Portal:Panorama Mundial/POLÍTICA/2015-12-04
Sumario
- 1 “Cuba y sus vecinos. Democracia en movimiento”, de Arnold August
- 2 Ejército pacífico de batas blancas cubano: en el colimador de EEUU
- 3 Relaciones entre Cuba y EEUU: La perspicacia del pensamiento de Fidel Castro
- 4 Los halcones se pintan de negro
- 5 La encrucijada venezolana: entre el poder para el pueblo y la restauración
- 6 Washington está tomando las medidas más extremas contra el chavismo
- 7 Argentina: ¿Qué hacer ante la derrota?
- 8 La venganza del ALCA
- 9 Corrupción generalizada en la esfera política chilena
“Cuba y sus vecinos. Democracia en movimiento”, de Arnold August
CUBADEBATE 2 de diciembre de 2015 CUBA
Daniel Rafuls Pineda*
EL TEXTO DE referencia objeto de nuestra crítica es la propuesta que nos trae el escritor, periodista y conferencista canadiense Arnold August, después de publicar Democracy in Cuba and the 1997-98 (Editorial José Martí, La Habana, 1999) y Socialism and Elections para la colección Cuban Socialism in a New Century (University Press of Florida, 2004, Serie Cuba Contemporánea, editado por John Kirk), que contribuyeron a delinear en él, una mejor visión sobre nuestro país.
Adelanto: constituye una de las obras académicas de los últimos 40 años que mejor ilustra, desde el punto de vista de las Ciencias Políticas, las características y dilemas principales por los que ha transitado el sistema político cubano desde sus orígenes hasta la actualidad. Más allá de cualquier intento de defender, desde el exterior, el derecho de Cuba a existir políticamente, así como de definir cuáles son sus antecedentes, fortalezas y debilidades fundamentales (lo que es evaluado en el trabajo), constituye una propuesta profunda, y ampliamente argumentada, para acreditar el modelo cubano de participación política como una experiencia de ruptura con fórmulas y tradiciones democrático-liberales cubanas anteriores, e inédita, en cuanto antecedentes prácticos estables y duraderos.
Para su autor, sin embargo, fundamentar los rasgos el sistema político cubano actual no incumbe solo a cubanos de uno u otro rincón del mundo y a las tribulaciones internas porque hemos transitado desde la conquista y ocupación del territorio nacional por parte de España hasta la creación del sistema de órganos del poder popular en 1976, sino a toda una historia teórica y política que sale de los marcos nacionales y que descansa en derroteros foráneos que, hasta hoy, han marcado hitos para definir cuándo un estado es democrático y cuándo dictatorial. Por eso el libro, antes de adentrarse en lo específicamente cubano, también incursiona en la conceptualización teórica y práctica de la democracia para que el lector, sea cubano o no, pueda encontrar un asidero importante que le permita comparar qué era Cuba, desde el punto de vista político, en los primeros 50 años del siglo XX, en un contexto nacional y externo puramente capitalista, y en qué se ha convertido hoy.
La propuesta objeto de este análisis, además de los pertinentes agradecimientos a las muchas personas que contribuyeron a su aparición, contiene un Prólogo, escrito por Ricardo Alarcón; ex presidente de la Asamblea Nacional del Poder Popular y uno de los más eminentes intelectuales cubanos de los últimos años, que destaca los resultados del trabajo como consecuencia de “una visión objetiva, desde adentro, sobre una realidad, como todas, cambiante, en movimiento, con logros y deficiencias, con aciertos y errores”(p. XIX). Y es, según sus propios criterios, un trabajo que pudo lograrse “porque aborda el tema despojado del eurocentrismo, o usacentrismo, característico de un amplio sector de la academia occidental que suele tratar el tema de la democracia asumiendo en el lector una ignorancia que se empeña en solidificar” (p. XX).
El libro que nos presenta Arnold August ha quedado ordenado en tres partes fundamentales. Una primera, titulada “Reflexiones sobre la Democracia”, donde se hace un análisis histórico-teórico de las primeras percepciones sobre la democracia directa y representativa, así como diferentes formas en que esta se ha presentado en la práctica política del continente americano. Una segunda parte, denominada “Cuba: Constituciones, elecciones y nuevos estados”, que evalúa las formas iniciales cubanas de organización del poder público, desde el período de nuestras guerras de independencia hasta la aprobación de la Constitución de 1976 que dio paso al Sistema de Órganos del Poder Popular. Y una tercera parte que el autor nombra: “Cuba contemporánea: El desafío de la democratización”, donde se analizan las más complejas problemáticas porque transita nuestro Estado, desde la celebración del VI Congreso del PCC en 2011 hasta la actualidad del año 2013, para consolidar y desarrollar un proceso democrático que no tiene referentes socialistas exitosos anteriores, desde el punto de vista de una amplia participación popular, y cuya práctica histórica, más allá de sus errores e insuficiencias y de la conveniencia de ser perfeccionada, ha probado elevados niveles de independencia y autenticidad.
En la primera parte, a la que se dedican tres capítulos, se analizan, por su orden, una referencial inicial, muy breve, al origen etimológico de la palabra democracia, recordando su trascendencia como “poder del pueblo” y su inexistencia en las condiciones de los Estados Unidos, donde “una exigua minoría detenta todo el poder económico, mientras que la abrumadora mayoría no es propietaria de la riqueza económica ni se beneficia de esta” (p.6). Es justamente el momento inicial en que el autor aborda, también de forma muy breve, “la visión etnocentrista de los Estados Unidos sobre la democracia como una consecuencia (y la más notable expresión en la actualidad) del eurocentrismo” (5) y en la que explica su preferencia por el empleo del concepto democratización (entendida como un genuino proceso de participación popular), en lugar de la categoría democracia (p.14-17) tarada, históricamente, de muchos prejuicios y manipulaciones. Asimismo se evalúa el auge reciente de los movimientos en favor de la democracia y las demandas económicas subsiguientes en Egipto, España y los propios Estados Unidos (el Movimiento Ocupa)” (p.17-21), para ilustrar otras formas de cuestionamiento particular del etnocentrismo estadounidense.
En estas páginas iniciales, además de realizar un profundo análisis crítico sobre “La democracia en los Estados Unidos” (cuya propia Constitución no incluye el término democracia), y el “Sueño Americano”, desde sus orígenes hasta la presidencia de Barak Obama (pp.23-62), en la que muestra las trampas de que se vale el sistema con el objetivo de preservar el papel de la oligarquía nacional y transnacional, particularmente exitosas fueron las valoraciones que realiza para esclarecer el lugar de Venezuela, Bolivia y Ecuador (pp. 63-101) como expresión del llamado nuevo Constitucionalismo Latinoamericano. El autor las evalúa en el sentido de nuevas formas de ejercicio de la democracia, en las condiciones de procesos que, sin alejarse de las estructuras pluripartidistas formales que caracterizan las democracias occidentales (particularmente la norteamericana), transitan de diseños tradicionales capitalistas para el ejercicio y control del poder del Estado a otros, vinculados conceptualmente al socialismo, que rescatan valores comunitarios de los pueblos originarios de la América Hispana, apegados al significado de la Tierra (“Pachamama”) y a las necesidades básicas de los seres humanos que la habitan para ser, realmente, felices. Es el momento donde explica la diferencia entre las nuevas experiencias de los gobiernos de izquierda, más próximas a la democracia participativa directa, como expresión genuina de la voluntad popular, y la visión norteamericana, más cercana a las estructuras formales de representación popular, encerradas en la preeminencia del voto electoral y de los parlamentos nacionales a partir de los intereses que puedan expresar los partidos políticos y, sobre todo, sus élites.
En la segunda parte, expuesta a través de dos capítulos, se destacan los antecedentes básicos de la Cuba que conocemos hoy. Se parte de contraponer el hecho de que mientras “en Cuba se inició una revolución social en el siglo XIX” (p.103), que marca la diferencia con muchas otras experiencias nacionales, sobre todo del Primer Mundo, dado su propósito de avanzar por diferentes etapas creando mayores espacios a la voluntad popular, “en los Estados Unidos nunca ha habido una transición de un sistema sólidamente afincado en la acumulación de la propiedad privada a otro ordenamiento basado sobre el bienestar colectivo de las grandes mayorías” (p.104). Es justamente el punto de partida que asume el autor para demostrar el papel que tuvieron los sectores revolucionarios cubanos, aun los poseedores de tierras y esclavos, para declarar la “República en Armas”, en el contexto de las guerras de independencia contra España. Fue el período en que se aprobaron las Constituciones de Guáimaro (1869), Baraguá (1868), Jimaguayú (1895) y la de la Yaya (1897), que desarrollaron las primeras formas organizadas de participación política, en las zonas liberadas y que probaron (pp.104-117), desde nuestras luchas por la independencia, la voluntad política y legislativa de los cubanos.
La propuesta que nos trae Arnold August transita, lamentablemente de manera demasiado escueta (pp.119-121), por la impronta que nos diseñaron los Estados Unidos, desde 1898 (con el pretexto de la explosión del USS Maine), hasta los años siguientes a la aprobación de la Constitución de 1940. Fue el período en que acosados por la Enmienda Platt, nos fue impuesto, a partir de 1901, el modelo democrático norteamericano, lo que colocó en un impasse “la incipiente transición de Cuba hacia otro sistema social, contrario a la propiedad privada ilimitada y en favor de la justicia social” (p. 119).
El trabajo también dedica una importante cantidad de páginas (pp.122-153) a lo que el autor denomina “Democracia, elecciones y el nuevo Estado”, formulada como capítulo No. 5, que parte de la percepción del Che, sobre el Asalto al Cuartel Moncada como “rebelión contra las oligarquías y contra los dogmas revolucionarios” (p.122) y que analiza todo el período que va desde la reactivación y reordenamiento del movimiento revolucionario cubano, a partir del golpe de Estado perpetrado en 1952, hasta la evaluación en detalles del proceso de creación, aprobación e implementación de la Constitución socialista de 1976 (pp. 122-152), llegando a enunciar, también de manera resumida (pp.152-153), otros momentos de gran trascendencia para la historia política de Cuba, como los 4 Congresos del PCC celebrados entre 1980 y 1996, así como las reformas constitucionales de 1992 y la Ley Electoral.
En este análisis, además de destacar los antecedentes de organización popular (p. 126) en las zonas liberadas de las hordas de Batista, resulta de mucho interés la manera en que se aborda, cronológica y documentalmente, el contexto (pp. 130-149) en el que la gran mayoría de los cubanos rechaza las elecciones políticas (durante los primeros 17 años de experiencia revolucionaria en el ejercicio del poder) y el vínculo inédito del liderazgo de la Revolución (particularmente de Fidel Castro) con el pueblo. Fue, justamente, el tipo de nexo que, en condiciones de ausencia de estructuras formales de representación y de significativa proliferación de nuevas organizaciones de masas y sociales en todo el territorio nacional, garantizó, al menos de manera primaria y visiblemente pública, una participación directa activa de las otrora mayorías excluidas, en los procesos de toma de decisiones.
Análisis particular debe tener la tercera y última parte de este enjundioso e instructivo texto. Es el que el autor dedica a evaluar: El VI Congreso del PCC (2011) y la Conferencia Nacional (2012) de la propia institución, las características y resultados de las elecciones en la Cuba de la segunda década del siglo XXI, así como el vínculo legislativo y funcional dentro de las propias estructuras fundamentales de poder del Estado y entre estas, particularmente en lo concerniente a la relación entre la ANPP y los municipios.
En el capítulo No.6 (pp. 155-189) de esta parte concluyente se examina el desempeño del PCC que, como evalúa críticamente el autor, “según algunas opiniones preconcebidas”, era “la antítesis de la democracia” y se presenta “como la encarnación del inmovilismo” (p.156). Es otro de los momentos en que se analizan los orígenes del partido, su desempeño histórico en momentos de particular trascendencia como el llamado “período de rectificación de errores y tendencias negativas” y el “período especial”, así como sus diferencias esenciales de las organizaciones políticas que condujeron los procesos políticos de la antigua URSS y Europa Oriental. En esta parte, asimismo, durante varios momentos, se analiza la lucha contra la corrupción y el burocratismo como dos flagelos no solo que debilitan nuestro sistema político, sino que impide perfeccionarlo.
De particular interés (pp-159-172), en correspondencia con otras discusiones masivas que tuvieron lugar en el país para evaluar temas importantes, resulta la explicación de los debates desarrollados (en septiembre-octubre de 2007), con todos los ciudadanos, a nivel de barrios, centros de trabajos e instituciones educacionales, a partir del discurso pronunciado (26 de julio de 2007) por Raúl Castro, entonces primer vicepresidente de los Consejos de Estado y de Ministros, a propósito de la necesidad de analizar, entre todos los cubanos, cualquier tema de interés o problemas que más estaban afectando a los cubanos. Fueron las problemáticas asumidas como puntos de partida para elaborar un primer Proyecto de Lineamientos de la Política Económica y Social el Partido y la Revolución que retornó a debate popular entre diciembre de 2010 y febrero de 2011 y que, después de otras profundas discusiones, asumieron carácter de acuerdos durante el VI Congreso de Partido (celebrado entre el 16 y el 19 de abril de 2011), para ser evaluados e implementados por la Asamblea Nacional del Poder Popular ulteriormente.
De este importante evento partidista, según destaca con claridad el autor, se derivaron varias ideas básicas (pp. 163-164) que acreditan los resultados de la participación popular de los cubanos en los procesos de toma de decisiones y que, hoy, constituyen los derroteros fundamentales por dónde transita la actualización de nuestro modelo. El Congreso avaló que los trabajadores y la población, en general, deseaban un mayor control, así como más descentralización administrativa. Estimuló cambios en la descentralización de los planes económicos estatales y otras actividades. Reconoció la necesidad de hacer más flexibles los procedimientos para modificar el sistema de administración, distribución y comercialización de productos agrícolas, así como de elevar la calidad y rigor del proceso docente-educativo. Se consideró importante lograr la satisfacción de la población, así como el mejoramiento de las condiciones de trabajo y la atención al personal de la salud.
