientos de miles de niños pordioseros que colmaban las calles de las ciudades deambulando descalzos y hambrientos. O de un número aún mayor de desempleados, subempleados o autoempleados. Tampoco respondían ellos por los niños sin escuelas, los ancianos sin asistencia, las decenas de miles de mujeres forzadas a la prostitución por la miseria.

Algunos políticos se mantenían por mucho tiempo alternándose en el poder según sus habilidades para el engaño. Muchos lograban ascender a la escala de los grandes capitalistas mediante la malversación de las arcas públicas y otros delitos que llegaban a hacerlos socialmente tolerados.

Aunque crueldades tales como el bloqueo económico durante casi medio siglo son verdaderas vacunas contra la amnesia histórica, el deslumbrante espejismo del paraíso terrenal que proyecta la propaganda del modo de vida estadounidense –que invisibiliza los 48 millones de estadounidenses que viven por debajo de la línea de pobreza, las crecientes tensiones raciales o la penuria de los cubanos emigrados a Estados Unidos después de 1980– lo invade todo y es casi imposible escapar de sus nocivos efectos.

Para las nuevas generaciones de cubanos no es fácil imaginar tanta inequidad y corrupción en un pasado reciente que les puede parecer lejano.

La emigración y las manifestaciones neo anexionistas son la válvula de escape en la olla que incendió el capitalismo en Cuba y el bloqueo y demás agresiones han impedido sofocar totalmente.

Selección en Internet: Melvis Rojas Soris

*Periodista cubano especializado en temas internacionales.

Gobiernos populares de América Latina, ¿fin de ciclo o nuevo tiempo político?

Tercera Información. 4 de enero de 2016. España Por Isabel Rauber*

Recientemente algunos intelectuales que se autodefinen de izquierda o centro-izquierda, anunciaron que estábamos a las puertas del fin del ciclo de los gobiernos progresistas, caracterizado por el agotamiento de sus programas neodesarrollistas –que incluyen el extractivismo‑, y su “ineficiente” capacidad de gestión. Es de esperar entonces, según ellos, una avanzada de la derecha en la región, situación que configuraría un nuevo mapa político en Latinoamérica.

Con este discurso “visionario”, apuntalado por el conocimiento de los planes geopolíticos del imperio para la región, tales intelectuales contribuyeron a instalar y “naturalizar” en la opinión pública el advenimiento del fin de los gobiernos populares y su reemplazo “inevitable” por gobiernos de derecha, presentándolos incluso como una “saludable alternancia”. Vale entonces compartir reflexiones acerca de este diagnóstico y su sentencia.

El recuento crítico de los acontecimientos políticos de los últimos años revela que las propuestas políticas que caracterizaron el quehacer de los gobiernos populares en tiempos de proyección posneoliberal, están cumplidas. Y ello anuncia la apertura de un nuevo tiempo, con nuevas problemáticas, tareas, sujetos y desafíos. Pero además de tareas y agendas, los primeros años de los gobiernos populares significaron también para los pueblos transitar por un conjunto de aprendizajes.

  • Quedó al descubierto –en los hechos‑ que gobierno y poder no son sinónimos, que no es posible, enfrentarlos al mismo tiempo ni del mismo modo. Las revoluciones democráticas no son sinónimos de la otrora “vía pacífica”, suponen la profundización del conflicto político como vehículo de la lucha de clases, anudada fuertemente con una profunda batalla político-cultural de ideas.
  • Se evidenció que no basta con poner “buenos gobernantes” a ocupar puestos institucionales que responden al sistema que se busca cambiar.
  • El crecimiento económico es importante, pero insuficiente. La educación política, la batalla ideológica es central. Y está anudada a la participación política, al empoderamiento. Nadie puede empoderar a otro/s y mucho menos desde arriba. El empoderamiento germina con la participación consciente y protagónica de los sujetos en los procesos sociotransformadores.
  • Se agotó la concepción de la política desde arriba y a “dedo”, propia del siglo XX; la “bobería”, el romanticismo anodino acerca de la democracia, la subestimación de la política, y las viejas modalidades de la representación política que suplantan el protagonismo popular y fragmentan lo político de lo social.
  • Fin del maximalismo teórico y el minimalismo práctico propio de sectores (ultra)izquierdistas.
  • Fin del vanguardismo, del pensamiento liberal de izquierda y de las prácticas que, en virtud de ello, aíslan a la militancia izquierdista de los procesos concretos de los pueblos, sus actores y sus dinámicas, posicionándolas fuera de los escenarios concretos de las contiendas políticas.

