Portal:Panorama Mundial/MEDIO AMBIENTE/2015-12-21

Acuerdo de París: Aplausos errados

Gerardo Honty* Eduardo Gudynas**

En París se acaba de firmar un acuerdo sobre cambio climático que ha sido recibido con un júbilo y optimismo bastante exagerado. Se tolera disimuladamente que siga aumentando la temperatura global, se repiten unos cuantos acuerdos que ya habían sido alcanzados en previas cumbres, y todo descansa en compromisos voluntarios de los países, sin obligaciones precisas.

Eso explica que muy distintos actores, desde los grandes exportadores de petróleo a las corporaciones globales, todos ellos, terminaran aplaudiendo el acuerdo parisino. Si esos actores celebran el convenio, es que sin duda no se están poniendo límites a la civilización petrolera.

Tengamos muy presente que el Acuerdo de París es un instrumento dentro de la Convención Marco sobre Cambio Climático, que viene siendo objeto de negociaciones por más de veinte años, con muy pocos resultados concretos. De hecho, desde que se firmó la Convención, en 1992, hasta ahora, las emisiones del mundo han crecido en un 50%, dejando en evidencia la falta de compromiso en esta materia.

Como los últimos encuentros fueron muy frustrantes, la principal preocupación de la presidencia del actual encuentro negociador (conocido como COP21), representada en el francés Laurient Fabius, era no repetir fracasos anteriores (en especial de Copenhague de 2009, que fue incapaz de acordar un texto). En ese sentido el papel de Francia fue exitoso, explicando la satisfacción de algunos líderes gubernamentales. Pero el precio de la eficacia política fue, como era esperable, un acuerdo de poca eficacia climática.

Bajo el Acuerdo de París, el aspecto clave de la reducción de las emisiones de gases invernadero, será fijado por cada país (las llamadas contribuciones nacionales). Aunque deben ser informadas periódicamente, no serán obligatorias. Esto hace que en realidad el texto aprobado sea muy débil en lo que hace a su potencial para evitar el cambio climático, ya que descansa en medidas voluntarias.

Recordemos que el objetivo de la Convención es estabilizar los gases de efecto invernadero en la atmósfera, y que según la comunidad científica, que asesora a la propia convención, no debería aumentar más de 1,5 º C. Pero el acuerdo parisino nos conduce a un aumento de la temperatura global superior a los 3º C.

El acuerdo es lo suficientemente vago como para establecer que el mundo deberá alcanzar el pico de sus emisiones (el máximo antes de comenzar a descender) "tan pronto como sea posible” y alcanzar un balance entre las emisiones y remociones (cero neto) en la "segunda mitad de este siglo”. ¿Qué quiere decir "tan pronto como sea posible”? No es posible responder a eso, porque las metas quedaron bajo el manto de la vaguedad diplomática.

Sin embargo lo que dicen los científicos respaldados por la propia Convención (el Panel Intergubernamental de Cambio Climático), es que el pico de las emisiones debe alcanzarse antes de 2030 y las emisiones netas deben ser cero a más tardar en 2060. Entonces el acuerdo es vinculante pero no del todo, ya que sus medidas más esenciales siguen siendo voluntarias.

Por si fuera poco, frente a algunos temas espinosos, el Acuerdo de París terminó repitiendo consensos aprobados en anteriores cumbres. Por ejemplo, en la cuestión del financiamiento, sin duda uno los puntos clave para lograr los objetivos climáticos, sólo se pudo repetir el mismo compromiso que ya había alcanzado cinco años atrás en la COP 16 de México, a saber: 100 mil millones de dólares anuales a ser "movilizados” desde los países desarrollados hacia los países en desarrollo.

Otros temas de enorme relevancia están ausentes otra vez. Por ejemplo, la problemática de los pueblos indígenas no es tratada adecuadamente.

El problema es que desde su creación la Convención no logra conciliar sus tres principales objetivos: reducir emisiones, hacerlo con equidad y no detener el crecimiento económico. Lo que muestra la historia de las negociaciones es que las tres cosas a la vez no se pueden lograr. Puede haber crecimiento económico y sostenibilidad ambiental, pero no será con equidad pues el planeta no alcanza para que seamos todos ricos. Puede haber sostenibilidad ambiental y equidad, pero para eso debe detenerse el crecimiento y repartir mejor la riqueza actual. Y finalmente puede haber crecimiento económico y equidad pero eso solo se logrará devastando el planeta.