Otros temas (pp. 164-166) con implicaciones políticas y sociales de gran alcance, que previamente habían sido demandados por la población, fueron: Eliminar la libreta de productos alimenticios no solo de forma “ordenada” (según indicaban los lineamientos originales), sino “gradual” para proteger a los ciudadanos y las familias de cualquier decisión precipitada. Establecer la compraventa de viviendas y flexibilizar otras formas de transmisión de la propiedad (permuta, donación y otras) entre personas naturales. Facilitar “la compraventa, entre particulares de medios existentes” y priorizar el mejoramiento el transporte público. Además se tuvieron en cuenta otras direcciones relacionadas con el trabajo por cuenta propia, los usufructuarios de la tierra, las cooperativas tanto rurales como urbanas y, entre otros tópicos importantes, se hizo énfasis en el desarrollo local de los municipios, así como nuevas regulaciones tributarias para financiar estas instituciones locales. En este contexto, el autor tuvo la audacia de revelar (pp. 167-169), críticamente, cómo la llamada “reducción de plantillas infladas”, en el sentido de exceso de trabajadores en los centros estatales y, consiguientemente, el tratamiento con el “personal disponible” después de realizar los ajustes necesarios, tan colindante con el riesgo práctico de seguir una tradición neoliberal, transitó de un plan inicial del gobierno de reducir no menos de medio millón de personas de las estructuras laborales del Estado, en un período muy breve de tiempo, a una concepción de lograr el mismo propósito, paulatinamente, en la medida que el país estuviera más preparado.
Uno de los eventos tratados por el autor (pp. 172-177) que mayor transcendencia reveló en este capítulo fue la Primera Conferencia Nacional del Partido que tuvo lugar en nuestro país a principios de 2012, unos meses después de concluido el Congreso. Los análisis que nos presenta el libro discurrieron, sobre todo, en torno a la relación entre los medios de comunicación e información y el pueblo. Esto incluyó la consideración de que mientras la Primera Enmienda de la Constitución Norteamericana reconoce una “libertad de prensa”, sin limitación legal alguna, pero haciendo oda, en general, a la propiedad privada e indirectamente a la desigualdad, la libertad de prensa cubana, según destaca nuestra Constitución (art. 53), “no puede ser objeto, en ningún caso, de propiedad privada”, lo que justifica que hablemos de una libertad que beneficie a la gran mayoría de los cubanos y que, constitucionalmente, se declara con la sentencia de corresponder “a los fines de la sociedad socialista”.
La Conferencia Nacional del Partido también fue objeto de amplias discusiones a nivel nacional, pero, por los temas tratados, no alcanzó la masividad de otros debates. Las discusiones tuvieron lugar en todos los núcleos del partido y los Comités de Base de la UJC del país que, por sus vínculos históricos con el pueblo, también eran portadores de la voluntad popular. Para evitar la censura y otras formas de mal ejercicio del periodismo, allí se habló de la necesidad de crear una ley que ordenara y facilitara la política informativa. Se criticó los funcionarios que, tras el pretexto de “no dar información al enemigo”, limitan o no dan información a los periodistas y también fueron criticados los propios periodistas que no cotejan las fuentes de las informaciones y que mal informan al pueblo. Todo esto ocurre, según reconoce críticamente el autor (p. 177), a pesar de la existencia de una resolución del Buró Político del Comité Central del PCC (2007), que denuncia a “Dirigentes y funcionarios estatales… que suelen evadir el contacto con la prensa” y “fabrican pretextos para justificar su secretismo” y aun cuando el propio documento reconoce que la “prerrogativa de decidir lo que divulga un órgano de prensa corresponde, exclusivamente, a los dirigentes del trabajo periodístico”
Además del tema de la prensa, el documento final (p. 175) llamó a “incentivar la participación real y efectiva de la población en la toma de decisiones (Objetivo No.46), a “fortalecer el control popular” y enfrentar la impunidad (Objetivo No.53) y, como problemática de gran trascendencia, también propuso un límite máximo de dos períodos consecutivos de cinco años para todos los cargos políticos y estatales fundamentales (Objetivo No.76), lo que ya está siendo evaluado por los expertos para ser introducido en una nueva legislación.
Llama particularmente la atención, los espacios (pp.179-184) que el autor dedica a desacreditar, a los que, personalmente, llama blogueros disidentes de “izquierda y derecha” que encuentran espacios de expresión en sitios como Havana Times, Cuba Encuentro, Red Observatorio crítico “socialista” y El Nuevo Herald, y que tradicionalmente son críticos con el proyecto social cubano. Estos, según su opinión, por lo general “se basan sobre los altos valores morales de la “libertad de prensa” o “la libertad de palabra” en abstracto”, vinculado, “invariablemente, con la visión etnocentrista estadounidense sobre el PCC y la resultante demanda de los disidentes de que se establezca un sistema multipartidista igualmente inspirado (implícita o explícitamente) en el modelo estadounidense” (p.179). En este sentido, no deja de tener razón Arnold August cuando evalúa el desempeño de los disidentes de “izquierda” como los más peligrosos en tanto mueven sus propuestas empleando las propias categorías del discurso revolucionario.
Su preocupación sobre estos intérpretes de la realidad cubana, sin embargo, va mucho más allá del significado real que puedan tener para el cambio de nuestro sistema político. Es el espacio preferencial que, en detrimento de otras posiciones que son defendidas dentro y fuera de Cuba, se le brinda a aquellos y a los llamados cubanólogos residentes fuera de Cuba, para divulgar la realidad que estamos viviendo. Por eso el autor aclara, con razón, que aunque “hay una censura virtual sobre el trabajo de los científicos sociales de Cuba, estos están inmersos en encendidos debates e intercambios de ideas sobre los cambios actuales y sus ramificaciones políticas” (p.184)
Otro aspecto al que el autor dedica importantes espacios es a “la necesidad del análisis de los errores cometidos”, que vincula al “proceso dialéctico de continuidad y rupturas” del sistema cubano. Para Arnold August, siguiendo los criterios de la Dra. Olga Fernández, “La continuidad se expresa en la proyección estratégica para avanzar hacia el socialismo”, mientras que las rupturas se derivan de una combinación de “éxitos, fracasos, insuficiencias y errores cometidos a partir de las tácticas empleadas”, lo que justifica asumir la valoración continua de nuestro proyecto político no como un simple ejercicio intelectual, sino como “un instrumento de cambio” (p.185). Es el momento en que se destacan (p. 186) el “excesivo enfoque paternalista, idealista e igualitarista que instituyó la Revolución en aras de la justicia social” y “el modelo excesivamente centralizado que caracteriza actualmente nuestra economía”, como errores fundamentales que fueron reconocidos por el Presidente Raúl Castro, en sus intervenciones del 18 de diciembre de 2010, en el plenario de la ANPP, y el 16 de abril de 2011, como parte del Informe Central al VI Congreso del PCC.
En este sentido, es importante el reconocimiento que se hace a la necesidad de replantear el socialismo (pp.187-189), superando la anulación de lo individual en aras de lo colectivo, que permita una combinación integral de todos los intereses sociales y preserve los medios fundamentales de producción en manos del Estado, con la consiguiente articulación de todas las formas de propiedad y gestión en las zonas urbanas y rurales. Es otra de las maneras en que podremos contribuir a evitar no solo el estancamiento del socialismo, sino el retorno a la voluntad capitalista de concentrar la propiedad en pocas manos, lo que sumado a los intentos por minar los valores de nuestro consenso y unidad, forman parte de los propósitos más espurios de los centros de poder norteamericanos.
Particular importancia, a los efectos de la trascendencia que tiene este libro, nos muestra su capítulo No.7 (pp.190-250) que el autor titula “Elecciones en la Cuba contemporánea”, donde demuestra cómo se puede elegir representantes populares, sin incidencia directa de los partidos políticos y qué diferencia nuestra propuesta, de los fundamentos básicos del modelo político soviético (pp.194-197). Constituye la parte en que se explica, con la meticulosidad que se llega a lustrar a través de una circunscripción del municipio Plaza de la Revolución (de la Provincia La Habana), los detalles del proceso electoral, desde la nominación y elección de los delegados de circunscripción y la conformación de las Asambleas Municipales del Poder Popular (pp. 190-194, 200-210) hasta los pasos por que se transita para la constitución de la Asamblea Nacional (pp.216-246, sin dedicar espacios específicos a las Asambleas Provinciales por no representar formas de elección, estructura y funcionamiento sustancialmente diferentes a lo que caracteriza a la máxima instancia del poder del Estado; ANPP), incluyendo la elección de su presidencia, del Consejo de Estado y del Presidente de la República (pp.246-250). Cuando hay elecciones (sean parciales o generales), destacan, por su importancia, el derecho a votar a partir de los 16 años (en correspondencia con la edad con que muchos mambises fueron a la guerra), el registro electoral automático (pp-203-204) para los potenciales votantes y la existencia de una amplia red de colegios electorales abiertos los días no laborables (pp-204-206) para que las personas puedan ejercer el derecho ciudadano de emitir su voto, sin restricción alguna.
En este capítulo, además, se analiza el papel de las “reformas constitucionales de 1992” (pp.197-198), la relación entre el sistema político y la Constitución (pp.198-200) y se brindan datos estadísticos, algunos inéditos en cuanto a las formas en que son presentados, acerca de los resultados de las elecciones municipales realizadas sobre todo entre el 2007 y el 2012 (pp.211-216), y de las que han tendido lugar en las últimas legislaturas de la ANPP, en particular la del 2008 y la que se inició en 2013 (pp.227-233, 238-242).
En este contexto, a pesar de todos los valores reales que, según el autor, distinguen el modelo cubano de representación política del resto de las experiencias que existen a nivel mundial, algunas virtudes de nuestra propuesta merecen ser matizadas, con mayor profundidad.
Es por ejemplo lo relacionado con el hecho de que aun cuando los delegados de circunscripción son elegidos por sus vecinos sin patronazgos de los partidos políticos, no ganan salario por cumplir tareas de representación popular y “realizan sus funciones de manera voluntaria, después de su horario laboral” (p.191), al mismo tiempo, no pueden lograr que las instituciones administrativas ajusten sus respectivos horarios a las posibilidades reales de aquellos, lo que limita la efectividad del trabajo de los delegados. En este sentido, es conveniente o ajustar formalmente el tiempo que las administraciones dedican a cubrir las expectativas de los representantes populares, o se flexibilizan los horarios de los delegados en sus respectivos centros laborales, lo que constituye un problema de significativa importancia para la comunidad.
Por otro lado, si bien es conveniente que hasta un 50% de los diputados a la ANPP (pp.191-194, 216-217) sean delegados de base porque garantiza que, al menos, la mitad de los representantes del máximo órgano de poder del Estado pueda ser reflejo de un amplio espectro de trabajadores de las más diversas esferas sociales del país, tampoco es falso que ese “hasta un 50 % de representantes de base” que indica la actual Ley Electoral, también da margen a que estos no tengan una significativa presencia en el Parlamento nacional (un paso atrás, según mi opinión personal, con respecto a la anterior Ley Electoral No.37, de 1982, que otorgaba mayoría a los delegados de base), lo que deslegitima la potencialidad del sistema de representar, directamente, las estructuras de base. Es lo que, por ejemplo, acaba de ocurrir (ver Granma 4 de junio de 2015 p.1) con las últimas elecciones parciales, realizadas entre abril y mayo del año en curso, que dejó en apenas 220 diputados, los que son delegados de circunscripción, lo que representa, solo, el 35 % del total de 612 diputados.
Asimismo, aun cuando parezca justo que (luego de las amplias propuestas que emergen de las seis organizaciones de masas a los niveles municipal, provincial y nacional), en condiciones de que algunas provincias no tengan suficientes municipios para acomodar todas las propuestas de candidatos que hace la CCN, sea conveniente proponer la ubicación de “algunos de ellos en otras provincias, lo que debe hacerse con el consentimiento del municipio correspondiente” (p.219), lo real es que esta forma de distribución de los potenciales miembros de la ANPP, no resuelve lo esencial: que el diputado, máxime si no es de base, sea un verdadero representante de esa localidad.
Y, finalmente, no obstante ser cierto, como declara el autor, que el PCC no es una instancia que postula sus propios miembros para asumir posiciones de representación popular, tampoco hay que olvidar que la autocrítica que se hace el Partido por incidir, desmedidamente, en funciones administrativas y estatales que no le competen, no lo exonera de su incidencia, omnipresente, en cualquier otro campo de acción social, incluso, por supuesto, en el propio sistema electoral. Es, justamente, cuando por ejemplo acciona, de manera indirecta, en la nominación de un candidato a delegado, en condiciones de ausencia de voluntarios que emerjan desde la base, o para contraponer un revolucionario probado a un candidato a delegado que, declaradamente o no, pueda servir, en última instancia, a intereses que no correspondan a la comunidad. Esto no significa, necesariamente, que esta organización política no debe haberse inmiscuido en esos asuntos, sino que, aun cuando debió tomar partido de manera coyuntural, asimismo deben crearse las estructuras, los mecanismos y las voluntades para que pueda cumplir las funciones por las que fue creado: ser el albacea de la justicia social y el garante principal de la unidad del pueblo alrededor del proyecto político.
De significativa importancia es el tratamiento que el autor le da a otras preocupaciones de muchos especialistas. Entre estas, la de los doctores Emilio Duharte y Jesús García (pp.221-223), primero por la realización de elecciones generales, con propuestas de delegados de circunscripción para diputados, a apenas unos meses de celebradas las elecciones parciales cuando quedaron elegidos los delegados de base en los municipios, lo que no garantiza la calidad y sustentabilidad de las propuestas. En segundo lugar, por observar mimetismos en las presentaciones que hacen las Comisiones de candidaturas a las Asambleas Municipales para la nominación de delegados a las Asambleas Provinciales y ANPP. A esto se ajusta la convocatoria que hace el politólogo Rafael Hernández (p.224) “a descentralizar aún más el proceso de nominación, sin poner límites a la cantidad de personas nominadas”, lo que se complementa con la propuesta de la Dra. Martha Prieto, especialista en procesos constitucionales y electorales quien, además de apoyar el papel de las comisiones de candidaturas y de las organizaciones de masas en los procesos de nominación, también estimula a que existan otros espacios donde los propios ciudadanos puedan hacer sus propuestas a título individual (p.224).
