Portal:Panorama Mundial/DE LA PRENSA/2016-01-13

Lágrimas

LA JORNADA11 de enero de 2016 MÉXICO

David Brooks*

LA IMAGEN DE la semana (bueno, hasta que fue superada el fin de semana por la de Sean Penn y El Chapo) fue la de las lágrimas del presidente Barack Obama.

El presidente, famoso por mantener bajo control sus emociones, presentó una serie de medidas ejecutivas mínimas para abordar lo que algunos consideran una epidemia de violencia con armas de fuego –en este rubro, este es el país avanzado más sangriento del mundo con más de 30 mil muertes cada año. Ante la absoluta imposibilidad de promover reformas a las leyes cada vez más permisivas sobre la compra y uso personal de armas de fuego –algo que muchos consideran derecho sagrado y protegido por la Constitución–, por la férrea oposición en el Congreso, Obama buscó hacer "algo" en torno a imponer un poco más de control.

Al abordar el tema de los incesantes incidentes de violencia, sobre todo los multihomicidios con armas de fuego en muchos casos adquiridas legalmente, se refirió entre otros sucesos sangrientos al ocurrido en una primaria de Connecticut en 2012, donde un joven armado mató a 20 niños y seis adultos. De repente interrumpió su discurso, le tembló la voz y soltó unas lágrimas. En la escena televisada se escucha en esos momentos el ruido de decenas de cámaras haciendo miles de tomas de esa imagen. La nota fue: Obama lloró.

De inmediato hubo reacciones de todo tipo. Comentaristas conservadores en el medio más poderoso de la derecha, Fox News, se burlaron, preguntaron por qué no había llorado por las víctimas del "terrorismo" en California y una hasta sugirió que era puro teatro y que seguro tenía una cebolla bajo el podio para provocar las lágrimas. Liberales, enfurecidos por tales sugerencias, defendieron el llanto presidencial y aseguraron que era real. Otros que a estas alturas no le creen nada a ningún político lo vieron como un acto más en la obra de teatro en la que los actores lloran de verdad, pero saben hacerlo profesionalmente.

Pero ¿por qué es difícil sentir solidaridad con sus lágrimas, sean reales o no?

La misma semana que lloró, estaba implementando políticas para poner la vida de cientos de niños en riesgo. El periódico más importante del país, el New York Times, publicó un editorial en repudio a las redadas de madres e hijos centroamericanos impulsadas y justificadas por Obama, y comentó: "Un presidente que habló de manera tan conmovedora sobre las muertes violentas de niños causadas aquí por las armas ha asumido la tarea de enviar a madres e hijos en viajes sin retorno a los países más mortíferos de nuestro hemisferio".

Como han denunciado líderes religiosos, líderes inmigrantes, organizaciones de derechos humanos y libertades civiles y hasta la principal asociación nacional de abogados, la American Bar Asociación, de 400 mil miembros, estas medidas no solo se realizan de manera brutal (en las madrugadas llegan oficiales a hogares cazando a madres y sus hijos, ya de por sí traumatizados por las condiciones de las cuales huyen), sino violan principios legales nacionales e internacionales, sobre todo para quienes son refugiados. Ni una sola lágrima.

A lo largo de los últimos años, Obama ha ordenado cada vez más misiones de asesinato a control remoto –con aeronaves conocidas como drones– contra objetivos "terroristas". Aunque hay un debate intenso sobre si estas operaciones son más precisas y limitan los "daños colaterales" más que otras misiones con tropas y bombardeos, el hecho es que agrupaciones de derechos humanos y otras han logrado documentar un número creciente de civiles, incluidos niños, que han perecido en estas misiones. Algunos cálculos varían desde 400 a casi mil civiles solo en Pakistán (otros países donde se realizan estas misiones son Afganistán, Somalia y Yemen), incluidos algo así como 200 niños, o sea, 10 veces más de los que fueron abatidos en Connecticut.

Exoperadores de drones comentaron a TheIntercept que hay grandes cantidades de víctimas civiles y que a veces se refieren a niños que matan como "terroristas tamaño diversión" (fun-sizeterrorists).

