Portal:Panorama Mundial/DE LA PRENSA/2016-09-16

Sobre la excepcional importancia de TeleSUR

REBELIÓN 12 de septiembre del 2016 ESPAÑA

Intervención en el acto organizado por el Instituto Patria de Buenos Aires en solidaridad con la cadena televisiva latinoamericana

Atilio A. Boron*

En primer lugar agradecer la invitación que me hicieran las autoridades del Instituto Patria para participar en este panel en defensa de TeleSUR. Es un honor para mí poder decir algunas pocas palabras acerca de esta imprescindible señal informativa de Nuestra América. Y reconocer también las amables palabras de la coordinadora de esta mesa, Mariana Moyano, a quien agradezco de todo corazón.

Iba a comenzar mi exposición yendo directamente al grano, pero las acertadas palabras de Oscar Laborde a propósito del supuesto “fin del ciclo progresista” me incitan a abundar un poco más en este asunto antes de referirme a la censura ejercida por el gobierno macrista en relación a TeleSUR.

SOBRE EL “FIN DEL CICLO PROGRESISTA”

Efectivamente, la derecha y los voceros del imperialismo vienen agitando hace tiempo la bandera del “fin de ciclo”. Lo que fue ya no está, y ahora viene otra cosa. Las políticas del pasado quedan relegadas al registro histórico y debemos aceptar resignadamente que otro ciclo ha comenzado: el ciclo del “neoliberalismo recargado” que por largos años estará presente y dominará nuestras vidas. La derecha ha regresado para “poner las cosas en su lugar”.

Ante ello quiero primero decir que este discurso es falso, que es una estratagema ideológica para desmovilizar, desmotivar y desanimar a quienes quisimos y queremos una sociedad mejor, una sociedad más justa. Se nos dice, desde arriba, que esa tentativa fracasó y que ahora, agotado ese ciclo, se deberá “sincerar” la economía (eufemismo para designar un ajuste brutal, la famosa “terapia de shock”) y reinstalar la sensatez en el reino de la política.

En materia de política exterior esto quiere decir “regresar al mundo”, del cual supuestamente la Argentina se habría marchado desde el momentos en que a comienzos del “ciclo progresista” abrazó la política latinoamericanista y participó activamente en el rechazo del Alca, la creación de la Unasur y la Celac y, también de TeleSUR.

Es necesario rechazar de plano estas acusaciones y defender con fuerza el camino emprendido en aquellos años. No podía ser de otro modo, no puede valorarse exento de críticas, pero a la hora de efectuar un balance, sus aciertos históricos superan sus errores y desaciertos.

Quiero también decir que esta estratagema no es nada novedosa. Ya conocemos versiones anteriores de ella. En los años sesenta la propaganda imperial que circulaba a través de los medios y las estructuras académicas insistía en que habíamos entrado en la época del “fin de las ideologías”.

Quienes por aquellos años éramos estudiantes de sociología debíamos afrontar el continuo diluvio de los divulgadores de las tesis de Daniel Bell y el discurso que exaltaba la neutra superioridad del saber técnico en la gestión de la vida económica, y la obsolescencia de toda discusión en torno a la buena sociedad y los horizontes de la utopía.

Veinte años más tarde, en el contexto de la reconstrucción democrática, aparece otra variante de este discurso escatológico: en los años 80, la que ha pasado a mejor vida es la perturbadora “lucha de clases”. Un institucionalismo ingenuo que reemplazaba el análisis de las inevitables contradicciones sociales por el aceitado rodaje de las instituciones democráticas penetró con fuerza en el imaginario público y, por un corto tiempo, hizo perder de vista al conflicto social.

Pero no tardó en producirse aquello que Freud denominara “el retorno de lo reprimido” porque, a poco andar, la lucha de clases irrumpió nuevamente en la vida política de la mano de las políticas de ajuste estructural, estabilización financiera y el pago de la monstruosa deuda externa que frustró las expectativas populares en los años posteriores a la derrota de las dictaduras, dejando como saldo un lamentable vaciamiento del proyecto democrático.

Ya en la década de los 90, con el neoliberalismo rampante instalado en toda la región, apareció un politólogo norteamericano de origen japonés, Francis Fukuyama, proclamando ya no el fin de las ideologías y de la lucha de clases ¡sino de la historia! Según esta alucinada pero nada inocente concepción, la historia concluyó con un resultado inapelable y definitivo: triunfo de la democracia liberal como forma de organización política y victoria del libre mercado como modelo de organización económica.