DESAFÍOS CENTRALES DEL NUEVO TIEMPO POLÍTICO

Marcados por los procesos políticos que sacudieron el continente en los últimos veinte años, pueblos, organizaciones sociales y políticas, y gobiernos populares, revolucionarios y progresistas necesitan hacer un alto en el camino, dar cuenta de los logros, las limitaciones y las nuevas tareas del presente. Esto es: replantearse tanto las preguntas iníciales como las respuestas que guiaron los pasos del quehacer político, económico, social y cultural por más de una década, preparándose para enfrentar nuevos desafíos. Entre ellos destacaré aquí los siguientes:

CONSERVAR LO LOGRADO IMPLICA PROFUNDIZAR EL PROCESO DE CAMBIO

La consolidación de actores de oposición política de signo neoliberal colocó a algunos gobiernos a la defensiva. Conservar los logros se convirtió entonces en una prioridad del accionar político en la actual coyuntura. Pero lo que no estuvo ‑ni está‑ claro es que para conservar lo conquistado y sostener los procesos de cambios es necesario profundizarlos, radicalizarlos. Y esto no se logra con acuerdos de cúpulas ni buscando alianzas con sectores del poder opuestos a los cambios; el ejemplo de Brasil es muy elocuente al respecto.

La clave radica en anclar los procesos a la participación protagónica de los pueblos. Se ha construido un nuevo tiempo social, político, cultural. Y este trae consigo nuevas tareas cuya realización está anudada al protagonismo popular. Esto implica también fortalecer los procesos de concientización y organización colectiva que vigoricen la determinación de los pueblos para sostener los logros alcanzados y traccionar el proceso hacia mayores transformaciones. Y esto no puede ser espontáneo; librados los acontecimientos a la “espontaneidad” no hay que sorprenderse ante el advenimiento de sucesiones políticas de derecha.

La actual coyuntura política continental coloca a los gobiernos populares, las fuerzas progresistas o revolucionarias de la región en la disyuntiva de profundizar las transformaciones o sucumbir ante ellas, si optan por conservarlas solo “desde arriba”.

LA PARTICIPACIÓN PROTAGÓNICA DE LOS PUEBLOS ES NEURÁLGICA PARA QUE LOS GOBIERNOS POPULARES SEAN TAMBIÉN UN CAMINO DE CONSTRUCCIÓN DE PODER POPULAR

La profundización de la democracia en este nuevo tiempo reclama asumir el decisivo imperativo político del protagonismo del pueblo para profundizar las transformaciones, entendiendo que ellas anudan, simultáneamente, los derroteros políticos de los gobiernos populares con los diversos procesos de construcción y afianzamiento de poder popular desde abajo que los pueblos desarrollan en cada país. En esto radica, centralmente, la profundización de los procesos sociotransformadores iniciados. Pensarla como un simple aggiornamento de la agenda pública deja a los gobiernos populares a merced de la voracidad política de los opositores.

Las realidades objetivas y subjetivas han cambiado; las subjetividades políticas de los participantes de los procesos de cambio se han radicalizado, hay un pueblo que reclama nuevos y mayores protagonismos. Ese protagonismo necesita hoy reorganizarse y rearticularse, conformando nuevas confluencias de los quehaceres de la militancia social y política, dentro y fuera de lo institucional, actualizando el horizonte estratégico de los cambios.

En este sentido, apostar a la construcción del protagonismo colectivo de los pueblos para su constitución en la fuerza político-social de liberación es el factor neurálgico que marcará el rumbo y las dinámicas políticas del presente y el futuro inmediato en los procesos populares en curso en cada país y en la región. Ello es vehículo también para la construcción de la unidad de los pueblos.

Reconocer a la participación popular orgánica como un factor clave para el afianzamiento y la profundización de los procesos de cambio en curso, no está reñido con el reconocimiento al papel de los liderazgos individuales. Pero esto no significa aceptar que la continuidad de los líderes a la cabeza de los gobiernos populares, es el factor que da estabilidad y solidez a los procesos. Al contrario, cuando hay líderes que sustituyen el protagonismo político de los pueblos, en realidad, lejos de garantizar continuidades, anuncian el cortoplacismo del camino emprendido.