Es imposible imaginar a una madre que día y noche escucha el ruido de un dron, esperando, rezando para que no maten a sus hijos "sin intención" en una de estas zonas de operación en varios países, y los mares de lágrimas que estos pueblos han llorado en las guerras más largas de la historia estadounidense. Nadie sabe cuántos niños han muerto, nadie sabe quiénes son, nadie sabe qué soñaban. Ni una lágrima para estos "daños colaterales".

Tampoco para las familias destruidas y los 2.7 millones de niños, uno de cada 28 en este país, que tienen al padre o a la madre en prisión por un sistema de justicia que ha logrado tener la población encarcelada más grande del mundo (per cápita), gran parte de los cuales son detenidos por delitos no violentos relacionados con la droga, o sea, cientos de miles de víctimas de la "guerra contra las drogas", casi siempre pobres y en su mayoría afroestadounidenses y latinos. Según cálculos, uno de cada 110 niños blancos tienen un padre encarcelado, pero para los afroestadounidenses, es uno de cada 15, y para los latinos uno de cada 41. Pero no, ni una sola lágrima.

Ni hablar de la mayor desigualdad económica desde antes de la gran depresión y sus efectos nocivos, a veces devastadores, para millones de familias que, a consecuencia de la avaricia protegida del 1 por ciento más rico –no es un punto ideológico, es empírico– tienen que aceptar el fin de sus sueños no solo para ellos, sino para sus hijos. O peor, ver a sus hijos padeciendo de hambre (uno de cada seis), o si uno es "minoría", vivir con miedo a los que supuestamente están ahí para protegerlos, ver cómo políticos nacionales proponen perseguirlos, y ver cómo los logros de las luchas por los derechos básicos de las mujeres y de minorías son minados, hasta desmantelados. Ante todo esto, los ojos del presidente se quedan secos.

Es para llorar.

Selección en Internet: Inalvys Campo Lazo

  • Columnista de La Jornada; corresponsal de ese diario en Nueva York.

Obama: lagrimas vertidas por quienes doblan las campanas

APORREA 11 de enero de 2016VENEZUELA

Wilkie Delgado Correa*

EN ESA GUERRA interna no reconocida ni declarada en EEUU, las víctimas e inocentes merecen más que unas lágrimas… Por eso, parodiando al poeta inglés John Donne en su poema ForWhomthe Bell Tolls, no nos preguntemos por quiénes -ayer, hoy y mañana- doblan las campanas, ellas, sin duda alguna, doblan por cada uno de nosotros.

Tal parece que los últimos asesinatos ocurridos en Estados Unidos, calificables algunos de ellos como verdaderas matanzas, han tocado las fibras más sensibles y lo más recóndito de los sentimientos del presidente Barack Obama.

Sus reiterados llamados al Congreso para que se adopten las medidas correspondientes para la regulación y un mejor control sobre las ventas y posesión de armas, han encontrado oídos sordos, rechazo y defensa a ultranza del supuesto "derecho" irrestricto a la posesión de armas, como si la realidad que vive el país no fuera un argumento apabullante en sentido contrario y como si el derecho a la vida de los miles de ciudadanos inocentes que son víctimas cada año a consecuencia de las armas, no estuviera por encima, como derecho fundamental y primario entre el conjunto de los derechos humanos que se afirma tanto defender por los líderes de ese país, de un derecho adquirido constitucionalmente siglos atrás, cuando la población era de 2.5 millones de habitantes en las Trece Colonias, y las circunstancias y propósitos de entonces recogidos en la Constitución de 1789, están lejos de merecer una vigencia absoluta en los tiempos actuales.

Y es que las víctimas inocentes por armas de fuego, unos 30 mil cada año, merecen muchos más que unas lágrimas, puesto que esas muertes violentas son consecuencia de una política irracional sobre la tenencia de armas, que determina que casi la mitad de la población de unos 309 millones de habitantes, las posean, y que, para peor resultado, el número de armas en manos de la misma supere al de la población total. De ahí que sea plausible el ejercicio de sus facultades por parte del presidente Obama para hacer algo dentro de lo posible, decretando una serie de medidas integrales para afrontar la situación actual, a la vez que reitera su llamado al Congreso en términos de denuncia de las mentiras y paralización presentes en el poder legislativo.