Al igual que los otros “fines” este, el de la historia, fue terminantemente desmentido por el devenir del proceso histórico, por la dialéctica incesante de los cambios que sin pausa modifican día a día el paisaje de nuestra vida social. Esta burda concepción quedó sepultada bajo los escombros de las Torres Gemelas el 11 de septiembre del 2001.

Por lo tanto, y a los efectos de no desviarme del tema, debo decir que el discurso actual del “fin del ciclo progresista” es otra engañifa de la derecha que debemos rechazar resueltamente, porque su propósito es que nos demos por vencidos, que bajemos los brazos y que abandonemos la batalla. Cosa que no debemos hacer jamás, recordando lo que dijo tantas veces el Comandante Hugo Chávez: “¡aquí no se rinde nadie!” Una mirada sobria a la escena política latinoamericana basta para demostrar la falacia de aquel discurso. ¿Fin de ciclo? Pero si en la Argentina, único caso en donde un gobierno progresista perdió una elección presidencial, el gobierno de Macri está lejos de haberse consolidado.

Apelando a mi benevolencia podría decirse que es un gobierno “tambaleante”, que gestiona a base de “ensayos y errores” y que, de no mediar una rápida recuperación de la economía corre el riesgo de sufrir una catastrófica derrota en las elecciones del próximo año. ¿Fin de ciclo en Brasil? Pero si el usurpador Michel Temer está enfrentando una denuncia por haber recibido sobornos corporativos por una cifra que supera los 41 millones de dólares, lo que puede detonar su fulminante eyección del Palacio del Planalto. Y si tal cosa ocurriera y hubiera que llamar a elecciones, que es lo que exige la ley brasileña cuando se produce la vacante de presidente y vice, ¿qué dicen las encuestas, hoy? Dicen que Lula tiene una intención de voto del 21%, contra 9 de su más inmediato rival, Aecio Neves. ¿Fin de ciclo? Y en Bolivia Evo Morales tiene mandato hasta comienzos del 2019; y en Ecuador cualquiera de los dos posibles candidatos de Alianza País le sacan más de veinte puntos de ventaja al mejor posicionado de la derecha.

En Nicaragua Daniel Ortega está registrando una intención de voto cercana al 80%, y en Paraguay se perfila con fuerza el posible retorno de Fernando Lugo. En suma: el discurso de “fin de ciclo progresista” es una trampa para desmovilizarnos y desmoralizarnos, que es necesario rechazar con energía.

SOBRE LA EXCEPCIONAL IMPORTANCIA DE TELESUR

Dicho lo anterior, ¿cómo explicar el brutal ataque del gobierno nacional a TeleSUR? ¿Por qué ese enfermizo empecinamiento para excluir a la señal informativa de América Latina de las pantallas argentinas?

Para responder a esta pregunta apelaré primero a lo que decía en una audiencia convocada por la Comisión de Relaciones Exteriores del Senado de Estados Unidos un miembro informante del Pentágono: “en el mundo de hoy la guerra antisubversiva se libra en los medios, no en las junglas y selvas o en los suburbios decadentes del Tercer mundo. Ese es el principal teatro de operaciones.” Dado que esto indudablemente es así se entiende el encono de la derecha vernácula y sus mandantes imperiales en contra de TeleSUR. La lucha de clases prosigue su curso, sólo que el escenario principal –se entiende que no el único-se ha trasladado a los medios. Y lo hizo porque, tal como lo dijera Fidel, la “batalla de ideas” es de suprema importancia.

El neoliberalismo ha demostrado ser un fracaso rotundo en la arena económica porque ni garantizó el crecimiento económico y, mucho menos, la distribución progresiva de los ingresos. La famosa “teoría del derrame” es insanablemente falsa y más que una teoría científica un instrumento de propaganda de la derecha. Pero a pesar de esto, recordaba Fidel, el imperialismo se anotó grandes triunfos en la “batalla de ideas”. Y para contrarrestar necesitamos armas como las que nos provee TeleSUR. La derecha también sabe esto y por eso la combate sin piedad e impide que se pueda ver sea en televisión abierta como por la vía del cable. Esto ocurre en Chile, en Colombia, en Brasil y en muchos otros países. No era el caso en la Argentina, pero por eso vino el gobierno de Macri para “corregir” ese error del anterior gobierno.