Pueblos sin autonomía y autoconvencimiento poco pueden hacer para sostener y profundizar procesos que en realidad no sienten como propios. Por ese camino, el extrañamiento de ellos anidará silenciosamente entre las filas populares y abrirá cauces a previsibles derrotas. Esto no es: “sí o no”; hay muchos matices. En no pocas coyunturas se ha visto que los pueblos y sus organizaciones concentran mayor madurez y responsabilidad que sus dirigentes y si bien no logran a veces evitar el desenlace negativo, con su presencia protagónica en las calles lo aminoran bastante. Los líderes son importantes y en algunas coyunturas decisivos, pero nunca para sustituir la participación protagónica de los pueblos, sino para desencadenarla y potenciarla.

Hugo Chávez, ejemplo de líder carismático y gran creador y conductor del proceso revolucionario bolivariano de Venezuela, no centró el proceso revolucionario en su persona. Tenía claro que el pueblo autoconstituido en sujeto revolucionario es el protagonista, creador, constructor y sostén del poder popular de nuevo tipo que germina desde abajo en los consejos comunales y comunas. En ellos la revolución bolivariana abre cauces hacia la creación de una nueva civilización, al orientarse ‑vía empoderamiento colectivo‑ hacia la construcción del Estado comunal. Tan claro lo tenía que su lema fue (y es) “comuna o nada”.

CONSTRUIR UN NUEVO MODO DE PRODUCCIÓN Y REPRODUCCIÓN (SOCIEDAD-NATURALEZA)

Una de las mayores limitaciones de lo que podría definirse sin grandes rigores, como “modelo económico neodesarrollista” es que se ajusta a los marcos del modo de producción capitalista, sosteniendo el circuito de la muerte. Esto marca como una tarea importante de este nuevo tiempo: crear y articular procesos productivos alternativos existentes y promover la búsqueda de nuevas bases económicas que hagan posible la coherencia social entre el ciclo de producción y la reproducción.

Se trata de avanzar hacia la conformación de un sistema productivo que sea socialmente responsable del ciclo reproductivo que genera. Esto es: aportar a la creación de un nuevo modo de producción‑reproducción sociales con lógica circular, que abra cauces a una nueva economía, que además de enfrentar con éxito la lucha contra el hambre, la pobreza, el analfabetismo y las enfermedades curables, sea el sustrato de un nuevo modo de vida y una nueva civilización, la del buen vivir y convivir.

SALIR DEL CERCO IDEOLÓGICO, POLÍTICO, CULTURAL Y MEDIÁTICO DEL PODER HEGEMÓNICO

  • Desplegar la batalla político cultural en todos los terrenos y dimensiones, en particular las redes sociales.
  • Atender al desarrollo de la subjetividad y espiritualidad de los pueblos potenciando sus identidades, culturas, cosmovisiones…
  • Desarrollar sostenidamente procesos interactivos de formación política.
  • Abrir cauces a un nuevo pensamiento crítico latinoamericano, descolonizado, intercultural y multicosmovisivo, plurívoco, anclado a las prácticas de los pueblos.
  • Promover procesos articulados de descolonización, interculturalidad y despatriarcalización en la construcción del poder popular desde abajo.
  • Desarrollar un nuevo tipo de intelectual orgánico, que descubra, promueva y potencie el pensamiento de los pueblos en toda su diversidad, amplitud y riqueza.

Trabajar por el fortalecimiento y desarrollo de las articulaciones regionales y continentales de los movimientos y organizaciones sociales populares, particularmente ampliar y profundizar el espacio ALBA de los movimientos. Y también impulsar la creación de espacios de encuentro, intercambio y coordinación de organizaciones sociales y políticas continentales, regionales y en el ámbito de cada país.