Además, vaya Ud. a saber cuántos miles y miles de personas acumulan en sus casas verdaderos arsenales de armas de todos los calibres, y decenas o cientos de ellas se descargan, por una razón u otra, e incluso sin razón alguna, sobre esas miles de víctimas en el lugar más insospechado. Las víctimas puede ser cualquiera, desde una persona común hasta una congresista y un agente policíaco, y, por supuesto, los niños a los que se refería Obama. No se está seguro en parte alguna, pues el hecho sangriento puede ocurrir en una instalación militar, una escuela, un mercado, una vivienda, una calle o avenida, etc.

Esas matanzas espeluznantes conforman, por sus resultados mortíferos para la población del país, su frecuencia y su cuantía, una guerra interna -acéptese o no el hecho, se reconozca y declare o no tal estado- que desangra y enluta al pueblo estadounidense en un grado mayor que la peor epidemia biológica que se conozca, e incluso, mayor que las pérdidas tenidas en los últimos conflictos armados en que han participado las tropas estadounidenses.

En los Estados Unidos, donde el sistema de vigilancia y los controles de seguridad nacional son tan estrictos, no se ha podido evitar este escalamiento de la violencia asesina. Y si a ello se añaden los actos de asesinatos cometidos por las autoridades policíacas, y cuyas víctimas son fundamentalmente de la raza negra, e incluye hasta niños, entonces el panorama cobra matices más graves. No se puede afirmar ni negar que detrás de estos "gatillos alegres" contra víctimas de la raza negra, podría esconderse una conjura individual o gremial de naturaleza racista, y una manera de enviar un mensaje al propio presidente Obama. ¿Cómo pensarán, y cómo comentarán sobre los ciudadanos negros y sobre el presidente de igual raza, aquellas autoridades que actúan tan expeditamente y disparan tan fácilmente o matan con golpizas a quienes arrestan? ¿Acaso se podrá afirmar que las células del Ku-Klux-Klanhan desaparecido del escenario social, y que no existen simpatizantes y adeptos aislados que profesan esa ideología de la superioridad blanca?

Existen hechos de discriminación en torno a este asunto que han sido reconocidos por la Fiscal General y el mismo presidente Obama y, además, esas manifestaciones han sido denunciadas ante los tribunales de justicia por organizaciones de derechos civiles y los propios familiares de las víctimas, que en la mayoría de los casos decretan la impunidad.

Ahora bien, si tenemos en cuenta los perfiles de los victimarios, desde alienados hasta resentidos, desde torvos asesinos hasta niños imitando los juegos o las películas de violencia extrema que les impone el mercado social, o simplemente los sucesos accidentales, podemos arribar a conclusiones sobre la gravedad de los hechos que analizamos.

Nadie quiere que el pueblo estadounidense tenga que pagar un precio que lo obligue, y también a sus autoridades a todos los niveles, a recapacitar, a entrar en razones y a reconsiderar la política existente hasta estos momentos. Si consideramos la composición de la población del país, y el potencial peligroso natural en posesión de tantas armas para matar, ¿qué pasaría si pocos o muchos conjurados antisistema, se lanzaran a cometer barbaries organizadamente, como ocurre en otras partes, y decidieran implantar el terrorismo enajenador en el seno de la sociedad estadounidense? ¿No es acaso el 11 de septiembre un indicio fehaciente de la gravedad que pudieran alcanzar las acciones criminales de presentes o futuros conjurados, que tienen a su favor el hecho de que no les es difícil agenciarse las armas, pues las tienen en su poder y sin controlen forma ilimitada?

En este contexto de posible lucha contra el terrorismo, nadie puede entender ni entenderá en el futuro la inmoralidad y ceguera que significan el apoyo que los gobiernos y autoridades de Estados Unidos, expresado en indulto y permiso de refugio en dicho territorio, han brindado a terroristas como Orlando Bosh y Luis Posada Carriles, autores confesos del sabotaje que provocó el derribo al mar de un avión cubano en pleno vuelo, con el saldo de 73 muertos que eran ciudadanos de varios países.