En ese crucial campo de la lucha antisubversiva que son los medios (y recordemos que quienes nos oponemos al capitalismo y al neoliberalismo somos caracterizados como “subversivos”) se produjo en las últimas décadas un fenomenal proceso de concentración corporativa. En una intervención hecha un par de años atrás el cineasta y documentalista australiano John Pilger afirmó que este proceso de concentración remata en la instauración de un “gobierno invisible” e incontrolable, que no rinde cuentas ante nadie y que actúa sin ninguna clase de restricciones efectivas a su enorme poderío. Por supuesto, una estructura de este tipo, agregamos nosotros, es absolutamente incompatible con la democracia.

Pero oigamos a Pilger: “Hay que considerar cómo ha crecido el poder de ese gobierno invisible. En el 1983, 50 corporaciones poseían los principales medios globales, la mayoría de ellas estadounidenses. En el 2002 había disminuido a solo 9 corporaciones. Actualmente son probablemente unas 5. Rupert Murdoch (de la megacadena Fox) ha predicho que habrá solo tres gigantes mediáticos globales, y su compañía será uno de ellos.”

Concentración mediática, oligopolios multimedia que medran también en Nuestra América: O Globo en Brasil, Televisa en México, Clarín en la Argentina y el duopolio massmediático en Colombia son exponentes regionales de esta tendencia que, por doquier, constituye una mortal amenaza a la democracia. Porque, ¿qué duda cabe?, no puede haber estado democrático, o una democracia genuina, si el espacio público del cual los medios son su “sistema nervioso” tiene una estructura profundamente antidemocrática, en cuyo vértice se encuentra un puñado de enormes corporaciones multimediáticas que dominan a su antojo la escena mediática.

Gracias a los grandes avances de las ciencias de la conducta y las neurociencias un enorme intelectual norteamericano como Noam Chomsky asegura que los medios han adquirido una formidable capacidad para “formatear” la opinión política, imponer su agenda de prioridades y, en algunos casos –no siempre- son capaces de fabricar a los líderes políticos (caso de Silvio Berlusconi en Italia) que habrán de gobernar. Y si no los inventan del todo ayudan a la emergencia de algunos, a los que brindan toda su protección y le ofrecen un “blindaje mediático” que los torna prácticamente inmunes a toda crítica, como lo comprueba, en estos días, el papel de los medios hegemónicos en la Argentina y Brasil.

La amenaza a la democracia es enorme porque con la concentración de los medios y la instauración de una aplastante hegemonía se consolida en la esfera pública un poder oligárquico que, articulado con los grandes intereses empresariales, puede manipular sin contrapesos la conciencia de los televidentes y del público en general, instalar agendas políticas y candidaturas e inducir comportamientos políticos, todo lo cual desnaturaliza profundamente el proceso democrático.

De ahí la enorme importancia de TeleSUR, creada por obra de la sabia inspiración del Comandante Hugo Chávez, que percibió como pocos la gravísima amenaza que para el futuro democrático de Nuestra América representaban los medios controlados por una coalición absoluta e intransigentemente enemiga de cualquier proyecto democratizador. La situación exigía una lucha permanente en contra de esos bastiones del autoritarismo y la reacción, batalla que debía ser librada a escala continental.

En las reuniones previas a la creación de TeleSUR Chávez recordaba una sentencia de Simón Bolívar más que apropiada para los tiempos actuales: “Nos dominan menos por la fuerza que por la ignorancia y la superstición”. Precisamente, para combatir ambas fue creada TeleSUR. La beligerancia de la derecha no es casual si se tiene en cuenta la trascendental labor hecha por esta señal informativa desde el momento en que apareciera, once años atrás. Gracias a ella no solo estamos informados, cuando antes estábamos desinformados; sino que estamos bien informados, con periodistas que comparten nuestra cultura y nuestros sueños, que nos muestran lo que las oligarquías locales y el imperialismo no quieren que veamos, como las infames maniobras perpetradas durante el golpe en Honduras o los crímenes perpetrados por la OTAN en Libia. Con haber hecho solo esto TeleSUR habría justificado con creces su existencia.

Pero hizo mucho más: TeleSUR fue un factor importantísimo en la creación y consolidación de una conciencia nuestroamericana. Gracias a esta cadena hoy todos los pueblos de la región somos más latinoamericanos que antes, hemos adquirido conciencia de que o somos una Patria Grande o no seremos nada.