APOSTAR A LA CREACIÓN Y CONSTRUCCIÓN DE UNA NUEVA IZQUIERDA POLÍTICA, SOCIAL Y CULTURAL

Es vital comprender las nuevas dimensiones de lo político, de la acción y organización políticas; dar cuenta de las nuevas realidades y sus nuevos sujetos/as: los/as desplazados/as de diversos orígenes, los/as precarizados/as permanentes, los movimientos indígenas, las mujeres, los/las jóvenes, los niños y las niñas, los y las adultos/as mayores, los LGTB… abrir espacio a las diversas identidades, cosmovisiones, saberes, sabidurías y corrientes de pensamiento: los saberes ecológicos, la biopolítica, la bioética, el feminismo político y la despatriarcalización como crítica raizal del poder del capital…

CONSTRUIR LA OFENSIVA ESTRATÉGICA POPULAR REVOLUCIONARIA

Una de las resultantes más recurrentes de la división del campo popular, y particularmente entre la izquierda latinoamericana, es que las protestas y luchas sociales terminan siendo funcionales a los intereses de los poderosos. Marcado el campo popular por disputas internas de “poder”, por divisiones multicolores de todo signo entre las fuerzas políticas y su correlato en los movimientos sociales populares, los conflictos sociales terminan subordinados a los intereses intestinos del poder, fortaleciéndolo como recambio, en vez de lograr –colectivamente- subordinar a los poderosos a los intereses del pueblo y proponer una agenda política para concretar los objetivos populares (ofensiva). El caso de Argentina es muy elocuente al respecto, visible tanto en los acontecimientos recientes como en la trayectoria histórica de las izquierdas.

A esta gran debilidad política y cultural hay que sumar la instalación de un pensamiento binario (lo uno o lo otro, blanco o negro…), el desarrollo de la guerra mediática para conquistar y anestesiar las mentes del “gran público”, sin que las organizaciones políticas y sociales –ocupadas en sus peleas internas‑, asuman las tareas de la batalla de ideas como una de las disputas centrales de las luchas políticas de nuestro tiempo.

La falta de convergencia y unidad de los diversos actores sociales y políticos, aunada con la escasa formación política, las sectorialización y el corporativismo… coloca a las organizaciones sociales y políticas de los pueblos en situación de subordinación a los intereses de los poderosos. En función de ello, estos pueden manipularlos para alcanzar sus propósitos, debilitando y resquebrajando la base social de los gobiernos populares para reagruparse como bloque de poder opositor con capacidad de recuperar su hegemonía. Esta recuperación es en realidad una nueva toma de posiciones de los poderosos quienes ‑haciéndose cargo de las nuevas realidades políticas recientemente vividas con los gobiernos populares‑, una vez en los gobiernos, buscarán destruir las bases democráticas de las sociedades para impedir cualquier intento futuro de reeditar gobiernos progresistas, populares o revolucionarios en el continente. Y para ello no están solos, cuentan con el apoyo imperial del Norte, de las instituciones del poder global del capital y de sus cañoneras mediáticas locales y globales.

El arribo de gobiernos de derecha en la región no es una simple “vuelta al pasado”, tampoco responde a una “enriquecedora alternancia” de gobiernos y gobernantes. Se trata de una vuelta de hoja, un giro raizal en la orientación de los procesos emprendidos, que se produce para articular los procesos locales con las necesidades hegemónicas y lógicas del poder global del capital: saqueo, dominación y muerte… Es importante no subestimarlo.

Y preparar las nuevas resistencias anclándolas en la coordinación y unidad a partir de la participación articulada social y política de los sectores populares en su diversidad. A ello debe encaminarse el fortalecimiento de la formación política y de los procesos orgánicos de convergencia colectiva de organizaciones sociales y políticas hacia objetivos comunes, enmarcados en la creación y construcción colectivas de un nuevo horizonte civilizatorio.

Selección en Internet: Melvis Rojas Soris

*Doctora en Filosofía; educadora popular; militante social; estudiosa de los movimientos sociales latinoamericanos empeñados en procesos participativos de construcción de poder popular desde abajo.

Crisis, recuperación y capital

La Haine. 1ro. de enero de 2016. España Por Alejandro Nadal*

La crisis económica no es una desviación anormal, sino el signo más puro de la naturaleza del sistema capitalista.

Los años dorados del capitalismo mundial siguen siendo un espejismo para mucha gente. Se piensa, por ejemplo, que después de la Gran Recesión, como se le ha bautizado a la actual crisis, regresará un tiempo de mayor crecimiento, más empleo, mejores salarios y un aumento generalizado en el bienestar. Este es el mito de la recuperación.

La realidad es que la crisis global que arranca en 2008 no es una simple desviación de un camino que debería conducir a mayor bienestar para todo mundo. Es, en realidad, otra trayectoria. Algunos rasgos del paisaje los conocemos y nos son familiares, pero este nuevo sendero conduce a lugares desconocidos y peligrosos.