Las víctimas que meses tras meses caen muertas o heridas en Estados Unidos, merecen solidaridad, y ante la tragedia mortal o la tragedia de las lesiones físicas y los traumas psicológicos, se impone un análisis de todos los porqués que están presentes en los hechos y la aplicación consecuente de los remedios definitivos para tales males sociales.

La insania homicida y francamente terrorista que está presente tanto en Estados Unidos como en otras partes del mundo, que tienen sus causas específicas y que se expresan con los diversos métodos, las variadas manifestaciones circunstanciales y los signos evidentes de crueldad extrema, nos lleva a concluir, parodiando al poeta inglés John Donne(1571-1621) en su poema ForWhomthe Bell Tolls, que no nos preguntemos por quienes -ayer, hoy y mañana- doblan las campanas, ellas, sin duda alguna, doblan por cada uno de nosotros.

Selección en Internet: Inalvys Campo Lazo

  • Médico cubano y Profesor de Mérito del Instituto Superior de Ciencias Médicas de Santiago de Cuba. Escritor y periodista.

Armas de fuego y la política de lo posible

PROGRESO SEMANAL 6 de enero de 2016 EEUU

Max J. Castro*

AL FIN ALGUIEN está tratando de hacer algo acerca de las armas de fuego y la carnicería que infligen regularmente.

El presidente Barack Obama está proponiendo un plan destinado a reducir la enorme cantidad de víctimas que la violencia armada causa en esta sociedad, y solo en esta sociedad entre las naciones desarrolladas del mundo.

El plan (detalles más adelante) es necesariamente modesto en vista de la magnitud del problema, porque algo más ambicioso sería imposible de aplicar dadas las realidades políticas (también sobre esto, más detalles a continuación).

Sin embargo, a pesar de eso, los sospechosos de siempre están echando espuma por la boca, despotricando, a punto de sufrir una constricción. Echando fuego y listos para pelear están: la Asociación Nacional del Rifle (NRA), políticos republicanos en el Congreso, fanfarrones como Donald Trump y otros aspirantes del Partido Republicano a la presidencia, y decenas de millones de amantes de las armas de fuego en este país.

Sí, ustedes no se equivocan. Los amantes de las armas son gente, hombres en su mayoría, tan unida a sus armas de fuego que hacen que los llamados “amantes de los árboles” (ambientalistas) parezcan madereros. Freud se habría divertido mucho con ellos.

¿Qué es lo que hace que Estados Unidos, año tras año, sea el ganador por amplio margen en la competencia de muertes por armas de fuego?

Esa es una pregunta compleja y controvertida acerca de la cual hay muchas teorías. Pero de lo que no hay duda es acerca del liderazgo de este país en la locura de las armas de fuego. En 2013, para citar el año más reciente del que se dispone de estadísticas, la tasa de mortalidad por armas de fuego en Estados Unidos fue de 3,55 por cada 100 000 habitantes. Suena como un número pequeño, hasta que se compara con otros países y se hace el cálculo matemático. En el mismo año, las armas segaron 0,49 vidas por cada 100 000 personas en Canadá, un país rico como Estados Unidos con raíces británicas y tradiciones democráticas. Eso significa que, proporcionalmente, las armas matan aquí a siete veces más personas que allá.

La historia no es muy diferente si nos fijamos en Europa Occidental. Las muertes per cápita por armas de fuego son casi seis veces mayor, en comparación con el país de más muertes de Europa occidental. Trágico. Horrible. Vergonzoso.

Así que si los datos muestran una distinción que no podría ser más evidente, la pregunta es otra vez ¿por qué?

La respuesta obvia implica los recursos considerables, la implacabilidad, sofistería y truculencia de la Asociación Nacional del Rifle (NRA). De hecho esa es una gran parte del problema. La NRA pone a temblar a los políticos estadounidenses. Es sin duda el más poderoso grupo de presión en Washington, donde la competencia por el título es realmente difícil.

Hay más en la historia de la NRA, pero vamos a centrarnos en ellos por el momento, ya que son la bestia más feroz en el zoológico. ¿Qué es exactamente la NRA? Si se despieza se descubre una red de financiación, amigos, ficción y miedo.

La NRA tiene un montón de dinero. Una gran parte de las finanzas proviene de los fabricantes de armas. Aquí está la diferencia con los países que hemos estado discutiendo. El dinero se traduce en políticas acerca de cuestiones de gran trascendencia pública, de manera más eficiente aquí que en casi cualquier otro lugar.