Por otro lado, más allá de los pormenores que nos brinda el trabajo acerca de la composición de la ANPP (pp.238-241), que destaca su amplio diapasón de representantes populares (donde las Comisiones de Candidaturas juegan un papel relevante), y mucho antes de los argumentos que se exponen acerca de la relación del PCC con la máxima instancia de poder del Estado (pp.242-246), una insuficiencia notable no escapa a la propia percepción del autor del libro. Es la consideración de que todo intento que invoque a presentar más de un candidato para cada escaño de la ANPP, es consecuencia de la “desinformación proveniente de los medios monopólicos estadounidenses y los disidentes de “izquierda” y de derecha, relativa al proceso electoral” y de la pretensión de imponer en Cuba “el sistema multipartidista competitivo de los Estados Unidos (pp.231-233).
En este sentido, aun cuando son válidos los análisis que realiza, con respecto a que nominar más personas para cada escaño de la ANPP, pone en riesgos la posibilidad de alcanzar más del 50 % de respaldo popular en cada circunscripción, tampoco es falso que los resultados electorales también pueden ser legítimos cuando no se llega a alcanzar una mayoría absoluta. Sobran los ejemplos en Cuba, vinculados a las organizaciones de masas y sociales, y a las del propio Partido, que demuestran la calidad de la elección de sus directivos, aun habiendo alcanzado menos del 50 % del voto de sus miembros o asociados. Además, lo fundamental: en un nuevo contexto legislativo que establezca bases distintas para elegir diputados al Parlamento y que amplíe el número de candidatos por el que se pueda votar, la cantidad de nominaciones no tendría que multiplicar, necesariamente, los escaños formales de la Asamblea, y las plazas que se queden sin cubrir, podrían llevarse a otro escrutinio público, con las nuevas nominaciones que haga la Comisión de Candidatura (p.232). Esto, si bien crearía condiciones para que la Comisión de Candidatura jugara un papel más creativo en el proceso de nominación de delegados provinciales y diputados, al mismo tiempo, sin dudas, haría un mayor tributo al principio de que la soberanía reside en el pueblo; el eslabón que, en última instancia, debe decidir en una democracia verdaderamente autóctona y auténtica.
La parte final de esta importante obra que se expone dentro de un último capítulo No.8 titulado: “La ANPP y el municipio…”, es el tópico con el que el autor trata de cerrar su visión global crítica y constructiva sobre el sistema político cubano en general y el Sistema de Órganos del Poder Popular en particular. Es la parte que dedica a demostrar la compatibilidad de la democratización y el liderazgo revolucionario (pp.251-256), las especificidades de la llamada unanimidad (pp.268-270), las limitaciones y perspectivas de la participación en el nivel municipal (pp.272-276) y, entre otras problemáticas, el papel de los Consejos Populares (pp.281-286) no como órgano local del Poder Popular, sino como instancia que (compuesta por delegados del barrio, representantes de las organizaciones de masas y sociales, así como de las más importantes instituciones estatales existentes en la demarcación), puede contribuir a acercar más las estructuras del Estado a la base que representa, lo que puede facilitar una mayor participación popular en los procesos de toma de decisiones.
En todo este contexto, por su nivel argumental (p.277) también resaltan las consideraciones del autor acerca de la imposibilidad de yuxtaponer la democracia representativa y la participativa que no tienen el mismo significado para los países centrales del norte que para los reconocidos del Sur. En América Latina, por ejemplo, donde destaca las experiencias de Venezuela, Bolivia, Ecuador y Cuba, “la representación es parte de un movimiento revolucionario cuyo objetivo es combinar la representación y la soberanía que reside en el pueblo”. Esto no significa que tales nexos se hayan logrado pero, democracias en movimiento al fin y al cabo, “trabajan para avanzar en esa dirección”.
Un tema de particular importancia en este capítulo es lo vinculado a las nuevos componen estructurales y funcionales que van a formar parte de las instancias municipales del poder popular, tanto las que tienen que ver con los delegados en tareas de representación popular, como con los Consejos de Administración que ya están siendo sometidos a cambios a partir de las experiencias provinciales de Artemisa y Mayabeque (pp.288-290). En este sentido, se eleva la importancia de la recaudación de impuestos a partir de la Ley Tributaria que entró en vigor a partir de 2013 “para redistribuir el ingreso en la medida en que la economía se desarrolla” (p.288) y también es importante reducir las administraciones “infladas”, así como establecer “una clara delimitación de las facultades en las relaciones con los organismos de la Administración Central del Estado, las empresas nacionales y las organizaciones políticas y de masas” (p.290). Pero todavía no se comenta nada, al menos oficialmente, de elaborar un proyecto de ley sobre el desempeño y los derechos de las Asambleas Municipales, lo que constituye una demanda de varios especialistas (p.292)
Finalmente y a manera de conclusiones, me consta la reacción positiva que ha traído el libro de Arnold en Cuba, e imagino la trascendencia que ya puede estar teniendo en Canadá y los Estados Unidos, pero le garantizo que la forma en que ha expresado sus puntos de vista sobre la democracia occidental (particularmente de la norteamericana) y la manera enfática y vehemente en que demostrado qué significa ser expresión de una “democracia en movimiento” y cuáles son sus desafíos fundamentales ante la realidad interna y externa que estamos viviendo, no deja dudas en reconocer que estamos ante una obra sólida desde el punto de vista científico, elaborada tras arduos años de trabajo y madura para promover las más grandes y agudas polémicas, a lo que me agrada haber contribuido aunque sea con esta “pequeña” y seguramente incompleta reseña crítica.
También quiero agradecer a la Editorial de Ciencias Sociales haber hecho público un texto de tanta importancia para los cubanos y de tanta trascendencia para el exterior como este. Pero amén de que con el nivel de información fáctica y analítica que se brinda, afuero de ser muy sincero, pudo haber sido escrito de manera distinta, debe reconocerse la coherencia, profundidad y valentía con que Arnold August ha presentado este trabajo que, más allá de “Cuba y sus vecinos. Democracia en movimiento”, y de otros pequeños ajustes necesarios, pudo haberse llamado “En defensa de la democracia del Sur. Un paradigma alejado del modelo norteamericano”.
Selección en Internet: Lázaro Zada Carpio
- Profesor titular cubano. Dr. en Ciencias Políticas, profesor titular de Teoría Sociopolítica de la Universidad de La Habana.
Ejército pacífico de batas blancas cubano: en el colimador de EEUU
REBELIÓN 2 de diciembre de 2015 ESPAÑA
Patricio Montesinos*
EL PRESTIGIOSO EJÉRCITO Pacífico de Batas Blancas, como le denominan en muchos rincones del mundo a los admirados trabajadores de la salud cubanos, ha sido un perenne objetivo de incesantes ataques de Washington para tratar de desvirtuar uno de los mayores logros de la Gran pequeña isla del Caribe.
Desde el mismo del triunfo de su Revolución, el 1 de enero de 1959, a Cuba le fueron robados desde Estados Unidos la mitad de sus doctores, lo que obligó a la nación antillana a crear lo que son hoy sus reconocidas a nivel internacional escuelas de Medicina, entre ellas la latinoamericana (ELAM), donde por cierto también estudian jóvenes norteamericanos.
La formación de los profesionales de la salud en la Isla tiene como principios fundamentales el humanismo, la solidaridad, además de su afamada alta calificación científica, y para nada el mercantilismo que desgraciadamente predomina actualmente en el mundo con los padecimientos y sufrimientos de los seres humanos.
Ello les imprime a los graduados de medicina, enfermería y diversas especialidades en Cuba un valor extraordinario que los hace sobresalir entre sus homólogos egresados de universidades de otras naciones.
Desde el comienzo de sus carreras, los doctores titulados en el decano archipiélago caribeño y otros especialistas vinculados a esa esfera asistencial combinan sus programas de estudios con la atención directa al paciente, lo cual agiliza la adquisición de sus conocimientos y una formación integral.
Igual ganan una notable experiencia, luego de graduados, cuando viajan a diferentes países de África, América Latina, Asia, e incluso a Europa, para de manera gratuita brindar atención a los enfermos y prevenir dolencias en los lugares más recónditos, con recursos limitados, y arriesgando hasta sus propias vidas.
El bautizado Ejército Pacífico de Batas Blancas está calificado y presto para asistir a ciudadanos afectados por huracanes, tifones, terremotos, y cualquier tipo de patologías o epidemias, como la del Ébola, que recientemente se propagó por varias naciones africanas, y la cual fue combatida valerosamente por el contingente Henry Reeves.
Cuando se trata de impedir la muerte de seres humanos, el gobierno y pueblo de Cuba no miran qué religión profesan sus pacientes, si son negros, blancos o indios, ni tampoco si son adversarios o amigos.
En medio del devastador huracán Katrina que flageló Estados Unidos en 2005, las autoridades de La Habana ofrecieron a Washington enviar una brigada médica a las zonas dañadas, pero el entonces inquilino de la Casa Blanca George W. Bush rechazó ese noble gesto.
En cambio, fue el propio W. Bush quien estableció en 2006 el “Programa de parole para profesionales médicos cubanos”, único de su tipo en el mundo, dirigido a dañar la cooperación internacional de la Isla, y privarle de sus recursos humanos, además de a los países receptores que tanto los necesitan.
Ese plan anticubano, vigente aún como el mismísimo bloqueo norteamericano, tiene el maligno objetivo de promover el abandono por parte de profesionales de la medicina cubana de sus misiones en otras naciones, facilitando activamente su emigración mediante el uso de las embajadas norteamericanas para alentarlos a ello.
Por supuesto que el referido programa es una más de las tantas agresiones de que es objeto Cuba todavía por parte de Estados Unidos, a pesar de que ambos gobiernos decidieron restablecer sus relaciones diplomáticas recientemente, y sostienen conversaciones bilaterales.
A juzgar por su actuación, Washington parece seguir empeñado en desvirtuar los enormes valores humanos de la Revolución cubana, un conocido objetivo que siempre ha estado destinado al fracaso.
Gústele a quien le guste y pésele a quien le pese, Cuba seguirá siendo una potencia mundial en la medicina, porque la mayoría de sus profesionales, y los que están por venir, sienten orgullo de ello.
Por cierto, felicitaciones y toda la gratitud que merecen los integrantes de ese decoroso, y a la vez temible por Estados Unidos, Ejército Pacífico de Batas Blancas, en ocasión del Día de la Medicina cubana, a celebrarse este 3 de diciembre.
Selección en Internet: Inalvys Campo Lazo
- Periodista español residente en La Paz, Bolivia. Es corresponsal de Cubadebate.
Relaciones entre Cuba y EEUU: La perspicacia del pensamiento de Fidel Castro
GLOBAL RESEARCH 12 de noviembre de 2015 CANADÁ
Arnold August*
EN UNA ENTREVISTA en un sitio web alternativo basado en los EEUU, publicada el 7 de enero de 2015, se me preguntó mi opinión sobre el aparente acercamiento entre los Estados Unidos y Cuba. En referencia al anuncio del 17 de diciembre de 2014, yo repliqué:
«En ese 17 de diciembre, la situación me hizo pensar en el discurso del 8 de enero de 1959 pronunciado por Fidel Castro a sus seguidores, ocho días después del triunfo de la Revolución: “Creo que es este un momento decisivo de nuestra historia: la tiranía ha sido derrocada. La alegría es inmensa. Y sin embargo, queda mucho por hacer todavía. No nos engañamos creyendo que en lo adelante todo será fácil; quizás en lo adelante todo sea más difícil”».
Entiendo perfectamente que no se puede comparar de forma alguna la victoria del 1 de enero de 1959 con el anuncio del 17 de diciembre de 2014; y de la misma manera, la situación frágil existente en 1959 y a principios de los años 60, que se caracterizó por ataques abiertos promovidos por los Estados Unidos y la invasión de Playa Girón, no puede compararse con la situación después del 17 de diciembre, como transcurre en estos momentos.
Sin embargo, continúo siguiendo atentamente los acontecimientos y las reacciones de todo el mundo y del espectro político de la derecha a la izquierda. Por lo tanto estoy obligado a recordar el comentario de Fidel que me vino a la mente en forma inicial y espontáneamente el 17 de diciembre de 2014. Ese día causó una «alegría inmensa» en Cuba y a mucha gente en el mundo, y con mucha razón, así como David fue finalmente recompensado después de más de cinco décadas de una lucha persistente y heroica contra Goliat. Es esa «alegría inmensa» que a veces puede camuflar las adversidades que, en principio, se asume fueron aliviadas pero que de hecho contienen las semillas de desafíos más difíciles aun. Creo que la situación indica el concepto que «quizás en lo adelante todo sea más difícil».