Escuchando los aplausos

Cuando se observan las reacciones de distintos actores se hacen muy evidentes los alcances y los límites del Acuerdo de Paris. Por ejemplo, los países que son grandes exportadores de petróleo, como Arabia Saudita, lo consideraron un gran paso, lo que indica que no ven que ese texto les impida seguir vendiendo crudo.

Y si ellos venden petróleo, quiere decir que en alguien lo va a quemar en algún sitio y las emisiones seguirán subiendo. Distintos portavoces de los gobiernos de los países industrializados, incluyendo a EEUU, lo celebraron y consideran que abre oportunidades para nuevos negocios.

China, que es el más grande emisor planetario, sigue con sus planes de aumentar todavía más sus emisiones, por lo menos al 2030, y no se ha quejado que en París le impusieran ninguna traba. Es más, como buena parte del acuerdo descansa en las propuestas nacionales voluntarias, se terminarían aceptando planes que en realidad aumentan las emisiones de gases invernadero (como sería el caso de Bolivia según algunos cálculos).

Los CEO de grandes transnacionales "aplaudieron” el acuerdo parisino. Por ejemplo, el presidente de Unilever, Paul Polman, afirmó que ese logro "liberaría billones de dólares y la inmensa creatividad e innovación del sector privado” para enfrentar el cambio climático.

Ese era el tono de muchos voceros empresariales, al entender que antes que un obstáculo para una civilización petrolizada, el Acuerdo de París no cambiaría las reglas del juego y para algunos se abrirían oportunidades de nuevos negocios.

También se entusiasmaron mucho las instituciones financieras internacionales. El presidente del Banco Mundial, que fue informado de los acuerdos en París mientras jugaba al golf con el presidente Barack Obama, lanzó un tuiter diciendo que están listos para inmediatamente aportar dineros para el cambio climático. Horas después, el presidente del BID, dijo que su banco también está disponible.

Por lo tanto, si todos celebran, gobiernos de cualquier signo político, grandes y pequeños contaminadores, empresarios y otros grupos de poder, si todos ellos se felicitan, ¿se puede creer que ese acuerdo en realidad esté poniendo un límite a la adicción petrolera?

Selección en Internet: Inalvys Campo Lazo

*Investigador en energía y cambio climático de CLAES (Centro Latino Americano de Ecología Social).

**Secretario Ejecutivo del Centro Latinoamericano de Ecología Social (CLAES) / Desarrollo, Economía, Ecología, Equidad América Latina (D3E). MSc en Ecología Social, Multiversidad Franciscana de América Latina (Montevideo) y Pontificia Facultad San Buenaventura de Roma, con una tesis sobre el movimiento ambientalistas en América Latina.

A los animales de granja les dan más antibióticos que a las personas

Insurgente. 7 de diciembre de 2015. España Por María José Navarro*

Algo que desde hace tiempo no se realiza únicamente por motivos médicos, sino que también con el fin de estimular el crecimiento de los animales. El ingeniero agrícola Edmun Hafebeck cuenta al respecto: “A partir del año 2006 se prohibieron los antibióticos como estimuladores del crecimiento, ya que después de 20 años de uso y abuso se constató que no todo era buenos resultados. Lo que sucedió posteriormente, por sorprendente que parezca, fue que se triplicó su uso en la ganadería intensiva, ya que ningún animal puede llegar a su peso final sin el uso de antibióticos, y esto lo sabe cualquier experto”.

El uso desenfrenado de antibióticos en la cría intensiva de animales es un problema peligroso que no deberíamos menospreciar, pues las bacterias del cuerpo humano terminan volviéndose inmunes a los mismos. De hecho, nadie habla de cuántas muertes se producen anualmente debido a los gérmenes multiresistentes, un enorme problema originado en la ganadería intensiva y sobre el que los políticos evitan pronunciarse, quizás porque la industria farmacéutica genera incontables beneficios o porque detrás de ella existe un gran lobby. Sin embargo, las medidas a tomar están claras: o en un breve espacio de tiempo actúan los políticos o nos resultará imposible superar este problema.

Como es de suponer los ganaderos y la industria cárnica consideran que esta preocupación es exagerada, afirmando que su única intención es evitar que los animales enfermen. Estando la decisión en cualquiera de los casos siempre en manos de un veterinario, que como es de suponer tiene su propio criterio. Por ejemplo, si un veterinario visita una granja y comprueba que un animal de 40.000, parece enfermo, la mayoría de las veces firma una receta con la que se le podrá dispensar antibióticos, aunque no sólo el animal en cuestión los tomará, sino que todos los que beban de los abrevaderos estarán medicados, lo necesiten o no.