Los amigos son los amantes de las armas que orgullosamente pertenecen a la organización, proporcionan parte del dinero, presionan a los políticos, y emiten su voto acerca de este único tema.

Todo lo que cuenta la NRA es ficción. Ser propietario de un arma raras veces lo protege a uno o a la familia. Las armas de fuego en la casa tienen más probabilidades de matarlos a ustedes que a un ladrón. La siguiente víctima más probable es un miembro de su familia. Aquí las claves son los accidentes (muchos que implican a niños), discusiones y alcohol. En resumen, tener un arma en la casa es como tener una cobra para protegerse de los malos.

El miedo llega porque cada miembro del Congreso sabe que la NRA es una organización vengativa que apuntará todas sus armas políticas contra ellos si los molestan, aunque sea un poco, y pronto estarán fuera del Congreso.

Luego hay otros factores, como el hecho de que este continente fue arrebatado a sus propietarios originales por medio del arma de fuego, la tradición de la frontera, y lo peor de todo, la Segunda Enmienda, exclusiva de Estados Unidos.

Durante décadas, los tribunales han dictaminado que la Segunda Enmienda no confería un derecho constitucional individual a portar armas, sino que era aplicada sólo en el contexto de la defensa colectiva como parte de “una milicia bien regulada”. Nuestro actual Tribunal Supremo de tendencia derechista ha distorsionado el significado de la Segunda Enmienda y con ello impidió leyes estrictas de control de armas de fuego.

He aquí un resumen de las propuestas de control de armas de Obama, según la Conferencia Nacional de Legislaturas Estatales:

Se requiere la verificación de antecedentes para todas las ventas de armas y fortalece el sistema de verificación de antecedentes. Esto incluiría la eliminación de barreras en virtud de la Ley de Portabilidad y Responsabilidad de Seguros de Salud, para que los estados puedan compartir más libremente información acerca de temas de salud mental con referencia a potenciales compradores de armas.

Proporciona a los estados incentivos monetarios –$20 millones de dólares en el año fiscal 2013 y una propuesta de $50 millones en el año fiscal 2014 –para compartir información, de modo que estén más disponibles los registros de antecedentes penales y de personas a las que se prohíbe la posesión de armas por razones de salud mental.

Prohíbe las armas de asalto de tipo militar y limita los cargadores a una capacidad de 10 cartuchos.

Proporciona herramientas adicionales para la aplicación de las leyes. El plan propone una campaña contra el tráfico de armas pidiendo al Congreso que apruebe una legislación que elimine “lagunas” en las leyes de tráfico de armas, y establece sanciones estrictas para testaferros que pasan una verificación de antecedentes, y luego entregan las armas a personas prohibidas.

Insta al Congreso a aprobar la propuesta de $4 mil millones hecha por la administración para mantener en la calle a 15 000 agentes de la policía estatal y local, a fin de ayudar a disuadir el delito por arma de fuego.

Maximiza los esfuerzos para evitar la violencia armada y enjuiciar los delitos con armas. El presidente pide al fiscal general que trabaje con fiscales federales en todo el país para determinar las brechas que se producen en esta zona y donde serían apropiados los recursos suplementarios.

Proporciona entrenamiento a 14 000 agentes de la ley, socorristas y funcionarios escolares para situaciones de “tirador activo”.

Orienta al secretario del Departamento de Salud y Servicios Humanos que emita un comunicado a los proveedores de atención de salud que aclare que no tienen prohibido por la ley federal denunciar las amenazas de violencia ante las autoridades correspondientes.

Lanza una campaña nacional de seguridad de armas de fuego para fomentar la tenencia responsable de armas, y autoriza a la Comisión de Seguridad de Productos de Consumo a examinar cuestiones relacionadas con los seguros de las armas de fuego.

Ayuda a que las escuelas inviertan en seguridad. El plan del presidente pide más oficiales de recursos y consejeros escolares en todas las escuelas por medio del programa de contratación de Servicios Policiales Orientados a la Comunidad. El plan también pide al gobierno federal que ayude a las escuelas en el desarrollo de planes de manejo de emergencias.