Pocos días después de publicarse la entrevista, comencé a lamentar las afirmaciones previamente mencionadas. Aun cuando tuve extremo cuidado de destacar lo obvio– que no se pueden comparar los contextos de 1959 con el 17D (como los cubanos identifican al 17 de diciembre), de ninguna manera deseo citar a Fidel Castro fuera de contexto. Mi punto principal fue hacer que los lectores aprecien la agudeza del Pensamiento de Fidel Castro como se aplica hoy en día a un contexto totalmente diferente. Con su sagacidad habitual, él pudo ver el futuro –muy distante en el futuro– y retornar a la realidad del 8 de enero de 1959, para ofrecer un contexto sobrio a largo plazo para la flamante Revolución Cubana. En este artículo, el único aspecto del pensamiento amplio y profundo de Fidel Castro consiste en examinar un paso histórico en la Revolución Cubana. La notable agudeza mental que Fidel Castro demostró el 8 de enero de 1959, le permitió analizar dialécticamente cómo los problemas enormes en el horizonte pueden camuflarse con la inmensa alegría posterior al triunfo de la Revolución. A pesar de brindar la advertencia que las condiciones de los dos periodos son completamente disímiles, la pregunta que me hice fue si pude expresar mi mensaje claramente al citar sus declaraciones de 1959 como guía para la situación actual. Aun cuando seguía todavía convencido de lo correcto de la afirmación, tenía muchas dudas. Esta incertidumbre comenzó a disiparse cuando leí, con mi interés acostumbrado, lo que escribían los académicos, los investigadores y los periodistas cubanos. Algunos, no muchos, básicamente escribieron comentarios similares a los míos. Por ejemplo, Elier Ramírez Cañedo, el joven investigador y coautor junto con Esteban Morales de un libro que marcó un hito, acerca de las relaciones entre Cuba y EEUU publicado en 2015, escribió un artículo de dos partes en su área de especialización. La segunda parte, a la que me refiero a continuación, fue publicada en su blog del 28 de enero de 2015, y ese mismo día fue reproducida en el blog La pupila insomne de Iroel Sánchez, seguida de una reproducción el 7 de febrero de 2015 en Cubadebate y en el periódico Juventud Rebelde de la Unión de Jóvenes Comunistas. Elier Ramírez Cañedo escribió acerca de lo que Fidel Castro declaró el 8 de enero de 1959: «que quizás en lo adelante todo sería más difícil. Creo que, incluso ahora, quizá en lo adelante todo sea más difícil en algunos terrenos, especialmente en el campo del enfrentamiento ideológico y cultural al imperialismo».
La periodista de renombre Rosa Miriam Elizalde escribió un artículo el 21 de julio de 2015 en Cubadebate con el título revelador «Cuba-EE.UU: Lo difícil viene ahora». Lo interesante es el comentario en línea que hizo un lector del artículo sobre el significado de la declaración de Fidel Castro el día 8 de enero, que dice: «El día 8 de enero de 1959, en la Habana, Fidel Castro dijo: “Que nadie piense que de aquí en lo adelante todo será más fácil, quizás de aquí en lo adelante todo sea más difícil”». En octubre de 2015, el periodista Rafael Cruz Ramos expresó en su blog, y reproducido en CubaSí, su preocupación, entre otras cosas, sobre la situación actual. Él escribe: «Razón tenía Fidel cuando aseguró que las actuales batallas son más complejas que las de la Sierra Maestra». Otros periodistas han escrito artículos similares.
En retrospectiva, pareciera que mi afirmación inicial acerca del Pensamiento de Fidel Castro sobre este tema de los pasos en la Revolución no estaban fuera de lugar, teniendo en cuenta las afinidades de algunas personas en la prensa cubana, como mencioné anteriormente, y tomados en el contexto de los acontecimientos ocurridos desde ese entonces (del 17D al otoño de 2015), que he seguido muy de cerca. Por el contrario, pienso que fue muy apropiado. Esta conclusión resultó tener ventajas e inconvenientes, dado que no es consolador reconocer que la Revolución en marcha desde 1959 puede todavía enfrentar una situación que «puede ser más difícil» ahora que en el periodo que la vio nacer. Se puede también cuestionar mi posición indicando que no existen muchos periodistas o figuras públicas que comparten esta opinión. Esto es verdad. Sin embargo, esta aparente falta de atención generalizada es una razón más para ratificar la opinión sobre el Pensamiento de Fidel Castro. La manifiesta carencia actual de cautela de algunas personas, puede, de hecho, reflejar una cierta dosis de «inmensa alegría» relegando a segundo plano la dura realidad de las intenciones del imperialismo de los Estados Unidos.
Elier Ramírez Cañedo hace una cualificación extremadamente importante cuando afirma que el momento más difícil ahora se encuentra «especialmente en el campo del enfrentamiento ideológico y cultural al imperialismo». Aun cuando sea un tema muy amplio, se destaca el siguiente ejemplo. Cuando estuve en La Habana, no mucho después del 17D, pude observar que la bandera estadounidense se veía en la vestimenta de la gente en las calles, prácticamente en todas partes del cuerpo, en taxímetros y vehículos particulares y en los comercios. Como soy canadienses, esto me resultó una advertencia no muy sutil. Canadá es el aliado más cercano de los Estados Unidos en el occidente y los canadienses visitan frecuentemente a su vecino sureño. Sin embargo, no se hace una exhibición casi carnavalesca de la bandera de Estados Unidos en Canadá. De hecho muchos canadienses detestan tal fanfarria dado que el sentimiento nacionalista en Canadá contra el imperialismo de Estados Unidos, aunque no de los más altos en el mundo, es suficiente para marcar límites. Este sentimiento negativo acerca de la proliferación de la bandera de Estados Unidos en las calles de La Habana, fue confirmada e incluso destacada por la serie del periodista Luis Toledo Sande, sobre el tema de la bandera, en tres artículos con fotos publicado en Cubadebate y en blogs. En mi opinión, esas tendencias y muchas otras corroboran la inquietud de Elier Ramírez Cañedo «especialmente en el campo del enfrentamiento ideológico y cultural al imperialismo» como secuela del 17D.
El bloqueo de EEUU contra Cuba es ahora más que nunca objeto de debate en Cuba y en otras partes, especialmente en los EEUU. El 27 de octubre de 2015, en la Asamblea General de las Naciones Unidas, los EU.UU. fue rotundamente derrotado en una votación récord de 191 votos a favor de la resolución de Cuba de levantar el bloqueo y solo dos votos– Estados Unidos y su aliado político y militar más cercano, Israel, apoyaron el mantenimiento del bloqueo, y con 0 abstención. Se ha escrito mucho en Cuba y en EEUU sobre el bloqueo, tanto por ambos gobiernos y por expertos de ambos lados. Estos debates se enfocan principalmente en las medidas que han sido, y pueden ser todavía, implementadas por el presidente Obama mientras siga aplicándose el bloqueo con toda su fuerza por el poder ejecutivo y la legislatura, el Congreso, del gobierno de los Estados Unidos. Las condiciones principales del bloqueo son prerrogativas del Congreso. Algunos comentaristas señalan que existen contradicciones e incompatibilidades en la política de la administración de Obama en lo relacionado al bloqueo. La narrativa es que el presidente de los EEUU no está haciendo lo que se espera de él basado en su aparente oposición al bloqueo y el uso de sus opciones ejecutivas para restringir al máximo los efectos del bloqueo. Puede que me equivoque, pero es posible, de hecho, que no haya contradicciones e incompatibilidades.
Sin embargo, si se examinan cuidadosamente los documentos oficiales, la Casa Blanca y el Departamento de Estado de los EEUU parecen protegerse a si mismos dejando la puerta abierta para continuar el bloqueo y restringir al mínimo la acción de Washington Las declaraciones de los EEUU hablan por si mismas. Tanto sea o no que la administración del presidente Obama sea realmente equilibrada en sus palabras a favor del levantamiento del bloqueo, no es del todo claro, como podemos ver ahora. Es preferible estar en el lado seguro y no albergar ilusiones, y seguir presionando al gobierno de los Estados Unidos. En la declaración del presidente Obama del 17 de diciembre de 2014, él mencionó una serie de puntos que desea abordar en relación a Cuba, como democracia y derechos humanos, viajes tipo «pueblo a pueblo» (people-to-people) y envío de remesas de estadunidenses al «sector privado emergente en Cuba», representado por 500.000 trabajadores cuentapropistas. Presidente Obama concluyó diciendo que «a medida que estos cambios se desarrollan, espero poder involucrar al Congreso en una discusión seria y honesta sobre la eliminación del embargo» En otras palabras, pareciera que la condición para confrontar la mayoría de los republicanos en el Congreso es la evolución del cambio en Cuba según los estándares de los EEUU. Su posición no parece ser una exigencia incondicional de principio de que el Congreso derogue el bloqueo. John Kerry, el Secretario de Estado, se refirió a este enfoque diciendo:
«Fíjate, no puedo decirte cuándo se levantará el embargo, porque este depende realmente, en gran medida, de las decisiones que tomen los cubanos. Tienen que hacer lo posible para que se levante el embargo. Hay como ha de entenderse fuerte preocupación en el Congreso de los Estados Unidos por los derechos humanos, la democracia, la capacidad de la gente para expresar lo que piensa, la posibilidad de congregarse y de hacer cosas. Y quisiéramos ver –no pedimos que haya un cambio de la noche de la mañana, pero queremos ver un cambio de dirección en Cuba, y tenemos la esperanza de que así será». (El énfasis es el mío)
La impresión difundida en algunos medios de prensa en el mundo es que el presidente Obama hizo un llamado el 28 de septiembre de 2015 para el levantamiento del bloqueo en su alocución en la Asamblea General de las Naciones Unidas. De hecho, lo que expresó, refiriéndose a los derechos humanos en Cuba y los viajes tipo «pueblo a pueblo» (people-to-people) entre Cuba y EEUU, fue: «a medida que esos contactos rindan frutos, tengo la confianza que nuestro Congreso levantará inevitablemente el embargo, que no tendría que estar en vigor». (El énfasis es el mío).
El imperialismo de EEUU hace uso de palabras y de la semántica en formas muy engañosas. Utiliza palabras que parecieran tomar una posición justa, pero de hecho, camuflan el verdadero carácter de sus tácticas y estrategia. Tomemos como ejemplo el golpe de estado militar en 2009 en Honduras orquestado por EEUU y la expulsión del presidente Mel Zelaya que fue elegido constitucionalmente. Al principio, tanto el presidente Obama como Hillary Clinton, la Secretaria de Estado no usaron la palabra golpe. Enfrentando la indignación de toda América Latina, finalmente, usaron la palabra golpe, pero no golpe de estado militar. El uso de esta expresión ofrecería una base legal para restringir la ayuda militar a los golpistas, que el gobierno en Washington no tiene intención de hacer. Similarmente, enfrentando la presión internacional, Obama y Clinton dijeron que estaban de acuerdo con el retorno de Zelaya a Honduras. Sin embargo, en las dos ocasiones que Zelaya intentó ingresar a Honduras, EEUU se opuso, argumentando que su retorno tendría que efectuarse con la plena participación de EEUU y sus aliados. Por lo tanto, las palabras de que estaban de acuerdo con el «retorno de Zelaya», de hecho, no tenían ningún valor, tal como lo fueron a su supuesta oposición al golpe de estado.
Similarmente, la semántica de apoyar el levantamiento del bloqueo tiene poco valor, teniendo en cuenta que parece estar condicionada a que Cuba «haga más», «se abra» y cosas por el estilo. La diplomacia burda anterior ha cambiado después del 17D a intentos de usar el «poder blando» para influenciar desde adentro. Esto se lleva a cabo hasta cierto punto como programas de «promoción de la democracia» por los EEUU. Presidente Obama dijo refiriéndose a Cuba que los EEUU ya no se ocupa de hacer cambios de régimen, aun cuando los programas de cambio de régimen continúan. Por lo tanto, no se pueden tomar en serio las palabras saliendo de la boca del poder imperial y merecen ser escudriñadas.
Es bien conocido, y la administración de Obama lo ha dejado bien explícito, que la posición de los EEUU hacia Cuba el 17D es meramente un cambio de tácticas, como por ejemplo, el restablecimiento de relaciones diplomáticas y la reapertura de las embajadas en ambos países. Sin embargo, la estrategia principal de los EEUU sigue siendo el derrocamiento de la Revolución Cubana o cambiarla desde su interior para que no haya similitudes a los años previos al 17D. Es necesario explicar en más detalle el concepto de la estrategia.
Se debe recordar que el presidente Obama llegó a su nueva posición sobre Cuba debido a que, entre otros puntos, cómo él y otros han admitido en varias ocasiones, que la política estadunidense hacia Cuba estaba aislando a los EEUU de América Latina y el Caribe. Las reuniones Cumbre de las América, lideradas por EEUU y que se realiza cada pocos años, incluye, en principio, a todos los países de la América del Sur, Centro, del Caribe y de América del Norte. Sin embargo, Cuba había sido excluida sistemáticamente a dichas reuniones. En la VI Cumbre de las Américas en Cartagena, Colombia, en abril de 2012, cuando Cuba todavía no había sido incluida, el conflicto entre el sur y el norte de las Américas había llegado a un punto crítico. Toda la América del Sur exigía la inclusión de Cuba, amenazando con el colapso de la próxima reunión si no se incluía a la isla. La VII Cumbre de las Américas en Panamá se llevó a cabo en abril de 2015. Si Obama no hubiera cambiado inmediatamente sus tácticas, los Estados Unidos, no Cuba, hubieran sido culpados de la ruptura de la reunión Cumbre en Panamá.
Un corolario a la estrategia de Obama para Cuba es la estrategia de los EEUU para América Latina de derrotar los movimientos y gobiernos progresivos y de izquierda como Venezuela, Bolivia, Ecuador e incluso de países moderados como Argentina y Brasil. De hecho, la estrategia de EEUU para Cuba es parte intrínseca de la estrategia para América Latina. No es casualidad, entonces, que mientras se proyecta una imagen de que EEUU ha moderado su actitud hacia Cuba, y finalmente recobrado su sentido común, han existido esfuerzos desestabilizadores, asistidos y apoyados por los EE.UU, en todos los países mencionados anteriormente. Si estos esfuerzos lograran éxito, tanto sea parcial o totalmente, sería un serio revés para toda la región, incluyendo Cuba. También sería una derrota para el mundo, dado que América Latina y el Caribe es la región más prometedora para el progreso socioeconómico y político. La región cuenta ahora con una base firme para crear un mundo multipolar que dejaría atrás el mundo unipolar basado en la hegemonía de EEUU.