La crisis global ha ido transformándose desde que nació en 2008. Primero se presentó como un descalabro en una parte de los mercados financieros en Estados Unidos. Las autoridades monetarias y fiscales pensaron que era posible contener el problema y limitar los daños al mercado hipotecario. Las técnicas financieras que rodearon el desarrollo del mercado inmobiliario hicieron eso imposible: los vehículos de inversión mezclaron créditos buenos con préstamos imposibles de rembolsar y la securitización condujo estos productos tóxicos a todos los rincones del mercado financiero en el mundo. El apalancamiento y las operaciones con otros productos derivados hicieron el resto. La metástasis de la crisis en el mercado hipotecario fue la primera etapa de la crisis.

En septiembre de 2008 Lehman Brothers inició el procedimiento de concurso mercantil por quiebra, porque tenía una exposición desmedida en el mercado hipotecario. La decisión política de dejar caer a este banco de inversión sacudió los cimientos del sistema financiero mundial y mostró su fragilidad y la profundidad de sus interdependencias. La crisis no solo se había transformado, también había invadido la economía del planeta entero.

En unos cuantos meses la crisis dejó sentir sus efectos en Europa y aquí pasó por su segunda mutación: de una crisis generada en y por el sector privado, la hecatombe mudó de piel. Los medios y la corta memoria hicieron que mucha gente pensara que la causa de la crisis estaba en el sector público y su derroche de dinero fácil. Todo esto vino a reforzar el catálogo ideológico del neoliberalismo y la catástrofe económica fue presentada como una crisis de deuda soberana. La historia que sigue es bien conocida, con los esquemas de austeridad fiscal hundiendo cada vez más a las economías europeas en una recesión más profunda y duradera.

En su tercera etapa la crisis llega a China, la gigantesca economía que había sido presentada como un triunfo indiscutible del capitalismo. Sus tasas de crecimiento anual llegaron a alcanzar hasta 17 por ciento en algunos años, lo que fue presentado como un éxito portentoso por la prensa de negocios internacional. China se convirtió en el mejor ejemplo de las virtudes del capitalismo, sacando a millones de personas de la pobreza. Pero la realidad siempre ha sido más compleja.

Es cierto que a primera vista la crisis llegó a China mediante el colapso de sus mercados de exportación más importantes. Pero casi todos los datos sobre la estructura de la economía del gigante asiático muestran que China ya estaba en serios problemas desde hacía más tiempo.

Un proceso de acumulación de capital puede avanzar muy rápido, pero ese desarrollo se presentará normalmente con grandes distorsiones intersectoriales, por una parte, y entre el sector real y el sector financiero, por la otra.

China nunca fue una excepción. Si duró tanto tiempo el experimento chino fue porque los controles sobre el sector financiero se mantuvieron firmes hasta hace una década y los planes de inversión en el sector industrial también fueron administrados desde los comités del partido. Pero en los pasados cinco lustros la sobreinversión en todos los sectores y ramas de la actividad económica se llevó a cabo de manera desbocada, y hoy China es un ejemplo a escala histórica de niveles altísimos de capacidad instalada ociosa. O sea que China es un ejemplo, en efecto, pero de la inestabilidad que trae aparejada consigo el capitalismo. Este fue el año en que los chinos descubrieron que su versión del capitalismo no es distinta.

La economía mundial se adentra en un periodo de estancamiento que puede ser largo. Quizás habría que decir que no hay por qué alarmarse. Este es el sendero normal de una economía capitalista. Las fuerzas contradictorias que impulsan la acumulación de capital son las que también se erigen en obstáculos a la expansión económica. El destino de la economía capitalista ha sido objeto de preocupación desde que nace la economía política. Para Ricardo, en el interior del proceso de acumulación de capital se gestan fuerzas que conducen a una caída en la tasa de ganancia. Y para otros autores, como Sismondi, la competencia y la producción para un mercado ampliado podían conducir a distorsiones y desequilibrios como los que hemos descrito aquí. La crisis económica no es una desviación anormal, sino el signo más puro de la naturaleza del sistema capitalista.

Selección en Internet: Melvis Rojas Soris

*Economista mexicano, doctor en Economía por la Universidad de París X, actualmente es profesor e investigador de economía en el Centro de Estudios Económicos del Colegio de México. Publica habitualmente en los periódicos La Jornada de México y la revista Sin Permiso.


Selección en Internet: Melvis Rojas Soris