Mejora la conciencia de la salud mental por medio de una mayor formación de los maestros y referencias para tratamiento. El plan prevé la capacitación de 5 000 profesionales adicionales de salud mental en todo el país. El plan también prevé la cobertura de tratamientos de salud mental en el marco de la Ley de Protección al Paciente y de Asistencia Asequible, y de la Ley de Equidad de Paridad de Salud Mental y Adicción de 2008.

Aunque este plan tiene mucho menos alcance que las normas de control de armas en la mayoría de otros países occidentales, de aprobarse salvaría vidas. Obama merece felicitaciones por su valentía de enfrentarse a los fanáticos de las armas de fuego y a sus ayudantes corporativos egoístas.

Selección en Internet: Melvis Rojas Soris

  • Sociólogo, columnista y activista social.

Texas, la ley de la jungla

LA JORNADA 31 de diciembre de 2015 MÉXICO

EDITORIAL

UNA LEY FIRMADA a principios de 2015 por el gobernador de Texas, Greg Abbott, que entrará en vigor el primer día de enero, permitirá a los propietarios con licencia de armas de fuego de mano llevarlas a la vista en las calles y en diversos lugares públicos. Solamente quedan excluidos de la disposición los bares y los locales empresariales que decidan prohibir el ingreso de personas que lleven a la vista pistolas o revólveres, los tribunales y los recintos deportivos. Aunque algunas organizaciones religiosas decidieron vetar la portación de esas armas en sus iglesias –como lo hizo la diócesis católica de Dallas para los 75 templos que están bajo su control–, otras, como las bautistas, no pusieron ningún reparo a la exhibición de armas de fuego.

Paradójicamente, no hay en el estado restricción alguna para llevar a la vista armas largas, como los rifles de asalto del tipo Ak-47 o AR-15, si bien muy pocos ciudadanos se atreven a hacerlo. Pero, según datos del Departamento de Seguridad Pública de Texas, más de 900 mil personas cuentan con autorización para portar armas de mano ocultas y, a partir de mañana, podrán ostentarlas en público.

La nueva disposición es una prueba pasmosa de la cultura armamentista que prevalece en la mayor parte del país vecino y que, en el caso texano, devolverá a la sociedad a escenarios propios del Lejano Oeste en el siglo XIX, en el que la ausencia de instituciones y de estado de derecho hacía inevitable la defensa con propia mano.

Aunque las autoridades policiales texanas afirman que la gran mayoría de los que cuentan con autorización para portar pistolas y revólveres son ciudadanos respetuosos de la ley, no puede soslayarse el hecho simple de que tales armas están hechas para matar personas y que, en consecuencia, su portación a la vista constituirá un alarde de disposición al homicidio, así sea en situaciones de defensa personal reales o supuestas, y que la nueva disposición legitima la predisposición de los ciudadanos a recurrir a las balas para dirimir conflictos.

En forma paralela, la exhibición de armas de mano debilita uno de los principios torales del Estado, que es el monopolio legítimo de la violencia, una condición consustancial a sus obligaciones de proteger la vida, la integridad y las propiedades de los gobernados.

Aunque es evidente la relación entre esta cultura armamentista –que se expresa en una regresión a la ley de la jungla y a la barbarie del gatillo rápido– y la cantidad de homicidios con armas de fuego que se cometen en el país vecino, mucho más elevada que en la vecina Canadá y que en Europa, da la impresión de que los sectores mayoritarios de la sociedad estadounidense y de sus instituciones se niegan a comprender esta relación y se llaman a sorpresa cada vez que alguien con un desequilibrio perpetra una masacre en algún centro escolar, un templo, un centro comercial o en plena vía pública.

La permisividad de la nueva disposición obliga a pensar, por desgracia, que la exhibición de armas de mano en Texas alentará y agravará los tiroteos y que, lejos de incrementar la seguridad de los ciudadanos, la hará más precaria. Finalmente, es de temer que en una sociedad con un racismo tan expandido y manifiesto como la texana, la norma se traducirá en una población cada vez más escindida entre negros y latinos desarmados, por un lado, y anglosajones con pistola al cinto, por el otro.

Selección en Internet: Melvis Rojas Soris