Por lo tanto, lo sagaz de la afirmación de Fidel Castro del 8 de enero de 1959, tiene relevancia hoy en día, dado que, la situación puede ser más difícil en el futuro. Este punto puede ser cuestionado por algunas personas, y se comprende que así sea, explicando que en 1959 Cuba estaba sola, mientras que ahora Cuba es parte de este nuevo bloque regional, cuyos miembros, generalmente, se apoyan mutuamente. Sin embargo esta nueva América Latina ha sido forjada con muchos sacrificios y luchas, como es el caso de Venezuela desde la elección de Hugo Chávez en 1998 como presidente. Toda derrota importante en América Latina puede causar, como lo desea EEUU, un efecto dominó en la región. La situación hoy en día es más difícil que en 1959 dado que los pueblos tienen mucho más que perder. Yo creo, sin embargo, es EEUU que perderá nuevamente. Por ejemplo, aun cuando ocurriera en Venezuela una derrota temporaria o un estancamiento en las próximas elecciones, la Revolución Bolivariana se ha convertido, y sigue creciendo, una fuerza material en la sociedad venezolana. Una vez que el pueblo tenga conciencia, esta fuerza material puede derrotar a largo plazo al enemigo más acérrimo.
Desde EEUU, y sus blogueros norteamericanos asesorando a algunos blogueros cubanos, la imagen de los disidentes está pasando de ser desacreditados como mercenarios de los Estados Unidos a otra imagen de estar compuesta de jóvenes. La nueva cosecha de disidentes da la impresión que no están interesados en los fondos para el cambio de régimen. No son fáciles de detectar. La disidencia se está renovando en el contexto del 17D, y es, en mi opinión, un cáncer que trata de carcomer la sociedad cubana en su interior, apuntando especialmente a los jóvenes, los artistas, los intelectuales y los periodistas.
La sagacidad del pensamiento de Fidel Castro, como se aplica al 17D es que «quizás en lo adelante todo sea más difícil», en mi opinión, es ratificada teniendo en cuenta la discusión precedente y el hecho que la sociedad cubana ha acumulado problemas en las décadas pasadas.
Sin embargo, como en el caso de Venezuela y del resto de América Latina, no tengo dudas que Cuba superará esta situación tan difícil y complicada. En julio de 2015 se realizó el Congreso de la Unión de Jóvenes Comunistas. A diferencia de la desinformación diseminada por los medios de prensa más influyentes de los EEUU sobre la censura y la prensa en Cuba, era posible ver en la televisión cubana todos los debates y deliberaciones de dicho Congreso consistente de 600 delegados. Quedé muy impresionado con las numerosas intervenciones espontáneas y no escritas de antemano, de contenido muy profundo, de los cubanos en este tipo de actividades. Tengo la certeza que muchos de ellos podrán ser futuros líderes en Cuba. Aun cuando las condiciones presentes son muy diferentes y puedan ser más difíciles y especialmente complicadas que las del periodo previo a la Revolución, las nuevas generaciones se preparan para continuar el legado de la Revolución, en el contexto de desafiar la situación actual. La nueva generación de disidentes, cuya disidencia está siendo reciclada para adaptarse a las condiciones del 17D, no es un rival para los jóvenes revolucionarios cubanos.
Además, aquellos en los EEUU que apuestan a que los cuentapropistas drenen completamente a Cuba desde su interior subestiman la conciencia política/ideológica y el patriotismo de la vasta mayoría de los cubanos. El pueblo cubano está inmerso en esta tradición. El presidente Raúl Castro lo dejó bien claro en sus declaraciones del 17 de diciembre de 2014. Él comenzó su alocución manifestando lo siguiente:
«Desde mi elección como Presidente de los Consejos de Estado y de Ministros, he reiterado en múltiples ocasiones, nuestra disposición a sostener con el gobierno de los Estados Unidos un diálogo respetuoso, basado en la igualdad soberana, para tratar los más diversos temas de forma recíproca, sin menoscabo a la independencia nacional y la autodeterminación de nuestro pueblo.
Esta es una posición que fue expresada al Gobierno de Estados Unidos, de forma pública y privada, por el compañero Fidel en diferentes momentos de nuestra larga lucha, con el planteamiento de discutir y resolver las diferencias mediante negociaciones, sin renunciar a uno solo de nuestros principios».
Cuba ha atravesado largos años de luchas revolucionarias y patrióticas. En mi opinión, el primer periodo es desde 1868 a 1898, durante las guerras patrióticas contra el colonialismo espa ñ ol y a favor de la independencia y de una sociedad más justa. El segundo periodo histórico fue negativo debido a la dominación de los Estados Unidos desde 1898 a 1959. El tercer periodo se inició el 1 de enero de 1959, forjado en la acción del Cuartel Moncada en 1953 y del programa subsiguiente como base de la Revolución. Cuba ha estado atravesando esta era desde 1959 hasta el presente. La fecha 17D no es histórica en ese sentido, pero es otro capítulo en el periodo actual con sus promesas así como, quizá, con más dificultades y retos, en circunstancias completamente diferentes que en el periodo previo a la victoria de la Revolución Cubana el 1 de enero de 1959.
Selección en Internet: Inalvys Campo Lazo
- Periodista y conferencista canadiense.
Los halcones se pintan de negro
MIRADAS AL SUR 24 de noviembre de 2015 ARGENTINA
Emiliano Guido*
EL PARTIDO REPUBLICANO parece estar replicando la estrategia utilizada, en lo referido a encumbrar como líder electoral a un dirigente negro, por sus rivales demócratas en los dos últimos comicios presidenciales. En paralelo, el hecho de que el famoso neurocirujano Ben Carson crezca en los sondeos y cuente con el respaldo de las múltiples ramas internas del árbol republicano llama la atención, dado el perfil ideológico receloso de las minorías culturales adoptado históricamente por los halcones.
Es más, el buen momento en la primaria opositora norteamericana del hombre que inspiró el film “manos milagrosas” por su rol en una precursora operación que separó a dos bebes siameses es, en términos dialécticos, la contracara del descenso en las encuestas, y en los medios como recurso informativo, del magnate Donald Trump, reconocido globalmente por sus proclamas racistas contra los latinos y todas las corrientes migratorias que hicieron de Estados Unidos un crisol multicultural.
En un marco partidario de retroceso, con respecto a su oponente oficialista, en los trabajos de campo que miden adhesión en la iniciática campaña presidencial, la feligresía republicana se está poniendo el pin partidario del doctor Carson, un inédito fetiche electoral en un espacio partidario que suele elevar a su cúpula a dirigentes congraciados con el modelo estético blanco, anglosajón y protestante. En concreto, una encuesta de la firma Public Research Religion Institute publicada este fin de semana sitúa al doctor retirado Ben Carson como el candidato republicano más popular entre los hispanos.
Por el contrario, el multimillonario Donald Trump es visto desfavorablemente por un 80% de los hispanos y de forma positiva sólo por un 11%, según el citado sondeo. En términos generales, el repunte de Carson en las mediciones está concentrando la disputa de las PASO republicana entre él y Trump, ya que el resto de la larga lista de precandidatos sigue sin mover el amperímetro en el hemisferio electoral más conservador del país.
Carson podrá ser negro de raza, extrapartidario en su militancia, pero eso no implica que sea un cuadro rupturista. Es más, en el año 2008, Benjamin Solomon “Ben” Carson fue galardonado con la Medalla Presidencial de la Libertad por el presidente George W. Bush. Su historia, además, de esfuerzo y superación personal, sufrió muchas penurias económicas y el maltrato de un padre alcohólico, respeta todos los clichés narrativos del American Dream. En definitiva, al contrario de un Barack Obama que incorporó a la agenda partidaria ciertas demandas sociales relegadas, Carson no llega a diferenciarse mucho de la media ideológica de un partido hegemonizado con la línea del ultraderechista Tea Party.
Por ejemplo, días atrás, Carson elevó una carta al Capitolio exigiendo que el país restringa la llegada de refugiados sirios por considerarlos sospechosos de ser poder ser “cómplices con el terrorismo”. “Puede que sea un médico brillante pero no tiene las necesarias para ser presidente. El hecho de que un cuarto de los miembros del partido rojo lo apoyen como próximo jefe de la Casa Blanca, dice mucho acerca del mal estado del discurso intelectual que en estos momentos tiene dicha agrupación política”, espetó como conclusión el renombrado columnista Michael Cohen en The Boston Globe.
Selección en Internet: Inalvys Campo Lazo
- Periodista argentino.
La encrucijada venezolana: entre el poder para el pueblo y la restauración
CUBADEBATE 2 de diciembre de 2015 CUBA
Fernando Vicente Prieto y Micaela Ryan
EN VÍSPERAS DE las elecciones del 6 diciembre, Venezuela vive el momento de máxima tensión política desde el golpe de Estado contra Chávez en abril de 2002. En aquel momento, un grupo de militares, la oposición política, la jerarquía de la Iglesia Católica, la central sindical y la cámara de empresarios desalojaron del poder al Gobierno Bolivariano. Estaban insatisfechos con un conjunto de medidas redistributivas aprobadas en 2001, en especial con la Ley de Tierras y Desarrollo Agrario, que se proponía democratizar el acceso a la propiedad en beneficio de los trabajadores rurales, afectando a la clase terrateniente. Entonces, se negaron a reconocer la nueva ley y de inmediato comenzaron a preparar un golpe de Estado.
El plan estaba muy bien armado: el 11 de abril de 2002 promovieron una movilización masiva de la oposición, luego desviaron su ruta hasta hacerla chocar con una marcha en defensa del Gobierno, a pocas manzanas del Palacio de Miraflores, sede de la Presidencia.
En los edificios de la zona estaban apostados francotiradores, quienes dispararon a los asistentes de ambas marchas, matando a varias personas de uno y otro lado. Con ayuda de los medios privados, acusaron al Gobierno de esas muertes, encarcelaron al presidente y disolvieron las instituciones, pero no contaban con un actor inesperado. El pueblo salió a las calles y se enfrentó a la represión, exigiendo el regreso de Chávez. Mientras tanto, militares leales asumieron el control y restablecieron la democracia.
A partir de 2002, comenzó una etapa caracterizada por la amplia participación popular, proceso que, al mismo tiempo, no tuvo más remedio que lidiar en forma permanente con los sectores económicamente más poderosos, aliados a Estados Unidos y Europa y representados políticamente por la oposición, que unifica a una diversidad de partidos que van desde el centro a la ultraderecha. Estas formaciones son las que rechazan la creación y el creciente protagonismo de las comunas, argumentando que afectan la democracia, al desplazar de sus competencias a las gobernaciones y las alcaldías, órganos de poder regional desde una mirada liberal.
«Esto solo pretende darle más poder al Gobierno central y no al pueblo», fue la opinión del Gobernador de Miranda y referente de la oposición, Henrique Capriles Radonski, cuando se debatía la ley de las Comunas, en 2010. En diciembre de 2012, otro referente opositor, Tomás Guanipa decía: «Se trata de una especie de comunismo que desconoce gobernaciones y alcaldías, en el que una sola persona toma todas las decisiones. Es una copia del modelo cubano». Comparando con la opinión del campesino Retaco, son dos miradas diametralmente opuestas sobre cómo se relacionan las comunas con la democracia. Pero… ¿qué son las comunas?
La democracia «participativa y protagónica»
Es imposible comprender el proceso político denominado Revolución Bolivariana sin conocer y reflexionar sobre el concepto de democracia que sustenta las diferentes posiciones. En medio de una crisis económica y social extendida al sistema político venezolano, el 6 de diciembre de 1998 Hugo Chávez Frías fue elegido sorpresivamente con el 56,20% de los votos.
«Con Chávez manda el pueblo» era su consigna de campaña. La propuesta principal: convocar a una Asamblea Constituyente con el objetivo de reformar el ordenamiento jurídico para hacer «una revolución política pacífica y democrática», incluyendo a los pobres, que en ese momento alcanzaban al 70% de la población. Su primera medida en el Gobierno fue convocar un referéndum –el primero en la historia venezolana–, en el que el 82% de la población apoyó la convocatoria a «refundar el país». Después del trabajo de los constituyentes, se convocó una nueva consulta, donde el 71% de los votos aprobaron la nueva Constitución de la República Bolivariana de Venezuela. El texto de la nueva Carta Magna incluía numerosos cambios, entre ellos la introducción de la revocabilidad de todos los cargos y el concepto de la democracia «participativa y protagónica».
Para dar operatividad a este principio, desde los inicios el Gobierno legitimó e impulsó la creación de diversas formas de participación, ligadas a la lucha por el acceso a la tierra, el agua y otros derechos económicos y sociales. Después del golpe revertido en 2002, el Gobierno radicalizó progresivamente su acción. En 2004, Chávez declaró el carácter antimperialista de la revolución bolivariana y pocos meses después, a principios de 2005, proclamó que se orientaba a la construcción del socialismo. En 2006, se sancionó la primera ley de los consejos comunales, espacios comunitarios donde las vecinas y los vecinos pudieran organizarse para decidir sobre aspectos locales, de su barrio o comunidad rural. «Los consejos comunales, en el marco constitucional de la democracia participativa y protagónica, son instancias de participación, articulación e integración entre las diversas organizaciones comunitarias, grupos sociales y los ciudadanos y ciudadanas, que permiten al pueblo organizado ejercer directamente la gestión de las políticas públicas y proyectos orientados a responder a las necesidades y aspiraciones de las comunidades, en la construcción de una sociedad de equidad y justicia social», expresaba la ley.
A la normativa le siguió una verdadera explosión del poder popular. A principios de 2010 se encontraban conformados 31.000 consejos comunales y a fines de ese año, cuando se sancionaron las «leyes del poder popular», muchos de ellos ya se estaban agrupando por proximidad territorial, impulsando la formación de unas 200 comunas. Cada comuna, entonces, es la articulación de una serie de consejos comunales, una nueva instancia política.