El gran proyecto bolivariano, relanzado por obra de Chávez, encontró en esta señal de noticias un instrumento irreemplazable para acelerar su concreción. TeleSUR nos mostró cada rincón de América Latina y el Caribe, tendió puentes entre pueblos que antes desconocían por completo lo que ocurría en otros países del área, su cultura, sus costumbres, su vida cotidiana, sus problemas y sus logros; fomentó por eso mismo la creación de esa nueva conciencia nuestroamericana que fue prerrequisito para la aparición de instituciones regionales como la Unasur y la Celac.

Por eso TeleSUR atrae como un pararrayos las iras del imperio y el odio de sus lugartenientes y peones en América Latina y el Caribe. La verdad es intolerable, y TeleSUR muestra la verdad de lo que ocurre no solo en esta parte del mundo, sino en todo el planeta. Muestra con esclarecedora sobriedad los estragos que el imperialismo perpetra día tras día. Al hacerlo, despierta a los pueblos y alienta su rebeldía en contra de un orden imperial que a diario acaba con la vida de decenas de miles de personas en todo el mundo. Por eso su voz debe ser acallada, y sus imágenes apagadas. Por eso la reacción del gobierno argentino, por eso la censura a que es sometida no sólo aquí sino también en Chile, Colombia, Brasil y tantos otros países.

Pero, como dice el refrán popular, no se puede tapar al sol con un dedo. Más pronto que tarde TeleSUR, la única señal noticiosa de América Latina y el Caribe, será restablecida en Argentina y recibida en los países que, todavía hoy, permanecen sumidos en aquella “ignorancia y superstición” que tanto preocupó al Libertador y que la derecha se empeña en perpetuar.

Selección en Internet: Melvis Rojas Soris

  • Politólogo y sociólogo argentino

Las diez mentiras de Occidente sobre el conflicto sirio

RT.com 12 de septiembre del 2016 RUSIA

Occidente ofrece una visión completamente falsa de la guerra que comenzó en Siria en el 2011, afirma el periodista británico Neil Clark

1. OCCIDENTE NO HA INTERVENIDO EN SIRIA

La afirmación tantas veces repetida sobre la no intervención de Occidente en Siria es "versión completamente falsa de la verdad", afirma este periodista y escritor. Aunque Occidente no bombardeó directamente al Gobierno sirio de Bashar al Assad en el 2013, sí que ha intervenido "enormemente" en el país árabe al financiar, apoyar y entrenar a "rebeldes violentos" que se oponen a las autoridades sirias.

Además, muchas armas enviadas por EEUU a esos combatientes acabaron en manos del grupo terrorista Estado Islámico.

"Occidente no solo ha desatado este conflicto, sino que también ha ayudado a mantenerlo durante más de cinco años", indica Neil Clark.

2. EL CONFLICTO ES CULPA DE ASSAD

La versión occidental dominante indica que Assad inició la guerra de Siria después de reprimir las protestas pacíficas contra su Gobierno, en marzo del 2011. Sin embargo, Clark subraya que esas protestas pacíficas a favor de la democracia "fueron secuestradas" por quienes querían provocar una respuesta violenta por parte de las autoridades del país.

El primer mes de hostilidades se saldó con la muerte de al menos 88 soldados sirios.

De este modo, el mandatario se enfrentó a una insurrección violenta protagonizada por terroristas, muchos de los cuales procedían del extranjero. "¿Qué haría el Gobierno de Estados Unidos si se enfrentara a una insurrección violenta de 'rebeldes' respaldados desde el extranjero que mataran a soldados norteamericanos e hicieran estallar edificios gubernamentales?", se pregunta Clark: "Seguro que su respuesta sería aún más despiadada que la del Gobierno sirio".

3. ASSAD CUENTA CON POCO APOYO EN SIRIA

Según el escritor, a las personas que viven en los países occidentales les cuentan que el líder sirio no tiene el favor popular y solo permanece en el poder porque es "un dictador brutal". Sin embargo, existen muchas pruebas de que Assad goza de un apoyo considerable en su país.

A principios del 2012, una encuesta indicó que el 55% de los sirios querían que su presidente siguiera en el poder y, dos años después, Assad obtuvo una aplastante victoria en las primeras elecciones presidenciales multipartidistas del país en los últimos 50 años.

Asimismo, el periodista recuerda que una encuesta de julio del 2015 mostró que el 47% de la población pensaba que su mandatario tenía una influencia positiva en los asuntos en Siria. Sin embargo, Occidente no difundió ninguna de esas noticias.

La última prueba que ofrece el artículo trata de que, pese a que el conflicto de siria lleva vigente cinco años y medio, Assad todavía permanece en el poder.