Para hacernos una idea de cuan descontrolado y extendido está el uso de antibióticos y medicamentos en la cría intensiva de animales para consumo humano, recurrimos al siguiente dato: Tan sólo en Alemania se utilizan 17.000 toneladas anuales en medicina veterinaria, cuando en la medicina humana se usan 16.000

Selección en Internet: Inalvys Campo Lazo

*Periodista español de La Razón.


Suelo: Recursos fundamentales para mitigar los cambios climáticos

ADITAL. 9 de diciembre de 2015. Brasil Por Milena Rettondini

Cuando hablamos de alteraciones climáticas, el suelo no es exactamente lo primero que nos viene a la mente. Se habla de las emisiones de dióxido de carbono, del derretimiento de los glaciares, del aumento de las temperaturas, pero nunca se habla de aquello que tenemos todos los días bajo los pies. Lo que sustenta nuestro mundo, de hecho, es uno de los factores clave que pueden ayudar a mitigar los efectos del calentamiento global sobre nuestros ecosistemas.

La principal función de mitigación que desarrolla el suelo es el almacenamiento de CO2, o sea, la retención de dióxido de carbono y de otros gases que, si son liberados a la atmósfera, contribuyen al aumento del efecto invernadero. En palabras de la Agencia Europea del Medio Ambiente, el suelo es la "segunda gran piscina” después del océano, que captura el CO2 y garantiza que éste no sea liberado a la atmósfera.

De esta manera, a medida que el suelo es deteriorado por la deforestación, la erosión, la compactación y la urbanización, el CO2retenido en el subsuelo va a la superficie, contribuyendo aún más al aumento de las temperaturas, la acidificación de los océanos y todas las otras consecuencias conocidas. Solamente el suelo europeo almacena más de 75 mil millones de toneladas de dióxido de carbono que, cada día, es gradualmente liberado por las varias actividades humanas.

Pero en términos concretos, ¿qué causamos al deteriorar el suelo? El suelo ofrece gratuitamente una infinita variedad de servicios, que llamamos ecosistémicos. Entre los más importantes están: la conservación de la biodiversidad, la producción de alimentos y los llamados servicios de apoyo, incluyendo el propio almacenamiento de carbono, la regulación de la calidad del agua, el control de la erosión y la protección contra eventos hidrogeológicos extremos, cuestiones que han afectado mucho al territorio italiano, víctima de condiciones meteorológicas extremas también causadas por la mala gestión del suelo. De acuerdo con el último Informe ISPRA sobre el Consumo del Suelo, en el país se destruyen de manera prácticamente irreversible 55 hectáreas de tierra por día, o sea, 6,7 metros por segundo.

De esta manera, el suelo es un recurso que, si es mal administrado, también esconde un gran problema. Éste es uno de los asuntos que se discute en Le Bourget, barrio parisino donde se realiza la 21ª Conferencia de las Naciones Unidas sobre Cambios Climáticos, la COP21.

La cuestión del uso del suelo en las negociaciones internacionales está inserta en la gran categoría del Land Use Land Use Change and Forestry (LULUCF), que desde hace ya mucho tiempo es reconocida como elemento importante en la mitigación del cambio climático. Actualmente, sin embargo, todavía es difícil obtener datos confiables en esa área, ya que el monitoreo encuentra varios obstáculos. El propio LULUCF desempeña un papel fundamental dentro de las Contribuciones Nacionales Voluntarias (INDC), programas anuales de reducción de emisiones que los Estados miembro deben presentar periódicamente. No es preciso decir que esas propuestas, hasta el momento, han sido muy poco ambiciosas.

Como argumentó Lucia Perugini, del Centro Euro-Mediterráneo sobre Alteraciones Climáticas, durante una reunión en la COP21, las consecuencias del mal uso del suelo se sienten más a nivel local que global. Por eso, precisamente a nivel local se hace urgente pensar en políticas de mitigación, sin esperar directrices de niveles superiores, muchas veces ineficaces y poco adecuadas a los territorios en que deben aplicarse.

Las soluciones

Cambiar la ruta es posible y, para hacerlo, no son necesarios millones de dólares para financiar tecnologías avanzadas y sistemas de investigación de última generación. Las soluciones ya existen, pero actualmente no se aplican suficientemente, y por lo tanto exigen una mayor implementación. La compensación mediante la reforestación, por ejemplo, es una de ellas.

Es preciso, sin duda, invertir más en la formación de administradores locales para que éstos puedan ser concientes de los daños que enfrentan. Pero que sepan también que las alternativas de crecimiento son posibles y que no se debe necesariamente destruir el territorio para definirse como "desarrollados”.

Selección en Internet: Inalvys Campo Lazo