La Comuna Agropecuaria Negro Primero, por ejemplo, reúne a 42 consejos comunales, ubicados en un territorio de 39.000 hectáreas, en una zona montañosa de gran belleza, ubicada al sur del estado Carabobo, en el límite con Guárico y Cojedes, otros dos estados del centro-norte del país. Hasta el siglo XXI, la mayoría de sus habitantes estaban desposeídos de la tierra, en su mayoría en manos de latifundistas, que las tenían ociosas o con un bajo grado de utilización. Pero con la ley que enfureció a los empresarios y detonó el golpe de 2002, se organizaron para ocuparla. Luego, comenzaron a impulsar proyectos comunitarios que van desde la educación y la salud hasta la construcción de viviendas y proyectos productivos cooperativos
«Aquí lo que se cambió es la concepción del territorio, una nueva geometría de poder, donde estos nuevos ámbitos se piensan y definen a partir de las necesidades de la gente», explica Retaco. Y agrega: «Nosotros nos venimos organizando desde el 2003, mucho antes que existiera una ley de las comunas, un marco legal que nos reconozca. Comprendíamos que teníamos que forjar una nueva organización, que en un proceso revolucionario todo debe nacer desde lo nuevo. En estos años de revolución, lo más importante que hemos logrado en este territorio es la organización que tenemos. Por ejemplo, aquí, de 1.200 familias, nosotros estamos construyendo viviendas dignas para 420, pero vamos rumbo a ‘rancho cero’ en 2017. Por medio del autogobierno y la autoconstrucción vamos a lograr que ninguna familia viva bajo un rancho, como vivía toda esta población cuando comenzó la revolución».
Confrontando lo que sostiene la oposición, los comuneros y las comuneras explican que no hay una persona que las dirija, sino que se trata de una construcción colectiva. Cada consejo comunal, en asamblea, elige un portavoz. El conjunto forma el Parlamento Comunal, que se reúne como mínimo una vez al mes –en la comuna Negro Primero la frecuencia es semanal– y a su vez elige un consejo ejecutivo. Además, existen comités de gestión –de Tierra y Vivienda, Salud, Educación, Economía y Producción Comunal, Igualdad de Género, entre otros–, que son ámbitos colectivos encargados de articular proyectos y propuestas con las organizaciones sociales de la comuna relacionadas con la temática.
Retaco sostiene que esta propuesta política se fue construyendo no solo con la oposición de la derecha venezolana, sino tensionando el interior del propio chavismo. «A veces hubo forcejeos dentro de las mismas filas revolucionarias con respecto a las comunas. Hay dos Estados, el viejo Estado burocrático y liberal y el nuevo Estado comunal. El camino al socialismo es un camino duro, intrincado. El viejo Estado tiene que estar al servicio del pueblo organizado, para poder demolerlo y recoger solo lo que pueda ser provechoso para la construcción de un nuevo Estado Comunal. La ley es algo que complementa, pero la legitimidad está en lo que hace el pueblo cuando se organiza».
Otros relatos y experiencias similares pueden encontrarse a lo largo y a lo ancho de Venezuela. En estos momentos, al menos 1.200 comunas se encuentran organizadas. Casi todas fueron impulsadas durante los últimos años, y paradójicamente ganaron en articulación e influencia en los últimos dos años y medio, cuando la confrontación política se agudizó y Venezuela volvió a ocupar los titulares de los periódicos del mundo, en un marco de crisis que abre interrogantes sobre la continuidad –y la viabilidad– de la revolución. Una nueva etapa
Con la desaparición física de Chávez, el 5 de marzo de 2013, un nuevo escenario político se abrió en Venezuela. Cuarenta días después, Nicolás Maduro fue elegido por mayoría (50,61%), aunque con un estrecho margen sobre Henrique Capriles, el candidato opositor, que obtuvo 49,12%, en un marco de gran polarización. Otras cuatro candidaturas lograron, de conjunto, el 0,24%. Los votos blancos y nulos, sumados, apenas alcanzaron el 0,44%. De inmediato, las fuerzas de derecha se negaron a reconocer los resultados y Capriles llamó a «descargar la arrechera» en las calles. Los grupos de choque destruyeron centros de salud, misiones educativas y de alimentación, transportes, edificios públicos y atacaron a grupos identificados con el chavismo, matando a once personas. No lograron encender la mecha de la explosión, pero un año después lo intentarían nuevamente.
A principios de 2014, un sector de extrema derecha de la oposición, liderado por Leopoldo López, María Corina Machado y Antonio Ledezma, convocó a desconocer el orden constitucional para lograr «la salida» del presidente Maduro. Durante tres meses, la violencia se generalizó en 18 municipios gobernados por la oposición, con predominio de sectores de clase media y alta. El saldo: al menos 49 personas muertas, entre ellos ocho efectivos de seguridad del Estado, la mayoría alcanzados por disparos de francotiradores.
Mientras tanto, se desataba una ola especulativa por el control de los productos de consumo, en su mayoría provenientes de la importación. La receta, casi un calco de lo sucedido en 1973 en Chile, era «hacer chillar la economía», controlada en su mayoría por grandes empresas importadoras y distribuidoras. Así, los productos de primera necesidad comenzaron a desaparecer de los supermercados, apareciendo en los mercados de venta informal (llamados buhoneros) a precios más altos, o directamente eran dirigidos al contrabando hacia Colombia. Esto generó una espiral inflacionaria que aún se encuentra en desarrollo.
De acuerdo con la oposición, la causa se debe a las medidas regulatorias, que impactan en la disposición de los empresarios a invertir y, por lo tanto, afectan la producción. Desde esta perspectiva, requiere cesar la intervención estatal, acabar con los subsidios y liberar los mercados. Desde el Gobierno se argumenta que estas medidas implicarían volver a la década de los 90, con graves consecuencias sobre la población. Y responsabiliza a los empresarios por los miles de toneladas de productos que casi todas las semanas se incautan en almacenes clandestinos.
Lo cierto es que, a pesar de las medidas encaminadas a asegurar el normal abastecimiento y a proteger los ingresos a través de sucesivos aumentos de salario, el Gobierno no acierta a controlar la situación. El dólar en el mercado negro se ha disparado hasta valores astronómicos, creciendo cada semana, y la inflación reduce progresivamente el poder adquisitivo de quienes tienen ingresos fijos. Justamente, los sectores populares, la base social del chavismo. Esto tiene implicaciones profundas, en un contexto donde el próximo 6 de diciembre se renueva la totalidad de la Asamblea Legislativa.
Colombia, contrabando y desgaste. A este escenario debemos sumarle el conflicto fronterizo con Colombia. Venezuela y Colombia comparten 2.200 kilómetros de frontera, desde las costas del mar Caribe, en la península de la Guajira, pasando por la cordillera de los Andes y los llanos del Apure y el Arauca, hasta la espesa Amazonía, donde el Orinoco delimita la frontera sur. Aprovechando el diferencial cambiario entre ambos países, se ha organizado un gigantesco negocio de contrabando de gasolina, alimentos y productos de primera necesidad, que en Venezuela se venden a precios muy baratos. Se calcula que durante 2014, al menos un 40% de los productos producidos o importados con subsidios públicos en Venezuela entraron de contrabando en Colombia. Esto no puede suceder sin la complicidad de funcionarios estatales y militares, quienes se benefician individualmente de estas operaciones, acordando con quienes controlan el negocio, en poder de grupos paramilitares. De tal manera, el cierre de frontera decidido por Nicolás Maduro entre agosto y setiembre de 2015 busca terminar simultáneamente con dos problemas: el contrabando y el paramilitarismo.
«La guerra económica impuesta desde hace más de tres años ha mermado las bases del proceso revolucionario, producto de la confusión generada en la psiquis del pueblo venezolano», dice con preocupación Edwin Useche, integrante de la Alianza Sexo Género Diversa Revolucionaria. «El 6 de diciembre se juega la supervivencia de la revolución bolivariana y la transición hacia el socialismo del siglo XXI, además de todos los avances políticos y sociales de estos años», añade. Useche, al igual que gran parte de la militancia chavista, no se priva del espíritu crítico al señalar aspectos centrales que obstaculizan el proceso. «Aún somos víctimas de la burocracia atornillada en las instituciones del Estado, de los sistemas de privilegios que rondan en las altas y medias esferas del poder». Sin embargo, sostiene que continúa apoyando a Maduro: «Mantiene una postura clara frente al imperio estadounidense y en defensa de los pueblos oprimidos, y nosotros y nosotras, junto a él, somos un pueblo convencido de que no hay otra salida sino la de defender –hasta con nuestras vidas, si es necesario– este legado de Chávez».
Estas elecciones, por lo tanto, constituyen un momento clave. Si logra triunfar la oposición, es previsible que la Cámara sea utilizada como plataforma de desestabilización, al estilo de lo sucedido en Paraguay, en 2012, con el Gobierno de Fernando Lugo destituido en un juicio exprés. Si gana el chavismo, se habilitaría la profundización de la revolución, impulsando la construcción del Estado comunal.
Esto implicaría un grado de tensión mayor con sectores poderosos, respaldados por EEUU, que ansía recuperar el petróleo venezolano, del que disfrutó durante todo el siglo XX. Venezuela es la mayor reserva petrolera del mundo, posee enormes cantidades de gas, agua y minerales y una posición geopolítica estratégica. Pero también puede agudizar las contradicciones en el seno del chavismo, donde coexiste una diversidad de opiniones sobre el rumbo a seguir. «La situación económica ha creado un clima de tensión que atenta contra la revolución. Lo que se escucha en la calle es malestar, rabia y desespero. No hay nada claro y siento que el pueblo espera una respuesta firme de parte del Gobierno. En estos últimos dos años la gente se ha desgastado muchísimo con el tema de la comida y los productos básicos. La derecha lo supo hacer bien», analiza Francis Monterola, una joven militante feminista oriunda del estado Monagas, al oriente, justo arriba del mítico río Orinoco.
Ante este escenario crítico, señala que «es necesario que el pueblo comunero avance rápidamente en su consolidación como pueblo-gobierno, capaz de planificar y administrar sus necesidades y proyectos con completa autonomía, incluyendo la producción y la distribución de bienes. Tenemos claro que no todo lo que está dentro de la Asamblea Nacional en este momento, ni quienes vienen –incluso si gana el chavismo–, están a favor de la organización comunal, pues no les conviene. Muchos están ligados al poder de las gobernaciones y alcaldías, y saben que si se consolida el Estado comunal perderán su poder», manifiesta.
De modo que, sea cual sea el resultado electoral, los antecedentes, los intereses en juego y el grado de confrontación política dan pie para imaginar una situación de crisis política general, donde nada será fácil. «Seguro que nada es fácil», parece decir José Retaco cuando se le pregunta por el devenir del proceso. Mira sereno y concluye, pensativo: «Si en cada una de nuestras luchas, en cada una de nuestras contradicciones, hemos triunfado y avanzado, la causa es la unidad del pueblo».
Selección en Internet: Lázaro Zada Carpio
Washington está tomando las medidas más extremas contra el chavismo
CX36 RADIO CENTENARIO 30 de noviembre de 2015 URUGUAY
Análisis internacional de James Petras*
El gobierno mantiene su fuerza, su madurez y su capacidad de luchar. Y cualquiera que sean los resultados, la lucha en Venezuela va a continuar
EFRAIN CHURY IRIBARNE**: Hoy vamos a empezar con inquietudes de la audiencia que se comunica con la radio para que te consultemos. EEUU utiliza el factor terrorismo para lograr metas geopolíticas en Medio Oriente, que incluyen la expulsión de Bashar Al Assad del gobierno sirio, lo que hasta el momento ha fracasado y lo que ha provocado es un aumento del terrorismo. Inquietudes de la audiencia que te pasamos.
JP: Hay algo de verdad en eso. No hay duda que los EEUU como poder imperial busca extender su influencia, su dominación, sus posiciones militares, incluso algunos mencionan el factor petróleo. Más allá de eso, mientras tanto, debemos incluir otros dos factores.
Primero la influencia de Israel que tiene enorme penetración en el gobierno norteamericano, mucha influencia a partir de la quintacolumna sionista. Eso muchos extranjeros no lo entienden porque los comentaristas burgueses e izquierdistas no quieren discutir por miedo o cobardía el factor sionista en las razones de las guerras en Medio Oriente. Pero es un factor importante para entender qué impacto ha tenido, qué influencia, en las guerras norteamericanas y la ideología de la ‘lucha contra el terrorismo’. Hasta el autor de este eslogan, de ‘guerra contra el terrorismo’ es un sionista que escribía los discursos del presidente (George W.) Bush en 2003. Debemos entender este factor.
Ahora, sobre el impacto de las guerras hay que entender que la política israelí era contra la política de los países petroleros. Esos países pensaban derrocar al gobierno, copar Iraq, instalar un gobierno iraquí títere que pudiera funcionar, pero Israel quería destruir todo lo que existía anteriormente. Entonces, hay un choque entre los distintos factores que también influye.
Y como consecuencia de la influencia israelita, destruyeron el ejército y la burocracia civil iraquí, dejando un país ingobernable, y eso necesitaba Washington para dividir y conquistar los países bajo su dominio. Por eso empezaron a fomentar las divisiones entre chiítas y suníes; entre tanto empezaron a armar a uno y otro grupo; incluso los que formaron al grupo terrorista ISIS. Después recibieron mucho apoyo de EEUU, apoyo financiero y voluntarios de Arabia Saudita; y un enorme comercio con Turquía. Una vez que empezaron los asaltos en Iraq y en Siria, empezaron a canalizar el petróleo a Turquía, como una enorme fuente de ingresos para financiar la guerra. Recibieron muchas armas directa e indirectamente, y muchos voluntarios a partir de Turquía.
Entonces, Washington tenía el apoyo de Arabia Saudita, Israel y Turquía, un triángulo que apoyaba de una forma u otra a los terroristas. Y a pesar de que Washington utilizó muchas armas y gastó mucho dinero, no pudo dominar a los países que invadió como Afganistán, Iraq, Yemen y ahora Siria; porque las fuerzas que apoyaba Washington no tenían ninguna legitimidad, no tenían bases sociales concretas que pudieran realizar las tareas de Washington.