4. ASSAD NO ESTÁ INTERESADO EN LA PAZ Y LA RECONCILIACIÓN

De hecho, el presidente sirio y su Gobierno han demostrado de manera repetida su deseo de hacer concesiones para tratar de poner fin al conflicto. En el 2012, el país árabe aprobó una nueva Constitución y puso fin al monopolio de la formación política Baaz. El artículo 8 de esa Carta Magna establece que "el sistema político del Estado se basará en el principio del pluralismo político y el ejercicio del poder de manera democrática mediante las urnas".

Clark subraya que tanto esta reforma "significativa" como las diversas amnistías que otorgó Assad a algunos rebeldes tuvieron poca cobertura en los medios occidentales.

5. EL CONFLICTO SIRIO ES SECTARIO

"La verdad es que tanto sunitas como chiitas apoyan al Gobierno secular sirio, mientras que EEUU trata de hacer todo lo posible para aprovecharse de las divisiones religiosas y crear tensiones entre esos colectivos", según indicaron las últimas filtraciones de WikiLeaks que recuerda el periodista. Durante siglos, "las potencias imperiales han empleado una estrategia de división y dominación y el Imperio estadounidense no es diferente", rememora Clark.

6. EL GOBIERNO SIRIO UTILIZÓ ARMAS QUÍMICAS CONTRA SUS CIUDADANOS

"Si recibiera 10 libras (13,3 dólares) por cada vez que leí 'Assad gaseó a su propio pueblo en Guta' u otras frases similares, sería un hombre muy rico", asegura Clark, refiriéndose a la cobertura occidental sobre el incidente. Tres años después, todavía no se sabe con certeza quién realizó el ataque químico en esa ciudad siria.

"El sentido común nos dice que Assad habría estado loco para ordenar ese ataque porque sabía que, en ese momento, los inspectores de la ONU estaban en Damasco y los halcones occidentales buscaban una razón para bombardearlo", sostiene el escritor, quien agrega que "resulta poco probable" que nadie pueda ofrecer pruebas de que el Gobierno sirio utilizó armas químicas.

7. RUSIA Y EL GOBIERNO SIRIO AYUDAN AL ESTADO ISLÁMICO "Este es un buen ejemplo de una 'teoría de la conspiración' aceptable", sostiene Clark. Según el periodista, después de que Moscú comenzara a bombardear a los grupos terroristas en Siria, en septiembre del 2015, a los ciudadanos de los países occidentales les quisieron convencer de que proporcionaba ayuda aérea al Estado Islámico.

Sin embargo, cuando un Airbus A321 ruso de pasajeros fue derribado a finales de octubre en la península egipcia del Sinaí, la línea de los medios occidentales cambió y afirmaron que aquel ataque era un "disparo de advertencia" para Rusia por parte del EI. Neil Clark se pregunta de manera retórica "¿por qué el grupo terrorista querría derribar un avión ruso si Rusia estaba proporcionando al EI fuerza aérea?" e insinúa que, de hecho, Damasco y Moscú organizaron una operación antiterrorista para acabar con las atrocidades de los yihadistas.

8. OCCIDENTE ESTÁ DE PARTE DE "CHICOS BUENOS" EN SIRIA

"La verdad es que Occidente no ha luchado contra el terrorismo en Siria, sino que lo ha ayudado. Según cualquier estándar objetivo, los rebeldes moderados apoyados por EEUU, Reino Unido y sus aliados han cometido crímenes atroces que se calificarían como 'terrorismo' si se hubieran perpetrado en un país occidental o de un aliado de Occidente", afirma Clark.

9. HAY 70.000 REBELDES MODERADOS EN SIRIA

La afirmación que realizó el exprimer ministro británico, David Cameron, cuando indicó que en Siria hay 70 mil rebeldes moderados fue "excéntrica" porque "no estaba corroborada", según el periodista. En ese momento, noviembre del 2015, el político trataba de obtener la aprobación del Parlamento británico para realizar ataques aéreos en Siria y colaborar con los rebeldes moderados. Sin embargo, en enero el antiguo líder conservador admitió que algunas de esas personas eran "islamistas de una línea relativamente dura".

10. LAS INTENCIONES OCCIDENTALES EN SIRIA SON HUMANITARIAS, MIENTRAS QUE RUSIA ACTÚA POR SU PROPIO INTERÉS

"De hecho, el cambio de régimen en Siria estaba en la agenda de Occidente mucho antes de que tuviera lugar cualquier protesta contra el Gobierno y se remonta, por lo menos, al 2006, cuando Israel acusó a Siria de que su apoyo a Hezbolá le impidió derrotar a esa organización militarizada chiita libanesa en el enfrentamiento que tuvieron durante 33 días", explica el escritor.