Por esa razón hay conflictos en algún nivel. Y cuando los rusos intervinieron para apoyar al gobierno de Bashar Al Assad y terminar con el terrorismo, Turquía le baja un avión, porque los aviones rusos atacaban los camiones que transportaban el petróleo de Siria hacia Turquía, un negocio con estimaciones de 2015 de mil millones de dólares a partir del mercado turco.
Pero podríamos decir finalmente que Washington tenía medio éxito, medio en el sentido del corto plazo porque destruyeron al gobierno nacionalista en Iraq, destruyeron parte de Siria con su intervención. Pero por otro lado es un fracaso, porque no consiguen dominar al país y poner un títere en el gobierno de forma estable y no hay ningún interés norteamericano en lo económico, más allá de beneficiar a la industria militar que está vendiendo más armas por la guerra.
Políticamente ahora Washington queda sin posibilidad de ganar frente a los varios opositores que han surgido en el último tiempo y también por la competencia entre sus aliados -Turquía, Arabia Saudita e Israel- porque cada uno quiere imponer sus intereses geopolíticos. Esto hace que tengamos una situación con mucha volatilidad. Y Washington está constantemente revisando su política apoyando a un grupo terrorista contra otro, terminando sin ninguna influencia real. En este sentido, a mediano y largo plazo la política norteamericana es un fracaso porque no consiguieron imponer sus intereses pero destruyeron algunos gobiernos independientes.
EChI: ¿Cómo analizas Francia? Porque Hollande dice combatir el terrorismo cuando está en una situación interna bastante deteriorada.
JP: No hay ninguna duda de que Hollande con sus políticas pro empresarios, anti obreras y buscando imponer una política neoliberal, perjudicando a los trabajadores e imponiendo la austeridad antipopular favorable a los grandes capitales, muestra en las encuestas una caída vertical. A partir de lo que llamaron actos de terroristas, ataques de islámicos contra la población, podemos decir varias cosas.
Primero, que la Inteligencia francesa tenía conocimiento pero no tomaron medidas preventivas. La pregunta es por qué. En segundo lugar, la forma en que declaran un estado de guerra, una emergencia, y arman toda una serie de concentraciones supuestamente movilizando la población, fue una forma de fomentar el terror, el miedo y la necesidad de “unidad” atrás de Hollande como una táctica.
Podemos ver las consecuencias negativas, utilizando el Estado de sitio, ahora están reprimiendo a los manifestantes en las protestas por la cumbre del clima que se está realizando ahora en París. Ha habido 200 encarcelados y cientos de heridos por los ataques policiales, que utilizaron gases, bastones, etc. Eso me parece simbólico de lo que representa el Estado de sitio: reprimir a los opositores, reprimir manifestaciones callejeras y facilitar la realización de las políticas, no sólo contra los llamados terroristas sino también contra cualquier protesta contra la política neoliberal. Hoy le están pegando a los manifestantes contra la cumbre climática, y mañana podrían usar las mismas medidas ante otras manifestaciones contra las guerras francesas en Medio Oriente, invasiones en África, o la austeridad en Francia.
Podemos decir que Francia está bajando dos pájaros de un tiro. Primero, movilizando a la población atrás del gobierno y en segundo lugar, marginando los derechos democráticos en el país, facilitando el neoliberalismo. Porque inevitablemente las medidas neoliberales van a provocar conflictos, huelgas, protestas, marchas. Y esta política actual de represión complementa la política neoliberal.
EChI: A días de las elecciones de Venezuela, la intromisión de la OEA con Luis Almagro a la cabeza es permanente.
JP: Washington está tomando todas las medidas que puede utilizar, las más extremas, para tratar de desestabilizar el clima político. Lo último fue el asesinato de uno de los opositores, un líder provincial, que está acusando al gobierno venezolano de represión, de terrorismo; pero descubrimos que los involucrados fueron sicarios, eran asesinos pagos. Los capturaron, pero el hecho es que Washington y los opositores están dispuestos a sacrificar incluso a sus propios cuadros para fomentar esta imagen de terrorismo del gobierno y descalificarlo antes de las elecciones.
Washington ha gastado más de 50 millones de dólares en esta campaña, ha fomentado toda una serie de condiciones negativas sobre la economía; ha hecho mucha propaganda anti gobierno. Pero también usa los instrumentos internacionales como la que mencionaste, la OEA, utilizando a Almagro como un caballo de Troya para fomentar a la oposición y desprestigiar al gobierno. Acusándolo sin pruebas, sin ninguna investigación seria, sin tomar en cuenta la posición del gobierno, sin denunciar la intervención norteamericana.
¿Cuántas veces Almagro ha denunciado la intervención norteamericana? Ninguna. Cero. ¿Y cuántas veces ha denunciado y criticado al gobierno de Venezuela? Por lo menos una decena de veces. Y además, fomentando Comisiones y acusaciones que no tienen ninguna base en los hechos, no hay pruebas. Uruguay en este contexto tiene alguna responsabilidad por los resultados que puedan surgir de esta campaña.
No hay dudas de que Venezuela enfrenta al imperio, enfrenta al terrorismo, enfrenta la intervención en los mercados domésticos. Es formidable la oposición pero el gobierno mantiene su fuerza, su madurez y su capacidad de luchar y cualquiera que sean los resultados podemos decir que la lucha en Venezuela va a continuar antes, durante y después de las elecciones. No será un resultado dado sólo por las presiones externas, es también producto de la lucha de clases internas, la movilización nacional y popular que busca eliminar las grandes trabas del pasado, la explotación, los asesinatos, bajo los gobiernos pro norteamericanos. Hay una memoria colectiva que no quiere volver al pasado a pesar de las dificultades de la actualidad.
EChI: Lo que dices de Uruguay es así, porque tanto el Ministro de Economía, Danilo Astori, y el vicepresidente Raúl Sendic (h), como la presidencia del Frente Amplio, se han puesto del lado de Almagro y de la OEA y contra Venezuela en sus declaraciones. ¿En qué otros temas estás trabajando?
JP: Es una gran vergüenza dada la tradición del Frente Amplio en el pasado con el general Seregni y otros grandes luchadores que tenían otras concepciones, al lado del pueblo, al lado de los antiimperialistas, y no sirvientes del poder del norte, como lo hacen las actuales figuras políticas que mencionaste.
Ahora, sobre lo que estoy trabajando, hay varias cosas. Primero debemos reconocer el terrorismo norteamericano doméstico. Otra vez un terrorista mata y ataca, esta vez una clínica de mujeres, en Colorado, con cuatro muertos y nueve heridos. Y las autoridades capturaron al asesino y declararon que no saben el motivo. Es ridículo, el motivo es obvio: es anti mujer, anti aborto, anti contraceptivo, es parte de una red nacional influyente que está haciendo este tipo de terrorismo por años y años, con más de cinco decenas de muertos, entre médicos, enfermeros y pacientes.
Todos víctimas de esta red terrorista norteamericana que está en el centro del debate político entre los candidatos republicanos que han hecho una campaña infernal contra los centros de mujeres. Y no es algo marginal, no es un loco suelto como tratan de presentarlo los medios, es parte de algo integral.
El terrorismo parte de una política reaccionaria y antimujer, que está presente en EEUU y no le han encontrado solución ni los republicanos ni los demócratas. El terrorismo norteamericano es parte integral de sus políticas en el país y ni hablemos de la facilidad que tienen los terroristas de conseguir armas automáticas y de funcionar abiertamente.
El segundo punto que quiero tocar, es algo más extenso pero voy a tratar de ser breve. Muchos hablan ahora del fin del ciclo de la centro izquierda, citando la victoria de Mauricio Macri en Argentina, diciendo que va a dar la vuelta hacia la política de Menem de los '90, las privatizaciones, el neoliberalismo.
Yo no creo que haya un ciclo nuevo de la derecha que vaya a llegar a América Latina. Primero porque las condiciones de los '90 no están presentes hoy. Macri enfrenta una clase obrera intacta que ha recibido beneficios, ha formalizado su poder y entonces tratar de imitar lo que existía en los '90 es falso, porque en esa época, por los efectos de la dictadura y la hiperinflación, había una clase obrera muy debilitada. Eso no existe ahora.
Segundo, el clima en América Latina no es tolerante. No hay gobernantes como Cardoso, Menem, Sanguinetti, etc. que fomentaban la misma política; hay un cuadro mucho más heterogéneo en la América Latina de hoy.
En tercer lugar, EEUU no puede ser el principal mercado para la integración, podemos decir que China ha reemplazado a Washington. Y Macri, pese a declarar su amor carnal con Washington, necesita diversificar las exportaciones y va a depender de China. Entonces el abrazo con Washington es contraproducente si se piensa en los agrominerales como base de exportación, porque es otro país y otro mundo el actual.
En tercer lugar, debemos reconocer que Macri no tiene el control sobre el Congreso. Hay peronistas de todos los pelos, corruptos muchos, reaccionarios otros, centro izquierdistas y kirchneristas muchos más, y Macri tiene que negociar. Con la devaluación va a golpear seriamente a todos los sectores populares, incluso a los peronistas de base. Y eso va a fomentar muchos más conflictos y posiblemente, al final de cuentas, Argentina va a caer en la hiperinflación y el estancamiento que va a debilitar a cualquier gobierno minoritario de Macri. Entonces, pensar que la victoria de Macri significa automáticamente una vuelta a la política neoliberal, me parece equivocado.
Finalmente en Brasil, uno puede decir que los fiscales, los investigadores, han debilitado al capitalismo más que el hecho de perjudicar al Partido de Trabajadores (PT). Los principales acusados son los grandes dueños y jefes de casas de inversiones, de empresas de construcción, y capitalistas de toda índole. Y eso ha debilitado la imagen de los capitalistas e implica la corrupción entre el PT, mostrando los vínculos entre el gran capital y la clase política. Eso podría fomentar un sentido anticapitalista.
Entonces, la caída del PT no significa una derrota para la izquierda, porque no era un partido de izquierda sino un partido del gran capital como lo demuestran las corrupciones, las coimas que han recibido de los grandes capitalistas. Por tanto, no creo que haya una ola de la derecha pendiente, por el hecho de que Macri gane y el PT caiga.
Selección en Internet: Inalvys Campo Lazo
- Sociólogo y politólogo estadounidense, especialista en América Latina.
- Periodista y analista político uruguayo, conductor de los informativos y otros programas de CX36 Radio Centenario.
Argentina: ¿Qué hacer ante la derrota?
LA JORNADA 26 de noviembre de 2015 MÉXICO
Ángel Guerra Cabrera*
LA DERROTA DEL Frente para la Victoria en la segunda vuelta de las elecciones generales en Argentina es un indiscutible batacazo a las fuerzas auténticamente transformadoras del gran país del Plata y un rudo golpe al proceso de profundos cambios de contenido popular iniciado en la región latino-caribeña con la elección de Hugo Chávez a la presidencia de Venezuela en 1998.
Por supuesto, no voy a dar respuesta en el sentido de la lógica formal a la pregunta del título en lo que concierne a Argentina, puesto que eso corresponde sólo al kirchnerismo, al peronismo que conserva vocación de soberanía y a otros sectores populares de ese país. Pero sí voy a tratar humildemente de hacer algunas consideraciones que tal vez podrían servir cuando menos para estimular el debate en el seno de la izquierda argentina, latino-caribeña y de los gobiernos progresistas de nuestra América sobre las lecciones que podemos derivar de este acontecimiento.
Pues, además de reconocer que estamos en presencia de una derrota en el plano nacional, no podemos obviar las repercusiones que ella está teniendo y tendrá a escala continental, dado el enorme peso económico, cultural y político del país austral y la importancia de la alianza que ha sostenido desde hace doce años con las fuerzas revolucionarias, populares y de izquierda en nuestra área geográfica.
Un gobierno neoliberal y de rancia derecha como el de Macri hará exactamente todo lo contrario, no sólo en Argentina, donde ahora el Frente para la Victoria y cuantos aliados pueda allegarse en el campo popular tienen ante sí la decisiva misión de defender las grandes realizaciones sociales, culturales, científicas, de justicia y reparación de los horrendos crímenes de la dictadura conseguidos en la década pasada, así como también reconquistar el gobierno para que el proceso emancipador continúe avanzando más lejos que a donde había llegado. También en la región, pues ya el inminente ocupante de la Casa Rosada lanza dardos ponzoñosos contra la Venezuela bolivariana y pide su exclusión de la OEA y del Mercosur. ¿Motivo? Según él en defensa de la democracia. Ya sabemos qué idea de democracia puede esperarse de un millonario neoliberal enriquecido como su familia al amparo de la dictadura militar argentina y con causas pendientes con la justicia.
Cierto, no puede consumar la fanfarronada pues no se lo permitirán los otros gobiernos y no se lo permiten las normas del Mercosur y ni siquiera las de la OEA. Pero por primera vez en la última década y con la excepción de su estrecho e impresentable aliado Álvaro Uribe, un jefe de Estado latinoamericano lanza un ataque de esa virulencia contra otro gobierno de la región, con el que a la vez alienta a las fuerzas de derecha en el ámbito latino-caribeño, al día de hoy eufóricas y desmelenadas como era de esperar con el triunfo que han conseguido sobre el pueblo argentino. Escribo pueblo argentino con plena deliberación pues entre esa mitad del electorado que votó por Macri y entre los siete millones que no ejercieron el sufragio, no pasará mucho tiempo sin que sean duramente afectados por las políticas de Macri.
La derrota, por demás, es inherente a la lucha social y revolucionaria. Más aún, no hay revoluciones ni procesos de cambio social irreversibles. El factor subjetivo es esencial y con toda honestidad autocrítica debemos reconocer que lo hemos descuidado. Hemos llegado a pensar con un enorme simplismo que con proporcionar bienestar a la población esta nos otorgará su respaldo automáticamente y, por lo tanto, tenemos el voto asegurado.
Nos hemos dado la extraordinaria importancia que tiene el legado de Fidel y del Che en el sentido de que debemos forjar conciencia política además de mejorar el bienestar del pueblo todo lo que permitan las circunstancias. Esa es una gran lección de Cuba. Si agredida y bloqueada, con los negativos efectos que ello ha ocasionado en la vida material del pueblo, no hubiese creado cultura y conciencia política, no habría sido capaz de una resistencia tan prolongada.
El kirchnerismo es mayoría en el Senado y primera minoría en diputados, tiene unas juventudes admirables en su seno. La mitad del país lo votó y eso no es nada despreciable. Puede hacer una oposición inteligente que convierta el revés en una victoria mayor que las anteriores si se mantiene estrechamente unido y busca alianzas con los sectores populares a los que no llegó, que ahora resultarán afectados por la restauración neoliberal.
Lo que es imprescindible ahora es sacar las lecciones que esta coyuntura adversa desprende para las fuerzas populares de la región y redoblar los esfuerzos –ahora con más razón– para ganar las elecciones parlamentarias del 6 de diciembre en Venezuela.
Selección en Internet: Inalvys Campo Lazo
- Analista internacional, graduado de periodismo en la Universidad de La Habana.
La venganza del ALCA
BARÓMETRO INTERNACIONAL 25 de noviembre de 2015 VENEZUELA
Oglis Ramos*
El reacomodo de la derecha en Argentina tiene tras bastidores el resurgimiento del ALCA como política neoliberal impulsada por los Estados Unidos y las trasnacionales financieras; éstas junto a las masas de la oligarquía local buscaron luego de 10 años golpear el centro de la unidad continental dirigida por Chávez, Lula y Néstor Kirchner, y es así como asestan un duro golpe a la integración de América del Sur la cual hoy se encuentra amenazada por los latidos de los perros imperiales que ya obtuvieron su presea dorada: la Argentina, la misma que enfrentól a las políticas de Menen y Fernando de la Rúa, hoy cae abatida en la gran guerra continental librada por los países que han marcado una rebeldía histórica ante el imperialismo. La Argentina que enfrentó a Fondo Monetario Internacional, la Argentina como anfitriona del ALCA, esa misma Argentina que le propinó una certera patada al guerrerista George W. Bush, hoy recibe el hachazo de los que durante más de una década prepararon el terreno mediático y financiero para retomar el ataque contra una hija de la Patria Grande.
La guerra silenciosa que se libra en América del Sur no tiene comparación. Bolivia, Ecuador, Brasil, Venezuela y Argentina son los polos de poder opuestos a los dominios del imperialismo, estos países implementan políticas de inclusión social que hacen temblar a los agentes económicos y financieros del poder mundial, y mientras se reivindican los derechos de los más desposeídos en materia de salud, vivienda, educación, tecnología y alimentación, los cerebros macabros han implementado durante varias lunas innumerables intentos de desestabilización que van desde sabotajes económicos hasta campañas intercontinentales de la más sucias calañas mediáticas ofrecidas por las grandes corporaciones de medios al servicio de las agencias de inteligencias, que hoy ven como muerden una parte de la manzana progresista, pero que sus garras de alimañas se frotan por obtener todo el árbol. El pírrico triunfo electoral de la derecha económica local y trasnacional en la Argentina rebelde, obliga a los enemigos del pueblo argentino a tener mucho cuidado ya que la rebeldía y la ira de los que ayer enfrentaron a sus fracasados experimentos de destrucción social hoy enfrentarán a Macri si este con su entreguismo opta por aceptar las políticas de sus amos, que no es más que el Fondo Monetario Internacional.
Ahora bien, el ataque que desde el gobierno de Macri se inicia contra Venezuela y los países progresistas de la región es sin duda alguna una amenaza a la estabilidad geopolítica de América del Sur, este tipo de acciones por parte del recién electo presidente de Argentina es la primera muestra de complacencia a sus jefes de la Casa Blanca, los cuales ven cómo el nuevo títere que gobernará a Argentina se une al combo integrado por Colombia, Perú, Chile y pare de contar los gobiernos entreguistas que tiemblan ante los designios emanados por Washington, que no es más que revivir el gorilismo electorero como nueva estrategia para retomar el poder y aplicar las recetas neoliberales que son anheladas por la oligarquías regionales que han perdido el terreno ante las grandes políticas de integración regional que desplazo de un zarpazo a las falsas banderas de cooperación y desarrollo que oferta el Fondo Monetario Internacional.
La alegría desatada por los grandes medios al servicio de las trasnacionales financieras y las oligarquías regionales al obtener el triunfo el presidente Macri no se pudo esconder este es un elemento clave que se va a utilizar para ayudar intentar reacomodar la derecha en América del Sur, es por esto que se puede asegurar que el triunfo de Macri es una venganza del ALCA, la cual ya tiene exponentes importantes en la región y los mismos comenzarán a jugar cerrado con la Casa Blanca en función de hacer retroceder los avances alcanzados en materia de integración en la región. Por otra parte, el elemento del MERCOSUR, con el cual Macri con arrogancia y prepotencia amenaza a Venezuela es una resaca por la celebración del triunfo electoralista. Las políticas de desarrollo ofrecidas por Macri muestran claramente el entreguismo a los polos de poder, la concentración de la riqueza en unos pocos donde la privatización será el menú principal al que será sometido el pueblo argentino.
América del Sur ha perdido la batalla de Argentina pero la guerra por la Patria Grande aún continúa, solo la unidad latinoamericana podrá revertir el nuevo posicionamiento geopolítico al que juega el imperialismo y con el cual amenaza a millones que en un unísono grito de rebeldía dijeron no al ALCA.
Selección en Internet: Inalvys Campo Lazo
- Analista político venezolano.
Corrupción generalizada en la esfera política chilena
NOTICIAS ALIADAS 26 de noviembre de 2015 PERÚ
Las grandes empresas mineras, pesqueras y forestales gozan de privilegios tributarios que hacen de Chile un paraíso del capitalismo
Arnaldo Pérez Guerra*
GRANDES GRUPOS ECONÓMICOS “invierten” en campañas políticas para obtener privilegios y evitar necesarias transformaciones económicas y sociales. Chile es considerado uno de los dos países con "menos corrupción" en Latinoamérica, según los Índices de Percepción de la Corrupción de Transparencia Internacional, sin embargo, el flagelo crece aceleradamente.
En noviembre del 2014 una investigación tributaria evidenció un foco de corrupción empresarial: el pago del Fondo de Utilidades Tributarias —creado durante la dictadura de Augusto Pinochet (1973-1990) para que las grandes empresas no pagaran impuestos sobre la mayoría de sus utilidades—, que dio paso a otros, develando una corrupción generalizada en instituciones públicas y privadas, que incluso salpicó al entorno de la presidenta Michelle Bachelet.
Lo que comenzó como un fraude al fisco, terminó siendo una espiral de corrupción que ha involucrado a importantes grupos económicos que financiaron ilegalmente a postulantes al Congreso y a candidatos a la presidencia.
A Penta —que emitió boletas por honorarios y facturas falsas para evadir impuestos y costear las campañas de integrantes de la ultraderechista Unión Democrática Independiente (UDI)— , se suman día a día nuevas empresas ligadas a grandes holdings que operan en los sectores financieros y extractivos: Sociedad Química y Minera (SQM), Corpbanca, perteneciente al grupo Saieh, Corpesca, de la corporación empresarial Angelini, y las transnacionales Aguas Andinas, Endesa y otras.
Estos grupos económicos financiaron igualmente las campañas electorales de Andrés Velasco —exministro de Hacienda en el primer gobierno de Bachelet (2006-2010)—, del diputado izquierdista Marco Enríquez-Ominami, y a la propia Bachelet. Ha trascendido que Andrónico Luksic, quien encabeza el principal grupo empresarial del país, colaboró dadivosamente con la última campaña de la mandataria, aunque se desconocen los millonarios montos involucrados.
Luksic está implicado en el caso Caval, en el que está involucrado el hijo mayor de Bachelet, Sebastián Dávalos. El Banco de Chile, de propiedad de Luksic, concedió un crédito de 6.5 millardos de pesos (equivalentes a US$10 millones) a Natalia Compagnon, esposa de Dávalos. El crédito, solicitado a través de su empresa Caval, fue aprobado el 16 de diciembre del 2013, al día siguiente que Bachelet ganara la segunda vuelta presidencial, y fue negociado por Dávalos y Compagnon directamente con Luksic. El dinero fue utilizado para la compra de un terreno agrícola en la localidad de Machalí, en el centro del país, para especulación inmobiliaria. Dávalos y Compagnon son investigados por tráfico de influencias y uso de información privilegiada.
El caso provocó el desplome de la popularidad de la presidenta y una crisis política de impredecibles efectos.
Denuncias por colusión
No es un misterio que transnacionales y holdings contratan y pagan a funcionarios y políticos para obtener información privilegiada o un trato preferencial.
A fines de octubre se destapó el escándalo del “cartel del confort”, en referencia a una de las marcas de papel higiénico. Dos empresas fijaron ilícitamente precios y se repartieron el 90% del mercado del papel higiénico durante una década. Casos similares son la colusión de farmacias descubierta en el 2008, y la de empresas avícolas destapada en el 2011. Pero las penas de cárcel por colusión fueron derogadas en el 2003 por el entonces presidente Ricardo Lagos (2000-2006), sustituyéndose por multas y clases de ética.
El académico Tito Flores, doctor en Gobierno y Administración Pública, señaló a Noticias Aliadas que el principal costo que ha implicado la crisis es la profunda desconfianza e incluso desesperanza que se ha instalado en la ciudadanía.
“Las elites aparecen ante la población como si se hubieran confabulado con el fin de generar beneficios particulares que les favorecieran, y no el interés general con una perspectiva país. Lo complejo es que hablar de confianza es hablar necesariamente de capital social y, a la vez, de fortaleza institucional. La crisis de corrupción ha afectado dos pilares insustituibles para una convivencia y cohesión social robustas”.
“La espiral de corrupción puso en evidencia una relación incestuosa entre política y dinero que acepta como normal los negociados. A eso se agrega una enorme crisis de credibilidad y la inexistencia de una legislación clara. Urge una nueva Constitución, leyes sobre transparencia y probidad que impongan nuevas reglas del juego, endurecer las penas y controles”, comentó a Noticias Aliadas el científico político Rodrigo Guerra.
El costo social de la corrupción se evidencia en que hoy Chile es uno de los países con mayor desigualdad. “Según la OCDE [Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico] la pobreza afecta a casi un tercio de la población; el 10% más rico recibe un ingreso 27 veces superior al 10% más pobre, y el grupo más afectado son los niños, el 23.5% de ellos. La pobreza seguirá reproduciéndose si los ciudadanos no toman en sus manos la responsabilidad de cambiar el sistema”, afirma el periodista y director de revista Punto Final Manuel Cabieses en un editorial.
“Esta realidad —agrega Cabieses— golpea como bofetón en la cara a un pueblo que soporta la precariedad y hasta carencia de servicios públicos de salud, educación, seguridad social, vivienda, transporte, etc. Mientras, las grandes empresas mineras, pesqueras y forestales gozan de privilegios tributarios que hacen de Chile un paraíso del capitalismo. Se necesita un cambio muy profundo que solo puede acometer una Asamblea Constituyente elegida para elaborar y someter a plebiscito una Constitución que estimule la participación y que consulte la revocación de las autoridades y la cárcel para cohechadores y cohechados”.
Según Flores, una lección de la crisis ha sido asumir que “contrariamente a lo que señalaban mediciones internacionales el excepcionalismo chileno en materia de corrupción no es más que una ilusión. Urge reparar y restituir la confianza dañada y establecer medidas preventivas que reduzcan la posibilidad de ocurrencia de casos similares. El poder judicial debe actuar en forma independiente y libre de presiones, de manera tal que los responsables reciban sanciones, caiga quien caiga. En cuanto a lo preventivo, aparecen en la dirección correcta las medidas anunciadas por el gobierno. Implican avanzar en mayor transparencia y aclarar los vínculos muchas veces opacos entre negocios y política”.
Necesario control ciudadano
Bachelet creó el Consejo Asesor contra los Conflictos de Interés, el Tráfico de Influencia y la Corrupción. Pero la cúpula política desde la centroizquierda hasta la ultraderecha está transversalmente comprometida con el gran empresariado. Muchos no entienden aún cómo la coalición Nueva Mayoría, que llevó a Bachelet al poder, terminó comiendo de la mano de Julio Ponce Lerou, exyerno de Pinochet y dueño de SQM, o que los negociados de la nuera de Bachelet involucraran a militantes de la UDI y excolaboradores de la Dirección de Inteligencia Nacional (DINA), la policía secreta del dictador. Lo cierto es que entre 2012 y 2013, SQM desembolsó al margen de la ley más de $360,000 para financiar la postulación presidencial de Bachelet.
Las últimas investigaciones abrieron otra arista: el millonario pago de parte de los industriales pesqueros (Corpesca) a políticos y parlamentarios para que resguardaran sus intereses en los debates en el Congreso sobre la Ley de Pesca.
En su primera administración, Bachelet promulgó la Ley de Transparencia, pero los últimos casos de corrupción demuestran que poco y nada sirvió.
“Los sectores políticos con representación parlamentaria han comprometido su apoyo a las propuestas anticorrupción del Consejo Asesor. Pero ninguna iniciativa propone atacar el corazón de la corrupción, o sea el sistema que la reproduce. La corrupción es el sueldo que paga el gran empresariado, evitando así las transformaciones económicas y sociales que Chile necesita. El gobierno evita señalar cómo y por qué se produce”, añade Cabieses.
Flores precisó que “para que cualquier esfuerzo sea sostenible es importante fortalecer la capacidad ciudadana de ejercer control y auditoría sobre el actuar de los servicios públicos. Este proceso, denominado accountability o control ciudadano, resulta indispensable para establecer contrapesos frente a la acción del Estado”.
Selección en Internet: Inalvys Campo Lazo
- Historiador y periodista chileno.