"¡Imagínense cómo sería la respuesta norteamericana si Rusia propusiera llevar a cabo un cambio de régimen violento en un país aliado de EEUU desde hace mucho tiempo! ¡Podemos estar seguros de que las acciones rusas no serían consideradas como 'egoístas' ni 'humanitarias'!", indica Clark.

Selección en Internet: Melvis Rojas Soris

Brasil y Venezuela: la doble vara de EEUU sobre América Latina

RT 8 de septiembre del 2016 RUSIA

Juan Manuel Kart*

El vicepresidente estadounidense Joe Biden se precipitó en reconocer al gobierno de facto de Michel Temer. Lo hizo a la vez que opinaba sobre el referéndum en Venezuela, instando al gobierno de Nicolás Maduro a que el revocatorio pedido por la oposición conservadora se haga durante el curso del 2016, algo que parece improbable, visto y considerando que la MUD comenzó tarde ―en el mes de abril― el extenso proceso de juntar de firmas y verificación.

¿Qué dijo en concreto Biden? "EEUU seguirá trabajando estrechamente con el presidente Temer", admitió, para luego caracterizar al impeachment como "uno de los mayores cambios políticos" de la región en los últimos tiempos. Es indudable la satisfacción que puede producir para el Departamento de Estado de EEUU que un asiduo informante de la Embajada de EEUU en Brasilia, tal como apareciera catalogado Temer en los cables desclasificados por WikiLeaks, sea ahora el presidente del país más grande de la región.

No llama la atención que EEUU, que reconoció a Micheletti en Honduras y a Franco en Paraguay, tras dos golpes consumados en el 2009 y el 2012 respectivamente, siga ahora aquella triste "tradición". Como dice el dicho, "no hay dos sin tres".

Pero la doble vara de Biden es inocultable: las encuestas conocidas en Brasil marcan que un porcentaje mayoritario de la población ―6 de 10, según Vox Pópuli― anhela elecciones anticipadas, ya que considera ilegítimo a Temer, quien ya comienza a aplicar el programa político derrotado en las elecciones del 2014. Incluso en las masivas movilizaciones de esta semana la consigna fue 'Direitas ja' (Elecciones directas ya) en una resignificación de la histórica demanda planteada por las organizaciones sociales frente a la dictadura de aquel país. Es decir: la sociedad civil de Brasil está pidiendo, ni más ni menos, que ir a las urnas para dirimir el destino político del país.

Resulta sintomático que Biden, quien le exige a Venezuela celeridad en implementar un revocatorio que no existe en ningún otro país de América Latina y el Caribe, no tenga apuro de ningún tipo en que los 54 millones de brasileños que votaron a Rousseff puedan elegir un gobierno acorde a sus preferencias. La doble vara tiene una explicación concreta: los intereses estadounidenses en la región.

EEUU necesita al chavismo ―reelecto en el 2013 con el 51% de los votos― fuera del poder en Venezuela para derrumbar finalmente el ciclo de gobiernos populares que, bajo la tríada Buenos Aires-Brasilia-Caracas, le dijo 'No al Alca' en el 2005. El desabastecimiento inducido es parte de ese mismo plan, similar al orquestado contra el gobierno de Salvador Allende en el Chile de los 70. La salida de Maduro del poder, por la vía que fuere, sería la llave para luego avanzar en Bolivia ―ver el asesinato del viceministro Illanes― y Ecuador ―ver lo que sucede al interior de las FFAA.

¿Podrán los movimientos populares ofrecer resistencias y alternativas ―en las urnas y en las calles― a la restauración conservadora que a todas luces avanza sobre la región? ¿Qué rol cumplirán los liderazgos de aquellos expresidentes que, hoy sin funciones ejecutivas, aún cuentan con una intención de voto importante de cara a las próximas presidenciales? Son preguntas cuyas respuestas pueden modificar la correlación de fuerzas a nivel regional.

Si allí hay incertidumbres que alumbrar con el paso del tiempo, las declaraciones de Biden no dejan sino certezas: EEUU tiene una doble vara evidente sobre lo que sucede en nuestros países, con el único objetivo de cerrar el ciclo continental de gobiernos progresistas.

Selección en Internet: Melvis Rojas Soris

  • Politólogo argentino